jueves, 30 de mayo de 2013

Celebremos el Día del Amor Fraterno



Siempre de niño se me dijo que había tres jueves en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Cristi y el Día de la Ascensión.
Hoy es uno de esos jueves, aunque haya sido trasladada al domingo su celebración. Yo sigo recordando cómo por las calles de mi pueblo se iba de procesión con el Santísimo y derramábamos flores por doquier.
Hoy se conmemora el Día del Amor Fraterno. Quiero brindar por él, como motor del mundo. Amor en su más amplio sentido y alcance.
Quiero compartir contigo otro poema, visto el cariño con que recibiste el del pasado sábado.
Amor pongo en él, amor por la vida, amor por lo que uno hace y amor hacia quien conmigo camina siendo guía y luz para mí.
Va por ti.

Amor.
Ciego dicen de ti que eres
Pero más ciegos son los que no te tienen.
Pasión, es tu fuerza.
Sentimiento tu mayor nobleza.

Amor.
Tus ojos necesito para perderme.
Tus labios de púrpura colman mi goce.
Tus manos mi piel aran.
Las mías en tu cintura tatuajes dibujaran.

Amor.
Sueños compartidos y entrega.
Tristezas y olvidos relega.
Que por la vida, ilusión.
Y por las melancolías, emoción.

Amor.
Si conmigo pudieras
Recorrer las verdes veredas,
A mí, trotamundos viajero,
Llenarías de estrellas mi negro lucero.

Amor.
Sinónimo de Vida verdadera,
Escudo  de simpar bandera.
Ariete de imposibles conquistas,
Palabra de grandes poetas.

Amor.
Cada instante, un te quiero.
Cada minuto, un consuelo.
   Cada día por ti camino.
Mi universo es formar parte de tu destino.

Amor, amor, amor, amor.


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martes, 28 de mayo de 2013

"Ser feliz es una cuestión de actitud"

A partir de la publicación de su libro, "Los colores de un sueño, editado por Plataforma Editorial, quiero compartir una muy interesante entrevista recogida de la página web
http://www.fundacionvicenteferrer.org/es/noticias/ser-feliz-es-una-cuestion-de-actitud
La protagonista de esta noticia es una persona ciega de 25 años. Para que luego digan que yo hago cosas, pues anda que esta chica...
Pero antes, aquí una breve reseña de la novela muy recomendable, por cierto:
El testimonio de una joven invidente que hace realidad sus ilusiones ayudando a niños indios
¿Que cómo son mis sueños? ¡De colores! De pequeña empecé a soñar que un día me iría a la India. Que escucharía el ruido atronador de sus calles, que olería esa mezcla casi indescifrable de aromas distintos y que estaría rodeada de niños. Supongo que, cuando lo explicaba, algunos debían pensar: “¡Pero si Alba es ciega! ¿Cómo se va a ir a la India?".» A lo largo de estas páginas, Alba contagia el entusiasmo de una joven con una motivación extraordinaria que, con una naturalidad sorprendente, va superando pequeños retos para lograr alcanzar sus sueños. Con una sensibilidad exquisita, un optimismo contagioso y buen humor, Alba demuestra con su ejemplo que lo importante es conocernos, identificar qué queremos y, a partir de ahí, ¡perseguir nuestras ilusiones!

Alba de Toro: "Ser feliz es una cuestión de actitud"
Alba de Toro nació en 1987 y desde entonces ha soñado con la India. Mientras otros niños jugaban al escondite, ella imaginaba a sus Barbies indias habitar lugares exóticos como el Taj Mahal o Benarés. Tener discapacidad visual desde su nacimiento no ha impedido que estudie ‘Traducción e Interpretación’, hable cinco idiomas y que a los 18 años se embarcara en un viaje a la India en el que sigue inmersa a día de hoy. Alba trabaja actualmente como profesora en el Instituto de Integración de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.
¿Cómo acaba una chica de 18 años de viaje por la India rural?
 Mis padres me regalaron el soñado viaje cuando cumplí la mayoría de edad. Vinimos a la Fundación Vicente Ferrer como visitantes para ver el proyecto. Solo salir del coche y allí nos esperaba Vicente, que nos recibió con un abrazo: “Hola Alba, ¡qué bien que hayas venido!…”
¿Cual fue tu primera impresión de Vicente?
 Me dio mucha paz, mucha tranquilidad. Tenía la sensación de que él estaba en un nivel más espiritual, como si no estuviera a ras de suelo…
¿Y cómo pasaste de visitante a trabajadora?
 Vieron que yo, en comparación con las personas con discapacidad visual de Anantapur, podía hacer muchas cosas. Eso podía resultar muy motivador para los niños del distrito, así es que al año siguiente volví a la India para enseñarles informática. Esta es ya la cuarta vez que estoy en el Instituto de Integración de la Fundación.
¿Qué es un instituto de integración?
 Quiere decir que se acoge sin distinción a chicos y chicas invidentes totales y parciales, huérfanos y afectados por el VIH. Conviven juntos en el centro. Es una idea muy buena, porque así no se crea un pequeño “mundo de personas ciegas”, todo es más natural y mucho más real para el futuro.
¿Qué estudian en este instituto?
 Es una escuela residencial donde se da clases académicas como el hindi, las matemáticas, el telugu… y actividades extraescolares como el yoga, la música, o el deporte. Además hemos desarrollado un programa llamado “Tareas de la vida diaria”, en el que les enseñamos a desenvolverse en sus quehaceres cotidianos como lavarse la ropa, peinarse, cocinar, coser, moverse en el espacio, reconocer el dinero… La finalidad es dar más independencia a nuestros chicos, que la discapacidad no les impida llevar una vida normal.
¿Cómo realiza las actividades cotidianas una persona con discapacidad visual?
 De una manera ordenada y metódica. Los utensilios de cocina deben estar siempre en el mismo sitio, hay que ir de un sitio a otro siempre por el mismo camino, la ropa debe estar ordenada por colores…
¿Cómo les explicas lo que son los colores?
 Asociándolos a cosas y olores. Por ejemplo: el amarillo es un limón. Les das uno y lo huelen, lo tocan… ¡Yo tengo mi color favorito!.
¿Cuál es?
 El naranja. Tiene energía y es muy loco.
También les enseñas informática…
Si, informática adaptada mediante un programa. Se trata de utilizar un sintetizador de voz que va leyendo los caracteres que aparecen en pantalla. El ratón es muy visual, así es que lo hacemos todo mediante el teclado.
¿Cómo se identifica a estos niños en los pueblos?
 La Fundación hace seguimientos en las zonas rurales. Cuando nace una persona con discapacidad van a buscarla a su casa, identifican su tipo de discapacidad, hablan con la familia y, finalmente, ayudan a su inscripción en el colegio.
¿Cómo se percibe en la India tener un hijo con discapacidad visual?
 En muchas ocasiones se considera un castigo de los dioses o un mal comportamiento en otra vida. Los niños, a veces son arrinconados como vegetales o acaban pidiendo limosna en los trenes…
Y a los que aceptan… ¿les dan un excesivo asistencialismo?
 Si, no se cree que puedan hacer nada por ellos mismos y se lo dan todo hecho… sin embargo cuando les hacen las cosas no les ayudan, les convierten en pequeños inútiles.
¿Habéis hecho algo para cambiar esta situación?
 Hacemos reuniones de padres y formación de profesores. También hemos hecho un video en el que les mostramos cómo sus hijos pueden hacer todo tipo de tareas del hogar. Hemos de cambiar la visión que se tiene de la discapacidad en Anantapur, ¡las familias deben saber que pueden hacerlo todo!
Tener algún tipo de discapacidad no es motivo para dejar de hacer nada.
 Efectivamente, yo soy una persona con discapacidad, o así es como se nombra al hecho de que te falte un sentido. Negarlo sería absurdo. Sin embargo, yo no lo asocio con algo negativo… para mí, “discapacidad” es sinónimo de aparcamiento gratis, evitar las colas en los parques de atracciones… Simplemente, pertenezco a un grupo, y este es el nombre que recibe.
Podríamos decir que, simplemente, tu concepto de “ver” es diferente al nuestro.
 Si. Cuando “veo” las cosas no las imagino por su forma física… me baso en otros parámetros, como el tacto y el olor, para percibir la realidad. Valoro las cosas a mi propia manera, me fijo en cosas en las que los demás no se habían percatado.
¿Siempre has afrontado la discapacidad de una manera tan positiva?
 Intento siempre ver las cosas por el lado bueno y vivirlo todo de manera intensa. Intento que todo me emocione cada día. Ser feliz es una cuestión de actitud.
¿Qué le dirías a una persona que no lo afronta con el mismo positivismo?
 A los chicos de mi instituto les recomiendo sonreír: las sonrisas se contagian.

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domingo, 26 de mayo de 2013

El libro de poemas



Feliz domingo.
Espero que la próxima semana, última de mayo, os sea pródiga. Que estéis bien y que la literatura os acompañe siempre porque cuando aun cuando uno no tiene nada, siempre queda un cuento o una  historia para hacernos sentir bien.
Con cariño.

Recurrirías a médicos y curanderos. Te aferrarías a lo que fuera, incluso a titulares huecos de televisión. Todo con el vano espejismo de que, unos u otros, poco importaría cómo, te dieran una solución.
Eso pensaste ante la perspectiva de ser un anónimo olvidado del barco de la vida.
Desde niño tuviste trazado el plan. Fuera como fuese serías famoso. Te granjearías la admiración de la gente, serías objeto de envidias no precisamente sanas. Costara lo que costase serías el mejor.
La ambición sería tu bandera; el triunfo, tu divisa; el éxito, tu única meta. ¿Que te llevarías por delante a otros? ¿Que pisarías lo que fuese necesario? ¿Y a ti qué? Lo único que a ti te afectaría sería lo tuyo. ¿Los emás? Bah, miserables hormigas sin importancia.
Estabas convencido, te lo grabaste a fuego. Nada más, nadie más, sólo tú.
Desde tu castillo contemplas ahora el reino conquistado. Han pasado los años. ¿Un reino de esplendor y riqueza? No, de desolación y muerte.
¿Ganaste? Tal vez sí, pero estás solo, inmisericordemente solo.
¿Te sientes bien? Tu estrategia se cumplió, incluso sin necesidad de recurrir a aquellos sanadores de salón. Sí, triunfaste, y sin embargo fracaso es tu palabra.
Te das cuenta hoy de que en tu victoria venía incluida, como de serie, la mayor de las derrotas. Nadie te avisó de ello. Bien es cierto que de haberlo hecho alguien, le habrías despreciado. ¡Tan cegado estabas!
 No, no te sientes bien. Te sientes solo. Y la soledad no está mal cuando uno la elige pero en tu caso no tienes opción  a buscarla o no. Tanto te endiosaste que todos huyeron de ti. Al principio no te importó, tú tenías tu cielo de cristal. Luego, más pronto de lo que pensabas, te diste cuenta de que ese cielo no era tal, era tumba, sepultura de vivos.
Poseíste a guapas mujeres. No, no las poseíste; en cuanto tuvieron tus joyas marcharon en pos de otros reyes, tan necios como tú. Te creíste querido, pero tan solo resultaron ser aduladores interesados.
Las mansiones, los yates, los caprichos. ¿De qué te sirvieron?
Has querido salir a la puerta, tienes frío, siempre tienes mucho frío. La gelidez te ha calado en lo más hondo del alma. ¿No habrá aún un rayo de sol que haga el milagro de caldeártela?
El otro día un peregrino, Joaquín dijo que se llamaba, no recuerdas adónde te dijo que se dirigía, te dejó un libro de poemas. ¿Poemas a ti? Creíste que era vano su obsequio. Habrías querido, aun negándolo, que te dijese “ven conmigo, acompáñame”.
¿Qué más te da? Atrévete, ábrelo, quién sabe.
Pero si no sabes leer poesía, tú únicamente aprendiste a leer libros de cuentas, balances, listas de acciones, resultados. Tu biblia fueron los manuales de ingeniería contable.
Y ahora se te da la oportunidad de desgranar versos que habrán germinado en suelo tan ajeno al tuyo. Nada tienes que perder.
Fijas tus cansados ojos, yermos de pasión, en el papel que el desconocido caminante te ha regalado.
 No sabes cómo pero pronto quieres mirar, en vez de limitarte a ver, esas letras que crean palabras, palabras que inquietan tu alma, palabras que hasta este momento siempre te resultaron prohibidas: sensibilidad, amor, entrega, naturaleza, rosas, espuma de mar, labios de miel, néctar, colinas coronadas de guindas… Qué hermosura!
El hielo se derrite, el corazón despierta. ¿Aún podrás recuperar eso que dijeron sueños?
No puedes parar. Una estrofa, otra y otra. Sonetos, odas, rimas. Nombres que nunca escuchaste y que hoy, por milagro, se te hacen amigos.
El libro termina, tu alma grita de júbilo, sonríes.
Poesía, literatura, sentimiento. Tus nuevos compañeros.
Una dedicatoria figura en la última página:
“Trazos de tinta viva somos. Poemas que a ti, lector amigo, venimos. Tu soledad, junto a nosotros, nunca es tal. Tócanos, quiérenos, somos puerta abierta a la felicidad sin culpas ni abandonos.”
Eres feliz, como nunca lo fuiste. Abrazas el libro de poemas, notas cómo tu mundo de hielo se transforma en universo de fuego y luz.
Tu vida renace y tu ánimo vuela en busca de horizontes nuevos. Los buitres tendrán aún que esperar para devorar tus despojos. Escribirás, aprenderás a hacerlo, serás cómplice de la dedicatoria y crearás historias que enmendarán tanto daño como hiciste y te hiciste.
¿Y joaquín? ¿Volverá por su libro? Seguramente no. ¿Y si algún día buscando un libro para regalar a otro insensato descubre el que tú un día habrás escrito? ¿Sabrá que él ffue quien te salvó? Quizás.

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sábado, 25 de mayo de 2013

El tiempo y la marea



¿Será osado atrevimiento por mi parte jugar a hacer versos cuando apenas si sé construir cuentos?
Tal vez, pero la literatura y la pasión me mueven. La triste nostalgia y la culpa de quien nunca quiso ser culpable.
Gracias a quienes siempre estáis ahí para iluminar mi soledad.

El tiempo y la marea

Tiempo que superas al poder del viento,
Agua que entre mis dedos se escurre,
Hormigas que invaden mi sentimiento
La tristeza se muda, en mí, opresivo aire.

Marea de lejanos mares,
Mares que, la fina arena lames
Ven a quien con ojos no ve
Mas sueña con tus luces.

Déjame ser espuma de tu mar,
¡Ayúdame!
Es mi grito de loco tenaz.
Es lo que a mis labios hoy mueve.

Tiempo y marea
Son mi despertar.
Sábados de palabras inquietas
Versos de cobarde poeta.





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jueves, 23 de mayo de 2013

Ley de Murphy o peripecias en la Renfe.

Ley de Murphy o peripecias en la Renfe.

Comparto, del blog de mi amiga Ana, http://amelche.blogspot.com.es/2013/05/ley-de-murphy-o-peripecias-en-la-renfe.html su relato de la peripecia que vivimos el pasado viernes a mi llegada a Alicante.
Un texto muy ilustrativo de las dificultades que una persona discapacitada suele encontrarse en el día a día visto bajo la óptica de una persona muy sensibilizada con el mundo de la discapacidad.
Seguro que os gustará tanto como a mí.
Por cierto, en Origuela, Rosa vino a buscarme enseguida creyendo que me iría a la vía pero de algo sirve mi amigo bastoncito.
Todo acabó bien aunque me duela ser objeto de todo ese trajín. Menos mal que me quieren que sino... jejejje

Todo parecía muy sencillo: ir a Alicante, recoger a Alberto, subir en el cercanías, bajarme en Elche y él seguía camino a Orihuela, donde lo recogía Rosa. Sin embargo, no contábamos con la Ley de Murphy ("si algo puede salir mal, saldrá mal", también conocida como: "la tostada siempre cae del lado de la mantequilla", de la mermelada o del aceite, añado yo). En resumen, que la Ley de Murphy empezó pronto a hacer de las suyas, para darle vidilla al asunto.
Yo sabía que la estación de Alicante estaba en obras por lo del AVE (se supone que llega en junio, ya veremos...) porque la había visto hace unos meses. Pero es que ahora ya no son obras, es zona de guerra llena de edificios vaciados totalmente por dentro (sólo quedan las paredes y el techo), zanjas por todas partes, vallas metálicas, obreros con casco, ingenieros haciendo fotos de los progresos y consultando con otros... Total, que de los andenes al vestíbulo sólo queda un estrechísimo pasillo por donde se agolpan los pasajeros.
Alberto, por venir de Madrid, tenía gratis el cercanías. Con una condición: hay que validarlo. Y, para ello, sólo hay una máquina en la entrada de la estación o el mostrador de venta de billetes. Le dije que le preguntara al personal de RENFE que le iba a ayudar al llegar (a mí no me dejaban pasar, sólo podían estar en el andén los viajeros con billete, no los familiares y amigos que iban a recoger a la gente), pero aquella señora sólo le aclaró que había que validarlo y, en cuanto vio que yo me hacía cargo, salió corriendo con la excusa de que tenía que ayudar a más pasajeros. Además, sólo teníamos veinte minutos entre los dos trenes, pero el de Madrid llegó diez minutos tarde, con lo cual, nos quedaba la mitad de tiempo.
Así que, dejé a Alberto junto a una valla de las obras (el de Madrid había parado justo al lado del cercanías, pero tenía que cruzarme toda la estación para ir a validar el billete) y me fui hasta la otra punta, sorteando viajeros y maletas lo más rápido posible. Llegué a la máquina, había un señor delante y luego, cuando intenté validar el billete con el código de barras, no había manera. Hala, tira para el mostrador y haz toda la cola, claro. Cuando por fin me atiende una señora, me dice que es en el mostrador de al lado. Otra cola. Por fin llego, el hombre intenta validar el billete, el lector de códigos no lee nada, lo pasa varias veces, a la cuarta o quinta, por fin, sale el billete para el cercanías. Salgo corriendo, literalmente, y oigo: "próxima salida cercanías con destino Murcia". Corro aún más que mi hermana en la media maratón de Almansa, consigo llegar entre las vallas hasta donde había dejado a Alberto, nos metemos corriendo en el tren. Todo lleno de gente, claro, éramos los últimos. Con maletas por enmedio, había sitios vacíos, pero sólo para una persona. Al cuarto vagón o así, por fin conseguimos encontrar dos sitios y sentarnos. ¡Uffff! ¡Prueba superada!
Paramos en San Gabriel y Torrellano, como siempre, y el tren se detiene más tiempo del normal para dejar pasar a otros. Ya llevamos quince minutos de retraso, pero lo peor es que no funciona la megafonía que anuncia las estaciones y entonces Alberto lo va a tener difícil para saber cuándo llega a Orihuela. Tampoco pasa el revisor, para avisarlo y que le ayude. Para más inri, en Torrellano se apagan las luces del vagón y el tren hace un ruido raro, parece que no va a arrancar, aunque al final arranca. Si es que, yo conozco los mismos trenes mugrientos toda la vida, en todas las otras líneas de cercanías he visto trenes mucho más modernos. Estos deben de tener como treinta años o más.
Para rematar ya la faena, Alberto se ha equivocado y le ha dicho a Rosa que llega una hora más tarde. Cuando se baja la gente en la primera estación de Elche, nos cambiamos de sitio y dejo a Alberto más cerca de la puerta. Me espero a la segunda y entonces veo al revisor trasteando en el cuadro eléctrico para intentar arreglar las luces, que siguen sin funcionar, y le aviso de que tiene que ayudar a Alberto a llegar a Orihuela. Llamo a Rosa en cuanto me bajo y me dice que está de camino, que no ha hecho caso de Alberto y se ha adelantado, menos mal, están entrando a Orihuela, pero hay obras y se tienen que desviar del camino usual. 
Al día siguiente cuando llego a Orihuela y veo la estación... se me cae el alma a los pies. "¡¡¿Esto qué es?!!  ¡¡Si lo llego a saber, no mando a Alberto aquí!!" Yo conocía (y además, había visto una foto en internet, buscando la dirección para hacerme un plano y saber ir de la estación a la librería donde se hacía la presentación del libro de Alberto) una estación de cristal, modernísima y maravillosa, pero resulta que la cerraron en octubre (de eso me he enterado después) por las obras, creo que del AVE también. Y ahora llegas a lo que llaman: "estación intermodal provisional", que han construido a cierta distancia de la estación real y es, atención: dos andenes sin valla ni nada, vamos, que si, como Alberto, no ves, te puedes caer a la vía fácilmente, un conjunto de prefabricados donde están los aseos, las taquillas de renfe y las de los autobuses ("intermodal" significa que hay unos diez espacios para aparcar autobuses un poco más allá) y poco más. Te hacen bajar en un andén, seguir recto, bajar por una rampa hasta otra vía, cruzar andando la vía, subir por otra rampa al otro andén y luego, por rampa o escaleras, bajar a la parte de las taquillas y la calle. Una carrera de obstáculos, vamos. Y más, si eres discapacitado.

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martes, 21 de mayo de 2013

Una tarde con el poeta


Publico hoy mi cuento semanal en homenaje a Rosa Sánchez que tanto se esforzó por hacerme sentir acompañado este fin de semana de magia y literatura.
Que estéis bien.
Un cálido abrazo de luz.

Me dije que volvería a aquella casa, una casa como la mía, en la que un lejano junio nací.
Me dije que aunque tornara solo, cual así es mi destino, encontraría refugio porque en ella, ya para siempre, flotaría la amistad que me condujo hasta ella.
Me dije, tantas cosas me dije.
-¿Es ésta la casa de don Miguel?
-Ésta es.
-Al fin llego. Pregunta a unos y a otras, unos que te señalan para allá, otros para acá. ¡Qué poco comprenden! Si no veo el punto que indican de qué me sirve.
-Pasa, buen hombre. Que aguardándote estaba.
-En la anterior visita que hice me recibió el conserge, muy voluntarioso y cortés él. ¿Dónde fue? ¿No habrá sido una víctima más de la crisis de turno y lo habrán mandado al paro?
-Ah, la poesía. Supe que vendrías y quise ser yo quien saliera a tu encuentro. “Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, que son dos hormigueros solitarios.”
-Vaya, muy propias sus palabras de recibimiento para este ciego que recordando ahora, dice: “¡Oh, primavera verde de deseo, qué martirio tu vista dulce y alma, para quien anda solo y miserable!”. Así vengo, de esta guisa me siento.
-No hagas tal, ciego amigo. Que el humor vence al dolor. Que sitú, compadre, de ceguera padeces, yo de incomprensión y muerte la copa repleta me hicieron beber. Burlas recibí por como aldeano pobre vestir, desprecios recibí por sembrar literatura entre el pedregal y martirio sufrí tras anteponer el amor y la libertad a la realidad. Pero, pasa, pasa; que la higuera, con su sombra y sus frutos, nos acogerá.
-Sí, la higuera. No es árbol de bien y mal, de verdades prohibidas. Es tutor de palabras nuevas y faros refulgentes. La otra vez toqué su tronco retorcido y nudoso. Una hoja quisieron que me llevara pero yo rechacé semejante ofrenda porque en el alma portaba su verdor y magia, con pepitas rosadas, henchidas de turgente dulzor.
Tomo su famélico brazo, noto su temblor de eternas lombrices corredoras. Su voz es quebradiza, como debían ser los cantos sueltos en la serranía adonde las cabras apacentó.
-Siéntate, compañero. Aquí, a mi lado, en esta silla de anea y esparto. Aquí donde tanto lloré a mi amigo Ramón. “(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien
tanto quería…” Sé que me comprendes, que tú también lloraste muertes de otros amigos.
-Sí, sí. Pero… ¿será que mi ceguera me invade la mente? ¿Quién es usted, anciano anfitrión?
-¿No lo has adivinado aún? “Por el cinco de enero, cada enero ponía mi calzado cabrero a la ventana fría…… …Nunca tuve zapatos, ni trajes, ni palabras: siempre tuve regatos, siempre penas y cabras.”
-¡Don Miguel Hernández! Usted es. Semejante privilegio los hados me hacen. Yo que en las huellas del cuento vierto mi afán, estar a su lado de orgullo me llena. ¿Cómo puede ser?
-Pues, cómo ha de poder ser. La literatura nos une, la amistad es bandera para ti y para mí y los orígenes de pueblo sin tierra quisieron ser nuestras cunas. Tú en la Soria de surcos arados sobre árida arena. Yo en estos laderos calcáreos de cuevas y riscos.
-Déjeme sentir su genio, permítame rozar con mis yemas hambrientas de luz su rostro. Que otro soñé con poseer y no me atreví.
-¿Mi rostro? Si tan solo es ya papiro de jeroglíficos borrados a la espera de que la dueña del alma a descubrirlos venga. “Todo era azul delante de aquellos ojos y era verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos. Porque el color hallaba su encarnación primera dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos”.
 -Colores, ah los colores. Aún recuerdo algunos, pocos ya. Hubo tiempo en que quise vivir en sueño porque soñando veía. Ahora ya ni eso. Mis colores hoy son palabras hermosas cuando nacen de labios de rubí y pechos de azúcar.
-Hijo, el tiempo se nos agota. Quise pedir que pudieras hallarme. Los dioses me lo concedieron con la condición de que un regalo te hiciese. Un regalo que los demás nunca podrán ver. Sé de tu lucha, conozco tu empeño tan costoso para ti y gratuito para ellos. Entrega, humor y renuncias. Sí, ésas son certezas de tu carácter para mi espíritu, habitante eterno de parnasos asentados en librerías de antiguos anaqueles. Tus Huellas junto a Alma de Alejandría me acompañan. John Hall, Isaac Tischler, Lázaro de Tormes o Alonso Quijano son vecinos de mis días sin fin. Y ellos y sus creadores apoyan mi misión: no te rindas, no cejes en tu utopía iluminadora, no dejes de recorrer caminos tras metas alcanzadas. Nosotros, los poetas somos tu maná que alimentará tu fuego. Marcha, sí; marcha a tu realidad de ojos velados, a tu rutina de barreras y obstáculos, de frustraciones y fracasos; pero también de triunfos, amistades eternas ganadas y retos superados. Ve en paz siempre adelante. No estarás nunca solo aunque solo te sientas.
Y él se fue serranía arriba, yo busqué la salida, sin saber cómo la encontraría, de aquella casa de pueblo. El bastón blanco me llevó hacia la plaza, mi cabeza golpeó el marco bajo y el último paso di. El frío cemento de la esplanada y la noche oscura de mi oscuro deseo me recibieron.
Buscaría donde guarecerme para asimilar aquel mágico encuentro. Preguntaría por dónde alojarme esa noche de sorpresa y emoción. ¿Una librería en la plaza de San Sebastián? ¿Un pub con nombre de capitán pirata?
-¿Puedo ayudarle en algo, señor?
Una niña me ha preguntado sin omitir nada, sin rubor ni miedo. ¿Será la musa que el anciano poeta me envía? ¿Será…?

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lunes, 20 de mayo de 2013

La mágica luz de “Huellas de luz”: Pilar de la Horadada-Orihuela, mayo 2013

Me resulta enormemente difícil reflejar lo vivido este fin de semana gracias a este libro que apenas hace un año, ahora, estaba en la imprenta de Vive Libro editorial. ¿Cuál sería su verdadero éxito? ¿Adónde me conduciría? Si cuando el próximo 1 de junio se celebre su cumpleaños haré balance del primer aniversario del que, sin duda, ya para siempre será mi hijo primogénito, he de decir que en buena medida, la respuesta podremos encontrarla en este fin de semana de magia y luz; de encuentros y amistad; de literatura y sueños; de testimonio y entrega; de sol y poesía; de cangrejos y mar; de excelsos alimentos.
Salir del trabajo el viernes y, tras cargar el equipaje de presentes para regalar e ilusiones que compartir, no saber si tendré reservada la ayuda para subir al tren en Atocha, pues me he dado cuenta de que no he recibido el SMS habitual de confirmación; no saber si llegaré a tiempo a Alicante para enlazar con el cercanías que me conduzca hacia Orihuela aunque Ana esté esperándome, Ana, sí, mi particular Dama de Elche; no saber si cuando llegue a Orihuela me enteraré de que he llegado a destino, dado que la megafonía del tren no funciona y ella se habrá bajado 4 estaciones antes; no saber si Rosa y su familia estarán allí, a tiempo, para recogerme teniendo en cuenta que hay obras; no saber si el sábado por la mañana acudirá gente al Baúl del Libro, aun cuando la promoción ha sido excelente lo mismo que por la tarde en Códex y es que a nadie se le ocurre contraprogramar dos humildes presentaciones literarias frente a comuniones mil, partidos locales de fútbol, fiestas rocíeras  y el inolvidable Festival de Eurovisión; no saber, en fin, si Rosa, con su dedicación y cariño, me reservará alguna sorpresa después de haberle animado a que se sienta libre en el desarrollo y organización de los eventos.
   No saber nada de eso pero confiar, con mi proverbial confianza ciega en que la luz de “Huellas de luz” ilumina mis pasos para conducirme a puerto seguro.
Claro que sí, símbolos. Símbolos que hablan de estrenar bastón blanco como esos ojos de Miriam, la maravillosa hija de Rosa Y Ximo, que son faros o de que hagamos del Día Internacional de Internet el momento adecuado para convertir en física una amistad especial entre Rosa y yo, gestada a través de la blogosfera hace un buen puñado de años.
  No, el auténtico éxito de “Huellas de luz” no estriba en los ejemplares vendidos o el número de las personas que quisieron acompañarnos. Tampoco estriba en que se haya hecho visible en la comarca de la vega baja del Segura, por supuesto que sí, también. Pero, su verdadero éxito se ha visto plasmado en la magia creada. Magia que ha promovido Rosa, como lo habría hecho la primera de las hadas,  con su impulso y buen hacer para que cayéramos en las mejores manos. Magia para que este cieguito, desconocido y pequeño que tan solo aspira a ser uno más y hacer de este mundo un hogar más cálido, haya sido acogido con la hospitalidad de los mejores anfitriones. Magia para que mis sentidos se vieran colmados de la sensibilidad de los grandes poetas Miguel Hernández, Luis Pla y la propia Rosa. Magia que me ha hecho ver cómo a alguien le brota alguna lagrimilla de emoción pero también de risa chispeante entre bromas y veras.
Magia, sí; pero también luz. Luz que irradia cierto sol tatuado en un alma grande, luz iluminadora que tiene nombre de literatura porque para mí estar en librerías como las que me han recibido es alumbrar mi espíritu y luz es recoger el afecto de quienes, con el corazón, han querido ser ojos para mí, ojos a través de los que mi ceguera queda atrás.
         Magia y luz, luz y magia. Y huella, cómo no. La huella que ha dejado todo eso en mi memoria y, quién sabe, la que yo habré dejado en alguien con mis apasionadas palabras que aspiran a valer más que mil imágenes y que son hijas de los valores que mi familia me inculcó y que son las señas de identidad de la obra que me representa.
Viernes noche de recibimiento inaugural y nervios, sábado de emotivas certezas literarias y domingo de sentimientos encontrados entre la alegría y la nostalgia, la plenitud y la morriña por la partida, entre la Esplanada y ese soberbio arroz abanda.
 Gracias por arrobas, gracias a Rosa, Ximo, Adela y Miriam, a Luis y a su familia, a Ana _que se esforzó por regalarme su tiempo en plena época de exámenes_, a los responsables de las librerías, a Emilio Tomás García _doctor en Ciencias de la Información que condujo el acto de la mañana de forma magistral_ y a Maite Sánchez Cánovas _directora de la ONCE en Orihuela que estuvo conmigo por la tarde_, gracias a quienes quisieron pasar un rato junto a nosotros y, encima me aplaudieron y todo, además de pedirme que les firmase con la letra y el cincel de la mejor de las escribas, gracias a los trabajadores del hotel Lomonte que me han ayudado durante mi estancia, gracias al guía que me ha enseñado la casa en la que vivió Miguel Hernández con tanto interés y cercanía, gracias a la bibliotecaria de Callosa y a quienes me han pedido que vuelva y lo haga para transmitir nuevamente mi mensaje de optimismo y esperanza, de optimismo porque entre ver la botella medio llena o medio vacía me quedo con aquella opción ya que ni la una ni la otra las veo, y esperanza porque, cómo no voy a creer en la esperanza, si hay tantas gentes buenas que de forma tan generosa me regalan tantísimo.
Siempre adelante, por supuesto y que esta meta alicantina primaveral resulte ser el inicio de nuevos caminos de concordia, ejemplo y futuro. Porque se puede y merece la pena intentarlo.
Va por Rosa, por ellos y por ellas, por el humor y el amor, ese amor que han puesto en conseguir que mi ceguera se torne luz a lo largo de este fin de semana pilarista y oriolano.

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