viernes, 29 de junio de 2012

El cañón del río Lobos: uno de los paisajes más bonitos de eSpaña

Mientras Soria disfruta de sus tradicionales Sanjuanes con el toro como protagonista, quiero invitaros a descubrir un paraje magnífico de la provincia que

me vio nacer.
Ya dice el slogan de la publicidad: "Soria: ni te la imaginas". Pues eso, imaginad y viajad.

El Parque Natural del Cañón del Río Lobos constituye un singular espacio biogeográfico estructurado sobre el eje de un profundo cañón de escarpados farallones.
 En su interior, además de extensos bosques de sabina y pino laricio, se dan cita una gran variedad de especies animales. Entre éstas destacan un centenar de parejas de buitres leonados. También anidan, en sus inaccesibles cortados, águilas reales, alimoches y halcones. Entre los mamíferos abundan los corzos, jabalíes, ardillas, nutrias, tejones y gatos monteses.
El Cañón del Río Lobos, declarado Parque Natural en 1985, fue una de las primeras zonas protegidas en Castilla y León. La protección abarca los más de 20 kilómetros del cañón y toda su zona de influencia. Por la espectacularidad de su relieve está considerado como uno de los paisajes más bellos de España. En su interior y en sus alrededores también se conserva un valioso conjunto de restos artísticos, pueblos y villas con un recio sabor tradicional: ermita de San Bartolomé, Ucero, San Leonardo y El Burgo de Osma.
Como casi siempre, la mejor y más respetuosa forma de conocer este espacio natural es calzarse unas buenas botas y lanzarse a caminar por sus señalizadas sendas.
Desde el Centro de Interpretación del Parque hasta el límite de circulación rodada, todavía se pueden recorrer unos kilómetros por una pista de tierra. En este lugar se toma un cómodo camino, que tras cruzar por un espeso pinar, se dirige hacia la ermita de San Bartolomé. Todos los excepcionales valores naturales y geológicos de la zona se ven incrementados por el contenido mágico y esotérico que proporciona al entorno la citada ermita, uno de los enclaves más importantes de la orden de los caballeros templarios.
 A partir de aquí ya se puede apreciar, en toda su extensión, la grandeza de este cañón de origen kárstico. Sus verticales paredes calizas, de cerca de 200 metros de altura, han sido modeladas por los fenómenos erosivos, dando lugar a unas bellas y caprichosas formas de relieve.
Tras contemplar la ermita cisterciense, fechada a principios del siglo XIII, y pasar al lado de un curioso altar megalítico, hay que cruzar un puente de troncos -junto a la entrada de una enorme caverna- y continuar remontando el curso del río Lobos. En sus transparentes y puras aguas abundan las grandes hojas flotantes de los nenúfares. En algunas zonas, el río desaparece tragado por profundos sumideros, apareciendo de nuevo a los pocos kilómetros. Parece como si estuviese jugando al escondite con el caminante.
La senda discurre después entre añosos ejemplares de sabina albar. Los bosques sorianos de este árbol de hoja perenne y escamosa están entre los mejor conservados del planeta.
Hay que vadear el río en un par de ocasiones y salvar una pequeña dificultad topográfica, utilizando para ello una rústica escalera de madera. Tras serpentear durante varios kilómetros por el fondo del cañón y después de encontrar una nueva zona de pinares, se llega al llamado puente de los Siete Ojos. A partir de este lugar el cañón se hace más estrecho y escarpado y muy pronto se interna en la provincia de Burgos.
Los visitantes más entusiastas pueden llegar sin mucho esfuerzo hasta Hontoria del Pinar, donde un puente romano marca el final del recorrido. Para regresar lo mejor es desandar lo andado. Otra solución es contar con un vehículo de apoyo y volver por carretera.
 está al oeste de Soria limitando con Burgos. El acceso desde Burgos, se hace a través de la carretera nacional N-234 hasta la localidad de Hontoria del Pinar y San Leonardo de Yagüe. Desde Soria se puede acceder por la carretera N-112 hasta El Burgo de Osma, y desde allí, por la carretera comarcal SO- 920, hasta Ucero, localidad que constituye la puerta sur del parque natural. Aquí está situada la Casa del Parque Natural (975363564). Desde Soria también se puede acceder por la carretera N-234 hasta la localidad de San Leonardo de Yagüe y desde allí optar por tomar la carretera SO-920, en dirección Casarejos y Ucero, o bien, por la carretera SO-960, en dirección a Santa María de las Hoyas, por donde llegará hasta el paraje del "Puente de los siete ojos".
Es un ecosistema natural creado por la disolución de la roca en el modelado kárstico. Posee una importante diversidad geológica, faunística y florística.
Geomorfología
Paisaje kárstico formado por la disolución de la roca por el agua. En el interior de la masa caliza se origina un laberinto de cuevas a distintos niveles, comunicadas por profundas simas y sumideros.
El río recorre más de 25 kilómetros. Paredes calizas que se elevan más de 100 m., formando grutas y dando lugar a caprichosos relieves con vegetación de sauces, chopos en el río, y, en las laderas, hay pinos y sabinas. Abundan cuevas, simas y sumideros.

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miércoles, 27 de junio de 2012

El día que me sentí como dios


A raíz de la lectura de la interesantísima novela de mi admirado Francisco Rodríguez Tejedor, “El día que fuimos dioses” me planteo en esa línea, estas reflexiones:

Sentirme en el altar que es cúspide, de la admiración de tantos y tantas, intuir que puedo lograr ese amago de inmortalidad a través de un libro y de unas placas solares con nombre propio en la lejana Africa. Verme inmerso en la popularidad con homenajes y reconocimientos, entrevistas y artículos periodísticos. Haber creado, inventados, universos en forma de relatos, con sus personajes, sus vidas y sus triunfos. Aparecer en medios de comunicación, escuchar mi nombre, mi biografía (y yo que solía decir: 46 años y sin vender una escoba)…
¿No es todo esto sentirse como un pequeño dios?
Y, sin embargo, sé que no lo soy, que soy una hormiga pegada a la tierra que labora sin descanso, cansada a veces, que avanza cargada y se tambalea en más de una ocasión.
Yo que, tantas veces me supe un problema y ahora resulta que he alcanzado esa meta pareciendo que podría ser solución para alguien.
¿Y cuando pasen los años? ¿Cuando recuerde este verano de 2012? Evocaré unos días de vorágine, de nube… No sé. ¿Podré leer estas líneas que hoy escribo? ¿Sonreiré nostálgico? La hormiga que soy, ¿habrá sido aplastada por quién sabe qué?
Estos días en que, para mí son tan divinos, pasarán y entonces… Entonces tengo la certeza de que, en mi camino, las huellas que yo habré seguido para no perderme serán tus huellas, tú habrás sido mi sostén. Y, más aún, tú me habrás ayudado a que la transición para retornar a ser hormiga, no se haya convertido en una brutal caída si no en un suave aterrizaje.
Que sí, que bien lo sé, que, por muchos éxitos que logre alcanzar, seguiré siendo esa hormiga tambaleante, muchas veces; tenaz, siempre.  
Gracias por dejarme tus manos para que el vértigo no me arrastre a los abismos.

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domingo, 24 de junio de 2012

El viejo pueblo


Que vuestra noche de san Juan fuera escenario de ilusiones y magia.
Que estéis bien.
Con cariño como siempre.

Soy viejo ya. Estoy muy cansado. Sé que mi porvenir está escrito con letras de desaparición, de abatimiento. Y esto lo sé porque vivo más de los recuerdos que del futuro. Las únicas certezas que me quedan son las de la nostalgia por lo que fui y por aquello que sucedió en mi seno. Ahora, los niños solo vienen a visitarme unos míseros días en verano. El barbero se fue seguramente a cortarle la barba a san Antón. La señora que vendía ultramarinos también partió, ¿a algún bazar oriental? Los muchachos no cortejan a las muchachas con cantos de ronda. Y hasta ni agua mana de la alberca.
Los que son como yo, mis vecinos, se encuentran en mi misma situación aunque haya quienes no quieran reconocerlo. Antes, o después, no les quedará más remedio, se lo digo yo, créanme.
¿Mi nombre? Tengo nombre de pueblo. Fuentestrún.
Nací en la lejana noche de los tiempos bajo el signo del agua. A mis entrañas se dirigían quienes anhelaban que en mis manantiales se hallase una fuente mágica de vida.
Luego vi pasar a caminantes peregrinos, en pos del fin de la tierra, allende el poniente, lejos, en busca de cierto sepulcro.
Durante siglos contemplé cómo araban, surco arriba surco abajo, o cortaban maderas o apacentaban domesticados animales. ¿Y todo esto para qué? Para que mis moradores vivieran.
Así iban sucediéndose los atardeceres con ocasos de fuego, las noches con lunas radiantes, los amaneceres con rosados rocíos. Hasta que llegaron las huidas. Primero unos pocos; luego, casi todos.
Se cerró la escuela. Se clausuró el horno donde se cocía el pan. Se atrancó la fragua donde herraban las caballerías. Todo se cerró. Se cerraron, a punto estuvo de suceder, mis ojos, como se cierran los de los  muertos al ser amortajados.
Y cuando creía que mi destino era inexorable, algo nuevo empezó a acontecer.
Resucitaron antiguas fiestas, plantaron nuevos árboles, adaptaron los espacios derruidos a nuevos destinos. Sentí que aún había una oportunidad para mi gastado suelo.
Y hoy, 23 de junio dicen que es, van a a prender una nueva hoguera, como aquellas que se preparaban bajo la zambomba y las brasas de la Navidad. ¿Dónde la colocarán? Me digo, que los tiempos modernos no son de lumbres ni braseros. ¿Con qué la alimentarán? Ya casi apenas si quedan estrepas o matorrales.
Es que resulta que es la noche de san Juan, noche de brujas, de luz y de conjuros.
¿Quién pondrá la mecha que la cebe? ¿Será alguien recién llegado? ¿Será alguno de los que aquí nacieron y luego emigraron? ¿Será la penúltima anciana que, con su delantal y su moño, aún vive como vivieron? ¿Será? ¡Un ciego han dicho que lo va a hacer! Qué cosas, qué adelantos. Un ciego encendiendo la fogata que alumbrará las almas de quienes acudan al festejo. ¡Increíble prodigio! ¿Cómo lo hará si no ve? ¿Se quemará las manos? ¿Atinará con el punto donde la llama debe irrumpir?
Y han dicho que en cada lengua roja de la gran fogata irá un deseo. Y que los malos augurios se tornarán en ceniza gris y que los buenos presagios subirán al cielo para metamorfosearse en estrellas blancas y que cada una de éstas anidará en las pupilas de quienes las sepan hacer suyas.
Y sé, lo sé, que el ciego también tendrá su estrella y que sabrá atraparla llevándola, no en sus pupilas, si no en su corazón.
Y aún más sé, que hasta para mí, habrá algo bueno. Algo con forma de armonía y de milagro.
¿Qué más da que a la mañana siguiente solo queden rescoldos? Lo importante es que, nadie pudo imaginarlo jamás, ese ser permanente habitante de las tinieblas, habrá traído de nuevo la luz hasta mí.
Y con su acción, habrá conseguido sorprender a muchos, incluso hasta que le envidien, ¿cómo iba nadie a pensar que sería objeto de envidias?
Y yo, sí, yo; este viejo y cansado pueblo, seré feliz porque cuando menos podía haberlo previsto, soy testigo de nuevos encuentros y acontecimientos nuevos, de promesas de futuros. Que la vida, en fin, aún se quedará a vivir en mis casas, ahora de ladrillo y piedra, antes de adobe y paja, en las calles recién adoquinadas y en los rincones donde se han plantado flores de delicada belleza.
-Qué bien está este pueblo. Qué arreglado. Nadie diría que sea tan pequeño.
-¿Venís a la fiesta?
-Venimos a acompañar a nuestro amigo.
-¿Vuestro amigo?
-Sí, que va a ser el protagonista. Él no lo dirá, pero está orgulloso como nunca. Y miren que ha habido veces en las que ha sido feliz, pero como estos días… Nunca lo hemos visto. En su pueblo, habiendo querido que esté.
-Pues nada, nada. Pasad, tomaos algo o daos una vuelta que hace muy bueno y seguro que estaréis a gusto.
-Sí, sí. Daremos un paseo para estirar las piernas y reconocer el entorno. Por cierto, él no sabe nada, no le digan que hemos venido. Queremos que sea una sorpresa. Seguro que no nos reconocerá, pero cuando se dé cuenta… Ya verán. ¿Quieren ser nuestros cómplices?
-Shshshsh. Hágase.   



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jueves, 21 de junio de 2012

Burgomillodo: el sabor de lo antiguo


Entre Huella y Huella de mi libro quise el pasado fin de semana darme otro gustazo viajero. Y es que lo necesitaba después de tantas emociones literarias.
La excursión iba a ser distinta: regresar a los ancestros en una casa rural y en un paraje idílico, las Hoces del río Duratón en Segovia.
Estábamos inscritos 30 personas, casi todos con ceguera y yo iba magníficamente acompañado de mis amigas de siempre. Genial.
Tras dos horas de trayecto, llegamos al ppueblo de Burgomillodo. Se repartieron las habitaciones y reconocimos el terreno. Las perspectivas no podían ser mejores. Salas decoradas con el mejor gusto, maderas, mimbres, fósiles, cabeceros torneados, hasta un trillo o un teléfono de baquelita…
Nos salió a saludar la dueña, todo un personaje de película de la España rural. Imaginamos a la abuela de la fabada (“ya vienen, ya vienen”) o a Lina Morgan en sus mejores tiempos, encantadora, amabilísima con todos y pendiente de todos. ¡Y lo que hablaba! Vaya vaya.
Las primeras sensaciones no podían ser mejores: nada de ruidos urbanos, sonidos de naturaleza, cena auténtica.
A lo largo del tiempo tendríamos ocasión de paladear sabores que enraizan en la tierra: hortalizas, setas, infusiones, frutas del bosque o miel. Toda una delicia. Qué desayunos a base de pan de hogaza tostado y untado con mermeladas de frambuesa, pimiento, tomate o fresa. Zumo de naranja recién exprimida, miel para endulzar el té de roca o el poleo.
Qué comidas a base de cordero asado en horno de leña y barbacoa, gallo de corral, magret de pato o pisto con huevos recién cogidos.
Y qué postres. Exquisitos a base de flan de huevo de verdad, arroz con leche cremosa o tarta de requesón o dulce de membrillo. Todo guisado por las sabias manos de Manolo, el marido de nuestra particular anfitriona casera, María.
Pero también tendríamos ocasión de pasear a la vera del río y recuperar la práctica de oficios tradicionales como el de la cestería, el tejido de bolillos o la preparación de fideos y cortado de la miel.
Y más aún, iríamos en piragua. ¿Se undiría? ¿Flotaría? ¿Aguantaría a los ciegos? Esto fue la mayor aventura: ponte chaleco salvavidas, coge el remo, baja por una ladera arenosa con raíces y escalones (y lo malo es que luego hay que volver a subir por ella), pertrechado de remo y bidón para guardar toalla, bastón y botella de agua,  y súbete a la barca biplaza (ay qué miedo, que se mueve, ¿dónde pongo el pie?). Y todo esto a ciegas, ¡toma castaña! La proeza se desarrollaría en la presa que hay cerca del pueblo en medio de las paredes calcáreas que constituyen las Hoces y con el sonido de fondo de buitres y demás aves. En principio íbamos a remar solos, cada cual con su mejor o peor saber. Pero, luego se dispusieron grupos de canoas, unidas por una cuerda,  de 3 o 4 en los que, la que los encabezaban iba guiada por monitores sin problemas visuales. Yo iba con mi amiga Elena y, por mucho que nos conocemos bien, la coordinación en las brazadas fue una utopía. Así que, de presumir de experto navegante, nada de nada. Bueno, no hubo que pronunciar la mágica frase de: ¡ciego al agua! Todos disfrutamos y superamos el reto con soltura.
Pero aún hubo otras emociones más, como la de poder acariciar a unos dulces ponnys, certificar mano a mano la pericia devoradora de los carroñeros comprobando en qué habían dejado los restos de un caballo muerto,  no dejaron ni las migas del pobre equino o tocar trajes auténticos de más de 200 años, sorprendiéndonos de las labores de fiesta y los paños de faena.
En definitiva, un fin de semana de relajación, buen yantar y regreso a los sabores antiguos.
 Ah, momentos para la risa, o la perplejidad: los cieguecitos amasando pasta, ¿saldrán tropezones? La serenata gallera que no para, ¿será que cantan a las guapas cegatonas piropos y requiebros? Alguien que aprovecha para vendernos su disco, pero no habíamos ido de campo en busca de los orígenes?
Y oigan, cómo me comen estos ciegos. Ver no verán, pero comer… cochinillo, cordero, choricitos y morcilla a la brasa y más y más. Si llegan a ver, se me zampan hasta las gallinas y demás bichejos saltarines.
Una pena que los ciegos, en ocasiones, más que idem pareciéramos sordos de la bulla que se montaba. Me habría gustado poder disfrutar en silencio del entorno en la presa o en la terraza de la casa, para imbuirme de rumores de hojas, aleteos, croares, trinos y demás melodías que la orquesta de la naturaleza nos estaba regalando, pero… “¿Esto qué es? Pásame la cerveza que por aquí no llega. Corta otro trozo de mimbre que el mío se ha quedao pequeño. A ver a ver, ¿qué es esto? Bla bla bla”.
Y otra curiosidad casual: que justo en los momentos que descubro estos parajes leo una espléndida novela, “El día que fuimos dioses”. ¿Y saben qué? Pues que parte importante de la trama se desarrolla precisamente aquí. Con la de libros que hay y leer justo en el momento esa novela. ¿Será una señal? Ya saben: la respuesta, en el viento.



   

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domingo, 17 de junio de 2012

El muñeco feo


Bien buenas noches veraniegas.
Recuperamos las buenas costumbres dominicales.
Ahí seguimos, como siempre.
Feliz semana.
Con cariño.

-¡Es muy feo! ¿Cómo lo vamos a exponer en el escaparate, con lo bien que está quedando con tanto gusto y finura? Va a desentonar, va a ser la nube negra en el cielo claro.
-Que no, chica; que no. Que es hermoso y merece que se le reserve su  hueco. Sólo que es diferente.
-¿Diferente? Miguel, no hay precedentes de lo que pretendes. ¿Vamos a arruinar la inauguración con semejante adefesio sólo por un maldito capricho tuyo?
-Rosa, Rosita, No le tengas tanta saña. Ya verás, al final será la clave del triunfo.
-¿Del triunfo? Puaj,, ¡si es horrible!
En medio de semejante desaforado desacuerdo, pasa la mañana. Miguel y Rosa, estilistas de moda, discuten sobre si colocar o no cierto muñeco. Ella, guiada de su objetiva profesionalidad, se rige por los cánones establecidos que la impulsan a escandalizarse ante los intentos de su compañero. Miguel, creativo, pero sobre todo, de natural compasivo, no puede evitar un impulso, un pálpito, que le empuja a no cejar en la pugna.
Aparcan el problema por un tiempo. Deciden avanzar en su tarea: colocan focos, cartel, resto de elementos y, al final, Rosa cede muy a su pesar. Eso sí, con la condición de que se le aloje en un lugar discreto. Está cansada, tiene hambre y la prisa la urge a torcer el brazo.
-Bueno, pero si sale mal, tuya será la responsabilidad. A mí que no me miren ni me cuenten historias.
-Vale, vale. Que ya verás.
Y a todo esto, ¿de qué iba todo aquello?
Hacía un mes, una elegante señora se dirigió al despacho de Escapar & Te, para pedir que se le diseñara su nueva tienda de perfumes y cosmética. Que era una casa muy prestigiosa y que buscaba introducirse en el mercado de la ciudad. Que esperaba tener suerte y fama con una buena campaña publicitaria, la calidad del producto y el boca oreja. Que, conocedora del buen hacer y gusto de su negocio, se dirigía a ellos para encargarles todo lo concerniente a la imagen del local.
Más aún, mientras Miguel ultimaba los bocetos del proyecto, cuando se disponía a marcharse del despacho, ya de noche, alguien llamó a la puerta.
Se enojó, creyendo que era otro cliente pesado de última hora. “Siempre pasa lo mismo. Todo el día sin que venga nadie y, cuando vas a cerrar, zas”. Claro, que la cosa no estaba como para andarse con remilgos.
Fue a abrir. ¡Era unaanciana!
-¿Qué se le ofrece, buena mujer? Limosnas no damos.
-No quiero mendigar ni que me eche. Soy artesana y venía a traerle esto que he tejido.
-¿Y qué quiere que haga yo con eso? Nosotros no nos dedicamos a los regalos ni al textil.
-Tómelo, joven. Le recomiendo que no lo rechace, que lo utilice tan pronto pueda.
-¿Qué es? Parece un perro. Parece un cordero. Parece una bola peluda.
-Es el símbolo del éxito. Lo que pasa es que, cegados como suelen estar ustedes, no saben verlo.
-Ah, ¿y qué quiere a cambio de él?
-No más que consiga que se fijen en él y aprendan cuando lo contemplen.
-¿Uf, por mí no ha de quedar. Pero… no sé yo.
Al día siguiente del magno evento, cuando ya todo ha pasado, solo Miguel sabe la verdad del caso.
Ha sido muy comentado, casi todos en contra; algún despistado, o avispado, sorprendido, ha sabido ver la naturaleza del motivo.
Doña Cristina María de los Angeles tentada estuvo de tirarlo y hacer constar su malestar por aquella nota discordante. Miguel le explicó el cuento y ella se dijo que por qué no, que igual daba morbo.
¿Quiénes creerán que fueron los únicos a los que no les repelió? Claro, sí, quienes como aquel feo muñeco, eran diferentes,. Tres amigos ciegos que, hasta allí, habían acudido decidiendo dejar de lado complejos, miedos o dudas de si debían, o no, estar.
¿Cómo es que llegaron hasta allí? No, nadie les había invitado. Habían leído la noticia y les apeteció hacerse visibles.
Y vaya si mereció la pena que fueran. Él y ellas, los tres bastón blanco en ristre, brazo a brazo, habían disfrutado como el que más, se habían desenvuelto cual expertos peces en mares bravos y hasta  hubo quien se ofreció para explicarles el entorno. ¿Quién sería ese buen lazarillo? ¿Lo suponen? Miguel. ¿Y qué fue lo primero que les mostró? ¿Aquello que les hizo tocar antes que nada?
-¿Verdad que sí? A que les gusta.
-Bueno, tiene un tacto suave, cálido, envolvente, como de cosquillas.
-¿Saben? –les habló en susurros de secreto_. ¡Es el éxito! Quédenselo. Es suyo. Ustedes tres son los verdaderos triunfadores de esta noche. Por querer venir hasta aquí. Por su buen humor. Por su fuerza admirable.
-Miguel, ¿qué pasó con la birria esa que te empeñaste en colocar?
-Se la regalé a los únicos que verdaderamente la merecían.
Ah, y los tres amigos, él y ellas, ya de regreso a casa, cargados con sus bolsas de productos, se sienten felices. Porque saben que solo a ellos les regalaron algo que nadie más se ha llevado consigo esa noche y, bueno, por mucho más. Vaya juerga que se han corrido sacando punta a voces, comentarios y bromas disparatadas a cuenta del show del glamur.
  




  
  

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jueves, 14 de junio de 2012

Conjugando sentimientos

Estos días me ha parecido revivir aquellos lejanos tiempos míos escolares cuando, por estas fechas, repasaba los verbos, adjetivos y demás para presentarme a examen de lengua. Estos días he conjugado. Es verdad, no eran verbos ni adjetivos ni sinónimos. Eran sentimientos. Y es que 4 días de manifestaciones de felicitación, admiración, generosidad, aliento, entrega, complicidad, No podían generar otra cosa que no fuesen sentimientos enlazados entre mi mente y mi alma. Sentimientos en clave de gratitud, emoción, temor, sobrecogimiento, plenitud. 4 días de incesantes y maravillosas muestras de enhorabuena y apoyo de vosotras y vosotros pero, también, de gentes que no me conocen personalmente y que han sabido de mi triunfo, no en forma de laurel (cual emperador romano) sino de imagen en color azul de la cubierta de Huellas de Luz; de dorado, por el sombrero con que he cubierto mi calva a lo Fred Astaire (como dice mi amiga Rosa) o de rubí por el rubor que todo eso me ha producido en esas rollizas mejillas que me “adornan” (entre comillas). Así suena mi corazón, mi alma. Suena con tonos de campanitas, de fanfarria, de laúdes y violines, de trinos mañaneros, de mar al atardecer. ¿Cómo no sentir temor, entonces? Sí, temor por dudar de si seré capaz de estar a la altura de tantas espectativas, de no defraudar, de no dejar posos amargos de decepción. Espero que, si tal ocurriese, supieseis perdonarme, disculpar que os falle. No quiero hacerlo, no querría hacerlo pero… quién sabe. En cualquier caso, de momento, quedémonos con la música de la lealtad emocionada hacia quienes me estáis regalando tanto. Tanto y más. Como ese concierto al que ayer, dos personas especiales, quisieron acompañarme para disfrutar de la magia, hecha poesía y sonidos, en la voz de José Luis Perales, un auténtico maestro de esos sentimientos de los que ahora hablo, amén de otros más. . Vuestras palabras de estos días han dejado huellas profundas en mí, huellas de luz que seguir hacia la playa de la amistad. Va por vosotros y vosotras: soñad y sonreíd.

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domingo, 10 de junio de 2012

Crónica de un sueño hecho realidad



Me perdonaréis si hoy, en vez de cuento, os envío el relato de un sueño mágico, un triunfo, un día que ha sido una realidad que nunca podré olvidar. Hoy se ha escrito un capítulo de mi vida en letras mayúsculas, grandotas, doradas. Hoy un sueño se ha cumplido. Todo empezó ayer noche cuando al llegar de otro viaje, en este caso a Almagro, una niña me llama. ¡Es Isabel, mi sobrina pequeña! Ya han llegado mi hermano y ella para acompañarme, ser mis cómplices, en ese sueño. Cenamos, charlamos, preparamos todo, las espectativas son muchas. ¿Sabré estar a la altura de tanto? ¿Qué dedicatorias pondré en cada libro que quieran comprarme? (ah, si yo pudiera escribirlas de mi puño y letra) Pienso, cavilo, doy vueltas. Duermo por derribo, estoy muy cansado pero a la vez con la emoción de ese niño que sabe que al día siguiente será protagonista, el centro de todo. Es la hora. Buscamos a Elenita, se dan a conocer mi hermano, sobrina y ella. Comienza el hacer partícipe a mi hermano de lo que es mi mundo, mi gente. Llegamos a la Feria, localizamos la caseta y damos una vuelta para hacer tiempo. Carmen y Nuria llegan después. Carmen me regala un azulejo precioso, qué chulo es, aunque el regalo mejor es que ellas están conmigo. Mi hermano provoca el que me haga visible en Televisión Española, qué fuerte. Y se da principio al torbellino de firmas. 2 horas sin parar. 74 libros vendidos.74 dedicatorias personalizadas. Yo estoy en una nube. Hago un gran esfuerzo mental por atender a todos quienes vienen a verme, por tratarles como merecen, por entregarles en unas líneas (que dicto a mi hermano) un trocito de mí. Es un esfuerzo de tensión mental, de tener el cerebro a pleno rendimiento, hacer que la ceguera no impida desatender a nadie. Casi sin darme cuenta pasan las 2 horas y pico de marabunta. Estoy muy cansado y siento reseco. Estoy exultante. No me lo creo, es verdad, pero es real. ¡Han venido todos y más! En una terraza cercana nos refrescamos, comentamos, valoramos. Hay que buscar un sitio para comer, ¿dónde? Ni idea, ni sabíamos cuántos estaríamos ni la hora. Bueno, la aventura será quien lo resuelva. Estamos 9, comemos bien. Sé, veo, siento, noto que quienes están, están a gusto. La compañía es inmejorable, la comida buena y el fresquito de la calle tampoco es malo. Reímos, compartimos, planeamos, vivimos. ¿Y las perlas de mi día? ¿Lo más? Que hayan venido tantos: toda mi familia, muchos amigos y amigas, compañeros y Personas (con mayúsculas) que me han demostrado su aprecio. Que mi hermano haya descubierto a mi gente, tener la certeza de que se ha sentido feliz por ver cuántos me quieren, me apoyan, me cuidan. Saber que Isabel también lo ha pasado bien. Hasta se ha comprado un libro y todo. ¿Quién sabe si el día de mañana ella también será escritora como su tío. Nos ha hecho felices con su espontaneidad y su frescura de niña buena. En mi misma caseta ha estado José Luis Garci, un maestro del cine. Un lujo. ¡Ha venido Sonia con su niña! Me emociono profundamente, las lagrimillas salen a su encuentro. ¡tanto tiempo como ha pasado desde la última vez que estuvimos juntos! Hoy ella es la caja de bombones que cada año, por Navidad, nos regalábamos. ¡Qué increíble! Venir ex profeso para verme, abrazarme y comprar mi libro. Vienen mis lazarillos viajeros, Alfonso y Paloma. No identifico su voz. Qué tonto soy. Me vuelvo a emocionar. Verles allí, presentarlos a mi hermano, traerme la promesa de un nuevo periplo... Vienen de BBVA, del Club de Lectura Leo de tu voz, de mi clínica de fisioterapia. Vienen chicas guapas, se hacen fotos conmigo haciéndose cercanas a mí, dejándome que las vea y me ponga hueco, casi ruborizado. (Davinia. Rosa, Laura). Acude una señora mayor que se está quedando sin vista. Trato de animarla, de inyectarle esperanza y fuerza. Se acerca una señora que está en paro, desesperada, en busca de luz, de mi libro. Ojalá que le ayude a ser más feliz. Sería el mejor premio. La gente de la editorial se portan fenomenal, reparten abanicos y sombreros. Hasta me compran el libro para que se lo dedique. ¿Cómo se lo voy a vender si son ellos quienes lo han parido? Viene una compañera de clase de cuando estudiaba la E.G.B. Le digo: “te veo igual que hace 30 años”. Jejejjeje. Ella me dice: “seguro que peor”. Qué ambiente, qué emoción, qué felicidad. Escuchar cómo anuncian tu nombre por la megafonía de la Feria. Mi libro entre libros, mi presencia entre escritores. Qué placer, qué emoción. Me acuerdo de mis padres, cómo no. Ellos no están físicamente, pero están en mis ojos, en mi mente. Y también me acuerdo de Merceditas y Jaume que tan entusiasmados están con mis Huellas de Luz, tanto que quisieron hacer la foto de la cubierta, dejando su buen hacer y sus huellas en esa playa canaria de luz que adorna mi primer libro de relatos. Gracias gracias gracias. Qué privilegiado soy. Qué grandes quienes han sido hoy mis ojos, mi luz. ¡Va por todos ellos!

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jueves, 7 de junio de 2012

Huellas de Luz: nota de prensa


Os pego la nota de prensa que, desde la Dirección de Comunicación de la ONCE, ha sido remitida hoy a los medios de comunicación. A ella le acompaña la imagen de la cubierta del libro.
Editado con la ayuda económica de la ONCE El autor ciego Alberto Gil Pardo presenta su ópera prima “Huellas de Luz” El próximo 10 de junio firmará en la caseta 291 de la Feria del Libro de Madrid, entre las 12.00 y las 14.00 horas Madrid, 7 de junio de 2012 (ONCE).- El autor ciego Jesús Alberto Gil Pardo presenta en estos días, en Madrid, su ópera prima “Huellas de Luz: relatos de un ciego optimista y esperanzado para tiempos de crisis”. Una obra que recopila una serie de relatos a modo de testimonios de aprendizaje constante, generosidad, amistad, amor y solidaridad, pero, a la vez, de pasión por la naturaleza, la lectura, los viajes, la magia y la sonrisa. Experiencias vividas bajo la óptica de la ceguera, ejemplos de que hay muchos motivos para tener la certeza de que la vida merece la pena ser disfrutada con ilusión, optimismo y esperanza. En definitiva son ‘huellas’ que aspiran a guiar por la senda de la vida, un camino que puede ser transitado siempre hacia delante, valorando y disfrutando lo hermoso de la vida, si se sabe dónde mirar. El libro ha sido editado por Vive Libro, con la colaboración de JdeJ Editores, y con la ayuda económica de la ONCE, a través del programa de Ayudas para Iniciativas Culturales 2012, que convoca anualmente la Organización. Los derechos que se generen con la venta del libro irán destinados a la Fundación Alaine, que ayuda a que los niños puedan soñar con un futuro y conseguir que puedan sonreír. Para dar a conocer la obra, Alberto Gil estará firmando libros en la caseta 291 de la Feria del Libro de Madrid, el próximo domingo 10 de junio, de 12.00 a 14.00 horas. Y el martes 3 de julio, a las 19.30 horas, se realizará la presentación oficial del libro, en el Centro de Innovación Tecnológica del BBVA, sito en la pza. Santa Bárbara, nº 2, de Madrid. Jesús Alberto Gil es natural de la localidad soriana de Fuentestrún. Los problemas visuales con los que nació degeneraron en ceguera a los 20 años, pero esta circunstancia no le ha impedido desarrollarse como un gran amante de la lectura y de los libros. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Zaragoza, actualmente es técnico de Biblioteca en la ONCE y coordina un taller de lectura sobre braille para personas adultas con ceguera. Además, es autor de su propio blog, Tiflohomero, en el que vierte sus cuentos y experiencias. Como escritor cultiva el género del relato, a través del cual pretende transmitir valores y dar a conocer el mundo de la discapacidad visual. Algunos de sus textos han aparecido en libros como “Historias de la vida”, publicado por JdeJ Editores, en colaboración con la cadena COPE; “Cuentos para sonreír”, de la Editorial Hipálage, o “Todos somos diferentes”, recopilado por la Fundación Civilia, Ha obtenido el primer premio del Certamen Literario Santa Lucía, convocado por la ONCE en Madrid. Fomento de la creatividad Desde hace más de veinticinco años, la ONCE convoca anualmente su programa de Ayudas para Iniciativas Culturales, con el objetivo de fomentar y apoyar la creatividad artística y cultural entre las personas con discapacidad visual. Con este programa, la Organización ofrece apoyo económico a aquellos proyectos presentados que destaquen por su mayor calidad, desde la edición de obras literarias, catálogos de arte y obras de investigación o de cualquier otra índole siempre que no estén relacionadas con temas técnicos de ceguera o deficiencia visual; la edición de obras musicales: partituras y libros de música; hasta cualquier otro proyecto de carácter cultural que la ONCE pueda considerar de interés general. En el programa de ayudas del año 2012, junto a la obra de Jesús Alberto Gil, han recibido apoyo de la ONCE otros veinte proyectos culturales más.

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martes, 5 de junio de 2012

Cumplir años cumpliendo sueños: todo un lujazo de regalo

Pues sí, este vuestro, aspirante a iluminador, que no iluminado, cumple hoy 46 añazos, todo un mundo de instantes y momentos. Como se suele decir… ¡Y sin vender una escoba! Aunque algo ya he hecho, tampoco vamos a decir que me he dedicado a perder el tiempo. Bueno, que es un privilegio contar con tanta gente como hoy os habéis acordado de mí y me habéis obsequiado con vuestro afecto y vuestros buenos deseos. Pero más aún, cumplir años cumpliendo sueños. Bien lo sabéis: publicar libro, hacer visible la ceguera, sentirme peregrino, gozar de una vida plena con intensidad de actividades y retos superados. Es mágico, una pasada. Mientras tanta gente ve su cotidianeidad plagada de incertidumbres, de zozobra o incluso angustia, yo puedo decir que no me falta de nada: compañía a raudales, satisfacción contenida pero grandota grandota, caprichos de cegato chalado, ser hasta admirado y vaya usted a saber qué más. Y yo me pregunto: ¿dónde está la chica que ha salido de la tarta de cumpleaños? Claro, es que he debido estar pendiente de apagar las velas y me he distraído. Vaya por Dios, así me va. Y luego diré, que si el único polvo que limpio es el de las estatuas. Claro, me dedico a hacer de apagavelas… En fin, no; en serio: ¡¡gracias por tantísimo!! Por vuestra confianza (la mía es siempre ciega en vosotros), vuestra complicidad y vuestra entrega. No sé si merezco tanto, pero mientras se decide si es o no, me quedo con todo ello y con vuestros apretones (digo de manos, ¿eh? Jejejjejeje. Besotes para ellas, abrazos para ellos. Y… ¡cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, tocate la nariz, que si no te la tocas...

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domingo, 3 de junio de 2012

La mejor de las serpientes

Otro domingo más, otro fin de semana concluido. Que disfrutéis y os animéis. Merece la pena.

El comandante Rodríguez se dispone nuevamente a hacerse con los mandos de su XKJ-5 Cobra, el helicóptero que ahora es suyo y que, durante tantos años, estuvo al servicio de la Unidad  de Salvamento de Alta Montaña (USAM).
Su probada pericia y la habilidad que siempre le caracterizó al adentrarse en los más recónditos vericuetos de sierras y barrancos, le hicieron merecedor de no pocas condecoraciones y, sobre todo, de ver cumplido su sueño: hacer suyo a un cómplice de tantas aventuras como era su Cobra, cuidarlo y convertirle en compañero de su ancianidad, envejecer juntos.
Cuando, en ocasiones, en medio de tertulias de largas noches, le oían hablar de lo bien que se llevaba con la Cobra, calificándola incluso de amiga, se admiraban de tal. Si era un hombre flaco y fibroso, no muy alto, no muy musculoso. ¿Cómo, entonces, podía presumir de desenvolverse entre el que, ellos suponían, semejante ofidio mortífero? Él, a eso, prefería callar, no desentrañar el misterio, mantener el escepticismo de tantos. Allá ellos, se decía, que piensen lo que quieran. Y cuando así hacía, lucía una media sonrisa de lo más ingenua, para muchos, o seductora, para no pocas.
Hace una tarde espléndida, ideal para salir al aire: cielo nítido, despejado, calma y temperatura agradable.
-Amiga Cobra, ¿dónde nos dirigimos esta vez? Mientras esto dice cierra los ojos, se concentra, se deja guiar.
Ya se oye el sibilante ronroneo del motor, su bravura de máquina de raza, su fuerza aún.
Y mira que decir que ya no servías, que había que llevarte al desguace. Qué idiotas ellos, que poco saben.
 Rodríguez se deja mecer, como otras tardes igual que aquélla, rememora tantas hazañas vividas ella y él, tantas vidas salvadas. Cuánto correr, cuántos nervios por llegar a tiempo, cuánta entrega por no perder.
Abre los ojos para disfrutar de la panorámica a la que le conduce su fiel Culebra. Qué hermoso es el horizonte, nunca dejará de admirar la magnificencia de la naturaleza.
Pero mientras así hace, divisa, en la lejanía, un minúsculo objeto que se mueve inquieto. Parece danzar al son de una música que él no puede escuchar, de un lado a otro, a babor, a estribor.
Dirige el timón hacia allá, apunta el morro y se aproxima.
¡Es un perro! Lo divisa nítido. Con su pelaje dorado, su cola enhiesta y su ladrar henchido.
¿Será que es´tá clamando auxilio? No, bah. Ya te está pudiendo otra vez tu costumbre de ver en todas partes señales de alarma, de necesidad de socorrer. ¿No te das cuenta de que tu tiempo ya pasó?
El perro brinca, como si quisiera agarrarse al patín de su Serpiente, qué saltos da.
¿Nos acercamos, amiga?
Busca una menguada esplanada, la madriguera. No necesitan mucho para encontrar su lugar.
El can cada vez más insistente le llama, le pide.
Y cuando nuestro particular encantador de serpientes, atiende su llamada pronto ve el motivo.
Una señora ya de mediana edad aun aparentando juventud está tendida en una postura imposible. Un árbol truncado, unas rocas atropelladas en alud, un entorno desolado.
Supuso que la intrépida expedicionaria habría querido penetrar en una cueva cercana y que los elementos cedieron, derrumbándolo todo.
Contempla la escena. A ese tapiz de destrucción se une el lastimero gemido de la mujer, sus convulsiones espasmódicas.
No tiene dudas. Bien sabe lo que ha de hacer. Acomodarla, tomarla en sus brazos, ejercer su técnica de efecto calmante a través de la mirada y sus ademanes suaves, cálidos y rápidamente ponerse en marcha. Su Cobra hará el resto.
¿Y el perro? Él les acompaña, fiel testigo, espectador interesado.
Una nueva misión, la adrenalina fluye de nuevo, vuelven a vivir.
Y cuando lleguen al hospital de costumbre, conforme los protocolos de siempre, sabrán que otra vez más han cumplido con éxito.
Pero aún más, a Rodríguez le atenazará un deseo. El de volver a verla cuando esté curada, pasar a visitarla, hacerla sabedora de cómo un paseo a lomos de una serpiente, la mejor de las serpientes,  se convirtió en un milagro salvador.
Y quizá, ella… Sí, quizá ella, piense que el bueno de ese viejo guerrero del aire aún no es tan mayor.

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