Como ya sabéis, me gusta hacer piruetas con el lenguaje. Así que, ¿por qué no imaginar que soy una imagen?
Claro eso supone llevar la paradoja al extremo. Que un ciego vea su propia imagen es mucho imaginar. Porque al ser así, no puede tocarse, comprenderse al tacto. No hablamos de una maqueta ni de una figura decorativa o de una escultura, hablamos de imagen pura y dura.
Como mirarme al espejo no conduce a nada, lo mismo que asomarme al reflejo en ese estanque del parque (y no soy un fantasma) he pensado creer que mi figura se quede en el plano bidimensional, pierda volumen y pase a formar parte de, bueno, un lienzo, una fotografía, un dibujo.
Me veo fijando la mirada en el horizonte, se supone que busco el foco de quien habrá de plasmarla. Trato de parecer natural, no sé si ponga una mueca de sonrisa o ría abiertamente.
Antes no me gustaban las fotos, total para qué, si no las veía. Pero desde que las puedo poner en este marco, pues me interesan, sé que luego habrá quien las disfrute y se sentirá más cerca.
Y las manos ¿cómo las pongo? No sé si caídas, brazos cruzados, abrazando, estendiéndolas.
Alguna vez he jugado a tirar fotos yo con el móvil. ¿qué saldrá? ¿Adónde enfocaré? Toda una lotería.
Imaginemos a aquellos seres de la Edad Media que no tenían otra manera de aprender, sino a través de imágenes. Imagino que ven la mía pintada. ¿qué entenderían al mirarme? Desde luego que espero que no pensaran que tenían ante ellos a un ser que ha de sufrir la maldición de la ceguera, a un endemoniado maldito, al fin y al cabo, quiero suponer que, de no decir que lo soy, no se me nota. Al menos, ésa es una ilusión: tratar de tener una pose natural, en la que mi mirada no aparezca vacía, sin vida.
Otra cosa es el fondo más adecuado sobre el que aparezca mi faz: ¿el sepia de lo antiguo? ¿El abierto del horizonte? ¿una casa? ¿Un paisaje? No sé cuál me favorecerá más, ni tampoco sé qué color de ropa sería más adecuado. Podría acompañarme de un detalle, un símbolo, que me represente: un libro en la mano, una palabra pintada en el pecho….
Y luego esa foto, ¿dónde irá a parar? ¿A un álbum, a un viejo baúl olvidado, al marco de cabecera de alguien que…, a un calendario? Soñar, imaginar, fantasear.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Soy una imagen
Publicado por Alberto en 12:23 a. m. 11 Dejaron su huella
Etiquetas: Imagino que…
miércoles, 29 de abril de 2009
Carta de Pierre d’Armagnac
Uff, por fin llego a casa. No sé si abra el buzón, total para qué. Más papelotes de propaganda,facturas y recibos de banco. Total para ver cómo mi cuenta bancaria va menguando. Y luego, además, he de escanearl todos esos papeles y que mi querido mr. Jawss, Marciano para vosotras, amigas, tenga a bien verbalizármelos de forma entendible.
Pero en fin… veamos.
Uy, si lo que estoy tocando es un rollo con su cinta y todo. ¿De quién vendrá? ¿Puede ser que sea para mí o se habrá equivocado el cartero? ¿qué me dirá? Desde luego que el papel es de los buenos, más bien parece pergamino.¡Ana, si la tinta se puede tocar y todo! A ver, a ver…
Para maese Alberto
De tu siempre servidor Pierre d’Armagnac.
Vaya, vaya, si es Pierre que me escribe. ¿Cómo lo habrá logrado esta vez después de la otra ocasión en la que se me apareció en sueños?
Estimado maese Alberto:
Una vez más reclamo tu atención, después de que tú dieses, a la luz, mi historia. Gracias por hacerlo de forma tan elegante y por haber callado aqellas cosillas que a alguna dama pudiese haber ofendido.
¿Te preguntarás cómo he logrado que ahora estés tocando mis palabras? Es muy sencillo. Sabes que de mi país surgieron aquellos hombres preclaros que creían en que los ciegos podían hacer algo más que mendigar. Pues un antepasado de aquel Valentin Ahüy fue compañero mío de batallas y él me trae ahora la inspiración y la magia que han fabricado esta tinta legible.
Pues bien, caro amigo. He de decirte que desde que mi historia salió en tu gaceta la paz de mis días se ha visto alterada por atenciones nunca prestadas, gentes hay que me hablan, que quieren oirme y se mofan, claro, porque yo no respondo.
¿Y sabes por qué no lo hago? No por descortesía o falta de galantería, que esto nunca puede decirse de un gallardo galo.
Es que a mi alrededor hay cada vez más ruido y aprendí a lo largo de mis batallas y pendencias que saber distinguir el ruido de la melodía de una voz amiga era esencial para ser sabio. Los años me han hecho sabio y he llegado a lograr esa cualidad. ¿Y sabes cuál es la única voz amiga que tengo cerca? Sí, lo has adivinado: es la de la hermosa Mercedes, bueno ahora Merceditas. Fíjate que ya nos tuteamos y que ella me dice Pierrot.
Hablamos de ti, claro, no creas que demasiado; hablamos de historias; hablamos de vida.
Se me acaba ya el saquito de esta tinta mágica y casi no te cuento el motivo de esta carta.
Es que, pasó otra hermosa mujer que dijo ir camino del mar proveniente de Castilla y lo hizo con una escoba mágica. Vino volando y antes de seguir viaje me emplazó a que os reunieseis en una taberna a orillas del mar.
Dijo que era un sitio al que tú irías encantado, que en él se contaban historias de libros pintados, hazañas de aventureros y se compartían brindis, a los que _dijo_ tú eras muy aficionado.
Así nos podremos conocer de mano a mano la sin par Merceditas, este pétreo tu amigo y otras bellas personas. Me piden que confirmes tu asistencia, aunque se cree que ya la das por confirmada, dado tu espíritu.
Deben preparar la escena, las viandas y la música. Parece que se celebrará el comienzo de algo único. Un francés no puede perdérselo, me apearé de mi sitio real y allá que iré.
No faltes, amigo. Gentes buenas te aguardan.
El final casi no pude leerlo, pues apenas distinguía los trazos marcados, pero me emocionó saber que alguien pensaba en mí, que se preocupaban de la amistad y que la magia iba a ugar su papel una vez más.
¿En qué acabaría todo aquello?
Publicado por Alberto en 12:46 a. m. 14 Dejaron su huella
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