jueves, 26 de diciembre de 2013

A mis seguidores de ti flor Homero

Desde mis vacaciones en familia en tierras del Ebro, deseo que estés disfrutando de unas estupendas navideño Navidades. Felices fiestas, feliz 2014. Me gustaría ser el genio de la botella para ser frotado por ti y conceder tus deseos. El verdadero territorio del ser humano es la infancia. Que nadie nos aleje de él. Feliz 2000 cuat 2014


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jueves, 19 de diciembre de 2013

Poema navideño

Vaya, de corazón, con este poema mi deseo de paz y bien, para ti y los tuyos, durante estas fechas navideñas y durante 2014.
Que sigas a mi lado, como siempre, sosteniéndome.
Paz y bien. Besos de luz, abrazos apretados de gratitud.

 Poema navideño

Un poema te escribo, que brota del corazón;
Palabras de buenos augurios y puros deseos.
Nace el niño Jesús, que recibas su bendición.
Una postal creo para ti, pintada de nieve, cabañas y acebos;
Colores brillantes de magia e ilusión.

Un abeto, un belén, invitan a la paz y la alegría;
Adornados de musgo, sencillez y regalos.
Suena la música de villancicos, zambombas, panderetas y tolón tolón.
Hogares y calles se visten de tradicionales motivos;
Que anuncian la fiesta y la algarabía.

Dulces manjares conquistan mesas y cocinas,
guisados por madres, sabias maestras de entrega y cariño.
Papá Noel y Reyes Magos, vuelvan para traerte, generosa donación.
Amor, humildad y entrega componen su aliño;
En un festival de pequeñas maravillas.

Solidaridad, paz, felicidad y ventura salen del diccionario;
Bailando con danzas de confeti y voltereta.
Vacaciones llegan, sí sí, lejos queda su colofón.
Impulsos de hacer el bien, gestos que no queden en anécdota;
Constancia, verdad y futuro es mi vocabulario.

Suerte esperas, lotería e invisible juego;
Que te toque prosperidad y salud, que en abundancia hayan.
Año nuevo, noche vieja, proyectos y conclusión.
Sorpresas tengas, inesperadas experiencias vengan;
Energía que alimente tu corazón de fuego.

Viajes, supersticiones y particulares tradiciones;
Brindis por ti, tu dicha y nuestros futuros encuentros.
Doce uvas, doce pensamientos con tu nombre de bombón.
Tu amistad y la luz son mis mejores tesoros;
En 2014, que a mi lado estés con tus manos y quereres.

¡Va por ti y los tuyos, con deseos de verdad!
Nace el niño Jesús, que recibas su bendición.
Suena la música de villancicos, zambombas, panderetas y tolón tolón.
Papá Noel y Reyes Magos, vuelvan para traerte, generosa donación.
Vacaciones llegan, sí sí, lejos queda su colofón.
Año nuevo, noche vieja, proyecto y conclusión.
Doce uvas, doce pensamientos con tu nombre de bombón.
¡Por tu sempiterno apoyo, que sostiene mi triste oscuridad!





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martes, 17 de diciembre de 2013

2013 toca a su fin

2013 toca a su fin. Un año con nombre de número lleno de simbología y en el que la ONCE ha cumplido 75 años de Ilusión y Servicio, esa ONCE que me ayuda a desarrollarme como trabajador y como persona,..
Un año en el que, una vez más, he podido conquistar numerosos retos y disfrutar de una gran cantidad de actividades, casi tantas que a uno no le da tiempo a asimilar, pero que han quedado grabadas para siempre en mi memoria.
Otra vez más, he conocido a nuevas personas que se han fijado en mí, ofreciendo su fidelidad y apoyo para que siga contando y avanzando. A ellas y a los que siempre estáis a mi lado, no puedo sino dar unas enormes y apretadas gracias. Gracias porque sin vuestra amistad, vuestra confianza y vuestra ayuda no sería capaz de alcanzar.
No pretendo sonar presuntuoso, ni tampoco generar insanas envidias, pero sí espero que sean buena muestra de ser merecedor de vuestro apoyo y complicidad lo que aquí voy a recordar. Espero no ser demasiado pesado con la lista, pero recordándolas, se hacen cercanas.
La música ha estado presente de manera destacada durante este año. Asistí a un concierto especial por parte de mi querido Jaime Urrutia, pero también lo hice para escuchar a Los secretos, a Café Quijano  y Revólver, además de los musicales de “Sonrisas y lágrimas” y “El rey león”.
Viajé a nuevos lugares: Budapest, Gran Canaria, Arévalo, Valencia, Jarandilla de la Vera, Cuenca, Alicante y Asturias; además de, caminante, caminando, me empapé de naturaleza y afectos en el Camino de Santiago y el Cañón del río Lobos. No olvido tampoco aquella presencia mía en Zaragoza, compartiendo experiencias en torno al braille y a la luz de la fe.
He iniciado, y espero culminar en 2014, dos viejos sueños: aprender a nadar y practicar voluntariado en Cáritas aportando más y más. No está resultando fácil avanzar, pero ahí estoy sin rendirme ni ceder a la pereza o el desaliento.
Y he cumplido otros: montar en globo y pilotar una avioneta, hacer piragüismo.
Mis “Huellas de Luz” han seguido trayéndome emociones: estar en librerías fantásticas, haber recibido el apoyo de instituciones sorianas y tener presencia radiofónica, de la mano de mis amigas Cristina y Sofía de la COPE. Emilio tomás y Rosa Sánchez se volcaron en mi visita a la vega baja del Segura.
La creación literaria me ha llevado, de la mano de su musa, a los terrenos poético y del relato gótico.
Cómo olvidar esas jornadas veraniegas en mi pueblo de Fuentestrún, junto a mis padres, hermano, cuñada y sobrinas, recorriendo sus montes y haciéndome visible como presentador de una exposición plástica, “Vacíos del pasado” de Gloria Rubio, otro reto.
  La tecnología también me ha enseñado nuevas oportunidades de ser autónomo y hacerme más cercano, más visible. Descubrí Facebook y, cómo no, seguí alimentando a Tiflohomero y Twitter. El blog, a día de hoy, desde su creación en septiembre de 2007, ha recibido 177.250 visitas, mientras que en Facebook tengo 136 personas que me siguen / seguís. El Iphone lo manejo con normalidad, siendo un buen recurso a la hora de orientarme, etc.
En el trabajo, he podido seguir aportando mi afán por acercar la lectura a las personas ciegas. No diré que haya sido fácil, con nuevas aplicaciones informáticas y con esfuerzo, pero ahí estamos.
Ah, claro que sí: superé una intervención quirúrgica que, por leve que fuera, siempre tiene su riesgo. Estuviste a mi lado en ese momento, lo cual no olvidaré.
El día a día ha ido transcurriendo sin pausa, con participación en clubs de lectura, conferencias, presentaciones de libros, paseos, charlas en torno a la buena mesa, cómo no, obstáculos y tropiezos. Recuerdo el trastorno que me supuso el corte en la línea de Metro y cómo salí adelante, claro que sí.
Volví, con emoción, a plantar árboles con las maravillosas gentes de la Oficina de Voluntarios de BBVA y la cena de la Fundación Alaine me deparó, como siempre,  emoción y calidez.
Todo eso, que he ido compartiendo y que ahora repaso. Seguro que habré cometido errores y habré dejado cosas por hacer, momentos en que acaso no haya estado a la altura de lo que esperabas. En este caso,vayan para ti mis disculpas sin excusa.
Y así ha terminado mi año de la Ilusión y el 13, año que lo empecé ganando un concurso literario y lo acabo cansado, sí, pero con ganas de seguir haciendo cosas, aprendiendo, viviendo.
¿Y en 2014, qué? Cuando escriba la carta a los Reyes Magos te contaré, jejeje.
Sonrío al recordar anécdotas que han ido aconteciendo y que he contado: la de la taza en la churrería cercana a mi trabajo, la melodía que me silban en el aeropuerto de Gran Canaria, el reencuentro con el loro Perejil en la Casa de Colón, aquel “qué fuerte, qué fuerte, qué huevos” en el concierto de Jaime Urrutia, aquellos encuentros con dueños de restaurantes, aquel abrazo a Santiago o esos cangrejos pescados a ojete que comparto con Rosa y ese premio al Liceo que regalo a mi admirada y muy querida Merceditas (a mí que nunca me toca nada, ja). Qué historias, qué ciegadas de la cieguería. Por muchas más, contigo, naturalmente.


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lunes, 16 de diciembre de 2013

El Jardín de las Adelfas

Buenas noches:
Acabo, con éste, los cuentos que he ido creando a lo largo de 2013 y que he compartido contigo. Espero te guste, al tiempo que agradezco tu interés y fidelidad.
Que 2014 siga trayéndome tu confianza y la musa inspiradora viaje conmigo para seguir cultivando literatura, ya sea en forma de cuento, poesía o crónica de viaje.
Un cálido abrazo de luz.

El Jardín de las Adelfas

Qué bonito es el Jardín de las Adelfas también en invierno. Sus parterres, fuentes y laberínticos caminos se visten de blanco, como mortajas puras de niños puros.
Qué bonito es, pero qué solitario se encuentra. Poca gente se atrevería a adentrarse por sus umbríos recovecos en esa época. En primavera y verano todo es diferente: su esplendor se puebla de paseantes soñadores u ociosos. Pero en invierno, apenas algún desesperado sería capaz de deambular por él.
Nadie quiere encontrarse solo frente a la Fuente de los Fantasmas. Cómo habría de hacerlo en una época en la que la oscuridad se enseñorea del entorno con tanta ligereza y el gemido del viento suena con melodías de marcha fúnebre. Nadie, salvo aquél que estuviera loco o necesitara arrojarse a ella para olvidar, para ahogarse en sus negras y gélidas aguas.
Claro que si alguien hubiera escuchado las tenebrosas historias que se cuentan de esos parajes, seguramente habría preferido no tentar al destino por si resultaran ciertas. Todos decían que eran invenciones y desvaríos, pero ¿y si no eran tales?
Se hablaba de enamorados raptados convertidos en nudosas raíces, losas de sepultura que fueron ingenuas mujeres aventureras, muchachos que nunca salieron de aquel lugar, enredaderas que correspondían al cabello de lozanas doncellas.
La Fuente de los Fantasmas, qué bonita es, qué tentadora, con su chorro de burbujeantes aguas, semejando la risa de una bruja malvada. Cual sirena marina, como es la figura que la adorna, te invita a escucharla.Y si lo haces… ¡date por perdido!
No te acerques, no lo hagas. No te sientes en el marmóreo banco que sale a tu encuentro, sugiriendo que te detengas y descanses. Si lo haces, tu descanso será eterno; tu descanso no, tu vagar.
¿Por qué no adentrarte en ese Jardín tan bonito? Te crees inmune a cuentos y terrores para niños.
Su pórtico recuerda al de un majestuoso castillo abandonado. Su puerta de reja forjada con filigranas de diablillos y espirales es curiosa. Aunque, por otra parte, si la observas con atención, verás que está oxidada. Lo mismo ocurre con la alfombra de hojarasca que cubre su empedrada vereda, son hojas podridas, muertas. Y sus muros, semejan los de antiguas tumbas escavadas sin importar su simetría.
Sí, tú te sientes sin miedo. No hay nadie por allí, el frío lo combates con una buena prenda de abrigo y te has armado con un robusto bastón. Buscas la famosa fuente, mientras recuerdas que el nombre del Jardín, según dicen, le fue dado porque allí se cogían las flores que servían como ramillete a los reos de muerte. Quienes portaran esas flores como corona indicaba su ajusticiamiento. No se sabía quién implantó semejante costumbre, algún verdugo, probablemente.
Sigues adelante. Nadie sale a tu encuentro, nada de aparecidos, brujas o endemoniados. Ya se escucha al fondo el agua de la fuente, ya divisas el famoso Banco de la Calavera.
Vas en pos de ellos. Nada te perturba. Tu confianza es total. Estás seguro de que todo lo que habías leído y escuchado eran puras leyendas sin otra veracidad que la de la fantasía.
Te sientas. Contemplas el entorno. Permaneces un rato espectante. Nada sucede, al menos, que tú puedas intuir.
Ya decides que nada tienes que hacer allí. Has comprobado que tu juicio era el correcto y no el de quienes tanto se inquietaron al anunciarles tu proyecto.
Te vas a levantar, pero…
¡No puedes. Es como si te hubieras fundido con el mármol del banco.
El agua suena más fuerte. El viento aúlla más fuerte. La noche cae rápida. Tratas de impulsar tu voluntad para que mueva tus piernas. Nada sucede.
Al fin, con un esfuerzo supremo, logras ponerte de pie. Procuras recorrer los mismos pasos que te llevaron hasta allí, mas ¡no puedes! Todo es oscuridad y silencio. No encuentras el camino.
Te tumbas para tantear. Sólo tocas hojas podridas que se deshacen entre tus dedos.
Te arrastras, tratando de alejarte del agua, pero no lo consigues. Vayas adonde vayas, el ruido siempre es el mismo.
¿Qué puedes hacer? ¿Esperar a que se haga de día y la aurora sea tu salvadora? ¿Seguir moviéndote?
Oh, te llevas las manos a la cara. La tienes mojada, de un líquido frío que va penetrando, sin que tú puedas evitarlo, por todo el resto del cuerpo.
Te ahogas, apenas puedes respirar. La Fuente te ha atrapado. Te hundes sin remedio.
El Jardín de las Adelfas, su Fuente de los Fantasmas, su Banco de la Calavera te hacen suyo.
Tu piel se reseca, se esparce uniéndose a la de tantos otros temerarios como tú que, a merced de la noche y el viento, es zarandeada hasta depositarse en ese suelo que no tardando mucho será pisado por otros incrédulos como tú.
Y así ,una vez más, el agua cristalina que sale de la boca de la sirena en la Fuente de los Fantasmas continuará su fluir eterno, un fluir a base de la energía de quienes no creyeron que sus leyendas y cuentos fueran ciertos.
¿Dónde se ubica semejante Jardín maldito? ¿Dónde su Fuente y su Banco? Ten cuidado, acaso esté más cerca de ti de lo que podrías imaginar.
Ah, los parques y jardines, con su magia y sus símbolos. Son hermosos, pero si vas hasta ellos, no lo hagas solo, tal vez te atrapen para siempre.


 





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sábado, 14 de diciembre de 2013

El día que piloté una avioneta

Son las 11 de la mañana. Es 14 de diciembre de 2013. Las condiciones meteorológicas son idóneas para volar. El plan de vuelo ha sido registrado y todo está en orden. Estamos en la plataforma, me hablan de pies y nudos, de repostajes y autorizaciones. Hacemos tiempo enseñándome, aunque no deberíamos haber accedido al hangar, un ultraligero y un velero.
Me subo a la avioneta, de color blanco y una fina línea azul Tango Fox. Para ello debo poner el pie izquierdo en el estribo e impulsarme para entrar en la cabina. El asiento es cómodo. Me pongo el cinturón de seguridad. Delante de mí hay una especie de cuernos que pueden moverse a voluntad. Ya estoy dispuesto para cumplir un sueño que Laureano Casado quiso que yo viera cumplido: sentir lo que es volar y pilotar una avioneta de un motor de 180 CV y 4 plazas.
Él se sitúa a mi izquierda. Me explica todo el proceso de verificación de controles y niveles que garanticen la absoluta seguridad (el check list): presión, aceite, temperatura…
La radio funciona. Emite instrucciones y da paso a otros aerodinos: ultraligeros, parapentes, aviones con paracaidistas.
Nos desplazamos por una pista con barro, paralela a la de asfalto para llegar hasta la cabecera e iniciar el despegue.
El motor es acelerado hasta el punto de no retorno y….
Cuando el pasado mes de julio me quité la espina de montar en globo y expresé mi decepción ante las pocas sensaciones que había experimentado al no ver y lo hice en una entrevista en Radio Nacional, el propio Laureano y su equipo de la empresa Cirros, lo escuchó, me lanzó el guante para que le acompañase en una avioneta en la que, estaba seguro, sí disfrutaría de sensaciones aun no viendo. ¿Creeréis que iba a rechazar el embite? Una oportunidad semejante de reencontrarme con una figura de su categoría, protagonista de innumerables aventuras con el programa Al filo de lo imposible como testigo, pero más aún, con su categoría humana, su cariño y entusiasmo, su sensibilidad con quienes padecemos una discapacidad. No, no podía dudarlo y no lo hice. Le dije un sí tan rotundo como el que debes decir a la mujer de tu vida al pie de un altar, jajajajaj.
El verano pasó, acordamos un viernes de septiembre pero el tiempo no era el pretendido para que yo disfrutara y ya creí que la cosa quedaba en olvido hasta que el lunes pasado, mientras tomábamos un refrigerio con Elena, Laura León del Pino y Penacho en el templete del canario parque de San Telmo, mi móvil me dijo, con la voz sintética de que consta, con nombre de Mónica, que me llamaba Laureano Casado.
¿Te apetece volar el sábado?
Claro, cómo no. Cuenta conmigo..
Voy a recogerte a tu casa y, si el tiempo es bueno, lo hacemos.
Y llegó el día 13, Día de Luz e Ilusión, santa Lucía, y mi amiga Carmen, junto con Luis, su novio, se ofrecen a llevarme y compartir la mañana con nosotros. Me parece genial.
A expensas de que el sábado amanezca bien, no es que no duerma, pero…
Y sí, la aurora se muestra radiante. Nada impide que vayamos. Quedamos con Laureano en el aeródromo de Ocaña. No puedo resistirme a llamar a mi padre y decirle lo mucho que me gustaría que él fuera conmigo, que me voy a acordar mucho de él, sabedor de lo que a él siempre le gustó eso de volar y que no ha podido practicar porque su vida ha estado dedicada a trabajar y luchar por mi hermano y por mí. Él, de una manera u otra, volará conmigo.
Carmen y Luis me recogen. Elena no puede venir,al final. Llegamos y conocemos a una pareja excelente con la que vamos a pasar la mañana: Cristina y Pascual. Ella también va a recibir su bautismo de vuelo.
Ya hemos despegado. Mi mano izquierda, a través del cuerno, percibe cada leve movimiento. Laureano sigue contándome, me dice que hay que tratar a la avioneta como si de una mujer se tratara: con suma delicadeza y cariño, que debe alinearse el morro con la línea del horizonte...
Noto cada pequeño giro, cada subida o bajada, cada vez que se estabiliza. Yo la llevo, ¡piloto!
Vamos camino de Aranjuez. Subimos casi a 3000 pies y alcanzamos 90 nudos. El entorno es hermoso, me cuenta, se ve un valle cubierto de retazos de niebla, se ven los jardines y el palacio del Real Sitio.
Los 35 minutos de vuelo vuelan. Sin casi haberme enterado aterrizamos con la suavidad de una pluma. Durante el trayecto apenas si ha habido vaivenes, más allá de uno que me ha puesto ciertas bolas en el pelo que no tengo, jejeje. Y yo que me temí alguna picia, como acabar cabeza abajo o haciendo filigranas, no, no; muy bien, muy tranquilo, muy relajado. ¡¡Geniaaaaal!!
Les toca turno a Cristina y Carmen. Luis, Cristóbal y yo nos vamos al bar. Charlamos con el camarero, charlamos de aventuras en cuevas y en el aire, de paracaídas y retos. Vienen Carmen y Cristina, encantadas. Han llegado hasta Toledo, pasando por Chinchón, han visto el Tajo y sus monumentos desde el aire. Yo disfruto al haberles ayudado a Carmen y Luis a que vivieran esta jornada de sensaciones, amistad y aventura compartiéndola conmigo y con 3 personas maravillosas.
Luego toca almorzar, unos pinchos cojonudos, unas croquetas de lujo, pagar el bautizo, contar y contarnos, aprender.
Llego a Madrid emocionado y entusiasmado. ¡He volado en avioneta y un poco la he pilotado! Pero, más aún, he disfrutado como nunca de la compañía y la amistad de quienes me han acogido y escuchado con sumo cariño y simpatía, todo un lujo para este humilde cegato. Muchas muchas gracias, Laureano, Carmen, Luis, Cristina y Pascual.
¿Qué experiencias nuevas me deparará el futuro? ¿Una visita a un portaviones? ¿Un salto en paracaídas? ¿Conocer alguna gran catarata o majestuoso acantilado? ¿Dormir en una jaima en el desierto? ¿Conocerte a ti? Jajajaja.




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jueves, 12 de diciembre de 2013

Silencios

Buenas noches de jueves:
Tras mi viaje canario, vuelve la poesía a mis dedos que así la teclean. Que la recojáis con vuestra generosidad de siempre.
Besos de luz silenciosos, pero llenos de sentidos.

Silencios

Me quedé sin palabras al leer tus palabras;
Fuego abrasador de mis murallas.
Me quedé sin palabras al leer tus palabras;
Huracán devastador de mis perdidas batallas.

El silencio, de amordazadas emociones, me envolvió;
Mordaza de mi alma, de pasión hambrienta.
El silencio, de helados deseos, me cubrió;
Cobertor de mi lecho vacío, soledad de mi boca sedienta.

Callo para no lancear al viento que te lame;
Envidia de mis ojos, que nunca te verán.
Callo para no acuchillar a la tierra, que en las orillas de aquella playa, te ame;
Rabia de mis manos que nunca te aferrarán.

Enmudezco, envidioso de tu cama,  ante la música de tus gemidos;
Que lanzan al cielo, confidente gozoso,  notas de desatados anhelos.
Enmudezco, rehén de tu distancia, al beberme tus sonidos;
Que llenan el pentagrama, único dibujo, con nuevos solfeos.

Silencios de recién despertado, en lecho desierto;
, acariciando la almohada de tu mágico sueño.
Silencios de enamorado furtivo, eterno ladrón hambriento;
De caricias robadas a su legítimo dueño.

Querría hablar a tus palabras, mas no puedo,
Querría gritar a tus pasiones, pero no debo,
Querría susurrar a tu  viento y a tu playa, aunque tenga miedo,
Querría cantar a tu cama y a tu pentagrama, a pesar de mi pobre denuedo.

¿Silencio cobarde de ciego infeliz?
No, palabras tuyas que escucho feliz.
¿Callar para no incumplir normas y convenciones?
No, sentir la entrega de tus secretos quereres.

     

 




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Gran Canaria: descubriendo sabores de amistad

Buenas noches:
Comparto la crónica de mi último viaje. Que os guste.

Resumir en no demasiado espacio, por aquello de no ser exhaustivos, el viaje que he tenido la gran suerte de disfrutar este pasado fin de semana, resulta arduo. Y es que mi visita a Gran Canaria y su capital durante el puente de la Constitución , puedo decir que se lleva “la palma” (jejeje)  en cuanto a plenitud de un viaje. Lo que uno busca cuando viaja, de forma ideal, estos días se ha convertido en real. Todo un lujo, un regalo y un placer haberlo hecho acompañado de, cómo no, Elena y de haber sido asistido en todo momento por Laura, Alexis ,Penacho (José Ignacio) y Antonio, que han posibilitado que así fuera. Nos han tratado como a marqueses, con la generosidad y dulzura de las gentes buenas de pro.
Todo comenzó un año atrás, cuando, ya en Granada, gozamos del cariño y guía de Laura. Nos propuso, entonces, y nosotros le tomamos la palabra, que conociéramos su isla. Cómo no aceptar semejante golosina. Así que, como siempre… nada, nada, para adelante.
Iríamos Miguel, Elena y yo, tres ciegos totales, prácticamente (Miguel tiene algo de resto visual), pero éste, a consecuencia de un accidente en el ojo bueno (siempre pasa lo mismo), le obligó a cancelar su reserva.
He de decir que quisimos gestionar el viaje a través de una agencia por aquello de no molestar, pese a la insistencia de Laura para encargarse ella. Deberíamos haberle hecho caso y no nos habríamos visto expuestos al desastre de Viajes Barceló. Buenas palabras por parte del comercial que nos tocó en desgracia (decir suerte sería un craso error), pero nada más: nada hizo por arreglar el que Iberia Express nos impidiera comprar los billetes, so pretexto de que éramos ciegos, no modificó los papeles con arreglo al cambio horario producido por semejante dislate por lo que cuando llegamos al aeropuerto y hotel canarios, con Air Europa, nos encontramos con que tuvimos que esperar casi dos horas para que nos recogiera el servicio de transporte que debería llevarnos al hotel, un hotel que continuaba teniendo mal la reserva y, que por si fuera poco, estaba ubicado en una zona de prostitución que aunque nosotros, al no ver y ser acompañados en todo momento, no tuvimos problemas y que, aunque próximo a la playa de Las Canteras, resultara complicado para haber llegado hasta ella de forma autónoma, eso sí, el hotel en sí, estaba bastante bien y su personal fue muy amable con nosotros y nos ayudó en todo momento. Por supuesto, al regreso, tampoco nos llevó el transporte contratado y otra vez más, Laura fue la que deshizo el entuerto. En definitiva, andamos preparando una bonita reclamación contra dicha agencia y, qué duda cabe, si tuviéramos que recomendarla no lo haríamos ni muchísimo menos. Pero, pasado este tema, el resto no pudo ser más inolvidable.
5 días extraordinarios en los que hemos aprendido que la mejor flor para producir papayas es la hermafrodita, que los plátanos salen en manos y que hay unas flores que llaman del paraíso aunque su nombre real sea esterlisias.
Descubrimos sabores a base de maíz tostado convertido en gofio, chorizo de Teror, pescado medregal, las lapas o el mojo (verde y rojo)  y no digo ya los dulces como el polvito uruguayo, el helado de higos o una soberbia crema de queso con miel de caña.
Conocimos, y pisamos, la historia en la Cueva Pintada de Gáldar y en la ciudad desde que fuera fundada por el capitán Juan Rejón en 1478, con el paso por ella de Cristóbal Colón y la casa museo del gran Benito Pérez Galdós hasta el enclave desde donde Franco partiera para iniciar el Alzamiento militar del 18 de julio.
Paseamos por sus plazas y plazuelas, la de santa Ana, con las esculturas de perros autóctonos, la del Pilar Mayor o la de España, lo mismo que las calles de Balcones, santa Bárbara o Sal si Puedes. Recorrimos los parques de santa Catalina y san Telmo, lo mismo que su paseo marítimo. Eso en la capital, pero tampoco nos privamos de visitar Mogán con su playa y Teror con la iglesia que alberga la virgen del Pino.
Sentimos la música a flor de piel, con la actuación de un grupo folklórico y el haber estado en el Gabinete Literario, magnífico espacio para la música clásica, donde degusté la primera comida y disfruté de una maravillosa tertulia que se constituyó en el mejor preámbulo de otras muchas, llenas de recuerdos, anécdotas y demás amenidades.
Nos instruyeron en que el arenismo es el arte de esculpir figuras de arena y que hay palmeras reales y palmeras canarias, pinos autóctonos y laureles de Indias.
    Gozamos de la accesibilidad hasta el máximo, incluyendo una maqueta a la que Alexis anduvo quitándole el polvo acumulado tras llevar largo tiempo arrumbada en un almacén del cavildo, pero también al poder tocar las numerosas estatuas que pueblan la ciudad y las réplicas de los útiles empleados por los aborígenes además de un fantástico documental con audiodescripción sobre cómo y quién poblaba la isla antes de la llegada de los castellanos. De tal manera, hemos podido ver (en toda la extensión de la palabra) cómo es la orografía de la isla, cómo son las pintaderas o un molino de azúcar, así como los adornos del traje típico de la mujer canaria.
No nos faltó tampoco frecuentar el ambiente nocturno, desmelenándonos (sobre todo yo, jajajajajaja), en una discoteca junto al muelle, al aire libre y en medio de palmeras.
 No olvidaré todo eso, ni tampoco los mercadillos en los que hasta llegamos a regatear y adquirir ricos productos, pero por encima de todo esto, lo auténticamente mágico han sido los encuentros de amistad, saboreados con verdadero deleite. Las historias de Penacho, descendiente de piratas y contrabandistas, de músicos e intelectuales, las enseñanzas de experto ingeniero de don Antonio, la pasión de Alexis, la gracia de Laura y sus niñas, una tarde de domingo en terraza de hotelazo frente al mar en la que se confirma un sueño, gracias a Joserra, asturiano como nadie, y en que conozco a Poli, escritor de un interesante libro sobre cómo también hay ocasiones en que las empresas deberían ir al psicólogo.
Nos vinimos cargados con presentes que simbolizan ya toda una lección de generosidad: flores, turrón, piñas…
¿Y las anécdotas, diréis? Bueno, bueno…
A las 4 de la madrugada Joaquín, el taxista que nos lleva a Barajas, con el interés de siempre, cada vez que emprendemos rutas nuevas, se pelea, a través de un interfono con el micrófono roto, ubicado en un poste callejero,  en un diálogo esperpéntico con la señorita que debe enviarnos la ayuda que nos acompañará hasta el asiento del avión. Él grita que somos ciegos y que hace frío y ella empeñada en preguntar si necesitamos una silla de ruedas, fue antológico, todo un diálogo de sordos, digno de los mejores episodios del surrealismo patrio.
. También en Barajas, ya junto a la puerta de embarque, vienen a buscarnos para embarcar (¿no sería mejor hablar de “enavionar”?), alguien se afana en creer que vamos a Vigo y que no quiere que le dejen en tierra.
Un pasajero argentino nos cuenta su vida y milagros hasta que partimos.
Este cieguito se ve obligado a comprarse unas estupendas chancletas y a remangarse los pantalones, cual sufrido pescador, para adentrarse en la fina arena y recibir el roce de un agua tibia. No me creí que fuera a hacer ese calor en pleno diciembre.
Recibimos mensajes alarmistas por parte de nuestros familiares que creen se ha desatado una tormenta tropical y que no salgamos a la calle, mientras que nosotros, andamos de picos pardos en manga corta.
Cuando Joserra me confirma que voy a tener ocasión de ser testimonio de luz para los reclusos de cierta cárcel asturiana, le digo con mi sorna de siempre: “dile al director que me vaya reservando una celda con vistas”, jajajajja.
Al regreso, porto un colorido ramo de flores del paraíso, a mi paso alguien silba la marcha nupcial, jajaja. Somos la envidia del aeropuerto y las azafatas.
Alexis, persuadido de que los cieguitos, para saber cómo son las cosas, tenemos que tocar, se ha pasado un buen rato acicalándose la cara para que se la tocáramos y le viéramos guapo guapo. Qué decepción se llevará cuando compruebe que no tenemos el más mínimo interés por saber cómo es el aspecto físico de estos Amig@s (con mayúsculas), porque lo esencial se ve con el corazón, como dijera aquél.
Y todo este lujazo de viaje no me habría sido dado atesorar de no haber sido por el cariño que Elena, Elenita, supo sembrar en su labor como telefonista del Banco de Crédito Agrícola y que, cual exuberante fruta de la región, ha dado lugar a este resultado. Un orgullo ser su Amigo (también con mayúsculas) y disponer de esas relaciones que ella ha sabido forjar con su buen hacer y profesionalidad.
No me queda sino agradecer todo esto, agradecer al personal de Cueva Pintada su entrega al enseñarnos el recinto, tanto es así que dispusimos para nosotros solos de 3 personas que fueron mostrándonos con todo detalle el lugar.
Y volveremos, claro que volveremos. Quedó aún mucho por descubrir, como muy bien se encargó Alexis de destacar, además de que Miguel tendrá que quitarse la espinita de lo mucho que habría disfrutado si al agacharse para coger el bastón blanco que había dejado en el suelo no se hubiera dado con el canto de la silla. Eso sí está claro: se nos garantiza un hotel mucho mejor y con nombre de Reina Isabel o vaya usted a saber cuál otro. Penacho seguirá contándonos aventuras, dignas de protagonizar un novelón, don Antonio deberá instruirnos en lo relacionado con la inspección de contenedores en la aduana y Alexis nos hará sentir y ver la naturaleza de su tierra a la que tanto quiere, mientras yo le digo a Laura.. “mi niña, estás hecha una pivilla”, jajajajja.

   

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miércoles, 11 de diciembre de 2013

El papa Francisco recibe a personas de la ONCE

Comparto noticia de hoy que da a conocer la Audiencia que el papa Francisco ha ofrecido a personas de la ONCE y su Fundación. Me habría gustado estar allí, pero era inviable por motivos de trabajo.

Roma, 11 de diciembre de 2013
 El Papa Francisco ha recibido hoy en Roma a una delegación de 130 personas de la ONCE y su Fundación con motivo de los 75 años del nacimiento de la ONCE y por su trabajo al lado de las personas con discapacidad de España y de otros países del mundo.
Durante el encuentro, el Papa Francisco ha felicitado expresamente a la ONCE y su Fundación y les ha animado a continuar con su labor. El Papa ha saludado y bendecido uno a uno a todos los componentes de la delegación de ambas instituciones, que han participado en Roma en la audiencia oficial de los miércoles.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada ha estado protagonizado por una niña ciega de nueve años, Lucía, de Valencia, que ha querido regalar al Papa su bastón blanco diciéndole que le ofrecía este regalo porque “su bastón son sus ojos y lo que le ayuda a moverse por su ciudad”. El Santo Padre le ha contestado que prefería ser él quien hiciera el regalo “bendiciéndole el bastón para que le acompañe siempre y le guíe hacia la luz”. Tras ello, Lucía pidió permiso al Papa para darle un beso que el Sumo Pontífice ha aceptado de inmediato.
Además, otra mujer ciega, Soledad, vendedora del cupón de la ONCE en Coslada, Madrid, leyó al Papa Francisco unos versos escritos por ella en braille, que emocionaron visiblemente al Santo Padre.
Por su parte, el presidente de la ONCE y su Fundación, Miguel Carballeda, a quien ha acompañado el Padre Ángel, responsable de Mensajeros de la Paz, ha entregado al Papa un evangelio en braille, tinta e imágenes, que puede ser compartido por personas ciegas y no ciegas, que ha despertado la curiosidad del Pontífice.
La visita de este grupo de personas ciegas y con otra discapacidad (trabajadores, afiliados y pensionistas de la Organización) a Roma se enmarca en los actos que tienen lugar con motivo de los aniversarios de la ONCE y su Fundación. El grupo está formado por personas que libremente y costeándose el importe del viaje, se han sumado a esta recepción concedida por el Sumo Pontífice.
En este año histórico para la ONCE, en el que ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, además de múltiples reconocimientos en la mayoría de las comunidades autónomas y ciudades de España, se trata de un colofón que se hace coincidir casi con el 13 de diciembre, fecha en la que nació la ONCE y fecha de su patrona, Santa Lucía, también patrona de las personas ciegas.
Para quienes forman parte de la ONCE y su Fundación, con independencia de su condición religiosa, se trata de un acto de gran trascendencia y una experiencia para las personas que acudan al encuentro con el Pontífice.
La delegación de la ONCE y su Fundación ha estado encabezada por el presidente Miguel Carballeda, el director general, Ángel Sánchez, y el vicepresidente de la Fundación ONCE, Alberto Durán. Está previsto que, en el encuentro, se entregue al Pontífice algunos recuerdos característicos de la ONCE.
Así, ha recibido de manos de una niña ciega valenciana el bastón que le permite deambular por las calles de la ciudad y desarrollar su actividad cotidiana, una muestra de la integración de los ciegos en la sociedad; además, una reproducción de Santa Lucía; un recopilatorio de pasajes del Evangelio que hacen referencia a las personas ciegas o con discapacidad; y un libro-recopilatorio con las imágenes de los cupones que la ONCE dedica habitualmente a temas religiosos como procesiones o cofradías.
En su aún corto Papado, el Santo Padre ha dado muestras de su cercanía a las personas en riesgo de exclusión y, siempre que ha podido, ha estado al lado de las personas con discapacidad, lo que coincide con la labor de la ONCE y su Fundación, 75 años trabajando para que los derechos de las personas con discapacidad sean respetados.

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domingo, 1 de diciembre de 2013

El sombrero de Anselmo Higgins

Buena noche de domingo. Que empecéis bien este diciembre de encuentros y festividades.
Feliz semana.
Con cariño.

El sombrero de Anselmo Higgins

Anselmo Higgins sostiene el ala de su sombrero para que el furioso viento no se lo arranque, mientras camina apresurado. Había pensado no llevarlo esa noche de invierno glacial, pero se dijo que mejor le iría a su calva cabeza si la guarecía con el fieltro de su bombín. El abrigo y los guantes hacían lo propio con el resto de su cuerpo.
Habría preferido quedarse en su confortable salón al calor de la chimenea, arropado con el batín de cuadros y el té que su fiel mis Crunning le sabía preparar con tanto esmero.
No, no se dejaría vencer por la pereza y saldría camino del club donde decidirían el futuro de su sociedad. Una sociedad secreta que derivó en caduca años atrás, cuando se introdujo la informática en las vidas de sus miembros. Ya no necesitaban de conciliábulos ni mensajes encriptados en artículos anodinos del periódico de turno. Ahora les bastaba con un correo electrónico o una página convenientemente diseñada para acometer sus acciones de chantaje y control.
Las callejas, por la proximidad al río, son húmedas y peligrosas, pero él las prefiere a las avenidas del centro que, aun llevándole al mismo sitio, le obligarían a dar cierto rodeo y a que fuese descubierto por alguno de sus curiosos clientes de la librería que regentaba desde que su padre le transmitiera el negocio, años atrás.
Está a punto de llegar a meta, cuando su vista se fija en unas extrañas manchas en el suelo. Deberían de haberle pasado desapercibidas en medio de los sucios adoquines y el barro, pero no fue así. Quiso ignorarlas, pero su mente fue más poderosa que la voluntad y detuvo sus pasos.
¡Era sangre!
¿A quién pertenecería? ¿Sería reciente o antigua?
La vida en esa zona de la Metrópoli debía discurrir de manera poco alagüeña: mendigos, prostitutas y pillastres eran sus habitantes menos peligrosos.
Podemos preguntarnos la razón por la que un supuesto míster respetable y próspero comerciante no tenía reparos en deambular por semejante laberinto.
¿La soberbia? ¿La indiferencia? ¿Alguna secreta habilidad?
Se agachó para ver mejor. Se quitó uno de los guantes. Raspó con la uña y la llevó a su nariz.
Definitivamente, era sangre fresca.
Tres regulares manchas parduzcas se mostraban, con formas irregulares, a la luz de su mechero.
Bueno, se dijo. Mañana indagaré acerca de algún desaparecido y tiraremos del hilo de la investigación.
La reunión transcurrirá de manera triste. No todos han acudido, sabedores de que ya nada importa y el bueno de Higgins, no ha sido capaz de centrarse para conducirla con entusiasmo y viveza. Su mente sigue pensando en las manchas. Se lamenta por no haber elegido mejor, por no haberse interesado más en buscar, buscar de dónde provenían, a qué cuerpo habían pertenecido, tal vez estuviera herido y él no lo había auxiliado, quizá el criminal lo habría visto agacharse y esperaría su oportunidad para liquidar a un tan inoportuno testigo.
Cuando finalice la reunión, preferirá volver a casa acompañado y siguiendo otro itinerario.
Se muestra taciturno, mal compañero para quienes buscaban mitigar el fracaso con una botella de ginebra en el pub clandestino que incumple la ley de horarios nocturnos.
Se marcha. Un coche negro se detiene a la altura del establecimiento. Es un taxi, qué suerte. Se siente un poco más tranquilo dentro del señorial habitáqculo.
El conductor no habla, ha asentido cuando le ha dado la dirección de su morada.
La oscuridad es grande. Farolas y faros de automóviles rompen el velo de la noche negra.
-¿Dónde estoy? ¿Adónde me lleva?
Sólo Anselmo habla. No obtiene respuesta.
Entran en un camino de grava que conduce a una cochera o garaje o almacén. Cualquiera sabe cuál es la verdadera función de ese edificio sin ventanas ni otra puerta que la de la entrada, un lugar claustrofóbico, hermético.
El chófer, taxista encubierto, le empuja para que salga.
Queda en medio, en medio del silencio y de la nada.
El coche sale por donde llegó y la puerta se cierra estrepitosamente.
Se siente indefenso, a merced de quien quiera que sea el que ha ordenado su captura o de lo que sea que le  vaya a suceder.
-Se agachó en Boater Street. Aquello que vio era mío. Debió buscarme. No le importó.
Higgins no puede dejar de estremecerse. La voz que le acusa no sabe de dónde proviene. Es una voz tenebrosa. Pertenece a una mujer, pero está exenta del talante femenino. Es un cuchillo cortando el alma.
Alza las manos instintivamente en pos de su sombrero. Todo es oscuridad y reproches.
-¿Quién es usted? ¿Se encuentra bien? ¿Qué le causó aquello que yo vi?
Silencio.
Una mortaja blanca le envuelve y aprisiona hasta ahogarle.
Se ahoga sin remedio. El sombrero cae y cuando cae, el hombre, muerto, cae.
A la mañana siguiente, quienes pretendan adquirir algún libro en Book Higgins Library la encontrarán cerrada. Quienes, pese a todo, miren el escaparate, buscando una explicación de la no apertura, encontrarán un curioso librito en cuya cubierta se mostrarán tres manchas de color sangre. El título es sorprendente: “El sombrero de Anselmo Higgins”.
Quienes, cuando dos días más tarde, la reabran para rendirle homenaje convirtiéndola en capilla ardiente, lo lean, descubrirán una curiosa historia, un misterio fantasmal.
Leerán el relato de cómo una mujer maldita, al ser maldecida, lloró sangre poco antes de ser emparedada en los muros de un viejo almacén y cómo se estableció que aquél que las viese y no buscase de dónde venían, moriría sin remedio.
Algo más les resultará sobrecogedor: aquel sombrero que tanta importancia tuvo en los últimos instantes de vida del finado, no ha aparecido por parte alguna. No estaba en el descampado en que fue localizado el cadáver, ni tampoco, por mucho que buscaron, en el entorno de la calleja de autos.
¿Lo robaría alguno de los bandidos que frecuentaban los bajos fondos? ¿Se lo quedaría la dama maldita? ¿Quién, por otra parte,  había podido escribir la historia y convertirla en libro en tan solo una jornada?



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