martes, 28 de mayo de 2013

"Ser feliz es una cuestión de actitud"

A partir de la publicación de su libro, "Los colores de un sueño, editado por Plataforma Editorial, quiero compartir una muy interesante entrevista recogida de la página web
http://www.fundacionvicenteferrer.org/es/noticias/ser-feliz-es-una-cuestion-de-actitud
La protagonista de esta noticia es una persona ciega de 25 años. Para que luego digan que yo hago cosas, pues anda que esta chica...
Pero antes, aquí una breve reseña de la novela muy recomendable, por cierto:
El testimonio de una joven invidente que hace realidad sus ilusiones ayudando a niños indios
¿Que cómo son mis sueños? ¡De colores! De pequeña empecé a soñar que un día me iría a la India. Que escucharía el ruido atronador de sus calles, que olería esa mezcla casi indescifrable de aromas distintos y que estaría rodeada de niños. Supongo que, cuando lo explicaba, algunos debían pensar: “¡Pero si Alba es ciega! ¿Cómo se va a ir a la India?".» A lo largo de estas páginas, Alba contagia el entusiasmo de una joven con una motivación extraordinaria que, con una naturalidad sorprendente, va superando pequeños retos para lograr alcanzar sus sueños. Con una sensibilidad exquisita, un optimismo contagioso y buen humor, Alba demuestra con su ejemplo que lo importante es conocernos, identificar qué queremos y, a partir de ahí, ¡perseguir nuestras ilusiones!

Alba de Toro: "Ser feliz es una cuestión de actitud"
Alba de Toro nació en 1987 y desde entonces ha soñado con la India. Mientras otros niños jugaban al escondite, ella imaginaba a sus Barbies indias habitar lugares exóticos como el Taj Mahal o Benarés. Tener discapacidad visual desde su nacimiento no ha impedido que estudie ‘Traducción e Interpretación’, hable cinco idiomas y que a los 18 años se embarcara en un viaje a la India en el que sigue inmersa a día de hoy. Alba trabaja actualmente como profesora en el Instituto de Integración de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.
¿Cómo acaba una chica de 18 años de viaje por la India rural?
 Mis padres me regalaron el soñado viaje cuando cumplí la mayoría de edad. Vinimos a la Fundación Vicente Ferrer como visitantes para ver el proyecto. Solo salir del coche y allí nos esperaba Vicente, que nos recibió con un abrazo: “Hola Alba, ¡qué bien que hayas venido!…”
¿Cual fue tu primera impresión de Vicente?
 Me dio mucha paz, mucha tranquilidad. Tenía la sensación de que él estaba en un nivel más espiritual, como si no estuviera a ras de suelo…
¿Y cómo pasaste de visitante a trabajadora?
 Vieron que yo, en comparación con las personas con discapacidad visual de Anantapur, podía hacer muchas cosas. Eso podía resultar muy motivador para los niños del distrito, así es que al año siguiente volví a la India para enseñarles informática. Esta es ya la cuarta vez que estoy en el Instituto de Integración de la Fundación.
¿Qué es un instituto de integración?
 Quiere decir que se acoge sin distinción a chicos y chicas invidentes totales y parciales, huérfanos y afectados por el VIH. Conviven juntos en el centro. Es una idea muy buena, porque así no se crea un pequeño “mundo de personas ciegas”, todo es más natural y mucho más real para el futuro.
¿Qué estudian en este instituto?
 Es una escuela residencial donde se da clases académicas como el hindi, las matemáticas, el telugu… y actividades extraescolares como el yoga, la música, o el deporte. Además hemos desarrollado un programa llamado “Tareas de la vida diaria”, en el que les enseñamos a desenvolverse en sus quehaceres cotidianos como lavarse la ropa, peinarse, cocinar, coser, moverse en el espacio, reconocer el dinero… La finalidad es dar más independencia a nuestros chicos, que la discapacidad no les impida llevar una vida normal.
¿Cómo realiza las actividades cotidianas una persona con discapacidad visual?
 De una manera ordenada y metódica. Los utensilios de cocina deben estar siempre en el mismo sitio, hay que ir de un sitio a otro siempre por el mismo camino, la ropa debe estar ordenada por colores…
¿Cómo les explicas lo que son los colores?
 Asociándolos a cosas y olores. Por ejemplo: el amarillo es un limón. Les das uno y lo huelen, lo tocan… ¡Yo tengo mi color favorito!.
¿Cuál es?
 El naranja. Tiene energía y es muy loco.
También les enseñas informática…
Si, informática adaptada mediante un programa. Se trata de utilizar un sintetizador de voz que va leyendo los caracteres que aparecen en pantalla. El ratón es muy visual, así es que lo hacemos todo mediante el teclado.
¿Cómo se identifica a estos niños en los pueblos?
 La Fundación hace seguimientos en las zonas rurales. Cuando nace una persona con discapacidad van a buscarla a su casa, identifican su tipo de discapacidad, hablan con la familia y, finalmente, ayudan a su inscripción en el colegio.
¿Cómo se percibe en la India tener un hijo con discapacidad visual?
 En muchas ocasiones se considera un castigo de los dioses o un mal comportamiento en otra vida. Los niños, a veces son arrinconados como vegetales o acaban pidiendo limosna en los trenes…
Y a los que aceptan… ¿les dan un excesivo asistencialismo?
 Si, no se cree que puedan hacer nada por ellos mismos y se lo dan todo hecho… sin embargo cuando les hacen las cosas no les ayudan, les convierten en pequeños inútiles.
¿Habéis hecho algo para cambiar esta situación?
 Hacemos reuniones de padres y formación de profesores. También hemos hecho un video en el que les mostramos cómo sus hijos pueden hacer todo tipo de tareas del hogar. Hemos de cambiar la visión que se tiene de la discapacidad en Anantapur, ¡las familias deben saber que pueden hacerlo todo!
Tener algún tipo de discapacidad no es motivo para dejar de hacer nada.
 Efectivamente, yo soy una persona con discapacidad, o así es como se nombra al hecho de que te falte un sentido. Negarlo sería absurdo. Sin embargo, yo no lo asocio con algo negativo… para mí, “discapacidad” es sinónimo de aparcamiento gratis, evitar las colas en los parques de atracciones… Simplemente, pertenezco a un grupo, y este es el nombre que recibe.
Podríamos decir que, simplemente, tu concepto de “ver” es diferente al nuestro.
 Si. Cuando “veo” las cosas no las imagino por su forma física… me baso en otros parámetros, como el tacto y el olor, para percibir la realidad. Valoro las cosas a mi propia manera, me fijo en cosas en las que los demás no se habían percatado.
¿Siempre has afrontado la discapacidad de una manera tan positiva?
 Intento siempre ver las cosas por el lado bueno y vivirlo todo de manera intensa. Intento que todo me emocione cada día. Ser feliz es una cuestión de actitud.
¿Qué le dirías a una persona que no lo afronta con el mismo positivismo?
 A los chicos de mi instituto les recomiendo sonreír: las sonrisas se contagian.

3 comentarios:

amelche dijo...

Pues sí, es una cuestión de actitud. Aunque esto es como eso de: "el dinero no da la felicidad", no la dará pero, ¿y lo que ayuda a conseguirla? Será una cuestión de actitud, pero si las circunstancias acompañan y no tienes problemas, es mucho más fácil ser feliz.

Rosa Sánchez dijo...

Muy cierto, Alberto, nuestras probabilidades de éxito son proporcionales a la actitud que adoptamos ante la vida y con la que afrontamos ciertas situaciones.
Aquí tenemos un claro ejemplo.
Un abrazo con buena actitud.

Alberto dijo...

Ana, sí; muy cierto lo que dices pero uno puede tener buenas circunstancias y no ser feliz. A veces cuando uno más tiene, menos dichoso es.

Rosa, supongo que lo dices por ti lo del ejemplo, jejejejej. Esa es tu actitud de felicidad e ilusión.
Besos de actitud para ambas.

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