jueves, 28 de mayo de 2009

Visito una oficina de Correos

Querida amiga:
Una vez más, hacía tiempo ya en que no me dirigía a ti, quiero contarte, hablar de alguna de mis vivencias porque se que te interesan y las acoges con todo ese gusto, del que tanto dispones y me regalas.
Espero que, desde mi última misiva, sigas bien, continúes con tu mismo afán por aprender, por recibir el fruto de tanta belleza.
Resulta que…



…ayer me dispuse a enviar un paquetito, con hojas para anotar en braille. Tuve que acercarme a la oficina de Correos más próxima a mi trabajo. Allí que me fui con mi bastón, en el tiempo de recreo, de café.
Entré en la oficina y me encontré con numerosa concurrencia. Me dijeron:
-Tiene usted que sacar número de la máquina que hay allí.
Yo me dije:
“¿qué máquina, dónde está? ¿qué botón tengo que pulsar?
Claro tuve que poner mi mejor cara de cieguito simpático y pedir el favor. Me dieron un papelillo, del tamaño de un sello, y me dijeron que me había correspondido el 69 A.
¿Y luego qué?
Pues esperar a que me tocase. ¿Y cómo saber qué número iba pasando, a qué ventanilla había que ir?
Pues sí, amiga; otra vez a poner cara de bueno,a preguntar, a no saber si me quedaba mucho o poco tiempo de espera, a si se me pasaría el dichoso turno. Y encima sin desayunar.
Al fin me tocó y después de tramitar el envío certificado pedí pponer una reclamación. Sí, con educación y respeto, pero con ganas de hablar, de que se me entienda. Me parece intolerable que un organismo de titularidad pública no disponga, con tanta tecnología y medios de los que se presume, de la mínima adaptación que verbalice el dato que vaya saliendo en la correspondiente pantallita que indica la dichosa máquina.
Alguien me dijo:
-Pase usted, no espere.
Pero yo quise aguardar mi turno como uno más, que de eso se trata: de ser uno más.
Con la frustración pintada en el rostro, aunque con los deberes hechos, volví al trabajo y, ni corto ni perezoso, puse la queja oportuna a través de la web de Correos.
Supongo que caerá en el saco roto de la red,pero… al menos me quedó el consuelo del pataleo.
Menos mal que las cartas que me mandas, lo mismo que las de mi otro amigo, Pierre, me llegan a casa sin necesidad de ir a buscarlas a la estafeta del barrio, aunque por éstas, sí merecería la pena pasar por encima del diabólico trasto, saltar esa, una más, barrera.
Con la esperanza de que pronto vuelva a recibir tu afecto y de que estés disfrutando de esta primavera tan amiga de los sentidos, me despido con todo el afecto del que, siempre, te haces merecedora.
Besos agradecidos..

9 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Hoy he ido a Hacienda y era exactamente el mismo sistema, con la diferencia de que había una chica detrás de un mostrador que además leía en voz alta el número. No está mal, ¿verdad?

Cuánto se ha hecho, pero cuánto falta, ¿verdad, Albertito?

Un besósculo con muchísima tenacidad!! Buenas noches!

Rosa Sánchez dijo...

Esta entrada me ha resultado muy realista y emotiva, Alberto.
¿Es posible que los responsables de centros públicos, en el siglo que nos encontramos, no tengan en cuenta que todavía tienen mucho que aprender de las palabras "progreso" y "solidaridad"?
Y también un tirón de orejas para aquellas personas que no tenemos el bondadoso gesto de echar una mano cuando nos encontramos con quienes necesitan de nuestra ayuda.
Alberto, perdona la falta de sensibilidad de esta sociedad. Siento vergüenza ajena, en serio.
Ánimo. Me gusta mucho cómo escribes, pero mucho más saber de ti y de cómo sientes el mundo que te rodea.
Hasta pronto.

Alberto dijo...

Merceditas, si había una voz humana queleía los números ya es mucho.
Es verdad, tienes mucha razón: se ha hecho mucho, pero aún queda mucho por hacer. Lo malo es que lo nuevo que se hace se siga haciendo inaccesible (eso es lo lamentable).
Pero ahí vamos pa lante.
Me encanta la tenacidad, que no la tenaza. Otros dirían cabezonería, testarudez.
Menos mal que luego siempre hay pajaritos que se posan en tu hombro y te guían más allá.
Besitos de trino.

Alberto dijo...

Rosa, gracias de nuevo por tu sensibilidad.
No sientas vergüenza ajena por eso, en la mayoría de los casos se debe al desconocimiento, a que nuestra prisa cotidiana no nos deja fijarnos en las cosas diferentes. Pero no es ás. Siempre hay mucha más gente que ayuda que la que no. Y uno no deja de agradecer tantos gestos reales y pequeños, pero sentidos.
Y si alguien pasa de largo, siempre habrá otro u otra que esté ahí.
Me alegro de que te gusten mis humoradas que no tratan sino de, a través de la ironía, hacer ver que aún se necesita recorrer un largo camino hacia la normalización.
Lo de las palabras grandilocuentes, pero en muchas ocasiones, vacías, es que quedan bien, pero más vale los p equeños gestos que esas grandes palabras.
Muchos ánimos, merece la pena porque hay mucha gente buena que da luz a mi mundo. Y la prueba lo sois vosotras pasándoos por aquí.
Un cálido y cariñoso abrazo.
Besos

Carmina dijo...

falta mucho por conseguir Alberto y es porque la gente que no tiene esos inconvenientes no se pone en la piel de quien los tiene, en mi pueblo solo hay un semaforo con sonoridad... los demas son luminosos y a mi me da que pensar uno para un pueblo de 15000 habitantes suena ridiculo no?, es como un grano de arena en medio del mar... aun asi ese sistema que tu dices esta en casi todos los organismos publicos, creo que mas que tu como usuario quien tiene que presionar es la ONCE como institucion, porque no se porque piensan que las personas con defeciencias auditivas o visuales son dependientes y van siempre acompañados a todas partes, donde queda la intimidad de uno y la libertad... Alberto como siempre te digo sigue luchando a lo mejor no cae tanto en saco roto

Alberto dijo...

Sí, Carmina, ya di traslado de esto a la ONCE, bien que sin tanta ironía. Espero que le dé traslado al ERMI.
Ah, no te preocupes que yo ahí sigo dando la lata.
Y más en Tiflohomero. Quién sabe.
Feliz viernes.
Que estés bien.
Cuçidate y ánimos que tú también tienes lo tuyo.
Lo de los semáforos es otro tema. Ya escribiré algo al respecto en breve.
Besos cariñosos.

Viperina dijo...

Si es que no se para qué quieren tanto diploma y tanta carrera, si después se lucen a base de bien...yo he visto en más de una ocasión en las aceras un paso rebajado para minusválidos, ¡y las rayas del paso de cebra unos metros más allá! Si no fuera demasiado macabro, pensaría que pretenden terminar con las minusvalías cargándose a los minusválidos, por dios...
Está claro que los de arriba no piensan en los problemas a menos que les incumban a ellos personalmente; es vergonzoso.
Besos.

Alberto dijo...

Viperina, eso pasa porque se hacen las cosas bajo la teoría, nada más que para cumplir la ley y ya. Si se contase más con los adeafectados no pasaría eso.
Pero bueno, ahí estamos. Yo pienso que a la hora de la movilidad lo tienen peor las personas que van en silla de ruedas. Nosotors, al menos nos paapañamos mal que bien.
Feliz viernes.
Besos

brujita dijo...

Falta mucho pero mucho,muuucho para que por fin todos estemos a un nivel lo más aproximado posible...me imagino lo que tiene que significar para ti lo que narras, pues si para alguién que no tiene problemas físicos resulta una tortura, añadirle por en cima la desorientación...¡Mortal!

Besito volado.

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