¿Y qué os parece si os empiezo a contar mis andanzas estivales, mis zascandileos?
En esta primera parte, hablaré de los encuentros, de su magia.
De los tres lugares en los que he parado (provincias de Segovia, Burgos y Soria) desde que cerrara Tiflohomero, más allá de la parte turística, os hablaré, como siempre, de mis particulares impresiones.
El encontrarme con Cirilo, un señor que desde Chile no olvida a su pueblo, que es el mío y que siempre se muestra atento a sus novedades, al tiempo que se alegra con sus progresos, y pedirme que siga adelante, fue todo un estímulo.
El volver a ver, después de veinte años a Joaquín, con quien estudié Historia Medieval de España, el repasar nuestras vidas de tanto tiempo, fue de lo más agradable.
El estar con mi familia, con la que tan poco tiempo comparto en mi cotidianeidad, el saber que siguen ahí y que me apoyan de forma incondicional, es el mayor de los estímulos.
El que haya habido gente que se ha sorprendido tan gratamente de verme más delgado, más ágil, casi hasta más guapo, fue de lo más alagador. ¿Qué queréis? Uno tiene su corazoncito y le gusta ser piropeado, más por no ser algo habitual.
Y el que haya habido también quien estuviese dispuesto a tratarme con la normalidad a la que tanto aspiro: esas guías que me hicieron ver, dejándome tocar, el palacio de La Granja, la Real Fábrica de Cristal, la ciudad de Segovia con su acueducto, su catedral y su Alcázar. Y el personal del parador de La Granja que me trató con enorme profesionalidad y cariño pese a que sólo iba a pernoctar una noche y que les incordiase más de lo deseado llegando incluso a confundir las cocinas por el comedor (y yo, oiga, para pinche no sirvo, ahora que para pinchar buenas tajadas de cochinillo…. Eso ya es otro cantar o yantar).
Y el degustar un buen vaso de perolo en mi pueblo, ese típico fiestero vino mezclado con melocotón y azúcar tan rico que uno se pone ciego (y yo que ya lo soy, pues….) con buenas tapas, o ese increíble cordero a la brasa burgalés, charlando y recordando, podría decirse que fue la guinda a todo un abanico de encuentros.
Mañana más sensaciones veraniegas.
lunes, 31 de agosto de 2009
Impresiones vacacionales: los encuentros
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lunes, 3 de agosto de 2009
En busca del holandés errante: crónica de viaje
Se trataba de recorrer una parte de los Países Bajos y cumplir otro de mis sueños. Siempre me había fascinado el triunfo de sus habitantes sobre el mar, lo plano de su orografía y la belleza de sus paisajes, plenos de verdor y colorido floral.
Y del ritual que siempre surge al compartir momentos en torno a la buena mesa, entre exquisitas viandas y charla entrañable, salió, cómo no, mi anhelo de homo viajerus frustrado y de las sensaciones que una persona ciega experimenta cuando visita otras culturas, otros parajes.
Los protagonistas de la aventura serían, además de mí mismo, los ya conocidos de este espacio: Alfonso, Paloma y Helena.
Y ya véis, algo que se gestó en el mes de noviembre del pasado año, se vio culminado entre los días 25 al 29 de julio.
Sin duda que las impresiones que yo os voy a relatar, seguramente no coincidirán con las que podríais haber experimentado vosotras y vosotros, pero sí estoy seguro de que os van a interesar y serán ajenas a las guías turísticas o libros de viaje.
No pretendo, pues, ser exhaustivo, sino haceros llegar las emociones que me han quedado para el recuerdo. Algunas fotos podéis verlas al margen, que os gusten.
La organización perfecta: el que fuéramos un número reducido pero con intereses y caracteres similares, el ingenio de Helena, la experiencia de Alfonso, la planificación, su empeño, lo mismo que el de su mujer, por pensar en todo momento en qué podíamos percibir mejor Helena y yo, qué cosas nos llegarían más, sus descripciones, su búsqueda por descubrir lo que podíamos tocar para verlo…
El espíritu abierto y positivo de los cuatro que fuimos: adaptarnos con el mejor de los humores a situaciones imprevistas que siempre se producen en cada viaje: descubrir cuando sales de la ducha que no tienes toallas para secarte, amén de un pañito hecho para duendes, el ir a parar cuatro españoles a cenar a un restaurante griego en plena ciudad de Utrech, claro, teníamos que cenar pegados a su canal principal.
El valorar la componente espiritual: la emoción de pisar el angosto espacio que acogió a la familia de Anna Frank, el sentir la energía que nos transmitía la ampolla que contiene la Santa Sangre en la basílica de Brujas, la sonoridad del canto gregoriano de las monjas del Beaterio, también de Brujas, la emoción de poder tocar maquetas en Madurodam, en La Haya.
Las preguntas: ¿creéis que a Anna Frank le habría importado que dos ciegos posasen sus dedos en su Diario, protegido por la inevitable urna de cristal? ¿No os parece que en medio del reino de bicicletas que es Holanda, no podríamos haber podido disponer de un par de tándems ppor aquello de que allá donde fueres haz lo que vieres?
La plenitud sensorial sentida en el parque de Harlem, donde pasamos una tarde de domingo llena de placidez, pisando la hojarasca del bosque, abrazando árboles gigantescos, escuchando el canto de los animales. El desviarnos de la carretera principal, a la salida de La Haya, siguiendo un impulso y penetrar en un mundo de casas increíbles, de bosque, de paz.
Nuestro arrojo por llegar a todos los sitios, ppor más intrincados que puedan pareceros a quienes veis: subir a los barcos para visitar los canales en Ansterdam y Brujas, atravesar escaleras casi de vértigo por su estrechez e inclinación e intentar culminar el campanario de una torre en Delff, nada menos que 376 escalones de caracol, esfuerzo éste que no nos fue permitido ante la dificultad del reto.
Las curiosidades: esos quesos colgados a modo de decoración entre casa y casa en Gouda, esa señal en el suelo de prohibido el acceso a los perros, esa ausencia de resaltes en el borde de los canales, los carillones que transformaban el tiempo en melodías, ese partido de fútbol playa en plena plaza del Dam, esos peculiares secamanos o esa técnica de limpieza del inodoro. El poder aparcar nuestro FIAT Punto azul a la puertta de las habitaciones como si nos encontrásemos en cualquiera de nuestros pueblos. El museo del queso en al Mark, único lugar en que pudimos tener información en castellano.El entrar en la iglesia de San Lorenzo en esta misma ciudad y tomarnos un té con pastas por aquello de tener derecho a una consumición junto con la entrada. Los sepulcros historiados en el suelo de la iglesia antigua de Delff. …
La accesibilidad relativa en el acceso a los monumentos: cierto que disfrutamos de gratuidad en las entradas a los lugares públicos, pero eché en falta el que hubiese audio guías, el que la información que se nos facilitó en braille no hubiese sido en inglés y me la hubiese podido traer como recuerdo. La curiosa sonoridad de los semáforos acústicos a modo de carracas…
Y, tal vez, sin duda lo más impportante: el habernos conocido mejor, el haber aprendido mutuamente acerca de la cotidianeidad de cada uno de nosotros.
Me quedan aún en la retina la tranquilidad de las pequeñas ciudades frente a la masificación turística de Ansterdam y Brujas. La habilidad de Alfonso que, ayudado de su teléfono móvil, nos condujo como un holandés más por las carreteras y ciudades sin pérdida de tiempo, la exquisitez del chocolate belga y los quesos, el haber aplicado la máxima “hacer más que ver” disfrutando de las terrazas, el pueblo de Volendam el molino de Kinder Dick o la visita a Leyden, ciudad natal de Rembrandt.
De viajes
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domingo, 5 de julio de 2009
Organizar viajes sin ver
Para explicaros cómo, os voy a hablar del último que he realizado. Se trató de ir, ayer sábado, a la localidad de Manzanares el Real.
Mi amiga Elena, ya muy conocida de quienes me visitáis, se encargó de ello con sus habituales dotes de maestría.
Conocer el medio de transporte público que nos llevaría, hablar con turismo y localizar el teléfono de reservas guiadas al castillo, saber de un restaurante apropiado para comer y terminar la tarde veraniega con un paseo en torno a su pantano y refrescarnos degustando una horchata o un granizado de yogurt o similares exquisiteces.
Esa es la clave: la planificación previa y avisar de nuestras características para que, en la medida de lo posible, puedan adecuarse a nuestras limitaciones.
Pues bien, aun sabiendo eso, como en cualquier excursión que se precie, siempre surgirá el imprevisto que dé sabor a la experiencia.
En este caso, el esperar al autobús más de media hora ya que los fines de semana no salía a las medias horas, sino a las horas en punto y que la visita al castillo nos saliese gratis (por aquello de nuestra discapacidad), además de que encima fuese teatralizada, con malabarista incluido. Ahora que un malabarista para ciegos… ¿cómo saber qué hace? Pues muy sencillo: haciendo que vuele la imaginación. Yo me habría prestado para soplar fuego, pero parece que no se dio la ocasión.
He de resaltar cómo se agobiaron los de la organización. Claro, que un grupo de siete ciegos, con perro incluido, se atrevan a subir por escaleras de caracol y asomarse a las almenas, no es para menos. No, al final no nos despeñamos ninguno.
El restaurante y lo que en él degustamos, fue espléndido tanto por su ubicación (junto al río, en un emparrado con higueras que desprendían un olor que llamaba a los sentidos) y lo sabroso, y abundante de sus viandas.
En fin, que ha sido otra experiencia más, de ésas que tanto me gusta compartir por aquí.
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jueves, 2 de julio de 2009
La ciudadela de adobe
Quiero hablaros de una majestuosa ciudad de barro, de adobe. Debe ser impresionante tanto por su ubicación como por la forma en que fue construida.
Si pincháis en el título de la entrada, veréis un vídeo ilustrativo como complemento a la información.
Ale, que disfrutéis de sus vistas y a viajar, esa costumbre tan fantástica que tanto aporta.
Chan Chan, ubicada a sólo 4.5 kilómetros de la ciudad de Trujillo, capital del departamento de La Libertad, es una majestuosa ciudadela de adobe construida hace cientos de años por las manos hábiles y diestras de cientos de hombres.La antigua capital del reino Chimú, una importante cultura preincaica que se estableció en el valle de Moche entre los siglos XII y XV, albergó hasta 60 mil habitantes, extendiéndose sobre un área de 20 kilómetros cuadrados, desde las proximidades del puerto de Huanchaco hasta el Cerro Campana.Actualmente las ruinas de la ciudadela, que comprenden plazas, viviendas, depósitos, talleres, laberintos, murallas, caminos y templos piramidales, ocupan un área de siete kilómetros cuadrados en el valle de Moche y Santa Catalina, antiguamente denominado Chimor o Chimú.En cada paso que se da en Chan Chan se siente la mística de los Chimú, ese pueblo dedicado a la orfebrería, la agricultura, el textil y la arquitectura.La ciudad es impresionante, con magníficos muros decorados con figuras geométricas en relieve, estilizaciones zoomorfas y seres mitológicos. La inteligencia de los arquitectos Chimú permitió desarrollar un vasto sistema de acequias y acueductos subterráneos, capaces de transportar agua a lo largo de enormes distancias.Por estas características numerosos expertos han comparado Chan Chan con Teotihuacán, en México, y las antiguas ciudades de Egipto, Mesopotamia y China.El arqueólogo Francisco Iriarte Brener, quien integró el Comité Restaurador de Chan Chan, sostiene que en esta ciudadela, que podía albergar hasta 100 mil habitantes, vivieron exclusivamente funcionarios, administradores y sacerdotes, los cuales estaban en el segundo orden dentro de la escala social.La organización social de los Chimú estaba basada en la presencia de grupos familiares totémicos. Es decir, existían determinados sectores en los que habitaban quienes se consideraban descendientes del puma, la luna u otros dioses andinos.Durante tres siglos, Chan Chan, la capital Chimú, pareció inconquistable, pero en 1460 las poderosas huestes incaicas invadieron la ciudad. Hoy, la ciudadela parece revivir cuando cientos de personas la visitan y quedan maravilladas por sus encantos y sus misterios.
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lunes, 22 de junio de 2009
Impresiones de viaje a Vitoria
Bien, con la cara y el espíritu llenos de agradecimiento a Elena, después de ese acto, del que ella habla y fue partícipe (lo hizo fenomenal, por cierto), al día siguiente, me apresté a darme el gustazo de un viajecito, uno más. Se trataba de ir a Vitoria y aprovechar una oferta de la red de Paradores, con motivo de la reapertura de su establecimiento en Argómaniz, en la zona de la llanura alavesa.
Íbamos a emprenderlo ciegos totales, sin ayuda a priori.
Os lo cuento y así os hablo de cómo se las apaña uno sin ver en un viaje.
Ante todo es básica la preparación previa. Como para cualquier persona que emprende un periplo, lo suyo es documentarse, buscar información y luego, en nuestro caso, concertar una visita guiada.
Éste era un viaje sencillo, tanto por la relativa cercanía de Madrid, como por el poco tiempo de estancia.
Nos habían recomendado un restaurante típico, un asador. como llegamos a las 13.30 hs, fuimos en su busca.
Pregunta que te pregunta por la zona del parlamento vasco. Sigan por allí (¿cómo por allí, no nos señale con el dedo, indíquenos), cuando lleguen al Corte Inglés giren a la derecha (¿y cómo sabemos cuándo llegamos a él? Díganos cuántos cruces nos quedan…).
En fin, que nos encontramos con un colega de infortunios visuales, que no ciego total y nos llevó al restaurante de marras. Nos acomodamos, la cosa tiene buena pinta: pedimos sin reparos que hay que darle un gusto al paladar y al cuerpo. Ay ay, eso de no leer la carta y no ver los precios… llega la hora de la cuenta y casi recuperamos la vista del susto. Parece que, sin más ni más, nos habían dirigido al restaurante más caro de la ciudad. Que no se diga que los ciegos se cuidan mal, otra cosa es cómo se cuidó el bolsillo.
Habíamos quedado con la empresa de guías en la puerta de la oficina de turismo. Llegamos a ella, echamos la mano a la puerta y hete aquí que nos encontramos con que tiene el cartelito en braille. Nos hicieron chirivitas los dedos, que uno no está acostumbrado a estos lujos.
Durante dos horas paseamos por el parque de la Florida, la plaza de la Virgen Blanca, la plaza de España, las murallas, la catedral y algunos palacios renacentistas.
Pudimos tocar la estatua de don celedón, personaje representativo de las fiestas, vestido con su boina, su paraguas y su bota de vino al cinto.
Evoqué el libro “A la sombra del templo” de Toti Martínez de Lecea.
Al final del recorrido, no faltó la visita obligada a una confitería con la solera del último tercio del siglo XIX, en la que tuve ocasión de comprar los vasquitos y las nesquitas, unos chocolates deliciosamente espectaculares.
Tomamos un taxi y nos aprestamos a hacer efectiva la reserva en el parador.
Previamente, les habíamos mandado un correíto anunciando nuestras necesidades: carta del restaurante en braille y habitaciones cerca del ascensor.
Estaba todo dispuesto y en orden.
La cena exquisita y más tras haber podido elegir por nosotros mismos el menú.
Y a dormir en medio de un silencio y una temperatura increíbles.
Al día siguiente a desayunar. Si elijo paradores a la hora de viajar es por sus atenciones, en general, irreprochables, con la familiaridad que ya no se estila. Y esta vez, mis expectativas no se vieron defraudadas, en absoluto.
La camarera nos sedujo con la variedad de viandas (no quiero poner los dientes largos…), tanto que nos resultó imposible negar sus tentaciones y relegar el almuerzo para otra ocasión.
Claro, había que investigar el entorno, rebajar los excesos del desayuno: allá que nos fuimos por una carreterita secundaria. Le dijimos al señor de la recepción:
-No se preocupe, que si nos perdemos, ya preguntaremos
-Ja, si se encuentran con alguien……
Con la referencia de una oportuna rama (no se sabe de qué especie de árbol) que sobresalía y el ruido del tráfico a lo lejos, pero siempre a la izquierda, allá que nos fuimos hasta Echevarri, el siguiente pueblo.Era verdad, no pasaba nadie y a los pajaritos que nos obsequiaban con sus trinos, no parecía posible preguntarles.
Por fin, se detiene un coche. Qué detalle pararse a saludarnos.
-Oiga, a usted le conocemos.
-¿A mí? Imposible.
-¿No trabaja por la zona de Estrecho en Madrid?
-Sí, sin duda que así es, pero…. Cómo es posible.
-Pues sí, le hemos visto pasear varias veces por Bravo Murillo.
-No puede ser, es increíble. El mundo es un pañuelo y nosotros… (los mocos, con perdón o sin él). Y ya que estamos ¿queda mucho para el pueblo?
-No, no; ya casi estáis. Seguid un poco más. No tiene pérdida.
Y así es, un trecho más y oímos las campanas de la iglesia que tocan a misa.
Regresamos a buen paso, pensando y comentando lo fácil que es ese paraje para un ciego, lo bien que puede estarse unos diítas y nos damos el capricho de tomarnos la inevitable cerveza con limón en la terraza.
Ya de vuelta, para pagar y regresar a la estación de autobuses vitoriana, se me ocurre meter la pata en un hoyo de una farola. Tiene narices que no luces (lo digo por este cegato), menos mal que la fortaleza muscular, ganada en jornadas de senderismo, evita el esguince.
En resumen, que fue un fin de semana estupendo, con la satisfacción de haber aparcado mi frustración viajera, con anécdotas y con el trato exquisito de quienes vieron en nosotros a unos valientes.
Y, de paso, saco material para contaros humoradas por aquí y que os haga sonreír.
A la vuelta, en el autobús, se incluye la merienda y otras atenciones. Al llegar a destino, la simpática azafata se pasa y me dice:
-Tenga, un obsequio de recuerdo.
-¿Qué es, guapa?
-Una petaquita muy mona.
-¿Una qué…?
-Sí, una botellita de adorno.
Ah, han debido saber que viajaría un ciego y han pensado que como más ciego de lo que voy, no iba a ir, pues que bien valdría la botellita de marras. El licor ya lo pongo yo, que sea de hierbas, por favor.
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sábado, 13 de junio de 2009
La primera vez
Estoy seguro de que coincidiréis conmigo en los significados que encierra esa frase: la primera vez que vi el mar, la primera vez que monté en bicicleta, la primera vez que..
Pues bien, hoy quiero hablaros de otra primera vez.
Resulta que hoy hemos participado en una nueva actividad de senderismo, mejor podríamos decir, jornada de peripecias. Y luego hablan del turismo de aventura…
Casi nada un grupo de ciegos (con algún monitor y acompañantes) hemos ido al parque madrileño de La Pedriza, en el entorno de la sierra de Guadarrama, cerca de Manzanares el Real. Y el caso es que el paraje tiene la particularidad de que sus formaciones graníticas adoptan formas de figuras como la foca, la tortuga, la cara de indio o el yelmo.
Debido al calor veraniego el parque estaba lleno y, puesto que su entrada está limitada a un determinado número de vehículos, hemos tenido que acceder a través del Tranco, otra puerta.
La variación ha supuesto, ni más ni menos, que tuviésemos que superar una zona pedregosa, llena de raíces de árboles y atravesar el río Manzanares por un estrecho puente sobre el que únicamente cabía una persona, por supuesto sin barandillas.
Y aquí viene lo de la primera vez.
Laura, una joven bien simpática venía por primera vez a acompañarnos. Compañera de trabajo de mi amiga Elena, se ofreció a participar siendo que vive en el pueblo citado.
Me he cogido de su brazo, a ratos, y, por momentos, de su mochila y aunque, al principio, iba algo tensa, ha acabado relajada y como si fuese sola, como si no me llevase.
Decía que le había impresionado nuestro arrojo, nuestro humor y nuestra capacidad de atravesar lo más difícil.
Yo le comentaba que estoy convencido de que alguien que esté pasando por una etapa de ánimo bajo, de depresión, el compartir un día, al menos, con un grupo de discapacitados, puede resultarle de excelente terapia.
Al principio no sabía muy bien cómo guiarme y le he ido explicando técnicas: el ciego ha de ir siempre por detrás del que ve, cuando hay una raíz u obstáculo de sube y baja, con indicarnos que es puerta de iglesia ya sabemos a qué se refiere; que cuando una zona se estrecha, el ciego debe ponerse completamente detrás del que ve y para ello lo mejor es asir el asa de la mochila o poner la mano en el hombro para, una vez superado el estrechamiento, volver a tomar el brazo.
Cuando hemos atravesado el puente senda lo más fácil ha sido ir bordeando con la contera, o punta del bastón, el filo para saber dónde estaba el límite.
Creo, y así me lo ha confirmado, cuando nos hemos despedido, que la experiencia que Laura ha vivido hoy quedará, para ella, en el recuerdo porque ha comprobado que se uede, que con un mínimo de técnica y un mucho de ilusión somos capaces de recorrer caminos difíciles incluso para quienes no padecen ninguna discapacidad.
Claro que, a lo mejor, el truco está en que como no vemos el peligro… no anticipamos el riesgo aunque, eso sí, hemos de ser muy conscientes de las auténticas limitaciones físicas o de resistencia de cada uno.
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lunes, 18 de mayo de 2009
León: reflexiones de viaje
Ya sabéis que estos pasados días, aprovechando que el viernes, en Madrid, nos daban fiesta por aquello de san Isidro, el patrón, decidimos emprender una aventura, hacer un viaje, conocer León.
Una vez que me he recuperado bastante del cansancio que supone todo viaje, pero enriquecido con el bagaje que siempre se adquiere cada vez que se visita un lugar, me gustaría hacer unas pequeñas reflexiones sobre lo vivido.
Os prometo poner por aquí, cuando disponga de ellas, algunas fotos del viaje.
Que diez personas, unas ciegas totales y otras con un pequeño resto de visión, seamos capaces de afrontar un viaje, sin el apoyo de ningún monitor, etc., creo que es ya un hecho muy a valorar. Muestra un primer logro: el de dejar constancia de que, con una buena planificación y organización, puede hacerse y además resulta positiva la experiencia.
Me queda de León que es una ciudad, en cuanto a su faceta turística, cómoda, agradable para pasear, con unas gentes acogedoras, con una gastronomía espectacular y con elementos urbanos agradables a mis sentidos: sus estatuas, sus parques, el paseo junto al río Órbigo, el barrio Húmedo.
Es una ciudad en la que la espiritualidad sale a flote: saber que fue, y aún lo es, un punto clave del Camino de Santiago, el penetrar en su catedral con la luz tamizada por unas vidrieras maravillosas o el estar en san Isidoro, en su claustro.
Me emocioné al tocar un cantoral o antifonario: un ejemplar miniado con sus tapas de piel, sus hojas de pergamino y sus signos para guiar a los monjes en el noble canto gregoriano.
Me ilusioné al situarme al lado del maestro Antonio Gaudií, junto a su Casa Botín, una escultura en la que está sentado, tocado de un sombrero y dibujando en su cuaderno quién sabe qué.
Me vi transportado a la Edad Media al pisar la plaza de la catedral. Pensé que en aquel momento, un domingo cualquiera del siglo XIII las gentes, y yo con ellas, pasábamos un día de mercado, con sus puestos de venta de productos agrarios y artesanales, con los juglares y sus romances de ciego, sus peregrinos…
Me dolió estar delante de unos tesoros del mundo del Arte y la Historia, y no poder verlos, no poder tocarlos. Pensaba que si han aguantado el paso de los siglos, bien podrían superar la caricia de mis manos. Sí, es verdad: la imaginación. Pero ante determinada belleza, mi capacidad evocadora no es suficiente, os lo aseguro. Me podréis decir que piense en lo afortunado que era estando allí, y así lo hice, pero…… el cristal y los carteles lo impidieron: “Prohibido tocar”.
La guinda del viaje la constituyó el estar en el local del grupo Café Quijano, La Lola (¿quién no ha escuchado esa canción? “Se llama Lola y tiene historia…” Por si acaso,, pinchad en el título de la entrada y podréis recordarla). Es un establecimiento grande, de tres plantas, en el que el padre de los hermanos, integrantes del grupo, canta en vivo música de boleros con una voz y una maestría en el manejo de la guitarra absolutamente envidiables. Que estuviésemos allí y que su dueño tuviese el enorme detallazo de invitarnos a una botella de cava, de dedicarnos una canción y de volcarse con nosotros, de decir que personas como nosotros éramos un ejemplo por nuestro humor y nuestra fuerza, es algo enormemente emocionante, muy hermoso.
En definitiva, por encima de cuestiones puntuales, éste ha sido otro de esos momentos inolvidables: lo aprendido, las risas, la camaradería, la demostración de que se puede… la normalización.
¿Y quién no me dice a mí que Guzmán el bueno, san Francisco de Asís, Neptuno o Gaudí no cobraron vida y me llevaron de la mano a su mundo? ¿Que no quisieran llevarme ante uno de aquellos soldados romanos que, en el año 68, perteneciendo a la Legio Septima Gemina, se asentaron entre los ríos Bernesga y torío para proteger la explotación de las minas de oro en la región de las Médulas?
Publicado por Alberto en 8:25 p. m. 8 Dejaron su huella
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domingo, 10 de mayo de 2009
Un día en el campo
Ah, ya sabéis… qué os gusteeeeee….
-Feliz día, doña Vaca. Parece que hoy podremos darnos un festín. jiiijjiiii
-Así lo espero, don Caballo. ¡Cómo se presenta su día de domingo? mmmuuuu
-Pues no sé si a mi dueño le dará por llevarme de paseo, que sé de sus pendencias y andanzas amorosas _se cree él que no lo sé, pero sí sí_. Jjjjiiijjjjiii.
La que habla es una oronda vaca que tiene la facha bonachona de las matronas, hechas a criar retoños, maestra en sabiduría vacuna y su piel moteada de pardo y blanco. Y el ejemplar equino tiene, a su vez, la estampa ágil del que frecuenta el ejercicio diario; con una alzada magnífica, las crines sueltas, y abundantes, y el piafar de quien se sabe ya de cierta edad caballuna.
Ambos, vaca y caballo, estrenan un nuevo día. El paisaje abierto, teñido de una niebla matutina, se pierde en el horizonte. Están junto a un arroyo que fluye cristalino. Se hallan acompañados de un concierto interpretado por buenos representantes del género ornitológico.
-Muuuuuuuuuuu.
-Jiijjjiiiiiiiiii.
Así saludan a la mañana. Otros congéneres les acompañan.
-Oooohhhh. Pero, ¿Qué es aquello que viene por allí? Jjiiijiiii
- No sé, amigo. Espere, espere. Muuuu…
- Huy, si viene una manada de humanos y ¡qué raros parecen! Déjeme ver. Muuuu.
-Sí, sí. Fíjese, llevan unos perros sujetos de una brida extraña. ¡Y llevan dos palos, qué raros! –los humanos cada vez están más desconocidos. ¿Quién sabe adónde se proponen llegar?!- Jiiijiji.
-Aaaah, sí. Un palo blanco y otro normal. Pero, el caso es que no todos los llevan. Muuuu. Lo que sí parece, es que se quieren todos mucho. Van del brazo unos de otros. ¿Será que ha cambiado la especie humana y desde hoy van a ser más civilizados? ¿Lo pondrán todo como un estercolero? Y luego dicen de nosotras,de nuestras caquitas, con lo útiles que les resultan y lo que gruñen. Oiga, cada vez hablan más raro… Muuu.
-Jiijiiiiiji. Yo a mi amo sí le entiendo. Sobre todo cuando me hace llevarle abrazado de esas hembras que suele traerse. La última era bien simpática conmigo. Creo que le gusté yo más que el listo de mi dueño.
-Ya van pasando. Se les ve contentos. Mire ahí va un ejemplar estupendo, aunque… ¡tocado de una gorra, pero si llueve! Lo que yo digo… cada día más raros. Muuuuuu. Le veo entre otro humano y una humana. ¿A ver qué dicen? Que a una le gustan estas cosas.
-Oye, Alberto. La verdad es que nos está haciendo un día de lujo. Mejor no podíamos haberlo elegido.
-Dí que sí, Nuria. Y qué bien huele a campo. Es genial. No puedo creerme que me vea metido en estos trances. Con lo comodón que yo era. Qué pena que Elenita se lo esté perdiendo. ¿qué tal lo llevará?
-Podíamos hacer como aquél: encerrar en un frasquito este perfume y llevárnoslo para Madrid.
-Sería una idea genial.
-Bueno, menos mal que ya pasan todos de largo. A ver si nos dejan en paz y se marchan con viento fresco. Con lo tranquila que está una a sus anchas. Muuuu.
-Buenos días, doña Abubilla. ¿Ha visto a esos humanos qué raros son? Jiiijjiiiiji.
-Piiiipiripiiiipi. Sííí. Son de la capital. Han venido de excursión y mi querido Pájaro Carpintero me ha dicho que están ciegos _oiga_. Pero, eso sí. Tienen un humor…….
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viernes, 1 de mayo de 2009
CORDOBESALIDAD
Una amiga me hace llegar esta descricpción de la Ciudad de los Califas. Por si la visitáis, aquí os la dejo.
Que os guste.
Nunca llames extranjero
a quien Córdoba visita,
aunque descienda del cielo
desde una estrella infinita.
Hónrale como a un hermano
Mostrándole su mezquita
Y ve con el conversando
por callejas y placitas.
Si acaso triste se encuentra
enseñale un patio en flor,
pensara que al cielo entra
y ahuyentara su dolor.
Háblale de sus mujeres
las que con una sonrisa,
le haran sentir mil placeres
mientras le envuelve una brisa
aromada de jazmines,
albahaca y azahar
que hará olvidar los confines
de donde pudo llegar.
Y en plena tarde de toros
muéstrale que los toreros,
en cordoba nacen todos
plenos de arte y punteros
En cada esquina un poeta
En cada calle un pintor,
Por doquier pincel, paleta,
musa, canto y trovador.
Si es patrimonio del mundo
Córdoba monumental,
Seria un error profundo
ver extraño a un oriental.
Nunca llames extranjero
a quien por Córdoba pasa,
di con tu abrazo sincero
y mirandole a la cara:
Que Córdoba es tambien suya
Que aquí esta su templo y casa,
Que en cada confín hay
Una pero esta dio nombre y alma.
Nunca llames a un extranjero
A quien Córdoba visita,
Que es palabra como el hielo
Y pronuncia honra quita
Joaquín Revuelto Rueda
Publicado por Alberto en 12:03 a. m. 7 Dejaron su huella
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domingo, 22 de marzo de 2009
Visita a París
Y va otra paradoja muestra de mi carácter: un ciego que visita la ciudad de la luz… jejejej. Curiosidades.
Os pongo ahora el resumen general de un evento cuyo motivo ya se ha detallado en la entrada anterior.
Fuimos un grupo de 45 personas y 4 monitores además de los guías, que estuvieron pendientes de nosotros en todo momento, cosa que se agradece pese a que, quién más quién menos íbamos acompañados de gente que veía, siempre viene bien.
El proceso del aeropuerto aunque pesado resultó bien. Yo pasé el control a la primera, se ve que me vieron cara de bueno.
El hotel aun teniendo la consideración de dos estrellas era cómodo, limpio y con baño en la habitación (que es lo que uno pide en este tipo de establecimientos).
Las comidas nada que ver con las de aquí, aunque para tres días… pero la verdad es que se echa de menos nuestra dieta a base de ensaladas (quién lo habría dicho de mí hace años), verduras y pescado, además de fruta. A cambio mucha pasta, patatas y dulces.
La organización perfecta, tanto en cuanto a coordinación, aprovechamiento del tiempo y atenciones.
De París me traje las sensaciones de un tiempo expléndido, primaveral, que hizo que las calles estuviesen muy concurridas con terrazas y paseantes.
Los bolardos de los que ya hablé, resulta que no sólo es que no hubiese, sino que además de abundar como la plaga, es que encima eran más grandes que los de aquí.
La emoción de estar pisando los Campos elíseos, escuchar las fuentes en el Louvre o en la Concordia y el rumor del río al tiempo que atendía a las explicaciones del típico Bateau Mousse.
Y curiosidades como la etimología de bulevar: Luis XIV plantó árboles en las calles del París de su época. Eran castaños de Indias que tiran, como es sabido, sus frutos envueltos en unas bolas verdes con pinchos: boules verts y de ahí… bulevares.
La amplitud de sus espacios abiertos y avenidas que dan perspectiva de grandiosidad a sus monumentos frente a la exigüidad de los espacios interiores como bares o viviendas. Me parecieron muy complicados para moverme por sus calles por ser espacios diáfanos, sin referencias.
En resumen, una ciudad que vale la pena ser vista, que me hubiese gustado patear más para sentirla más próxima y que merece la pena, en este caso, sobremanera por haber cumplido un sueño.
Eso sí, sentí emoción, nos reímos mucho sacando punta a las cosas y a los sucedidos (ya sabéis de ese humor negro mío) y orgullo por haber podido estar y más aún con la compañía de amigos y amigas que hicieron, en fin, de este puente del día del padre uno de esos momentos que permanecen vivos en el recuerdo, de forma imborrable.
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Un sueño hecho realidad
Tal vez os hayáis preguntado dónde me habría metido estos días de ausencia o si es que se me habría secado la vena y Tiflohomero se iba a ir marchitando hasta caer en el olvido.
No; no es así. Como ya sabéis estamos inmersos en el año del bicentenario del nacimiento de Louis Braille. Pues bien, impulsado por mí, como coordinador del Club Braille de la ONCE en Madrid, he podido cumplir un sueño, y no sólo yo, sino otros muchos ciegos que, reconociendo la labor de este genio, quisimos visitar los lugares que recuerdan su vida.
Estos tres días, por tanto, han supuesto mucho más que un viaje lúdico a la Ciudad de la Luz. Han simbolizado una peregrinación.
Quiero, en esta primera parte del viaje, haceros llegar mis impresiones relacionadas con los lugares del personaje que abrió las puertas del conocimiento a los ciegos y nos introdujo, con ello, en la Historia.
Me gustaría ser capaz de trasladar la emoción que uno vive al tocar, pisar, sentir. Impregnarse de la sencillez y humildad de lo visitado frente a la grandeza de su legado.
Os prometo poner las imágenes de todo ello cuando me las envíen.
Nos encaminamos al Panteón de Hombres Ilustres de París donde, por cierto se encuentra el péndulo de Foucault que demuestra cómo la tierra se mueve, y bajamos a la cripta donde están depositados los restos de setenta y tres hombres y mujeres de Francia, relacionados con la Cultura, la Literatura, la Filosofía y la Ciencia, y entre ellos los de Braille. Fueron trasladados en 1952 con motivo del primer centenario de su muerte. Hay una reja que protege las tumbas y a su lado un busto con una leyenda en braille que señala el lugar. Delante de sus restos se leyeron unos poemas y en silencio elevé una oración por su recuerdo y agradecimiento.
Acto seguido nos desplazamos al pueblecito de Coupvrai, a unos 40 kms. Al Este de París, casi al lado de Euro Disney. En este lapso de tiempo se hizo un repaso a su vida..
Paramos en el cementerio. Allí nos congregamos en torno a la tumba y guardamos un minuto de silencio. Es un espacio sencillo en cuya cabecera quedaron depositadas sus manos en una pequeña urna, a modo de reliquia. El silencio era sobrecogedor. Un día de sol primaveral, algunos trinos y olores de campo quisieron ser nuestros anfitriones.
Su casa natal después. Una humilde vivienda con tejado a dos aguas, tres alturas, un pequeño jardín en el que se supone que pasó buenos momentos dedicado a experimentar la mejor forma con la que la yema del dedo podría captar la información de la letra impresa y a recuperarse de sus crisis de tuberculosis, que le llevarían a la muerte a los 43 años, y el pozo de extracción de agua son el marco que envuelven las estancias: una sala común donde está la chimenea que le daba calor, la cama donde nació y una mesa que contiene útiles de la vida cotidiana de una familia de artesanos de principios del siglo XIX, además de algunas tablillas con tachuelas que el padre elaboraba para que el niño Louis pudiese aprender a leer mediante letras mayúsculas en relieve. El taller de guarnicionero con zapatos, botas, cuero… Una lezna evoca el punzón que le dejó ciego a los tres años que, paradojas de la vida, sería el instrumento que luego utilizaría para inventar su escritura de puntos salientes. Y la biblioteca, en la que una maqueta nos permite comprender el conjunto y otros instrumentos que anuncian los rudimentos del invento. En todo momento un manso gato fue testigo mudo de nuestra presencia, ¿sería acaso…?
Salimos del pueblo tras pasar por la iglesia en la que fue bautizado y ver un monumento a su memoria.
Tras la comida el Instituto de Jóvenes Ciegos de París, sito en el bulevar de Los Inválidos en el que estudió, fue profesor, tocó el piano y sobre todo creó su sistema de lectura y escritura. Es un centro grande, en el que aún hoy día se siguen impartiendo clases. Mi imaginación se trasladó a aquellos años, evocando ese mismo lugar y pensando en cuán diferentes eran las condiciones de vida de aquellos ciegos. Una profesora ciega nos condujo desde la entrada, el patio interior (donde otra estatua recuerda al promotor de la enseñanza para ciegos: valentin Haüy), el auditorio donde tocaba el piano, la capilla y un aula con la maqueta del edificio además de los primeros libros que hay en braille. De fondo algunos estudiantes, de los 80 que están internos salían de fin de semana.
Terminó aquí un día plagado de emotividad y recuerdos. Después el grupo se dispersó para aprovechar lo que quedaba de día, unos a la Torre Eiffel, otros a la Concordia y el Louvre y otros a descansar. Yo, claro, junto con los otros ocho amigos que íbamos, fuimos a callejear, cenar y tomar una copichuela que celebrase la noche parisina y una promesa: la de mantener viva la memoria de Louis Braille.
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lunes, 12 de enero de 2009
Balneario de Karlovi Vari
El balneario más conocido y más grande de la República Checa, Karlovy Vary, fue fundado alrededor del año 1350 por el emperador romano germánico y rey checo, Carlos IV. El aspecto actual lo adquirió la ciudad, en su mayor parte, a finales del siglo 19, siendo transformada al dictado de los estilos que copiaban los modelos arquitectónicos del pasado y del naciente modernismo.
La fama de Karlovy Vary se divulgó a todo el mundo gracias a fuentes termales con efectos curativos que brotan de profundidades distintas. De las aproximadamente cien fuentes que hay en Karlovy Vary se usan actualmente para las curas de agua unas doce. Las fuentes son beneficiosas ante todo para el tratamiento de trastornos de metabolismo.
Además de la vida balnearia y un amplio abanico de actividades sociales, con Karlovy Vary está relacionada la tradicional producción de cristal y porcelana, así como los más diversos festivales y conciertos. Karlovy Vary no se ha hecho famoso únicamente como balneario, sino también como la ciudad con la que está vinculada estrechamente desde hace casi dos siglos la producción del famoso licor de hierba Becherovka o de la popular agua mineral Karlovarská kyselka.
Entre los lugares más interesantes de Karlovy Vary figuran la iglesia de San Andrés, la iglesia ortodoxa de San Pedro y Pablo, el Teatro Municipal, el Paseo de Molino y la catedral de Santa María Magdalena.
En 2008, que fue bautizado como año del termalismo checo, Karlovi Vari celebró el 650 aniversario de su fundación. Cuenta la historia que fue el emperador Carlos IV quien descubrió en 1350 un manantial durante una cacería. Aquel capítulo, casi causal, se convertiría en el germen del que en la actualidad es un centro turístico internacional, además de uno de los más afamados balnearios de Europa.
Son muchos los que a lo largo del año viajan hasta esta ciudad balnearia en busca de asistencia médica de calidad y modernos métodos de tratamiento y rehabilitación, basados en el máximo aprovechamiento de los recursos naturales -aguas mineromedicinales, turba y barros, gases naturales-, a cuyas propiedades, tan beneficiosas para la salud, se suma la influencia positiva del clima.
En el centro urbano, cerrado casi por completo al tráfico, se encuentra Trziste, la plaza del mercado, y la Mlýnská Kolonáda o Columna del Molino, una columnata corintia del siglo XIX. Éste es también el centro neurálgico de la vida social, donde los principales establecimientos comerciales se abren al público para ofrecer una mercancía hecha a base de productos típicos mundialmente conocidos. En éstos establecimientos también se pueden degustar dulces tradicionale, así como el Becheróvka de Karlsbad, un licor basado en una combinación secreta que ha ido transmitiéndose de generación en generación.
No menos interés despiertan los castillos, palacios y demás monumentos arquitectónicos construidos en sus proximidades, incluidas curiosidades como la fábrica de cerveza Chodovar. que desde 2006 completa su actividad con una terapia balnearia en su relajante spa de cerveza. Ya que, según explican sus promotores «influye positivamente en el aparato digestivo».
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martes, 9 de diciembre de 2008
Toledo
Quiero compartir con vosotros mis impresiones acerca de mi último viaje, en este caso a la ciudad de Toledo.
El viaje en tren de alta velocidad muy cómodo, rápido y bien asistido.
Respecto de la estancia en el parador Conde Orgaz: me parece indignante que un establecimiento de titularidad pública y reciente renovación no disponga de accesibilidad para personas ciegas, en cuanto a rótulos en braille, carta de restaurante en braille o una maqueta del recinto, etc.
No me parece de recibo que a la hora de elegir el menú tenga que decidir en base a dos o tres sugerencias del maitre tras preguntarme “¿qué le apetece?” Claro, oiga yo qué sé. Dígame lo que tiene y yo ya decidiré, no decida usted por mí. Para ello, o me lee la carta completa o me la proporciona en braille.
No niego la buena voluntad del personal, pero a los tiempos en los que estamos y a las características del hotel, ha de exigírsele accesibilidad, no voluntarismo.
Aun así degusté una ensalada d salmón y langostinos y una dorada al horno con angulas y de postre helado de mango y yogurt (para cenar) y para comer entrante de cocretas de setas y jamón ibérico y ciervo a la parrilla, con postre de mazapán.
En cuanto a la visita estuvo bien, aunque deslucida por la lluvia. Tuve ocasión de pasear por la plaza de Zocodover, sus calles empinadas y estrechas, además de entrar en la sinagoga del Tránsito y la decoración de trampantojos y damasquinados. La guía se explicó bien y nos dejó que tomásemos su brazo. Nos contó además alguna de las muchas leyendas de Toledo, como la de la Jornada del foso, de donde viene aquello de “pasar una noche toledana” y que, según se dice los nobles de la ciudad fueron pasados a cuchillo.
Me sorprendió la ingente cantidad de turistas con los que nos encontramos y la existencia de mercadillos varios.
Como anécdota final diré que al levantarme, abro la ventana y escucho sonido de agua, supongo que es el Tajo que corre impetuoso. Cuando voy a desayunar y pregunto si es que acaso mi habitación tiene vistas al río, me llevo la sorpresa de que no, que lo que en realidad he oído es el aguacero que está cayendo en ese momento. En fin… cosas de ciegos.
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lunes, 27 de octubre de 2008
Vía verde de La Jara (Toledo)
Mi amiga elena me hace llegar esta excursión que realizó el sábado. con gran envidia por mi parte, os la copio para si os apetece pasearos por ella.
RECORRIDO.
El día 25 de Octubre hice con la Fundación También una ruta por la Vía verde de la Jara (Toledo). La actividad principal de la Fundación También es el deporte adaptado para discapacitados.
Se hicieron dos rutas: La 1ª en silla de ruedas y senderismo que salía desde la estaciónde El Campillo y La Nava de 8 Km. La 2ª que era de ciclismo adaptadose hizo entre El Campillo y Aldeanueva aproximadamente unos 22 Km.
Yo hice el 2º recorrido en tandem. El voluntario que venía conmigo me fue explicando todo el paisaje y además íbamos cantando porque fue un paseo muy agradable. Yo en un principio, tenía muchísimo miedo porque hacía más de 25 años que no montaba en bici y además ahora lo hacía de una forma diferente a como lo había hecho anteriormente. También era la 1ª vez que montaba en tandem. La Vía Verde de la Jara, es una ruta de 52 km que recorre un paisaje
virgen entre las estribaciones de los Montes de Toledo y el Puerto de San
Vicente. Diversas estaciones "fantasma", más de 15 túneles y 5 viaductos,
alguno tan impresionante como el de Azután sobre el río Tajo marcan el
carácter de este sorprendente itinerario.
KM 0. La ruta se inicia en el mismo andén de la estación de ferrocarril de
Calera y Chozas (Toledo). Aunque hoy en día no paren en ella trenes de
viajeros, es posible solicitar autorización de parada a Renfe, con una
cierta antelación. La Vía Verde enfila en paralelo a las vías en activo,
separándose de ellas al poco. Un cruce a nivel, bien señalizado y con
buena visibilidad, es la única intersección con carreteras de toda la vía
verde. Por este vial (CM-4101) se puede acceder al pueblo de Calera y
Chozas para aprovisionarse de lo que se vaya a necesitar.
KM 10. Tras una larga recta entre parcelas de regadío, nos acercamos al
apeadero de Silos. Este enclave es la puerta de entrada a la finca "El
Arco", formada por un denso bosque mediterráneo, preservado virgen y que
regala la vista y el olfato del viajero. Ciervos, conejos y rapaces se
dejan ver desde el camino. En el km. 10, no pases de largo la "Fuente de
la Garrapata", a la derecha del camino tras una higuera. Es importante
aprovisionarse de agua en este punto, pues no encontramos otra fuente en
todo el recorrido. En esta finca atravesaremos los dos primeros túneles. A
la salida del segundo, en el km. 13, la gran sorpresa de la ruta: el
viaducto del Azután, vuela sobre las aguas embalsadas del Tajo.
KM 15. A pocos kilómetros se sitúa la estación de Aldeanueva de Barbarroya
(km. 17) localizada a las afueras del pueblo, otro punto de
aprovisionamiento si vamos escaso de algo. ¡Ojo: no hay agua en el resto
del recorrido!. Desde aquí, el camino atraviesa un paisaje de bolos
graníticos de gran belleza y otra gran obra, el viaducto del Riscal del
Cuervo (km. 24).
KM 25. El apeadero de Pilas (km. 25), convertido ahora en granja, es la
antesala de entrada al paisaje de la pizarra y la jara. En los 27 km
restantes, los numerosos túneles y viaductos marcan este tramo a orillas
del río San Vicente. Pasaremos la estación de Nava-Fuentes (km. 36)
atravesando densos jarales. Al poco, abandonaremos el río junto a las
aguas del embalse de San Vicente donde imponentes muros de contención
elevan a la vía sobre el nivel del embalse. La solitaria presencia del
apeadero de la Cervilla (Km. 44) es el único accidente de este camino. De
frente, la cada vez más cercana Sierra de Altamira, marca el fin de la
ruta.
KM 50. Balidos de ovejas y gruñidos de cerdos indicarán que hemos llegado
al fin del camino. La estación de Santa Quiteria (km. 52), a 670 m. de
altitud, es hoy una singular granja ganadera. Aquí finaliza el recorrido
de la Via Verde de la Jara. Aunque las obras del ferrocarril continuaron
hacia las tierras extremeñas, al poco de entrar en la comarca de Las
Villuercas, el trazado se interrumpe definitivamente.
Más información: en el volumen I de la "Guía de Vías Verdes" (edición
Anaya), en www.viasverdes.com y en el DVD de la serie televisiva "Vive la
Vía".
ATRACTIVOS DEL ENTORNO.
La Vía Verde discurre por el valle del río Tajo atravesando el embalse de
Azután y parajes de gran valor ambiental como la Dehesa de El Arco, los
valles de Huso y San Martín y la Sierra de Altamira. Junto al bosque
mediterráneo del primer tramo, los jarales, el paisaje de pizarra y las
formaciones de bolos graníticos marcan la segunda parte del recorrido. Los
17 túneles y los 5 viaductos de la zona, junto con la soledad de los
parajes vírgenes por los que transita son otros de los atractivos de esta
ruta.
Son destacables también los restos de los molinos cerca de la estación de
Campillo y el Centro de Estudios Rapaces Ibéricas (CERI) de Sevilleja de
la Jara, uno de los principales centros de recuperación del águila
imperial de nuestro país. Cuenta con un aula de la naturaleza donde se
realizan actividades de educación ambiental.
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domingo, 5 de octubre de 2008
Un día en el campo
Los árboles, el bosque, nos hace evocar, a algunos de nosotros, la magia. Todo un mundo de sensaciones atávicas que se remontan al principio de los tiempos, aquellos en que el género humano daba sus primeros pasos.
Pues bien, algo de eso pude sentir ayer, cuando realicé una excursión de senderismo a algunos pueblos de la vertiente segoviana de Somosierra: Sigueruelo, Prádena y Santo Tomé del Puerto.
Un grupo de ciegos y acompañantes, visitamos un sabinar o bosque de enebros, un acebedo y algunos robles.
Pudimos tocar sus cortezas, sus troncos, sus hojas. Sentir su energía centenaria, su calidez y pensar en su inmutabilidad a pesar del paso del tiempo. Pero también de lamentar cómo se destruyen de forma inconsciente e innecesaria.
Vimos un árbol llamado La Enebra, una sabina de 800 años de antigüedad, 8 ms. De perímetro de tronco y 15ms. De altura.
En el acebedo notamos el crujir del suelo, alfombrado de hojarasca, y percibimos su ambiente umbrío y silencioso.
Comimos en un merendero muy tranquilo, de bocadillos, en amena charla y tranquilidad, acompañados de un clima muy agradable.
Las monitoras, pertenecientes al programa denominado “Abraza los árboles”, que pretende recuperar esos ejemplares que aún existen a lo largo de nuestro país, característicos por su longevidad u origen legendario, nos describieron el entorno y nos hicieron sentir la belleza que íbamos recoriendo.
Realmente fue un día muy agradable, ahora que el tiempo otoñal viste de colores ocres, rojizos y verdes azulados, el campo.
Salir al encuentro con la naturaleza, sentir su legado, relajarse con un buen paseo, y mejor compañía, os aseguro que es todo un placer.
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miércoles, 1 de octubre de 2008
El uirapurú
Uno de los cantos más maravillosos de un ave que se pueden escuchar corresponde a un pequeño pajarito que vive en la selva amazónica y que se llama Uirapurú.
El Uirapurú está revestido de misticismo. Esto se debe a que, además de ser un canto de extrema belleza, tiene el aditivo de ser difícil de escuchar. Primero
porque es un pájaro que vive en plena selva. Segundo porque emite su canto unos pocos minutos a la mañana, y lo hace mientras hace su nido, lo que hace
durante cerca de quince días al año. Nada más.
Las leyendas que circulan en torno a este pájaro son variadas. Se habla de un joven guerrero, un enamorado y hasta de un dios que bajó a la tierra convertido
en ave, lo que explica la calidad, sencillez y belleza de su canto.
También se cuenta que era el joven más hermoso de la tribu, amado y codiciado por las mujeres del lugar, pero que murió tempranamente en una batalla. Los
lamentos de las mujeres de la tribu fueron escuchados por Dios quien transformó el alma del guerrero en un hermoso pájaro, que, como el joven, es difícil
de encontrar, pero que llena con su canto el espíritu de quienes lo escuche.
Pero la versión más conocida en el Brasil dice que el joven se había enamorado de la esposa del cacique, pero como esto era un amor imposible, el joven
rogó a Tupá que hiciera desaparecer ese dolor del amor, por lo que el dios lo transformó en un ave. En un ave con un encanto especial al que llamó Uirapurú,
que, por cierto, significa el pájaro que no es pájaro.
Así, una vez convertido, el joven cantaba todas las noches a su amada para hacerla dormir. Pero el cacique, encantado con su voz, quiso poseer al pájaro
para que cantara para él. Fue entonces cuando el Uirapurú se alejó para siempre de la tribu y de su amada para trinar en la selva, para todos y para nadie.
Se dice que escuchar su canto trae suerte a quienes tienen este privilegio. Algunos buscan sus plumas como fetiche de buenaventura. Se cree que gracias
a ello los hombres tendrán prosperidad y las mujeres encontrarán el amor.
Un aspecto encantador de este pájaro es que cuando canta, esos pocos minutos al año, el resto de la selva amazónica se calla. Todas las aves, animales,
y hasta el río dejan de sonar para poder disfrutar de la magia del canto del Uirapurú.
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miércoles, 17 de septiembre de 2008
Castillos del Loira
Os invito a un paseo por el renacimiento francés, por el lujo y por la intriga en un tiempo de pasiones.
INTRIGA, ADULTERIO, CONSPIRACIÓN, PASIÓN SECRETA Y CASTILLOS REALES. Parece una receta para cocinar una novela épica... o un guión de película. Incluso
podría servir de breve descripción de una película clásica La Reine Margot (dirigida por Patrice Chéreau y protagonizada por Isabelle Adjani), una adaptación
de una novela homónima de Alexandre Dumas (padre), o de muchas más obras literarias de Víctor Hugo o de Honoré de Balzac.
Haciendo caso omiso de los fragmentos ficticios, sin embargo, los componentes históricos prestan un contexto muy verídico para entender mejor la historia
de los suntuosos palacios de una de las regiones más visitadas de Francia: el valle del Loira. El tramo corto del río Loira -(la vía fluvial más larga
de Francia) entre Orléans y Saumur es, tanto en lo literal como en lo figurado, el lazo conectivo en una zona de Patrimonio de la Humanidad con la mayor
concentración de castillos que en cualquier otra parte del mundo (se construyeron 27 entre los siglos XIV y XVIII).
No causa sorpresa que el valle del Loira, que cobró auge cuando la ciudad de Blois era la corte principal de la monarquía del siglo XV, sea uno de los destinos
más visitados en la nación, luego de París, bien sûr (por supuesto). Se conoce esta región como el Valle de los reyes, en obvia alusión a la realeza que
residía en fortalezas majestuosas, lejos de las intrigas y los ojos vigilantes de París.
La Reine Margot es una verdadera presentación en la pantalla grande de las realidades del siglo XVI. Por ejemplo, en el Château de Chenonceau, uno de los
diseños decorativos repetidos es una H al lado de dos C entrelazadas. La H representaba al rey Enrique II, pero ¿acaso las C entrelazadas sugerían el motivo
de la media luna de su amante favorita, Diana de Poitiers, o la primera inicial de su reina, Caterina de Medici? Los famosos monogramas aparecían en oro
sobre el hogar de la habitación favorita de Diana, donde sin duda ella los admiraba; Caterina consideró también guardarlos al mudarse, ya viuda, a Chenonceau.
El edificio, también conocido como Château des Dames, cuenta con jardines, salas y habitaciones impresionantes, el pabellón en la torrecilla (construido
por la aristócrata Catherine Briconnet, entre 1513 y 1521) y el gran legado de Diana... el puente sobre el río Cher. Aun con todo eso, cobró fama por las
intrigas y rivalidades. Luego de la muerte del rey Enrique II, Caterina desalojó a Diana de Chenonceau, estableció allí residencia y techó el puente para
convertirlo en un salón de baile. Madame de Poitiers se vio obligada a mudarse a otro castillo, situado en Chaumont-sur-Loire. Un detalle curioso: justo
al lado del dormitorio que una vez ocupara la amante en Chenonceau, Caterina estableció el Estudio Verde, desde donde gobernó Francia. Dos hermosos jardines
clásicos dominan el terreno del castillo: el mayor era para Diana, la favorita del rey; el más pequeño y más íntimo fue construido para Caterina.
Caterina era una reina poderosa y omnipresente que dejó su huella en otras estructuras imponentes con historias turbulentas. En la actualidad, el Château
de Blois, que fuera la corte principal, consta de cuatro palacios. El ala François I contiene las cámaras secretas de Caterina donde, según dice la leyenda,
preparaba espantosas pócimas venenosas. Si usted tiene por objeto sumergirse en este mundo de pasiones, debería visitar el Château de Beauregard, a unos
kilómetros de Blois. El castillo, originalmente un hotel de caza para François I, ahora es famoso por la gran colección de retratos de reyes, sus amantes
y famosas cortesanas. Las costumbres apasionadas de la realeza del siglo XIV al siglo XVII están ilustradas 19 kilómetros en más de 320 lienzos.
En medio de un bosque se encuentra Chambord, otro castillo importante, de Blois. Este edificio magnífico, que destaca por sus torres y chimeneas múltiples,
es el mayor castillo de la región, aunque se lo usó principalmente de hotel de caza de grandes dimensiones, con 440 dormitorios y 700 salamandras (el emblema
de François I, cuyo reinado se extendió de 1515 a 1547) esculpidas en los cielorrasos, puertas y paredes. Debido a su estilo renacentista, se conoce a
Chambord con afecto con el nombre de Versailles del Loira. Los historiadores creen que su construcción comenzó en octubre de 1519, cuatro meses después
del fallecimiento de Leonardo da Vinci, a quien se le atribuye el diseño original, en particular la gran escalera de doble revolución, por la cual dos
personas ueden ascender sin encontrarse. Otro atractivo es la habitación de Luis XIV, el rey Sol, la más lujosa de todas.
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miércoles, 11 de junio de 2008
La Patagonia
La Patagonia es una región geográfica ubicada en la parte más austral de Sudamérica.
Abarca territorios de Argentina y Chile.
También en la actualidad se ve utilizada a menudo como referencia a todo el extremo austral del Cono Sur.
Recibe su nombre de los patagones nombre dado a los nativos vistos por los primeros españoles en desembarcar en la costa atlántica. Se cree que el origen del término "patagón" se debe a que los nativos cazadores avistados por los españoles en San Julián en la costa atlántica, eran altos y tenían los pies grandes, se refiere a los (tsonek) vocablo autóctono y autoreferencial de los habitantes ancestrales de la región a los que luego los mapuches los denominaron "tehuelches", que efectivamente eran altos y corpulentos según cuenta el testimonio del explorador de fines del siglo XIX del inglés George Musters en su libro "Vida entre patagones" aunque se supone que el tamaño del pie responde a la huella que dejaban en el suelo las protecciones de cuero que usaban como calzado. Poco a poco se ha ido imponiendo la interpretación lógica de que el término emana del gigante Pataghon, personaje de la novela de caballería Primaleón, a cuya lectura Hernando de Magallanes era muy aficionado. De allí que al ver al primero de los nativos que le fuera presentado en San Julián, lo vio tan espantable como el personaje de la novela, y lo llamó Patagón. De allí derivaría a Tierra de los Patagones o simplemente "Patagonia".
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lunes, 5 de mayo de 2008
Un viaje inolvidable
Cuando emprendes un viaje que has planeado con ilusión y cuidado te planteas lo que conseguirás con ello: aprender nuevas costumbres, disfrutar de la vista y los sentidos, crecer interiormente…
En el que he hecho yo este fin de semana a Teruel cabría decirse que ha sido un viaje a la nostalgia.
Recordar lo que viví intensamente, saber que hay personas que me añoran, que se admiran de mis pequeños triunfos… Todo eso, os aseguro que es muy hermoso y gratificante.
Salí el jueves para una estación, la de Méndez álvaro en Madrid, que no conozco y que es muy difícil de abarcar para una persona ciega. Y voy y una chica me ofrece su ayuda, pero no sólo eso, no se limita a ofrecerme su brazo, sino que me acompaña hasta que sale el autobús. Parece que estas cosas sólo suceden en las películas o en las novelas, pero es cierto que la realidad siempre supera a la ficción. En fin, toda una anécdota. Coincidimos en nuestros gustos radiofónicos y en la visión de la enseñanza integrada. Para Mari carmen, una vez más gracias por su calidad humana.
Llego a Teruel, me va a buscar otra gran persona, Loli. Hemos de recuperar tiempo de tertulia, de confidencias y de recuerdos.
Otra anécdota: me dan la misma habitación en la que viví/residí más de cuatro años. Me emociona que aún´recuerden cuál era.
Siento que el tiempo retrocede.
Viernes y sábado por las mañanas paseo cogido del brazo de Loli, hablamos, hablamos, me cuenta sus proyectos y yo le digo que la complicidad de antaño no es posible alcanzarla ahora porque todos hemos cambiado.
Como, con los padres de mi mejor amigo, al que tanto le debo, también es un retorno. Y ceno con otros compañeros con los que vuelvo a compartir añoranzas, recuerdos y compruebo una vez más que soy recibido con la alegría del que ha dejado huella.
Dos niñas, Lucía y Mª Elena no entienden cómo alguien que no ve no se mete la comida por las orejas y cómo las mira sin saber dónde están.
El sábado por la tarde cumplo con otra deuda que tengo en Teruel: visitar a las monjas que tanto me ayudaron y que aún rezan por mí. Ellas son ya muy mayores y sé que agradecen mi visita, es lo menos que puedo hacer con todo lo que me entregaron.
Loli me presenta a una persona muy especial para ella, me pide opinión. Ojalá acierte. Es trabajador, honesto y con la autenticidad de los hombres del campo.
El domingo por la mañana a misa en la iglesia del Salvador, una eucaristía muy bonita, para niños pero con un mensaje claro: “id hacia delante pendientes del cielo, pero mirando a la tierra que pisamos”. Dios nos ayuda pero somos nosotros quienes debemos hacernos merecedores de su ayuda.
La vuelta en autocar discurre mejor de lo previsto, sin atascos.
Este bosquejo no pretende ser una descripción turística de Teruel, sino un diario de sentimientos: emoción, gratitud, afecto, sentirme querido, ser uno más.
A todos los que hicieron que me sintiese feliz, gracias. He visto que merece la pena entregarse, ayudar, ser amable, hacer el bien sin pretensiones, sencillamente.
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domingo, 13 de abril de 2008
Imágenes de paisajes
Creo que éstas on unas imágenes bonitas, propias de la primavera.
Claro que no lo sé, si queréis me las podéis describir y así disfrutamos todos. Y si he metido la pata y no son bonitas, también me lo decís. Al menos la música está bien, para comenzar la semana con ánimos.
Venga, a ver qué sale en el vídeo.
Besos.
Publicado por Alberto en 9:51 p. m. 4 Dejaron su huella
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