jueves, 26 de diciembre de 2013

A mis seguidores de ti flor Homero

Desde mis vacaciones en familia en tierras del Ebro, deseo que estés disfrutando de unas estupendas navideño Navidades. Felices fiestas, feliz 2014. Me gustaría ser el genio de la botella para ser frotado por ti y conceder tus deseos. El verdadero territorio del ser humano es la infancia. Que nadie nos aleje de él. Feliz 2000 cuat 2014


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jueves, 19 de diciembre de 2013

Poema navideño

Vaya, de corazón, con este poema mi deseo de paz y bien, para ti y los tuyos, durante estas fechas navideñas y durante 2014.
Que sigas a mi lado, como siempre, sosteniéndome.
Paz y bien. Besos de luz, abrazos apretados de gratitud.

 Poema navideño

Un poema te escribo, que brota del corazón;
Palabras de buenos augurios y puros deseos.
Nace el niño Jesús, que recibas su bendición.
Una postal creo para ti, pintada de nieve, cabañas y acebos;
Colores brillantes de magia e ilusión.

Un abeto, un belén, invitan a la paz y la alegría;
Adornados de musgo, sencillez y regalos.
Suena la música de villancicos, zambombas, panderetas y tolón tolón.
Hogares y calles se visten de tradicionales motivos;
Que anuncian la fiesta y la algarabía.

Dulces manjares conquistan mesas y cocinas,
guisados por madres, sabias maestras de entrega y cariño.
Papá Noel y Reyes Magos, vuelvan para traerte, generosa donación.
Amor, humildad y entrega componen su aliño;
En un festival de pequeñas maravillas.

Solidaridad, paz, felicidad y ventura salen del diccionario;
Bailando con danzas de confeti y voltereta.
Vacaciones llegan, sí sí, lejos queda su colofón.
Impulsos de hacer el bien, gestos que no queden en anécdota;
Constancia, verdad y futuro es mi vocabulario.

Suerte esperas, lotería e invisible juego;
Que te toque prosperidad y salud, que en abundancia hayan.
Año nuevo, noche vieja, proyectos y conclusión.
Sorpresas tengas, inesperadas experiencias vengan;
Energía que alimente tu corazón de fuego.

Viajes, supersticiones y particulares tradiciones;
Brindis por ti, tu dicha y nuestros futuros encuentros.
Doce uvas, doce pensamientos con tu nombre de bombón.
Tu amistad y la luz son mis mejores tesoros;
En 2014, que a mi lado estés con tus manos y quereres.

¡Va por ti y los tuyos, con deseos de verdad!
Nace el niño Jesús, que recibas su bendición.
Suena la música de villancicos, zambombas, panderetas y tolón tolón.
Papá Noel y Reyes Magos, vuelvan para traerte, generosa donación.
Vacaciones llegan, sí sí, lejos queda su colofón.
Año nuevo, noche vieja, proyecto y conclusión.
Doce uvas, doce pensamientos con tu nombre de bombón.
¡Por tu sempiterno apoyo, que sostiene mi triste oscuridad!





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martes, 17 de diciembre de 2013

2013 toca a su fin

2013 toca a su fin. Un año con nombre de número lleno de simbología y en el que la ONCE ha cumplido 75 años de Ilusión y Servicio, esa ONCE que me ayuda a desarrollarme como trabajador y como persona,..
Un año en el que, una vez más, he podido conquistar numerosos retos y disfrutar de una gran cantidad de actividades, casi tantas que a uno no le da tiempo a asimilar, pero que han quedado grabadas para siempre en mi memoria.
Otra vez más, he conocido a nuevas personas que se han fijado en mí, ofreciendo su fidelidad y apoyo para que siga contando y avanzando. A ellas y a los que siempre estáis a mi lado, no puedo sino dar unas enormes y apretadas gracias. Gracias porque sin vuestra amistad, vuestra confianza y vuestra ayuda no sería capaz de alcanzar.
No pretendo sonar presuntuoso, ni tampoco generar insanas envidias, pero sí espero que sean buena muestra de ser merecedor de vuestro apoyo y complicidad lo que aquí voy a recordar. Espero no ser demasiado pesado con la lista, pero recordándolas, se hacen cercanas.
La música ha estado presente de manera destacada durante este año. Asistí a un concierto especial por parte de mi querido Jaime Urrutia, pero también lo hice para escuchar a Los secretos, a Café Quijano  y Revólver, además de los musicales de “Sonrisas y lágrimas” y “El rey león”.
Viajé a nuevos lugares: Budapest, Gran Canaria, Arévalo, Valencia, Jarandilla de la Vera, Cuenca, Alicante y Asturias; además de, caminante, caminando, me empapé de naturaleza y afectos en el Camino de Santiago y el Cañón del río Lobos. No olvido tampoco aquella presencia mía en Zaragoza, compartiendo experiencias en torno al braille y a la luz de la fe.
He iniciado, y espero culminar en 2014, dos viejos sueños: aprender a nadar y practicar voluntariado en Cáritas aportando más y más. No está resultando fácil avanzar, pero ahí estoy sin rendirme ni ceder a la pereza o el desaliento.
Y he cumplido otros: montar en globo y pilotar una avioneta, hacer piragüismo.
Mis “Huellas de Luz” han seguido trayéndome emociones: estar en librerías fantásticas, haber recibido el apoyo de instituciones sorianas y tener presencia radiofónica, de la mano de mis amigas Cristina y Sofía de la COPE. Emilio tomás y Rosa Sánchez se volcaron en mi visita a la vega baja del Segura.
La creación literaria me ha llevado, de la mano de su musa, a los terrenos poético y del relato gótico.
Cómo olvidar esas jornadas veraniegas en mi pueblo de Fuentestrún, junto a mis padres, hermano, cuñada y sobrinas, recorriendo sus montes y haciéndome visible como presentador de una exposición plástica, “Vacíos del pasado” de Gloria Rubio, otro reto.
  La tecnología también me ha enseñado nuevas oportunidades de ser autónomo y hacerme más cercano, más visible. Descubrí Facebook y, cómo no, seguí alimentando a Tiflohomero y Twitter. El blog, a día de hoy, desde su creación en septiembre de 2007, ha recibido 177.250 visitas, mientras que en Facebook tengo 136 personas que me siguen / seguís. El Iphone lo manejo con normalidad, siendo un buen recurso a la hora de orientarme, etc.
En el trabajo, he podido seguir aportando mi afán por acercar la lectura a las personas ciegas. No diré que haya sido fácil, con nuevas aplicaciones informáticas y con esfuerzo, pero ahí estamos.
Ah, claro que sí: superé una intervención quirúrgica que, por leve que fuera, siempre tiene su riesgo. Estuviste a mi lado en ese momento, lo cual no olvidaré.
El día a día ha ido transcurriendo sin pausa, con participación en clubs de lectura, conferencias, presentaciones de libros, paseos, charlas en torno a la buena mesa, cómo no, obstáculos y tropiezos. Recuerdo el trastorno que me supuso el corte en la línea de Metro y cómo salí adelante, claro que sí.
Volví, con emoción, a plantar árboles con las maravillosas gentes de la Oficina de Voluntarios de BBVA y la cena de la Fundación Alaine me deparó, como siempre,  emoción y calidez.
Todo eso, que he ido compartiendo y que ahora repaso. Seguro que habré cometido errores y habré dejado cosas por hacer, momentos en que acaso no haya estado a la altura de lo que esperabas. En este caso,vayan para ti mis disculpas sin excusa.
Y así ha terminado mi año de la Ilusión y el 13, año que lo empecé ganando un concurso literario y lo acabo cansado, sí, pero con ganas de seguir haciendo cosas, aprendiendo, viviendo.
¿Y en 2014, qué? Cuando escriba la carta a los Reyes Magos te contaré, jejeje.
Sonrío al recordar anécdotas que han ido aconteciendo y que he contado: la de la taza en la churrería cercana a mi trabajo, la melodía que me silban en el aeropuerto de Gran Canaria, el reencuentro con el loro Perejil en la Casa de Colón, aquel “qué fuerte, qué fuerte, qué huevos” en el concierto de Jaime Urrutia, aquellos encuentros con dueños de restaurantes, aquel abrazo a Santiago o esos cangrejos pescados a ojete que comparto con Rosa y ese premio al Liceo que regalo a mi admirada y muy querida Merceditas (a mí que nunca me toca nada, ja). Qué historias, qué ciegadas de la cieguería. Por muchas más, contigo, naturalmente.


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lunes, 16 de diciembre de 2013

El Jardín de las Adelfas

Buenas noches:
Acabo, con éste, los cuentos que he ido creando a lo largo de 2013 y que he compartido contigo. Espero te guste, al tiempo que agradezco tu interés y fidelidad.
Que 2014 siga trayéndome tu confianza y la musa inspiradora viaje conmigo para seguir cultivando literatura, ya sea en forma de cuento, poesía o crónica de viaje.
Un cálido abrazo de luz.

El Jardín de las Adelfas

Qué bonito es el Jardín de las Adelfas también en invierno. Sus parterres, fuentes y laberínticos caminos se visten de blanco, como mortajas puras de niños puros.
Qué bonito es, pero qué solitario se encuentra. Poca gente se atrevería a adentrarse por sus umbríos recovecos en esa época. En primavera y verano todo es diferente: su esplendor se puebla de paseantes soñadores u ociosos. Pero en invierno, apenas algún desesperado sería capaz de deambular por él.
Nadie quiere encontrarse solo frente a la Fuente de los Fantasmas. Cómo habría de hacerlo en una época en la que la oscuridad se enseñorea del entorno con tanta ligereza y el gemido del viento suena con melodías de marcha fúnebre. Nadie, salvo aquél que estuviera loco o necesitara arrojarse a ella para olvidar, para ahogarse en sus negras y gélidas aguas.
Claro que si alguien hubiera escuchado las tenebrosas historias que se cuentan de esos parajes, seguramente habría preferido no tentar al destino por si resultaran ciertas. Todos decían que eran invenciones y desvaríos, pero ¿y si no eran tales?
Se hablaba de enamorados raptados convertidos en nudosas raíces, losas de sepultura que fueron ingenuas mujeres aventureras, muchachos que nunca salieron de aquel lugar, enredaderas que correspondían al cabello de lozanas doncellas.
La Fuente de los Fantasmas, qué bonita es, qué tentadora, con su chorro de burbujeantes aguas, semejando la risa de una bruja malvada. Cual sirena marina, como es la figura que la adorna, te invita a escucharla.Y si lo haces… ¡date por perdido!
No te acerques, no lo hagas. No te sientes en el marmóreo banco que sale a tu encuentro, sugiriendo que te detengas y descanses. Si lo haces, tu descanso será eterno; tu descanso no, tu vagar.
¿Por qué no adentrarte en ese Jardín tan bonito? Te crees inmune a cuentos y terrores para niños.
Su pórtico recuerda al de un majestuoso castillo abandonado. Su puerta de reja forjada con filigranas de diablillos y espirales es curiosa. Aunque, por otra parte, si la observas con atención, verás que está oxidada. Lo mismo ocurre con la alfombra de hojarasca que cubre su empedrada vereda, son hojas podridas, muertas. Y sus muros, semejan los de antiguas tumbas escavadas sin importar su simetría.
Sí, tú te sientes sin miedo. No hay nadie por allí, el frío lo combates con una buena prenda de abrigo y te has armado con un robusto bastón. Buscas la famosa fuente, mientras recuerdas que el nombre del Jardín, según dicen, le fue dado porque allí se cogían las flores que servían como ramillete a los reos de muerte. Quienes portaran esas flores como corona indicaba su ajusticiamiento. No se sabía quién implantó semejante costumbre, algún verdugo, probablemente.
Sigues adelante. Nadie sale a tu encuentro, nada de aparecidos, brujas o endemoniados. Ya se escucha al fondo el agua de la fuente, ya divisas el famoso Banco de la Calavera.
Vas en pos de ellos. Nada te perturba. Tu confianza es total. Estás seguro de que todo lo que habías leído y escuchado eran puras leyendas sin otra veracidad que la de la fantasía.
Te sientas. Contemplas el entorno. Permaneces un rato espectante. Nada sucede, al menos, que tú puedas intuir.
Ya decides que nada tienes que hacer allí. Has comprobado que tu juicio era el correcto y no el de quienes tanto se inquietaron al anunciarles tu proyecto.
Te vas a levantar, pero…
¡No puedes. Es como si te hubieras fundido con el mármol del banco.
El agua suena más fuerte. El viento aúlla más fuerte. La noche cae rápida. Tratas de impulsar tu voluntad para que mueva tus piernas. Nada sucede.
Al fin, con un esfuerzo supremo, logras ponerte de pie. Procuras recorrer los mismos pasos que te llevaron hasta allí, mas ¡no puedes! Todo es oscuridad y silencio. No encuentras el camino.
Te tumbas para tantear. Sólo tocas hojas podridas que se deshacen entre tus dedos.
Te arrastras, tratando de alejarte del agua, pero no lo consigues. Vayas adonde vayas, el ruido siempre es el mismo.
¿Qué puedes hacer? ¿Esperar a que se haga de día y la aurora sea tu salvadora? ¿Seguir moviéndote?
Oh, te llevas las manos a la cara. La tienes mojada, de un líquido frío que va penetrando, sin que tú puedas evitarlo, por todo el resto del cuerpo.
Te ahogas, apenas puedes respirar. La Fuente te ha atrapado. Te hundes sin remedio.
El Jardín de las Adelfas, su Fuente de los Fantasmas, su Banco de la Calavera te hacen suyo.
Tu piel se reseca, se esparce uniéndose a la de tantos otros temerarios como tú que, a merced de la noche y el viento, es zarandeada hasta depositarse en ese suelo que no tardando mucho será pisado por otros incrédulos como tú.
Y así ,una vez más, el agua cristalina que sale de la boca de la sirena en la Fuente de los Fantasmas continuará su fluir eterno, un fluir a base de la energía de quienes no creyeron que sus leyendas y cuentos fueran ciertos.
¿Dónde se ubica semejante Jardín maldito? ¿Dónde su Fuente y su Banco? Ten cuidado, acaso esté más cerca de ti de lo que podrías imaginar.
Ah, los parques y jardines, con su magia y sus símbolos. Son hermosos, pero si vas hasta ellos, no lo hagas solo, tal vez te atrapen para siempre.


 





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sábado, 14 de diciembre de 2013

El día que piloté una avioneta

Son las 11 de la mañana. Es 14 de diciembre de 2013. Las condiciones meteorológicas son idóneas para volar. El plan de vuelo ha sido registrado y todo está en orden. Estamos en la plataforma, me hablan de pies y nudos, de repostajes y autorizaciones. Hacemos tiempo enseñándome, aunque no deberíamos haber accedido al hangar, un ultraligero y un velero.
Me subo a la avioneta, de color blanco y una fina línea azul Tango Fox. Para ello debo poner el pie izquierdo en el estribo e impulsarme para entrar en la cabina. El asiento es cómodo. Me pongo el cinturón de seguridad. Delante de mí hay una especie de cuernos que pueden moverse a voluntad. Ya estoy dispuesto para cumplir un sueño que Laureano Casado quiso que yo viera cumplido: sentir lo que es volar y pilotar una avioneta de un motor de 180 CV y 4 plazas.
Él se sitúa a mi izquierda. Me explica todo el proceso de verificación de controles y niveles que garanticen la absoluta seguridad (el check list): presión, aceite, temperatura…
La radio funciona. Emite instrucciones y da paso a otros aerodinos: ultraligeros, parapentes, aviones con paracaidistas.
Nos desplazamos por una pista con barro, paralela a la de asfalto para llegar hasta la cabecera e iniciar el despegue.
El motor es acelerado hasta el punto de no retorno y….
Cuando el pasado mes de julio me quité la espina de montar en globo y expresé mi decepción ante las pocas sensaciones que había experimentado al no ver y lo hice en una entrevista en Radio Nacional, el propio Laureano y su equipo de la empresa Cirros, lo escuchó, me lanzó el guante para que le acompañase en una avioneta en la que, estaba seguro, sí disfrutaría de sensaciones aun no viendo. ¿Creeréis que iba a rechazar el embite? Una oportunidad semejante de reencontrarme con una figura de su categoría, protagonista de innumerables aventuras con el programa Al filo de lo imposible como testigo, pero más aún, con su categoría humana, su cariño y entusiasmo, su sensibilidad con quienes padecemos una discapacidad. No, no podía dudarlo y no lo hice. Le dije un sí tan rotundo como el que debes decir a la mujer de tu vida al pie de un altar, jajajajaj.
El verano pasó, acordamos un viernes de septiembre pero el tiempo no era el pretendido para que yo disfrutara y ya creí que la cosa quedaba en olvido hasta que el lunes pasado, mientras tomábamos un refrigerio con Elena, Laura León del Pino y Penacho en el templete del canario parque de San Telmo, mi móvil me dijo, con la voz sintética de que consta, con nombre de Mónica, que me llamaba Laureano Casado.
¿Te apetece volar el sábado?
Claro, cómo no. Cuenta conmigo..
Voy a recogerte a tu casa y, si el tiempo es bueno, lo hacemos.
Y llegó el día 13, Día de Luz e Ilusión, santa Lucía, y mi amiga Carmen, junto con Luis, su novio, se ofrecen a llevarme y compartir la mañana con nosotros. Me parece genial.
A expensas de que el sábado amanezca bien, no es que no duerma, pero…
Y sí, la aurora se muestra radiante. Nada impide que vayamos. Quedamos con Laureano en el aeródromo de Ocaña. No puedo resistirme a llamar a mi padre y decirle lo mucho que me gustaría que él fuera conmigo, que me voy a acordar mucho de él, sabedor de lo que a él siempre le gustó eso de volar y que no ha podido practicar porque su vida ha estado dedicada a trabajar y luchar por mi hermano y por mí. Él, de una manera u otra, volará conmigo.
Carmen y Luis me recogen. Elena no puede venir,al final. Llegamos y conocemos a una pareja excelente con la que vamos a pasar la mañana: Cristina y Pascual. Ella también va a recibir su bautismo de vuelo.
Ya hemos despegado. Mi mano izquierda, a través del cuerno, percibe cada leve movimiento. Laureano sigue contándome, me dice que hay que tratar a la avioneta como si de una mujer se tratara: con suma delicadeza y cariño, que debe alinearse el morro con la línea del horizonte...
Noto cada pequeño giro, cada subida o bajada, cada vez que se estabiliza. Yo la llevo, ¡piloto!
Vamos camino de Aranjuez. Subimos casi a 3000 pies y alcanzamos 90 nudos. El entorno es hermoso, me cuenta, se ve un valle cubierto de retazos de niebla, se ven los jardines y el palacio del Real Sitio.
Los 35 minutos de vuelo vuelan. Sin casi haberme enterado aterrizamos con la suavidad de una pluma. Durante el trayecto apenas si ha habido vaivenes, más allá de uno que me ha puesto ciertas bolas en el pelo que no tengo, jejeje. Y yo que me temí alguna picia, como acabar cabeza abajo o haciendo filigranas, no, no; muy bien, muy tranquilo, muy relajado. ¡¡Geniaaaaal!!
Les toca turno a Cristina y Carmen. Luis, Cristóbal y yo nos vamos al bar. Charlamos con el camarero, charlamos de aventuras en cuevas y en el aire, de paracaídas y retos. Vienen Carmen y Cristina, encantadas. Han llegado hasta Toledo, pasando por Chinchón, han visto el Tajo y sus monumentos desde el aire. Yo disfruto al haberles ayudado a Carmen y Luis a que vivieran esta jornada de sensaciones, amistad y aventura compartiéndola conmigo y con 3 personas maravillosas.
Luego toca almorzar, unos pinchos cojonudos, unas croquetas de lujo, pagar el bautizo, contar y contarnos, aprender.
Llego a Madrid emocionado y entusiasmado. ¡He volado en avioneta y un poco la he pilotado! Pero, más aún, he disfrutado como nunca de la compañía y la amistad de quienes me han acogido y escuchado con sumo cariño y simpatía, todo un lujo para este humilde cegato. Muchas muchas gracias, Laureano, Carmen, Luis, Cristina y Pascual.
¿Qué experiencias nuevas me deparará el futuro? ¿Una visita a un portaviones? ¿Un salto en paracaídas? ¿Conocer alguna gran catarata o majestuoso acantilado? ¿Dormir en una jaima en el desierto? ¿Conocerte a ti? Jajajaja.




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jueves, 12 de diciembre de 2013

Silencios

Buenas noches de jueves:
Tras mi viaje canario, vuelve la poesía a mis dedos que así la teclean. Que la recojáis con vuestra generosidad de siempre.
Besos de luz silenciosos, pero llenos de sentidos.

Silencios

Me quedé sin palabras al leer tus palabras;
Fuego abrasador de mis murallas.
Me quedé sin palabras al leer tus palabras;
Huracán devastador de mis perdidas batallas.

El silencio, de amordazadas emociones, me envolvió;
Mordaza de mi alma, de pasión hambrienta.
El silencio, de helados deseos, me cubrió;
Cobertor de mi lecho vacío, soledad de mi boca sedienta.

Callo para no lancear al viento que te lame;
Envidia de mis ojos, que nunca te verán.
Callo para no acuchillar a la tierra, que en las orillas de aquella playa, te ame;
Rabia de mis manos que nunca te aferrarán.

Enmudezco, envidioso de tu cama,  ante la música de tus gemidos;
Que lanzan al cielo, confidente gozoso,  notas de desatados anhelos.
Enmudezco, rehén de tu distancia, al beberme tus sonidos;
Que llenan el pentagrama, único dibujo, con nuevos solfeos.

Silencios de recién despertado, en lecho desierto;
, acariciando la almohada de tu mágico sueño.
Silencios de enamorado furtivo, eterno ladrón hambriento;
De caricias robadas a su legítimo dueño.

Querría hablar a tus palabras, mas no puedo,
Querría gritar a tus pasiones, pero no debo,
Querría susurrar a tu  viento y a tu playa, aunque tenga miedo,
Querría cantar a tu cama y a tu pentagrama, a pesar de mi pobre denuedo.

¿Silencio cobarde de ciego infeliz?
No, palabras tuyas que escucho feliz.
¿Callar para no incumplir normas y convenciones?
No, sentir la entrega de tus secretos quereres.

     

 




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Gran Canaria: descubriendo sabores de amistad

Buenas noches:
Comparto la crónica de mi último viaje. Que os guste.

Resumir en no demasiado espacio, por aquello de no ser exhaustivos, el viaje que he tenido la gran suerte de disfrutar este pasado fin de semana, resulta arduo. Y es que mi visita a Gran Canaria y su capital durante el puente de la Constitución , puedo decir que se lleva “la palma” (jejeje)  en cuanto a plenitud de un viaje. Lo que uno busca cuando viaja, de forma ideal, estos días se ha convertido en real. Todo un lujo, un regalo y un placer haberlo hecho acompañado de, cómo no, Elena y de haber sido asistido en todo momento por Laura, Alexis ,Penacho (José Ignacio) y Antonio, que han posibilitado que así fuera. Nos han tratado como a marqueses, con la generosidad y dulzura de las gentes buenas de pro.
Todo comenzó un año atrás, cuando, ya en Granada, gozamos del cariño y guía de Laura. Nos propuso, entonces, y nosotros le tomamos la palabra, que conociéramos su isla. Cómo no aceptar semejante golosina. Así que, como siempre… nada, nada, para adelante.
Iríamos Miguel, Elena y yo, tres ciegos totales, prácticamente (Miguel tiene algo de resto visual), pero éste, a consecuencia de un accidente en el ojo bueno (siempre pasa lo mismo), le obligó a cancelar su reserva.
He de decir que quisimos gestionar el viaje a través de una agencia por aquello de no molestar, pese a la insistencia de Laura para encargarse ella. Deberíamos haberle hecho caso y no nos habríamos visto expuestos al desastre de Viajes Barceló. Buenas palabras por parte del comercial que nos tocó en desgracia (decir suerte sería un craso error), pero nada más: nada hizo por arreglar el que Iberia Express nos impidiera comprar los billetes, so pretexto de que éramos ciegos, no modificó los papeles con arreglo al cambio horario producido por semejante dislate por lo que cuando llegamos al aeropuerto y hotel canarios, con Air Europa, nos encontramos con que tuvimos que esperar casi dos horas para que nos recogiera el servicio de transporte que debería llevarnos al hotel, un hotel que continuaba teniendo mal la reserva y, que por si fuera poco, estaba ubicado en una zona de prostitución que aunque nosotros, al no ver y ser acompañados en todo momento, no tuvimos problemas y que, aunque próximo a la playa de Las Canteras, resultara complicado para haber llegado hasta ella de forma autónoma, eso sí, el hotel en sí, estaba bastante bien y su personal fue muy amable con nosotros y nos ayudó en todo momento. Por supuesto, al regreso, tampoco nos llevó el transporte contratado y otra vez más, Laura fue la que deshizo el entuerto. En definitiva, andamos preparando una bonita reclamación contra dicha agencia y, qué duda cabe, si tuviéramos que recomendarla no lo haríamos ni muchísimo menos. Pero, pasado este tema, el resto no pudo ser más inolvidable.
5 días extraordinarios en los que hemos aprendido que la mejor flor para producir papayas es la hermafrodita, que los plátanos salen en manos y que hay unas flores que llaman del paraíso aunque su nombre real sea esterlisias.
Descubrimos sabores a base de maíz tostado convertido en gofio, chorizo de Teror, pescado medregal, las lapas o el mojo (verde y rojo)  y no digo ya los dulces como el polvito uruguayo, el helado de higos o una soberbia crema de queso con miel de caña.
Conocimos, y pisamos, la historia en la Cueva Pintada de Gáldar y en la ciudad desde que fuera fundada por el capitán Juan Rejón en 1478, con el paso por ella de Cristóbal Colón y la casa museo del gran Benito Pérez Galdós hasta el enclave desde donde Franco partiera para iniciar el Alzamiento militar del 18 de julio.
Paseamos por sus plazas y plazuelas, la de santa Ana, con las esculturas de perros autóctonos, la del Pilar Mayor o la de España, lo mismo que las calles de Balcones, santa Bárbara o Sal si Puedes. Recorrimos los parques de santa Catalina y san Telmo, lo mismo que su paseo marítimo. Eso en la capital, pero tampoco nos privamos de visitar Mogán con su playa y Teror con la iglesia que alberga la virgen del Pino.
Sentimos la música a flor de piel, con la actuación de un grupo folklórico y el haber estado en el Gabinete Literario, magnífico espacio para la música clásica, donde degusté la primera comida y disfruté de una maravillosa tertulia que se constituyó en el mejor preámbulo de otras muchas, llenas de recuerdos, anécdotas y demás amenidades.
Nos instruyeron en que el arenismo es el arte de esculpir figuras de arena y que hay palmeras reales y palmeras canarias, pinos autóctonos y laureles de Indias.
    Gozamos de la accesibilidad hasta el máximo, incluyendo una maqueta a la que Alexis anduvo quitándole el polvo acumulado tras llevar largo tiempo arrumbada en un almacén del cavildo, pero también al poder tocar las numerosas estatuas que pueblan la ciudad y las réplicas de los útiles empleados por los aborígenes además de un fantástico documental con audiodescripción sobre cómo y quién poblaba la isla antes de la llegada de los castellanos. De tal manera, hemos podido ver (en toda la extensión de la palabra) cómo es la orografía de la isla, cómo son las pintaderas o un molino de azúcar, así como los adornos del traje típico de la mujer canaria.
No nos faltó tampoco frecuentar el ambiente nocturno, desmelenándonos (sobre todo yo, jajajajajaja), en una discoteca junto al muelle, al aire libre y en medio de palmeras.
 No olvidaré todo eso, ni tampoco los mercadillos en los que hasta llegamos a regatear y adquirir ricos productos, pero por encima de todo esto, lo auténticamente mágico han sido los encuentros de amistad, saboreados con verdadero deleite. Las historias de Penacho, descendiente de piratas y contrabandistas, de músicos e intelectuales, las enseñanzas de experto ingeniero de don Antonio, la pasión de Alexis, la gracia de Laura y sus niñas, una tarde de domingo en terraza de hotelazo frente al mar en la que se confirma un sueño, gracias a Joserra, asturiano como nadie, y en que conozco a Poli, escritor de un interesante libro sobre cómo también hay ocasiones en que las empresas deberían ir al psicólogo.
Nos vinimos cargados con presentes que simbolizan ya toda una lección de generosidad: flores, turrón, piñas…
¿Y las anécdotas, diréis? Bueno, bueno…
A las 4 de la madrugada Joaquín, el taxista que nos lleva a Barajas, con el interés de siempre, cada vez que emprendemos rutas nuevas, se pelea, a través de un interfono con el micrófono roto, ubicado en un poste callejero,  en un diálogo esperpéntico con la señorita que debe enviarnos la ayuda que nos acompañará hasta el asiento del avión. Él grita que somos ciegos y que hace frío y ella empeñada en preguntar si necesitamos una silla de ruedas, fue antológico, todo un diálogo de sordos, digno de los mejores episodios del surrealismo patrio.
. También en Barajas, ya junto a la puerta de embarque, vienen a buscarnos para embarcar (¿no sería mejor hablar de “enavionar”?), alguien se afana en creer que vamos a Vigo y que no quiere que le dejen en tierra.
Un pasajero argentino nos cuenta su vida y milagros hasta que partimos.
Este cieguito se ve obligado a comprarse unas estupendas chancletas y a remangarse los pantalones, cual sufrido pescador, para adentrarse en la fina arena y recibir el roce de un agua tibia. No me creí que fuera a hacer ese calor en pleno diciembre.
Recibimos mensajes alarmistas por parte de nuestros familiares que creen se ha desatado una tormenta tropical y que no salgamos a la calle, mientras que nosotros, andamos de picos pardos en manga corta.
Cuando Joserra me confirma que voy a tener ocasión de ser testimonio de luz para los reclusos de cierta cárcel asturiana, le digo con mi sorna de siempre: “dile al director que me vaya reservando una celda con vistas”, jajajajja.
Al regreso, porto un colorido ramo de flores del paraíso, a mi paso alguien silba la marcha nupcial, jajaja. Somos la envidia del aeropuerto y las azafatas.
Alexis, persuadido de que los cieguitos, para saber cómo son las cosas, tenemos que tocar, se ha pasado un buen rato acicalándose la cara para que se la tocáramos y le viéramos guapo guapo. Qué decepción se llevará cuando compruebe que no tenemos el más mínimo interés por saber cómo es el aspecto físico de estos Amig@s (con mayúsculas), porque lo esencial se ve con el corazón, como dijera aquél.
Y todo este lujazo de viaje no me habría sido dado atesorar de no haber sido por el cariño que Elena, Elenita, supo sembrar en su labor como telefonista del Banco de Crédito Agrícola y que, cual exuberante fruta de la región, ha dado lugar a este resultado. Un orgullo ser su Amigo (también con mayúsculas) y disponer de esas relaciones que ella ha sabido forjar con su buen hacer y profesionalidad.
No me queda sino agradecer todo esto, agradecer al personal de Cueva Pintada su entrega al enseñarnos el recinto, tanto es así que dispusimos para nosotros solos de 3 personas que fueron mostrándonos con todo detalle el lugar.
Y volveremos, claro que volveremos. Quedó aún mucho por descubrir, como muy bien se encargó Alexis de destacar, además de que Miguel tendrá que quitarse la espinita de lo mucho que habría disfrutado si al agacharse para coger el bastón blanco que había dejado en el suelo no se hubiera dado con el canto de la silla. Eso sí está claro: se nos garantiza un hotel mucho mejor y con nombre de Reina Isabel o vaya usted a saber cuál otro. Penacho seguirá contándonos aventuras, dignas de protagonizar un novelón, don Antonio deberá instruirnos en lo relacionado con la inspección de contenedores en la aduana y Alexis nos hará sentir y ver la naturaleza de su tierra a la que tanto quiere, mientras yo le digo a Laura.. “mi niña, estás hecha una pivilla”, jajajajja.

   

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miércoles, 11 de diciembre de 2013

El papa Francisco recibe a personas de la ONCE

Comparto noticia de hoy que da a conocer la Audiencia que el papa Francisco ha ofrecido a personas de la ONCE y su Fundación. Me habría gustado estar allí, pero era inviable por motivos de trabajo.

Roma, 11 de diciembre de 2013
 El Papa Francisco ha recibido hoy en Roma a una delegación de 130 personas de la ONCE y su Fundación con motivo de los 75 años del nacimiento de la ONCE y por su trabajo al lado de las personas con discapacidad de España y de otros países del mundo.
Durante el encuentro, el Papa Francisco ha felicitado expresamente a la ONCE y su Fundación y les ha animado a continuar con su labor. El Papa ha saludado y bendecido uno a uno a todos los componentes de la delegación de ambas instituciones, que han participado en Roma en la audiencia oficial de los miércoles.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada ha estado protagonizado por una niña ciega de nueve años, Lucía, de Valencia, que ha querido regalar al Papa su bastón blanco diciéndole que le ofrecía este regalo porque “su bastón son sus ojos y lo que le ayuda a moverse por su ciudad”. El Santo Padre le ha contestado que prefería ser él quien hiciera el regalo “bendiciéndole el bastón para que le acompañe siempre y le guíe hacia la luz”. Tras ello, Lucía pidió permiso al Papa para darle un beso que el Sumo Pontífice ha aceptado de inmediato.
Además, otra mujer ciega, Soledad, vendedora del cupón de la ONCE en Coslada, Madrid, leyó al Papa Francisco unos versos escritos por ella en braille, que emocionaron visiblemente al Santo Padre.
Por su parte, el presidente de la ONCE y su Fundación, Miguel Carballeda, a quien ha acompañado el Padre Ángel, responsable de Mensajeros de la Paz, ha entregado al Papa un evangelio en braille, tinta e imágenes, que puede ser compartido por personas ciegas y no ciegas, que ha despertado la curiosidad del Pontífice.
La visita de este grupo de personas ciegas y con otra discapacidad (trabajadores, afiliados y pensionistas de la Organización) a Roma se enmarca en los actos que tienen lugar con motivo de los aniversarios de la ONCE y su Fundación. El grupo está formado por personas que libremente y costeándose el importe del viaje, se han sumado a esta recepción concedida por el Sumo Pontífice.
En este año histórico para la ONCE, en el que ha recibido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, además de múltiples reconocimientos en la mayoría de las comunidades autónomas y ciudades de España, se trata de un colofón que se hace coincidir casi con el 13 de diciembre, fecha en la que nació la ONCE y fecha de su patrona, Santa Lucía, también patrona de las personas ciegas.
Para quienes forman parte de la ONCE y su Fundación, con independencia de su condición religiosa, se trata de un acto de gran trascendencia y una experiencia para las personas que acudan al encuentro con el Pontífice.
La delegación de la ONCE y su Fundación ha estado encabezada por el presidente Miguel Carballeda, el director general, Ángel Sánchez, y el vicepresidente de la Fundación ONCE, Alberto Durán. Está previsto que, en el encuentro, se entregue al Pontífice algunos recuerdos característicos de la ONCE.
Así, ha recibido de manos de una niña ciega valenciana el bastón que le permite deambular por las calles de la ciudad y desarrollar su actividad cotidiana, una muestra de la integración de los ciegos en la sociedad; además, una reproducción de Santa Lucía; un recopilatorio de pasajes del Evangelio que hacen referencia a las personas ciegas o con discapacidad; y un libro-recopilatorio con las imágenes de los cupones que la ONCE dedica habitualmente a temas religiosos como procesiones o cofradías.
En su aún corto Papado, el Santo Padre ha dado muestras de su cercanía a las personas en riesgo de exclusión y, siempre que ha podido, ha estado al lado de las personas con discapacidad, lo que coincide con la labor de la ONCE y su Fundación, 75 años trabajando para que los derechos de las personas con discapacidad sean respetados.

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domingo, 1 de diciembre de 2013

El sombrero de Anselmo Higgins

Buena noche de domingo. Que empecéis bien este diciembre de encuentros y festividades.
Feliz semana.
Con cariño.

El sombrero de Anselmo Higgins

Anselmo Higgins sostiene el ala de su sombrero para que el furioso viento no se lo arranque, mientras camina apresurado. Había pensado no llevarlo esa noche de invierno glacial, pero se dijo que mejor le iría a su calva cabeza si la guarecía con el fieltro de su bombín. El abrigo y los guantes hacían lo propio con el resto de su cuerpo.
Habría preferido quedarse en su confortable salón al calor de la chimenea, arropado con el batín de cuadros y el té que su fiel mis Crunning le sabía preparar con tanto esmero.
No, no se dejaría vencer por la pereza y saldría camino del club donde decidirían el futuro de su sociedad. Una sociedad secreta que derivó en caduca años atrás, cuando se introdujo la informática en las vidas de sus miembros. Ya no necesitaban de conciliábulos ni mensajes encriptados en artículos anodinos del periódico de turno. Ahora les bastaba con un correo electrónico o una página convenientemente diseñada para acometer sus acciones de chantaje y control.
Las callejas, por la proximidad al río, son húmedas y peligrosas, pero él las prefiere a las avenidas del centro que, aun llevándole al mismo sitio, le obligarían a dar cierto rodeo y a que fuese descubierto por alguno de sus curiosos clientes de la librería que regentaba desde que su padre le transmitiera el negocio, años atrás.
Está a punto de llegar a meta, cuando su vista se fija en unas extrañas manchas en el suelo. Deberían de haberle pasado desapercibidas en medio de los sucios adoquines y el barro, pero no fue así. Quiso ignorarlas, pero su mente fue más poderosa que la voluntad y detuvo sus pasos.
¡Era sangre!
¿A quién pertenecería? ¿Sería reciente o antigua?
La vida en esa zona de la Metrópoli debía discurrir de manera poco alagüeña: mendigos, prostitutas y pillastres eran sus habitantes menos peligrosos.
Podemos preguntarnos la razón por la que un supuesto míster respetable y próspero comerciante no tenía reparos en deambular por semejante laberinto.
¿La soberbia? ¿La indiferencia? ¿Alguna secreta habilidad?
Se agachó para ver mejor. Se quitó uno de los guantes. Raspó con la uña y la llevó a su nariz.
Definitivamente, era sangre fresca.
Tres regulares manchas parduzcas se mostraban, con formas irregulares, a la luz de su mechero.
Bueno, se dijo. Mañana indagaré acerca de algún desaparecido y tiraremos del hilo de la investigación.
La reunión transcurrirá de manera triste. No todos han acudido, sabedores de que ya nada importa y el bueno de Higgins, no ha sido capaz de centrarse para conducirla con entusiasmo y viveza. Su mente sigue pensando en las manchas. Se lamenta por no haber elegido mejor, por no haberse interesado más en buscar, buscar de dónde provenían, a qué cuerpo habían pertenecido, tal vez estuviera herido y él no lo había auxiliado, quizá el criminal lo habría visto agacharse y esperaría su oportunidad para liquidar a un tan inoportuno testigo.
Cuando finalice la reunión, preferirá volver a casa acompañado y siguiendo otro itinerario.
Se muestra taciturno, mal compañero para quienes buscaban mitigar el fracaso con una botella de ginebra en el pub clandestino que incumple la ley de horarios nocturnos.
Se marcha. Un coche negro se detiene a la altura del establecimiento. Es un taxi, qué suerte. Se siente un poco más tranquilo dentro del señorial habitáqculo.
El conductor no habla, ha asentido cuando le ha dado la dirección de su morada.
La oscuridad es grande. Farolas y faros de automóviles rompen el velo de la noche negra.
-¿Dónde estoy? ¿Adónde me lleva?
Sólo Anselmo habla. No obtiene respuesta.
Entran en un camino de grava que conduce a una cochera o garaje o almacén. Cualquiera sabe cuál es la verdadera función de ese edificio sin ventanas ni otra puerta que la de la entrada, un lugar claustrofóbico, hermético.
El chófer, taxista encubierto, le empuja para que salga.
Queda en medio, en medio del silencio y de la nada.
El coche sale por donde llegó y la puerta se cierra estrepitosamente.
Se siente indefenso, a merced de quien quiera que sea el que ha ordenado su captura o de lo que sea que le  vaya a suceder.
-Se agachó en Boater Street. Aquello que vio era mío. Debió buscarme. No le importó.
Higgins no puede dejar de estremecerse. La voz que le acusa no sabe de dónde proviene. Es una voz tenebrosa. Pertenece a una mujer, pero está exenta del talante femenino. Es un cuchillo cortando el alma.
Alza las manos instintivamente en pos de su sombrero. Todo es oscuridad y reproches.
-¿Quién es usted? ¿Se encuentra bien? ¿Qué le causó aquello que yo vi?
Silencio.
Una mortaja blanca le envuelve y aprisiona hasta ahogarle.
Se ahoga sin remedio. El sombrero cae y cuando cae, el hombre, muerto, cae.
A la mañana siguiente, quienes pretendan adquirir algún libro en Book Higgins Library la encontrarán cerrada. Quienes, pese a todo, miren el escaparate, buscando una explicación de la no apertura, encontrarán un curioso librito en cuya cubierta se mostrarán tres manchas de color sangre. El título es sorprendente: “El sombrero de Anselmo Higgins”.
Quienes, cuando dos días más tarde, la reabran para rendirle homenaje convirtiéndola en capilla ardiente, lo lean, descubrirán una curiosa historia, un misterio fantasmal.
Leerán el relato de cómo una mujer maldita, al ser maldecida, lloró sangre poco antes de ser emparedada en los muros de un viejo almacén y cómo se estableció que aquél que las viese y no buscase de dónde venían, moriría sin remedio.
Algo más les resultará sobrecogedor: aquel sombrero que tanta importancia tuvo en los últimos instantes de vida del finado, no ha aparecido por parte alguna. No estaba en el descampado en que fue localizado el cadáver, ni tampoco, por mucho que buscaron, en el entorno de la calleja de autos.
¿Lo robaría alguno de los bandidos que frecuentaban los bajos fondos? ¿Se lo quedaría la dama maldita? ¿Quién, por otra parte,  había podido escribir la historia y convertirla en libro en tan solo una jornada?



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jueves, 28 de noviembre de 2013

La risa, en ti

Feliz jueves:
Antes de nada, os pido disculpas por no haber compartido esbozo de poema la semana pasada. No me resultó posible por falta de tiempo.
Espero que éste de hoy compense esa ausencia.
Por vuestra risa, que nunca os falte y siempre la tengáis dispuesta para dar luz a mis días.
Un cálido abrazo risueño de luz.

La risa, en ti

Ríes, amor mío, y mi mundo se viste de nuevos colores;
Arroyo cristalino en el que refrescar mis ardientes locuras.
Castillos de  mágica arena fina.
Ríes, querida mía, y mis sueños se convierten en frutas maduras;
Huerto fecundo de preñados frutales.

Me haces reír, ingeniosa creadora;
con tu cara de fantasía y tu cuerpo de filigrana;
Velas de barcos surcando los horizontes de la azulada marina.
Actuaciones genuinas con tan solo la promesa de tu  sal arcana    
Me haces reír, única Payasa, con tus manos de regaliz y tu nariz de triunfadora.

Te hago reír, dices, princesa de exótico coral;
Te ríes, afirman,  más con él que conmigo.
Bálsamo de mi curación, única medicina.
Te reías cuando ponía caras de travieso amigo;
Te reirás si,  a la lluvia,  canto alto en el robledal.

Alegre risa alegra tus salvadores faros;
Dulce cosquilleo dulcifica tus apetitosos hoyuelos.
Altar en que adorarte, hembra divina.
Sonora carcajada suena en tus sueños de altos vuelos;
Aromática sonrisa huele en tu alma sin miedos ni reparos.

La risa en ti, calor de mi alma, me Hace construir castillos de mágica arena fina
Y tejer velas de barcos surcando los horizontes de la azulada marina.
La risa en ti, luz de mis ojos, es bálsamo de curación, única medicina
Y Altar en que adorarte, hembra divina.

Si tu risa me faltara, aliento de mi espíritu, estéril viviría;
Y vacíos serían mis días.
Si tu risa, alguien me robara, galanteador ladrón;
Un velo negro de muerte negra cegaría mi corazón.

Ríe, mujer de mis secretos deseos;
Sonríe, doncella de mis hondos suspiros.
La risa, en ti es mi perfume de jugosa mandarina.
Ríe, cascabelera de mis nocturnos tiroriros;
Sonríe, alondra de mis oníricos devaneos.


 

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lunes, 25 de noviembre de 2013

La mujer del acantilado

Buenos días de lunes:
Aprovechando esta mañana festiva de la que gozo, después de haber disfrutado de un fin de semana inolvidable de encuentros e ilusiones, comparto mi nuevo cuento.
Que estéis bien y os guste.
Con cariño.

La mujer del acantilado

Qué agradable resulta pasear por esta playa de recortados acantilados. Su orografía dentada, refugio de olas bravas y caja de resonancia de emocionante sinfonía, sus evocadores recovecos de misteriosos habitantes, , su solitario entorno.
Me gusta no encontrarme con nadie en estos paseos matutinos. Otra cosa es cuando lo que pretendo es tomar el sol, alegrar mi vista con el espectáculo de hembras ofreciéndome su piel desnuda con curvas y turgencias.
.Entonces es otro el destino que elijo, arena fina, planicie, mar en calma.
Qué gusto da sentir en mi cara la turbulenta espuma rebotando en mis mejillas, escuchar al viento, espigones de roca que cual tambor atronador irrumpe con sus ecos de lamento.
Lamentos, sí, aullidos de tragedia y naufragios, pero también de naturaleza indómita, de la sobrecogedora inmensidad, escarpada, peligrosa, de vértigo.
.Paseo distraído, rutinas embriagadoras, tropiezo, caigo.¿Podré agarrarme a algo? ¿Me despeñaré sin remedio por esos muros de muerte tan espectaculares? ¿Qué me ha hecho tropezar si conozco tan bien estos parajes y siempre elijo la vereda correcta?
Tras, en el último instante recobrar el equilibrio miro. Lo que veo me atemoriza más que mi propia caída.
Los despojos de una mujer desnuda, carcomida, picoteada en sus partes blandas, sin duda que por las voraces gaviotas. Qué distinta es de aquellas otras esculturales beldades contempladas en la alfombra de arenas finas. Ésta se encuentra deteriorada, sus restos deberían repelerme, pero atraen mi mirada como otras veces lo ha hecho la barquichuela zarandeada por la tempestad.
 ¿Quién será? ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Por qué se encuentra abandonada?
Por los alrededores de mi hotel no se ha difundido rumor alguno sobre una mujer desaparecida.
Y el caso es que no parece que lleve allí demasiado. Ayer, cuando pasé por este mismo punto, no estaba, o no la vi. No sé. Tendré que avisar a la policiía, aunque no me atrevo. ¿Y si me acusan a mí de algo que no he cometido? Claro que… no sé si la han matado o murió por causa natural. Qué extraño que nadie la haya reclamado.
Vamos, Santiago, acércate a ella. Tócala.
Una atracción morbosa me impele a hacerlo. Al menos, ella no protestará si la toco, no me expondré al bofetón con que me obsequiaría alguna de las de las arenas finas.
Dios mío, cómo puede ser.
Conforme voy posando mis manos en ella, se va deshaciendo, desaparece. ¡No puede ser!
¿Y allá abajo, al fondo qué se escucha?
Una risotada maléfica. Una risotada teñida de tono femenino.
Me asomo y…
Sobre una ola gigantesca cabalga la imagen de eso que yo he tratado de tocar y se iba descomponiendo.
-Ven veeeen beeeeeeeeeen.
Lo que yo vi como mechas deshilachadas de mechones pelirrojos, ahora es una melena de fuego. Lo que yo toqué y estaba descarnado, ahora es ojos que brillan como ascuas y curvas llenas.
 El brioso monstruo marino, con forma de ola gigante, que aparece montado por semejante espectro se lanza hacia adelante, en pos de una de las cuevas que ha horadado los embates de noches y noches de tormentas. Se apodera de mi voluntad. Me dejo llevar, me arrastro hacia ella. Caigo caigo.
Oscuridad, ecos negros, ascuas rojas a lo lejos. ¡Es mi sangre!
Mujer, ¿dónde estás? ¿Dónde estás?
El mar suena, el mar habla, ¿se ríe de mí? ¿Es la mujer la que habla? ¿Es el mar?
¿Podré salir de este laberinto? ¿Quién era esa mujer que vi allá arriba, en el acantilado?
¿Sería acaso el mar?


 

 







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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Participo en mesa redonda sobre las personas sin hogar

Mesa redonda: “Personas sin hogar y salud”

Comparto mi participación que llevé a cabo, en la tarde del día 19, en la mesa redonda en torno a las personas sin hogar y los problemas de salud que acarrea semejante drama (problemas de salud física, pero más aún, mental).
Fue, para mí, una nueva oportunidad de ir conociendo con mayor detalle la labor que realiza Cáritas y, más concretamente, en el ámbito de la vicaría IV.
La mesa redonda, conducida por el responsable del Cedia nos transmitió algunos mensajes claros, encaminados a la sensibilización de quienes reciben las demandas de ese colectivo.
Se proyectaron dos interesantes vídeos, uno que da soporte a la campaña de este año “Nadie sin hogar, nadie sin salud” y otro que nos invita a reflexionar sobre qué y a quién miramos.
Se estructuró en varios apartados: fotografía del drama (número de afectados, causas, secuelas), el papel a jugar por las parroquias en torno a la detección, prevención, acompañamiento y sensibilización, y se describió la labor del Centro de Acogida (Cedia) relatando su organización y acciones.
Se estima que, en Madrid, existen entre 2500 y 4000 personas en esta situación, cifra que va aumentando progresivamente.
Se expuso una visión pesimista del futuro, debido a razones estructurales y sociales, derivadas en buena medida de los recortes que está trayendo la crisis actual y las medidas que se están adoptando en torno a la atención sanitaria, disminución de recursos, etc.
Se puso en valor, a través de un par de anécdotas, la importancia que este tipo de personas da a contar con algo más que cubrir sus necesidades básicas:
Aquel mendigo tan pobre que no tenía nada y que recibió dos monedas, monedas que invirtió, una en comprar comida; y la otra, en adquirir una flor hermosa. Cuando alguien extrañado, le preguntó por qué lo había hecho, él dijo:
-Necesito la comida para tener con qué vivir, pero necesito la rosa para tener por qué vivir.
Y lo bien que se sintieron aquellos indigentes del Cedia que hicieron el Camino de Santiago y en los albergues eran como los demás, no seres etiquetados con el estereotipo de la mendicidad, sino unos peregrinos más.
Me gustó que se incidiese en conceptos como la luz de la esperanza, también para estas personas, y lo que miramos en nuestro deambular cotidiano. Por mi experiencia de ciego total, sé algo de estos aspectos: a alguien como a mí, también se me prejuzga y etiqueta, acarreándose la injusticia de excluirme por ello. Y es indudable que lo que no se ve, no existe. Estamos tan bombardeados de tanta información que nos estamos olvidando de ver con el corazón, dando preponderancia a lo aparente y a la imagen externa.
Y si cierto es que, los discapacitados lo sufrimos, cuánto más lo han de padecer los Sin Techo.
Me resultó muy interesante y necesario abundar en este tipo de acciones informativas y de sensibilización ante las dimensiones sociales y humanas de quien se ha visto abocado a vivir en la calle, sin nadie que le ayude y dé ese calor de cariño y comprensión que todos necesitamos.
No sé, tal vez por mi ceguera o por mi carácter sé bien de lo importante que es, más allá de ofrecer medios con qué vivir, que también, dar motivos para por qué vivir. Y éstos tienen nombre de escucha, detalles y confianza.
Cierto, no seré tan ingenuo, no debemos serlo, pensando que todas las personas que viven en la calle quieran dejarse ayudar o se esfuercen, pero seguramente, much@s, sí.
Y nada, agradecer a la Vicaría IV, una vez más, que se me dé la oportunidad de enriquecerme con todo esto y apostar por seguir ahí, participando y, como se dijo en el encuentro del 15 de octubre, “tejiendo esperanza”.

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lunes, 18 de noviembre de 2013

Tarde inolvidable con Dolores Redondo

Abundo, ahora, después de haber subido la foto, más en detalle, en el relato de la emocionante tarde que he compartido junto a la escritora donostiarra Dolores Redondo, autora de todo un best seller del género negro: "El guardián invisible", la primera entrega de una trilogía ambientada en el valle navarro del Baztán que pronto será llevada al cine y cuya segunda entrega se presenta mañana.
Ha sido en el marco, siempre buscando mi participación inclusiva, del club de lectura que organiza Casa del Libro y en el que, ya, el curso pasado participé.
El hacerlo me enriquece e ilustra, además de darme la oportunidad de estar cerca de autor@s consagrados y hacerles entrega de sus obras en versión braille, hecho que acogen con verdadero entusiasmo.
Pues bien, la charla con Dolores ha sido amena, cercana y cálida, con la campechanía de los vascos de pro.
Nos ha hablado del proceso creativo de la novela, cómo el ambiente neblinoso y hermético del Valle es un personaje más del relato que influye en el resto de la trama y cómo su escritura es disciplinada y compulsiva, que requiere de que luego haya unas terceras personas de su máxima confianza que se encarguen de leer el texto.
Nos ha hablado de su pasión por la restauración y cómo ésta, requiere grandes sacrificios con la familia, lo que la llevó a renunciar a ella.
Para mí, ha sido todo un lujo, poder transmitirle, de manera personal y directa,  mi enhorabuena por haber sabido transmitirnos unos paisajes plagados de misterio e imágenes, gracias a la palabra, así como presentarnos unos personajes de carne y hueso, con sus debilidades, traumas, aciertos, pasiones y anhelos.
Guardaré la foto que nos hemos hecho sosteniendo el libro en braille con su sonrisa y mi emoción.
Lástima que el próximo encuentro me va a resultar esquivo, por tener que presentar desde el Clu Braille, una conferencia en torno al bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi y Richard Wagner y la importancia del braille en el acceso a la música. Será mi amiga Elena quien entregue a Julia Navarro su ejemplar braille de "Dispara, yo ya estoy muerto". Una pena, pero de momento no tengo el don de la ubicuidad.
 Un abrazo emocionado.

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domingo, 17 de noviembre de 2013

El pasajero del vagón número 13

Buena tarde de domingo.
Que no os suceda nunca como al protagonista de mi cuento de hoy. ¡Hay tanto que observar!
Que estéis bien.
Un abrazo de calor y colores.

El pasajero del vagón número 13

Los pasajeros descienden, en cada parada,  del vagón. Yo sigo a lo mío, no quiero distraerme de la lectura no sea que alguien me pregunte o quiera pegar la hebra y no tengo ninguna gana de palique. ¡Hay gente tan pesada!
Como cada mañana, al amanecer me he subido al Tren de la Rutina. Alguien más supersticioso habría preferido no hacerlo ese día. Y es que el vagón al que subí, por aquello de que fue el que paró enfrente de donde yo me encontraba, era el número 13.
Mi trayecto es indefinido. No tengo prisa por bajar.
El tiempo no importa. Nadie me espera al salir. ¡Estoy tan solo!
El tren mantiene su itinerario habitual. ¿Quién lo conducirá? ¿Será automático? ¿No habrá nadie que lo lleve? ¿Y si equivocara su destino?
Bajo mis ojos hacia el papel. No quiero que, por un error, se encuentren con otros ojos que tienten a los míos a cruzar el puente de la nada. No me importa que pudieran ser los de una mujer, perfilados de promesas y picardías. No, no quiero.
No quiero mirar nada, ni siquiera a la ventanilla que queda a mi derecha, no vaya a ser que me tope con algo hermoso que me atraiga e impulse a bajar. El papel preñado de grafías negras debe ser su único imán. Nada de curiosidades estériles, nada de posibles sorpresas.
Abstraído como estoy de nada me apercibo. No me he dado cuenta de que ya viajo solo, de que algo extraño ha sucedido, los frenos chirrían. Estrépito.
¿Dónde estoy?
Todo es oscuridad.. No tengo más remedio que…
Tendré que levantarme del asiento. Ya no recordaba lo incómodo que son estas tablas.
¡No puedo levantarme!
¡No puedo moverme!
Algo hace que esté aprisionado.
Ahora sí quiero que mis ojos miren. Ahora mis ojos nada ven. Oscuridad total. Se me cae el libro de las manos.
Continúan los chirridos y el estrépito. ¿Será posible que…? Mi mente formula una inverosímil posibilidad: estás en el cementerio de los trenes. Este viejo tren va a ser desguazado y tú con él. Serás convertido en un amasijo informe.
¿Será posible que no se den cuenta de que aún quedaba un último pasajero en el vagón número 13?
-¡Escúchenme! ¡Estoy aquí!
Empiezo a notar que están elevando la máquina. La zarandean. Trato de aferrarme para no caer. Vuelvo a gritar. ¡El techo se viene sobre mí como si fuera empujado por el puño de un gigante!
 Cada vez tengo menos aire y menos espacio para respirar.
¿Y mi libro? ¿Adónde fue a parar?
Por fin puedo liberarme de la garra que me tenía soldado al asiento. ¿De qué me sirve? Todo se cierne sobre mí. Intento encontrar un resquicio por el que salir de aquella madriguera de muerte.
Me arrastro, trato de esquivar el amasijo de hierros y madera, de cristales.
Ya no puedo gritar, no me quedan fuerzas. ¿De qué me habrían servido de tenerlas?
Ahora me acuerdo, ahora me arrepiento. ¿Por qué no alcé la vista cuando podría haberme salvado?
¡Dios! Una maza brutal se abalanza sobre mí. No podré esquivarla.
Chatarra, destrozo, herrumbre, gusanos, ratas. Ese será el destino maldito del último pasajero del vagón número 13.
Alguien, mucho tiempo después, encontrará unas hojas cuarteadas por la humedad y sin que casi pueda leerse su contenido. Ese alguien, curioso por naturaleza, observador, continuo fisgón, las recogerá porque tal vez de ellas pueda extraerse una increíble historia que le dé el artículo que se hará merecedor del mayor galardón que se concede en el mundo del periodismo. Una historia de un pasajero que cada día subía al Tren de la Rutina y que se negaba a mirar, una historia en la que cuando ese pasajero quiso, por fin, levantar la vista para hacerlo, lo único que pudo contemplar fue su propia muerte.

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jueves, 14 de noviembre de 2013

Ilusión

Buena noche de jueves poético.
Aquí mi nuevo esbozo de poema.
Que no nos falte nunca la ilusión aunque nos llamen ilusos.
Con cariño y de corazón.
Un cálido abrazo ilusionado.

Ilusión

Iluso, me dicen, por soñar con poseerte;
Hojas amarillas que rebolotean en otoño, traviesas buscando tu cintura.
Tener un instante de tu compañía.
Iluso, me llaman, por pretender tu primaveral dulzura;
Golondrinas que siempre vuelven, mensajeras de tu Arte.

Ilusionista, aprendí a ser, para sacar de tu chistera;
La caricia de tu veraniega sonrisa.
Disfrutar de la luz de tu alegría.
Ilusionista, aspiré a ser, sin pausa pero con prisa;
Por jugar con tu piel y tu melena.

Ilusionado vivo en el invierno de mi soledad,
Porque sé que, a veces piensas en mí.
Beber los misterios de tu hechicería.
Ilusionado, camino por mi ceguera sin fin,
Porque en tu corazón también cabe mi horfandad.

Ilusorio, parezco al silbar a la noche, retándola:
Oropeles de guirnaldas y confetis.
Probar el sabor de tu lencería.
Ilusorio, era aquel espejismo de ufana Ave Fénix;
Que renacía de la ceniza destructora.

Ilusión óptica de ciego enamorado;
Eterno ilusionado de la vida.
Tejer momentos de tu felicidad y la mía.
Ilusión de niño ingenuo que, de todo, se admira;
Ilusionista, creador de cuentos que arropen tu futuro junto a mi lado.

Ilusión, ¿se llama?
Ttener un instante de tu compañía.
Disfrutar de la luz de tu alegría.
Beber los misterios de tu hechicería.
Probar el sabor de tu lencería.
Tejer momentos de tu felicidad y la mía.
Ilusión, ¡se llama!
Te quiero, vida mía.

  

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domingo, 10 de noviembre de 2013

El último impulso

Buena noche de domingo. Feliz semana. Paz y bien.
Aquí mi nuevo cuento que brota de la imaginación.
Gracias por estar ahí al lado.
Un abrazo y buena semana.

El último impulso

Una casa abandonada en proceso de derrumbe será el escenario de esta historia de oscuridad y muerte.
Una valiente mujer se adentrará en ella demostrando que quien quiere, puede penetrar en la tumba del dolor. Pero, eso sí, al hacerlo se expondrá a ver el deformado rostro del mal
Unos niños gritarán pidiendo auxilio aunque sus súplicas cada vez se escuchen más débiles, más agónicas.
Habrá también, mucha gente que pase, sorda a toda llamada, porque es más cómodo no escuchar y, mucho más aún lo es, no mirar.
Encontrarán, cómo no, una bestia enloquecida que hunde sus fauces sedientas de sangre en todo aquello que sea carne humana. Al hacerlo, sus ojos brillarán como las ascuas.
Unas traviesas criaturas se divertían ajenas a todo en el desván. Se creían invencibles, jugando a cuatreros y piratas. Percibieron un aullido. Serían las olas del embravecido océano, zarandeadas por el tifón. El botín no se les podía escapar. Atraparían a la débil damisela que quiso esconderse de ellos. Percibieron estruendo de fuertes pisadas. Serían los caballos en estampida. Ellos sabrían conducirlos a su majada secreta.
Teresa recorre las calles de los suburbios de la gran ciudad. ¿Qué importa cuál pueda ser. Todas los tienen: chabolas apretujadas, basura, cascotes, gritos, puñales y hedor animal.
Teresa no hace ascos a nada. Con su determinación y su carrito mágico en el que se mezclan agua, alimentos, vendas y pobres medicinas, está acostumbrada a verlo todo. Lepras y gangrenas, deformidades y miseria, ratas, chinches y piojos.
Apenas si queda algo de luz, el día deja su paso a la noche. Y la noche, a la rapiña y a la presencia de todo aquello que debería aniquilarse.
Teresa, como siempre, está agotada. No sabe de dónde saca fuerzas para encarar su misión cada día. Desde luego que no será por lo que duerma o coma.
Ya no sabe si los gritos de socorro que acaban de llegar hasta sus oídos son alucinaciones de la fiebre en su mente saturada de tragedias o son reales. ¡Hay tan poca luz en esos andurriales!
 Debería ignorarlos. Tiene que descansar. Llegar cuanto antes al hospital.
Sigue oyendo los lamentos, los sigue escuchando pero cada vez le llegan más débiles mientras que, como solapado, otro ruido aumenta. ¿Otro ruido? Más bien, parece, un rugido mortal.
Deja el carrito y coje lo primero que encuentra su mano: un palo carcomido.
Alza la mirada y la dirige allá de donde provienen los angustiosos quejidos.
¿Allí? ¿Cómo puede ser? Una pared desdentada de adobes y hoquedades. Ni puertas ni ventanas, plásticos y sacos de arpillera hacen como si lo fueran.
Corre lo poco que puede, siente la urgencia del drama.
Arriba, arriba.
Un proyecto de escalera.
Sube, sube.
Gritos, gemidos, horribles chasquidos de… ¿huesos al ser quebrados?
¡Un perro salvaje! Una hiena babeante ha alcanzado su presa.
¿Qué puede hacer Teresa? Con su debilidad de agotamiento y su palo de carcomida madera.
¡Interponerse! ¡Ofrecerse virginal y expuesta!
La bestia maligna se detiene un instante, sorprendida ante la nueva presencia. La mira con sus ojos de lumbre llameante y su lengua colgante.
Castañeteo de dientes acompañan la escena, cual coro de voces blancas.
El monstruo se hiergue de patas queriendo tomar su último impulso mortal. ¿Hacia dónde dirigirá su zarpa?
Si yo fuera ustedes, no me quedaría para averiguarlo, no fuera que…






 

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sábado, 9 de noviembre de 2013

Porque no hay 2 sin 3, vuelvo a plantar árboles con BBVA

Regreso ahora, feliz como siempre, de lo que, para mí, constituye una de las actividades estrella que llevo a cabo a lo largo del año y bien sabéis que son muchas las que realizo. Pues, sin duda, la de participar en la plantada de árboles que organiza la Oficina de Voluntarios de BBVA, siempre tendrá un rincón especial en mi corazoncito. No hay duda: no me la puedo perder. Cómo lo iba a hacer si voy tan bien acompañado de Elena y me tratan con la pleitesía de un duque.
Además que coincidiera con el día de la patrona y que fuera en Villannueva del Pardillo, aún lo hacían más necesario (por aquello de que algo tenga que ver con mis apellidos segundo y tercero, jejejej… “Pardo es a Pardillo como…”).
El día ha resultado espléndido de radiante sol, nada que ver con el aguacero y el barrizal de 2012. Claro, que eso ha hecho que la tierra estuviera más dura y hubiera que darle más duro a la azada.
Tampoco es cuestión de presumir de cavador, no vayáis a pensar. Como siempre digo, me resulta muy arduo el tema de cavar por la falta de costumbre y por la ceguera, pero algo hemos hecho.
No me gustaría repetirme y volver a contar, cual desmemoriado cegatón, las mismas batallitas de Abuelo Cebolleta de cada año, porque además, siempre hay algo distinto que lo hace especial.
Pero sí, me siento en la necesidad, como siempre, de resaltar el cariño y la naturalidad con que soy acogido.
Eso de llegar y subir al autobús que nos trasladaría y ser aclamado y obsequiado con besos y apretones de manos por doquier, es algo fantástico.
Que Diego Cruz, el gran Dieguito, el máximo responsable del evento, tenga la delicadeza de reservarme sus atenciones en medio del tinglao que resulta mover a 230 personas, coordinar la plantada y mantener las relaciones institucionales de rigor, es un lujazo que emociona de verdad. Que me presente a la concejala de Medio Ambiente del pueblo como el mejor voluntario, junto con Elena, y nos pondere ante ella y ante quien se tercie, es una pasada.
Hemos plantado en lo que fuera un antiguo vertedero, más de 600 brotes de encinas, salpicadas de romero, majuelos y otros arbustos. Ojalá que un día pueda pasear por ese lugar, porque será un encinar agradable y lo sentiré como un poco mío. Ya sé, igual tiene que ser cuando las ranas críen pelo, jejejej, pero… quién sabe.

Ya se ha perdido la novedad del primer año, pero no así mi entusiasmo e ilusión.
Rodrigo, un niño de 7 años, que ganara el premio de redacción el pasado año, me cuenta chistes y demás, mientras yo a la vuelta, le obsequio con una seta de Pedo de Lobo, bonito nombre, al tiempo que le susurro que a qué me va a invitar para que vote su relato, jajaja. Me cuenta su madre, cómo está alucinado con mis mañas y cuentos. Es majísimo y le animo a que siga tan espabilado y simpático.
Reencuentros con estupendas personas, encuentros con otras nuevas, calidez y calidad humanas a espuertas.
Copiosa comida, vuelta entretenida. Día completo.
Emociones al tocar la tierra desgranándose entre mis dedos, sensaciones al sentirme tan querido, al saludar a directivos de un señor Banco, mostrándome su sencillez y afecto, alegría de la buena al compartir mis chanzas que hacen reír… “…si me invitas a cenar, no olvides prepararme esa tarta de zanahoria tan rica, lo digo por aquello de que la zanahoria dicen que es mu buena pa la vista, jajajja”, mientras los técnicos /a explican el proceso de plantado como cada año, yo digo por lo bajo _cuando habla la chica_: “a ver a mí cómo me explica cómo la tengo que meter, jajajajaj”… En fin, otro año más, otro día redondo.
A aguardar a 2014 que espero seguir dando color y poniendo el ojo en la azada o yo qué sé, creo que era al revés. Jajajaj.
Gracias a Elena por haberme introducido en esta aventura reforestadora, gracias a quienes hoy han vuelto a ser ojos y guías para mí, y gracias a los Voluntarios de BBVA, con Joaquín y Diego, a la cabeza, por hacerme el regalo maravilloso de poder ser partícipe de esta actividad.

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viernes, 8 de noviembre de 2013

El precio de la empatía

Qué bonita palabra: empatía, empatizar. El diccionario la define como: “sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra”
Vaya, ponerse en el lugar del otro, tratar de comprender al otro no desde nuestra posición, sino desde la suya. Trascender nuestro ser para prolongarnos al del otro.
Muy bien, todo esto está muy bien, pero ¿y el precio que hemos de pagar quienes tratamos de practicarla?
Cuántas veces no me he tenido que escuchar eso de que “al bueno le llaman tonto”, tener la “mala” (entre comillas) costumbre de pensar en el prójimo más que en uno mismo y ahora, a cuenta de un curso que tengo que hacer por mi trabajo, resulta que me hacen un bonito test de ésos traducidos de la psicología laboral, importada de Estados Unidos, sobre la resolución de conflictos y al ser empático le llamen acomodarse, como antagónico del competitivo. ¿Acomodarse es ser empático? ¡Tiene narices.!Esta historia del test y el que a mí me haya salido que en las 5 posiciones que pueden adoptarse ante todo conflicto (competitivo, colaborador, compromiso, eludir y acomodarse) a mí me haya salido la mínima puntuación en la primera actitud y la máxima en la última, me hace querer compartir una reflexión acerca de adónde nos está conduciendo todo esto de las teorías neoliberales postindustriales y los valores que uno ha mamado en una sociedad de origen agrario y creencias católicas.
Ja, vaya manera de pasar la tarde del viernes, en vez de dándome un garbeo y celebrar la patrona madrileña que es mañana, voy y os escribo este rollo.
¿Qué queréis? No me ha gustado nada, por mucho que la profesora del curso, trate de endulzar el tema echándole la culpa a la traducción del inglés al español, el que a la empatía la llamen comodidad.
Porque de cómodo, nada. El ser empático no es cómodo, sí es muy de valorar, al menos, a mi modo de ver. Si lo bueno es ser competitivo, imponer nuestros deseos y voluntades, frente al renunciar a lo nuestro en pro de los demás, ¿adónde iremos? Ser el mejor frente a ayudar a que los demás, sean.
Seguramente, no habrá de negarse que ser competitivo, en cierta medida, resulte deseable, Competir por mejorar algo cada día, crecer, aprender, superar retos. Creo que yo lo hago en mi día a día y, sin embargo, resulta que no soy nada competitivo, ja. Si ser competitivo es pisar al otro, ganar a costa de lo que sea, claro, eso no va conmigo. La competencia es buena y necesaria. Sí, hablo de que no existan monopolios, sino oferta. Otro día podemos hablar de la competencia por cualificación para hacer algo, ser competente, pero ahora la cosa alude a la competencia por competidor.
Me apunto a la empatía, al pensar antes en cómo puedo ayudar al otro, al tratar de que ese otro se sienta protagonista y partícipe.
Aunque eso me suponga renunciar a cosas, aunque me tachen de acomodaticio o hasta haya ocasiones en que por no ser tonto (al menos, no demasiado) pero sí bueno, te sientas defraudado o notes que te utilicen.
Ya sé, es bueno esto del test, ja. Saber que uno no será nunca un líder, que generará frustración el constatar que tienes que ponerte en tu sitio pero que te cuesta tanto hacerlo o que deberás esforzarte para aplicar aquella máxima de “más vale una vez colorado que ciento amarillo” 
  Está muy bien conocerlo, pero creo que seguiré siendo empático aunque vengan los gurús de la psicología y me digan que soy una persona cómoda, ja.
 Y frente a ellos me quedaré con la frase del poeta libanés Gibran Kahlil: “la ternura y la amabilidad con los demás no son signos de debilidad o desesperación, sino manifestaciones de fuerza y decisión”.
Y también, por qué no, con la de Winston Churchill: “es necesario tener valor para levantarnos y hablar. Pero también es necesario tenerlo para sentarnos y escuchar”.
Buenas noches.

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jueves, 7 de noviembre de 2013

Aniversario

Buenas noches:
Porque merece la pena que se celebren los aniversarios de ilusión y felicidad.
A vuestra salud y evocadora fantasía.
Con cariño y gratitud sincera.
Un cálido abrazo de luz y rosas.

Aniversario

La copla canta a las violetas cada nueve de noviembre.
Canta a los versos que le mandaba un anónimo poeta
Rosa blanca de pureza y candor.
Mientras, yo te escribía una carta discreta.
Mientras, amor mío te dije, buscando saciar, de compañía,  contigo mi hambre.

Furtiva fue mi palabra sincera,
Honesto mi deseo de vida en común.
Rosa roja de pasión y rubor.
Clandestina mi promesa de un cielo azul,
Auténtico mi voto de fidelidad primera.

Tres letras valían por una declaración,
Todo un mundo de sentimiento anhelado.
Rosa rosa de sensibilidad y fervor.
Símbolos en clave de círculo dibujado,
Lanzado al aire de nuestra particular canción.

Nos abrazamos a la primera oportunidad,
Nos besamos en precario equilibrio.
Rosa amarilla de oro prometedor.
Nos descubrimos con ansias y brío,
Nos entregamos sin freno ni mentira o verdad.

Cuatro rosas, hoy te regalo con este poema;
En recuerdo de tu generoso consuelo que a mi soledad, mudó en alegría.
Cuatro rosas, hoy te compongo, querida mía;
En ramo de laureada corona y perfumada diadema.

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domingo, 3 de noviembre de 2013

Ha sido el Celes

Buenas tardes de domingo.
Aquí mi nuevo cuento otoñal.
Que estéis bien. Feliz semana.
Con cariño.

Ha sido el Celes

En el celebérrimo parque de Tetis I, estratégico enclave poblado de encinas y robles, en su día, que fuera distinguido con la fama de rico en flora y fauna del lugar, ahora no queda ya nada. Tierra requemada, desolación y muerte. Barrancos pelados, silencio y cenizas por doquier. Bueno, sí, algo sí ha quedado: mucha basura, chatarra y despojos, un calcetín mugriento, harapos deshilachados y plástico, sobre todo, mucho plástico. Toda esta amalgama de desperdicios pugna por destacar en una macabra danza maldita, cuya sola música la compone un viento huracanado que gime su melodía sin piedad ni rubor hacia el horizonte.
Qué iba a pasar por prender un travieso fuego? Si se quemaba algo, daría igual .Era tanto el vergel que cada año iba en aumento, que no supondría merma alguna en ese idílico paraje.
Si no se ponía remedio, la selva lo engulliría todo. De un día para otro, los helechos, raíces y lianas hacían de Tetis I un lugar claustrofóbico e inhabitable.
Esto no podía ser, ya que de otra manera, ¿adónde iría el Celes, un chiquillo vivaracho y resuelto que se negaba a dejarse vencer como lo habían hecho todos los demás?
El Celes había caído en las redes del pillaje desde muy chico.
Había preferido robar a trabajar, pedir a ganar. ¡Era tan cómodo y podía conseguirse tanto de esa manera, por vil que fuera!
El Celes tenía cara de rata, andares de hurón y garras de alimaña.
Furtivo por naturaleza, esquivo en el trato y frío en la acción.
¿Su familia? La noche.
¿Sus amigos? La perfidia y el mal.
Quemaría el monte. A él, tanto le daba que ardiese o no.  El monte no le proporcionaba sus golosinas favoritas: el aguardiente y el dinero con el que comprar mujeres y lujo.
Así que una noche, la noche su mejor cómplice y aliada, lo dispuso todo. Requisó un bidón de gasolina en el almacén de don Germán y cargado de rencor contra ese señorito y contra la naturaleza por empeñarse en ser más que él, no lo dudó: lo vertió con saña y…
Las llamaradas pronto se adueñaron de la oscuridad, haciendo su papel, enrojeciéndolo todo con el color de la sangre.
-¡El Celes, ha sido él!
Mientras el griterío y el pánico se adueñaba de todos, alguien, enseguida se acordó de aquél a quien se le atribuían todas las fechorías.
-¿Qué más da quién haya sido? Huyamos, corred, corred.
El fragor del fuego se mostraba insaciable, hambriento voraz.
En los pueblos de alrededor tañeron las campanas a rebato, mas nada podía hacerse para sofocar semejante hecatombe.
¿Y el Celes? Habría sido capaz de salvarse? Si así hubiera hecho, ¿podría vivir tras su negro crimen?
Tres días hubieron de pasar hasta que las llamas calmaron su ansia de cenizas. Tardarían muchos más años en transformar el grisáceo aspecto que habían dejado en verde de vida.
Así sería, porque siempre había renacido la naturaleza. Pero cuando esta historia os cuento, no se ha producido aún el milagro. 
¿Cuántos años han de pasar?
Ah, ¿y el Celes?
Entre las cenizas del monte, si alguien hubiera querido mirar con detenimiento… unos harapos y un calcetín y unos dientes de rata.
Mis padres me contaron que hubo un tiempo en que Tetis I era el mejor monte de la rinconada, más aún, de la provincia. Hoy llego yo, con mi mochila y mi bastón. Nada de aquello encuentro. Tan solo basura y plástico.
La tierra que piso es dura, muerta. Saco la azada que he traído, no puedo, no puedo clavarla. Intento romper la costra.
Vierto el agua de la cantimplora. La había racionado para el regreso y ahora la derramo allí.
Ceniza y más ceniza, gusanos y muerte. ¿De qué ha servido mi estúpido intento?
Traía una ramita de eucalipto para plantar, mas al depositarla en ese erial, se me ha desecho.
Polvo, ceniza, plástico, nada, nada.
El huracán vuelve a chirriar. Quiere que yo, al igual que el resto de despojos, baile también. ¿Acabaré siendo yo también otro despojo? ¡Qué ingenuo fui al querer creer que el Celes tuvo tiempo de cambiar y arrepentirse!
¿El Celes?
Una risa triste se solapa al ruido del viento. ¿Una risa? ¿Triste?
“Ingenuo, ingenuo, ingenuo”. Ja ja ja ja
Ya no siento los pies sobre las cenizas, vuelo, un brazo por allí, una pierna por allá, mis huesos, qué dolor. Nada, nada, nada.
Uuuuuuuuuuuuuuuu
Crash, crash, cron cron uuuuuuu



 




 



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viernes, 1 de noviembre de 2013

Los sentidos de las palabras

En una de las últimas novelas que he leído, “La verdad sobre el caso Harry Quebert” se aluden, más allá de la historia de intriga, a algunos temas relacionados con la escritura y quien escribe. A cuenta de ello, me apetece compartir con vosotr@s una reflexión sobre las palabras y sus sentidos.
Dice el protagonista que las palabras están ahí para todo el mundo, pero la clave es darles el sentido adecuado a la hora de escribir. Tiene razón, mucha razón. Puedes escoger una palabra al azar, ya sea del diccionario o de lo que sea que puedas escuchar en cualquier instante y, cada uno de nosotro@s podremos, con ella, crear una historia diferente, darle un sentido distinto.
¿Será, tal vez, por el hecho de que a mí me falte un sentido por lo que me hizo tanta gracia esa afirmación? “El sentido de las palabras”
¿Sentidos las palabras? ¿Es que las palabras ven, oyen, tocan, huelen o saborean?
Qué cosas. Ah, es que estamos hablando de otro tipo de sentidos, no los sensoriales si no los conceptuales. Sentido por concepto: qué queremos significar al pronunciar la palabra, qué edificio construir con ese ladrillo que es la palabra.
Me diréis que no hay tal duda, que el significado de las palabras es el que tiene establecido la Real Academia de la Lengua en su diccionario y punto.
Y, sin embargo, sigo creyendo que Harry Quebert tenía razón al decir que una misma palabra puede tener distintos sentidos, más allá de las acepciones que el diccionario les otorga.
Si pensamos en la palabra “agua”, el diccionario la define como:
Sustancia líquida, inodora, insípida e incolora en pequeña cantidad y verdosa o azulada en grandes masas, que está formada por la combinación de un volumen de oxígeno y dos de hidrógeno.
4 letras sin más, pero, si afirmo:
“Eres agua para mí, mujer, en el desierto de mi vida”
““Me has venido como agua de mayo.”
El agua a la que aluden estas 2 frases nada tiene que ver con la definición oficial y, no obstante, es perfectamente válida.
Las palabras, tan variadas, tan ricas en su diversidad, tan cargadas de posibilidades a la hora de usarlas en nuestro provecho. Son vía de unión y concordia, pero también dpueden llegar a constituirse en arma arrojadiza que hace daño, mucho daño.
Ah, y no hablemos ya del revestimiento que le demos a través del tono: “cariño”, “¿cariño?” “¡cariño!” La misma palabra, pero con 3 sentidos diferentes: el aséptico objetivo, el inquisitivo meloso, el apelativo / grito.
Las palabras son mágicas. Ofrecen toda una gama de posibilidades, están a nuestro alcance para usarlas. ¿Por qué no, entonces, hacerlo en su máxima expresión?
Juguemos con ellas, divirtámonos, creemos, proyectemos.
Palabra, 7 letras, un universo de sentidos, decires y quereres.

  

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jueves, 31 de octubre de 2013

Sueños

Buenas noches de jueves, jueves mágico de brujas y dulces, castañas y panallets.
Aquí mi nuevo esbozo de poema, cargado de sueños y anhelos.
Que te guste y haga soñar, jejejej.
Con cariño.

Sueños

Soñar quería porque cuando soñaba, te veía;
Sueños de soñador, ciego triste.
Conquistarte, mujer hermosa y hechicera.
Sueños de explorador, luchando por traer lo que tú siempre me pediste;
Soñar quería, verte de noche y de día.

Soñar deseaba, que tu pelo fuese mi jardín;
Sueños de jardinero, regar tus flores de piel y tus frutos de dulce sabor.
Poseerte, hembra de bravura verdadera.
Sueños, colgarme de tus ojos de mágico ardor;
Soñar, evocaba tus jadeos sin fin.

Soñar, repetía y repetía tu nombre;
Sueños, perderme entre tus laberintos;
Elevarte, peldaño único de mi escalera.
Sueños, encontrarme entre tus ocultos instintos;
Soñar, clamaba por las brasas de tu lumbre.

Una gota de agua, rosado rocío,  era tu dulce lágrima de felicidad;
Una sonrisa, espumeante cascada, era tu dorado cascabel.
Ganarte, laurel de triunfos, diosa de la primavera.
Una caricia, aleteo de sedosa avecilla, era tu palabra más fiel;
Un suspiro, huracán de corazones, era tu mensaje de promesas sin maldad.

Soñar, soñé con tu lágrima de felicidad;
Creer, creí que mío sería tu dorado cascabel;
Recibir, recibí, acaso, tu palabra más fiel;
Escuchar, escuché, de ti, sirena del mar, tus promesas sin maldad.

Mujer hermosa y hechicera, sueña conmigo, minuto a minuto;
Hembra de bravura verdadera, galopa sobre mi alma, a cada instante;
Peldaño único de mi escalera, deja que sea testigo de tu angustia y tu calma para que nada te espante;
Diosa de la primavera, hechízame con tus sortilegios de duende astuto.

Soñar, te llamas;
Sueños son tus apellidos;
Mujer, brasa de mis latidos;
Amor, siempre de mí te escapas.

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martes, 29 de octubre de 2013

Una tarde de emociones

Buenas noches de martes, último de octubre.
Con emoción, comparto mis sensaciones vividas esta tarde al visitar, por primera vez, los locales de la editorial Vive Libro, la que confiara en mí hace algo más de un año y posibilitara que mi ópera prima, “Huellas de luz: relatos de un ciego optimista y esperanzado para tiempos de crisis” fuese una realidad.
He puesto 2 fotos que me han hecho y espero la semana que viene compartir la entrevista en su canal de televisión por Internet, motivo por el que les he visitado.
Me ha acompañado mi padre y su trato ha sido excelente.
Oler el papel y escuchar el ruido de las máquinas imprimiendo libros es muy emocionante, tocar un libro en su esqueleto y luego tocarlo “vestido”. Como si fuera el paritorio de los libros, algo así.
Me he imaginado cómo nació mis Huellitas, como se diseñó, maquetó, imprimió y encuadernó.
Uno disfruta estando allí. Para ellos es su trabajo y lo hacen con profesionalidad y cariño, pero para quienes, como yo, somos apasionados bibliófilos y aspirantes a escritores, resulta de lo más emocionante estar allí.
Quiero agradecer su acogida y apoyo, no sólo hoy, sino, desde que Javier de Juan de JdeJ Editores, me pusiera en contacto con ellos.
Un lujo contar con su labor y ya sueño con un nuevo parto con aires viajeros. ¿Será niño o niña? Jejejejjeje.



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domingo, 27 de octubre de 2013

La escalera

Buenas tardes de domingo:
Que estéis bien y que la angustia no os venza nunca. No os rindáis aunque la semilla de la esperanza a veces acabe siendo en lo estéril.
Con cariño y siempre adelante.
Un cálido abrazo de luz.

La escalera

Tengo que subir esa escalera. He de hacerlo, no puedo rendirme, si lo hago moriré o peor aún.
Tengo miedo, mucho miedo. La voluntad no me obedece, ¡no puedo dar el paso!
Ah, si dispusiera de una mano amiga… me aferraría a ella y las cosas serían más fáciles. Tiraría de mí, me transmitiría seguridad y confianza, pero yo solo… ¡yo solo no puedo hacerlo!
No se ve nada, sólo existe el abismo. Las sombras se han adueñado de todo. No veo, no veo.
-Vamos, chico… da un pasito. El corazón retumbante me habla.
Quiero hacerlo, pero no puedo. Si pierdo la referencia del suelo me caeré, ya no volveré a estar de pie nunca más.
¿Cómo fue que llegué a este reino de tinieblas? ¿Cómo salir de él? Tan solo la oscuridad es lo que me rodea y la nada, más allá. El vacío absoluto.
No sé. Me desperté, ¿cuánto hace de esto? Me desperté y sólo había oscuridad
Tanteé arrastrándome, topé con peldaños resquebrajados de una escalera de cuerda despeluchada, extendí las manos, mas… ¡no hay nada más!
Si me muevo un poco, a mi derecha o izquierda o … me hundiré en los abismos.
¡Quiero vivir! ¡Ayúdenme!
Nadie responde. ¿Quién lo habría de hacer si esto es la nada. Estoy solo. Nadie vendrá. ¿Y si me rindo moriré.
Zzzzzzssshshshshshszzzzzzz
¿Qué? ¿Se oye algo reptando? ¡Dios!
Se está colando por la pernera del pantalón. Es pegajoso, como de baba caliente. Sube, sube. Pronto llegará a la pelbis. ¿Me morderá.
Sacudo convulso el cuerpo. Continúa su implacable camino.
Oh, no.
Se me ha pegado la mano a lo que sea esto. Si no subo la escalera antes de que me engulla la baba…
Me pica, duele, quema.
Todo viene de abajo.
¿Y si me dejara caer? ¿Si me zambullera en el abismo? Caer caer caer.
¡La cogí!
Se mueve todo, no la soltaré.
Ya tengo el pie en el primer peldaño de cuerda.
La gran baba viscosa tira de mí hacia abajo, pero no me voy  a rendir.
Ahora ya solo falta subir. Poner el otro pie y el otro y el otro.
¡Nooooooo! No no no.
Caigo caigo caigo. La baba me aprisionó… ¿Dónde está? ¿Dónde están los peldaños de esa odiosa escalera? Nada, no hay nada, sólo nada nada nada naaa…
Maldita escalera, que sembraste en mí semillas de esperanza, y te has disuel…
La len gua se me pe pe pe pe gggggggg.
Nada, silencio, oscuridad, nada nada nada. Muerte, abandono, olvido.  Negrura.






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viernes, 25 de octubre de 2013


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jueves, 24 de octubre de 2013

Mis manos

Buenas tardes:
En este jueves otoñal de lluvia e intimismo comparto mi nuevo esbozo de poema que os dedico a vosotr@s, que dejaís que mis manos se cojan a vuestros brazos para guiarme sin peligro por mis caminos.
Un cálido abrazo agradecido.

Mis manos

Quisiste, amiga mía, que tocase tu cuerpo mojado;
Con mis manos portadoras de luz anhelada.
Manos que me traen vida.
Dejaste que viera tu rostro de limpia alborada;
Con mis dedos de andante cegado.

Me pediste, querida mía, que enterrara en tu melena
Estas manos mías, buscadoras de tesoros.
Manos que me regalan la palabra escondida.
Dijiste que su tacto no era vulgar sentido en ignoto paradero,
Si no galán conquistador en la bravía arena.

Cuida tus manos de explorador, amor mío;
Me susurras al oído, mientras te descubro.
Manos que me enseñan a ver la belleza dormida.
Las cuidaré porque, con ellas te cubro
De pétalos de rosa y urgente desvarío.

Mis manos, siempre hambrientas de suaves tocares;
Exiliadas de pieles y turgentes curvas.
Manos que me acercan a la pasión debida.
Tristes por sentirse vetadas entre malditas dudas;
De quienes las tachan de pecaminosas alambres.

Yemas de seda las visten,
Dedos de regaliz las nutren.
Manos que aferran tu alma perdida.
Nudillos acróbatas las encogen,
Líneas de augurios las envuelven.

Estas manos mías que son vida,
Que me traen la palabra escondida,
Que me enseñan la belleza dormida,
Que me acercan a la pasión debida
Y que aferran tu alma perdida;

Quieren, con sus poros quererte;
Desean, de deseos encenderte;
Buscan, incansables buscadoras,  el punto donde estremecerte;
Anhelan, sedientas anhelantes, de gozo, saciarte;
Siempre, siempre… ¡Acariciándote!




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domingo, 20 de octubre de 2013

Los hombres de blanco

Buena tarde de domingo.
Que estéis bien.
Feliz semana.
Cuidaos y soñad, soñad…

Los hombres de blanco

Los hombres de blanco confiscaron todo lo que tenía. Mi encerado y mis alicates, mis pinturas y mi papel de papiroflexia, mis juguetes y mis peluches.
Me dejaron desnuda, trémula de frío y angustia.
Los hombres de blanco decían que lo hacían por mi bien. ¿Mi bien? Mi bien era seguir en mi celda de cristal.
Lo rompieron todo, con violencia de monstruos. Me resistía, pero cómo habría podido vencerles. ¡Eran tan fuertes! Y yo tan débil, tan poquita cosa.
Se estaba tan bien en la celda… ¿Qué importaba que me ahogara? Más me ahogo fuera de ella, en el sitio donde me han traído ahora. Afirman que es el mejor sanatorio, pero ¡gritan tanto!
Yo era feliz con mi silencio y con mis tesoros.
¿Cómo me llamo? No lo sé, no lo recuerdo.
Dicen que me tome la medicación, pero yo no quiero. Me pinchan a la fuerza, me hacen daño. No quiero, no quiero, no quiero, daño, mucho daño. ¿Por qué? ¿Por qué? Quiero morir, morir, morir, morir.
Cuando vinieron, eso sí lo recuerdo, tarareaba la canción de Mambrú. ¿Quién me la enseñó? ¿Dónde la escuché? Nosotros no teníamos radio. Por tener, no teníamos de nada, ni siquiera, comida.
Mi madre me daba pan duro empapado en vino. ¿Era vino o era vinagre? ¡Era tan agrio! No sé. Luego me dormía, me dormía, me dormía.
¿Y papá? Papá se fue. Nunca más le vi.
¡No gritéeeeis! ¿Por qué gritan tanto?
Mamá también se fue. ¿Iría por vino?
Yo estaba tan bien, tan bien. Nada se oía. ¿Qué tenía en mis manos antes de que vinieran esos malditos señores de blanco?
Dijeron que un cuchillo. Pero si yo tan solo sabía hacer figuritas de papel.
Me chupaba los dedos. Sabían bien. Sabían dulces.
Dijeron que era sangre, ¡la sangre de mi madre! No, era vino, vino dulce. Tantos años dándome vinagre y, por una vez que probaba algo dulce…
Los hombres de blanco vinieron y me apresaron. ¿Dónde están mis juguetes y mi encerado y mi papel de papiroflexia y mis alicates?
-Hija, no cojas el cuchillo.
-Mamita, es mi lápiz para pintar.
-Hija mía. Hija mía. ¿Por qué me haces esto?
-Qué bonita es esta pintura. Roja, qué bonita es.
-Servicio de Urgencias, buenos días. ¿En qué podemos ayudarle?
-¿Vengan deprisa. La Laura ha matado a su madre. Y miren que lo decía yo, que algún día ocurriría una desgracia. Nadie quiso hacerme caso. Ni los del Ayuntamiento ni los del Servicio Social. ¿Y ahora qué? El padre huyó. Qué cojonazos tuvo. Dejar a la pobre doña Encarna con esa loca, por mucho que fuera su hija.
-Laura, ¿necesitas algo? ¿No me conoces? Soy tu padre.
-Déjeme, váyase. No, no, no. Quiero mis peluches y mi papel de papiroflexia.
-Hija, ¿por qué mataste a tu madre?
-Quiero vino dulce. Déme vino dulce.
-Hija mía. No debí marcharme. Pero… ¿me comprendes? Soy tan viejo ya. ¿Por qué tuviste que matar a tu madre?
-Vino dulce, vino dulce, alicates, peluches, pinturas.
-Vamos, señor; ella no le escucha. Déjela.
Y un pobre viejo, vencido por los años y los remordimientos, sale del Centro de Internamiento de Enfermos Mentales. También él quiere morir. Ah, la muerte. La muerte, esa dama esquiva. ¿Por qué no vendrá?




 

 





 

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jueves, 17 de octubre de 2013

El color de tus ojos

Otro jueves más, comparto mi intento de crear poesía. Ah, tus ojos… misterios y promesas, luz y espejo de tu alma.

El color de tus ojos

De qué color son mis ojos, me preguntas, sonriente;
cómo habría de saberlo si no puedo  vértelos, amiga.
DE amistad y cariño, brillan.
De qué color es mi mirada, dices con pícara intriga;
Cómo adivinártelo si tan solo percibo tu voz ardiente.

Imagino tus grandes lunas de enigma y atracción;
Con su plateada luz y mágica presencia.
De promesas incitadoras que, tentadores, titilan
   Imagino tus faros, de marina emergencia;
Con destellos que, entre riscos y acantilados, son salvación.

Sueño con tus carbones de fuego, alentadores:
Que prendan en mi fría alma de vagabundo.
De mensajes, que alegran a quienes, en su camino,  te encuentran.
Sueño con tus ventanas abiertas, de par en par, al mundo
Que, de aire fresco y rocío, empapen mis quereres.

Si ver pudiera tus ojos, ah felicidad;
Con tan solo un instante de tregua.
De sorpresas y acuoso fuego se llenan.
Si ver pudiera el aleteo de tus párpados, refrescante agua;
Que saciara mi luminosa necesidad.

¿Marrones, de tierra preñada de vida?
¿Azules, de cielo donde se albergan la noche y el día?
De  ofrecimientos y misterio, se empapan.
¿Verdes, de musgo y alegría?
¿Negros, de felina atrevida?

¿De qué color son mis ojos, simpático amigo?
  De amistad y cariño que, entregados, brilla;
 De promesas incitadoras que, al mirar, tentadores, titilan;  
 De mensajes, que alegran a quienes, en su camino, te encuentran;
De sorpresas y acuoso fuego, que se llenan;
De ofrecimientos y misterio, que se empapan.
¡Ah, si yo pudiera vértelos! ¡Triste testigo!



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martes, 15 de octubre de 2013

Camino a Santiago, 2013

Buenas noches:
Comparto la crónica de mi nueva llegada a Santiago de Compostela, sintiéndome, otro año más, peregrino.
Gracias de corazón a quienes hacéis posible este privilegio.

Camino a Santiago, 2013

Puede parecer reiterativo, y hasta aburrido, que vuelva a contar impresiones acerca de ese trozo final de Camino de Santiago que conduce a la meta de la Misa de Peregrinos junto a mis herman@s de la Fundación También, que hice el año pasado y que éste no podía dejar de repetir y que, ojalá así sea, durante muchos años lo haga de nuevo porque, como la vida, cada uno es diferente, cada encuentro con ell@s es especial. Y, por eso, y porque se lo prometí a Verónica, aquí estoy para contar un nuevo viaje de la emotividad y la superación.
Yo, sempiterno aspirante a Peregrino, tratando de marchar siempre hacia adelante en pos de nuevas metas,pese a la ceguera me emociono profundamente al compartirlo, al llegar hasta Santiago en compañía de Elena y de Personas (con mayúsculas) que enseñan que es posible llegar, Personas a las que no les importan ni las caídas ni los golpes ni las rozaduras ni el esfuerzo que les suponen sus diversas discapacidades, que pese a todo llegan, llegamos,  y sonríen y te ayudan y te aceptan sin preguntar ni etiquetar, que conjugan la generosidad en su máxima expresión.
Enseguida, Adrián, un muchacho de 19 años, estudiante de Administración y Finanzas, paraplégico, con su silla de ruedas, me ofrece su hombro para que me apoye en él y me conduzca a los aseos en la estación de autobuses de Villalpando, durante la parada y en otros tantos momentos del fin de semana también volverá a hacerlo, estando siempre pendiente de lo que pueda necesitar.
Recibo los besos saludadores de Fátima y su acompañante, Rosa, aquélla, con la que disfruté del piragüismo en Aranjuez, mientras nos asombrábamos de cómo alguien, cual carnicero de pro, partía melones a velocidad de vértigo. Me hace una enorme ilusión volver a encontrarme con ella.
Raquel, que en un principio, sería nuestra guía particular, la de Elena y mía, añadiendo a su labor de coordinación y apoyo general (eficiencia personalizada), se ocupa de que no nos falte de nada, un lujazo disponer de sus atenciones. Pero, pronto habrá más que nos ayuden y todos con la naturalidad, la sencillez  y el cariño de quien sabe hacerlo de corazón.
En el desayuno, tendremos ocasión de saludar a Teresa y agradecerle que, como presidenta, nos acoja con tanto afecto.
Aunque el Camino está previsto para ser recorrido en bicicleta (sea ésta del modelo que sea, en base a las necesidades de cada participante), Elena y yo lo atravesaremos a pie, también lo hará alguien más, Verónica, con la que enseguida me encuentro a gusto. Seremos los andantes (más bien el andante y las andantes, no sé si caballero o no, pero yo siempre cual jeque, bien acompañado).
Como el año pasado, la climatología es espléndida, como también lo son el ánimo y la charla.
Tanto Verónica como Raquel nos van pintando el entorno, con hórreos, pastos, albergues, flores y prados, sin prisa, con detalles, con calidez: luz a mis ojos velados.
A la tarde, ya lo dije el pasado año, el ambiente se torna mágico, robles y eucaliptos, silencio y aromas a leyenda.
Por la mañana, cogemos racimos de uvas, qué importa que no sean moscatel, si están a nuestro alcance. Qué cosas tiene este cieguito: atreverse a coger uvas. Menos mal que Raquel le lleva la mano al rácimo, que sino...
Por la tarde, vuelvo a abrazar el mismo roble, junto a Raquel, del año pasado. Invoco un deseo de paz y energía para quienes allí estamos.
La jornada de Camino ha concluido. La cena la haremos por el centro de Santiago, cada cual a su aire. Al final, formaremos un buen grupito en el que disfrutamos a tope. Carlos y Bruno, recordando peripecias de 2012, Soraya (siempre sonriente, pese a todo), Rosa y Fátima, entre otros. Cómo no: Riveiro, pulpo y bieiras engrandecen mi estómago y paladar. Ah, sí, y una mousse de chocolate y nueces por aquello de que son sanísimas para bajar el colesterol, jejjejeje.
El domingo vendrá cargado de ilusiones y de deseos de fortaleza ante la emotividad, que acabará rindiéndose al final, vencida por la camaradería, el estar allí y las lágrimas de sentimientos encontrados: tristeza por no ver, nostalgia, recuerdos, deseos de paz y bien. La plaza del Obradoiro repleta de peregrinos, música de gaita y banda, fotos, fotos, felicitaciones por haber llegado, cansancio, orgullo.
El regreso se hace pesado por el trayecto en autocar, pero se mitiga con bromas y chanzas de unos y otras.
Si el año pasado, disfruté y me emocioné, éste no fue menos. Tuve regalos increíbles: pude tocar el botafumeiro, volví a abrazar a Santiago, saltándonos la cola, y recibí el aliento necesario para no decaer en mi día a día de oscuridad, hice reír, di color, ¡qué felicidad más grande!.
En el hotel tuvimos un trato excelente, por parte del personal: nos pusieron la marca táctil en la tarjeta de la habitación y nos dijeron lo que contenía el bufet y nos trajeron cuanto quisimos, incluido un soberbio pedazo de tarta de Santiago, tras alguna gestión por parte del camarero (no estaba incluida y nos lo trajo de forma particular, provocando algún que otro comentario). Al fin, en un hotel me informan, de manera completa, de lo que hay en el bufet, no se limitan a preguntarme qué me apetece, sin saber lo que hay.
No olvidaré ni a Juan Antonio ni a Sonia, su madre; ni a Mariajo, Jorge y Jaime, ni a Miguel Ángel y Miguel. No olvidaré las conversaciones con Raquel, Fátima o Verónica.
No olvidaré el texto que leyó Teresa con motivo de que ésta es la décima edición que También organiza, un Camino de la inclusión y la Superación ni tampoco de cómo la homilía hablaba de la gratitud y nos exhortaba a practicarla, con toda razón. Sí, dar gracias. Dar gracias a Dios, a mi familia, a todos quienes me regaláis vuestro tiempo y apoyo, a quienes me permiten sentir que estoy ayudando, aunque siempre crea que es tan poco lo que hago frente a lo mucho que recibo.
Y si todo eso recordaré, cómo no, recordé: recordé de forma sentida y constante a mi familia, a mis amig@ especiales, a esos otros peregrin@s de BBVA que cuentan siempre con Elena y conmigo, ese otro Camino, el de la Libertad.
Qué pasada es todo esto, qué placerazo es vivir experiencias así, vivencias, encuentros, aprendizajes, cariño y naturalidad.
¡Buen Camino, peregrin@! Más alto, más lejos, ultreia et supreia.
¡Siempre adelante! ¿Verdad que sí, Fátima?

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