jueves, 31 de octubre de 2013

Sueños

Buenas noches de jueves, jueves mágico de brujas y dulces, castañas y panallets.
Aquí mi nuevo esbozo de poema, cargado de sueños y anhelos.
Que te guste y haga soñar, jejejej.
Con cariño.

Sueños

Soñar quería porque cuando soñaba, te veía;
Sueños de soñador, ciego triste.
Conquistarte, mujer hermosa y hechicera.
Sueños de explorador, luchando por traer lo que tú siempre me pediste;
Soñar quería, verte de noche y de día.

Soñar deseaba, que tu pelo fuese mi jardín;
Sueños de jardinero, regar tus flores de piel y tus frutos de dulce sabor.
Poseerte, hembra de bravura verdadera.
Sueños, colgarme de tus ojos de mágico ardor;
Soñar, evocaba tus jadeos sin fin.

Soñar, repetía y repetía tu nombre;
Sueños, perderme entre tus laberintos;
Elevarte, peldaño único de mi escalera.
Sueños, encontrarme entre tus ocultos instintos;
Soñar, clamaba por las brasas de tu lumbre.

Una gota de agua, rosado rocío,  era tu dulce lágrima de felicidad;
Una sonrisa, espumeante cascada, era tu dorado cascabel.
Ganarte, laurel de triunfos, diosa de la primavera.
Una caricia, aleteo de sedosa avecilla, era tu palabra más fiel;
Un suspiro, huracán de corazones, era tu mensaje de promesas sin maldad.

Soñar, soñé con tu lágrima de felicidad;
Creer, creí que mío sería tu dorado cascabel;
Recibir, recibí, acaso, tu palabra más fiel;
Escuchar, escuché, de ti, sirena del mar, tus promesas sin maldad.

Mujer hermosa y hechicera, sueña conmigo, minuto a minuto;
Hembra de bravura verdadera, galopa sobre mi alma, a cada instante;
Peldaño único de mi escalera, deja que sea testigo de tu angustia y tu calma para que nada te espante;
Diosa de la primavera, hechízame con tus sortilegios de duende astuto.

Soñar, te llamas;
Sueños son tus apellidos;
Mujer, brasa de mis latidos;
Amor, siempre de mí te escapas.

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martes, 29 de octubre de 2013

Una tarde de emociones

Buenas noches de martes, último de octubre.
Con emoción, comparto mis sensaciones vividas esta tarde al visitar, por primera vez, los locales de la editorial Vive Libro, la que confiara en mí hace algo más de un año y posibilitara que mi ópera prima, “Huellas de luz: relatos de un ciego optimista y esperanzado para tiempos de crisis” fuese una realidad.
He puesto 2 fotos que me han hecho y espero la semana que viene compartir la entrevista en su canal de televisión por Internet, motivo por el que les he visitado.
Me ha acompañado mi padre y su trato ha sido excelente.
Oler el papel y escuchar el ruido de las máquinas imprimiendo libros es muy emocionante, tocar un libro en su esqueleto y luego tocarlo “vestido”. Como si fuera el paritorio de los libros, algo así.
Me he imaginado cómo nació mis Huellitas, como se diseñó, maquetó, imprimió y encuadernó.
Uno disfruta estando allí. Para ellos es su trabajo y lo hacen con profesionalidad y cariño, pero para quienes, como yo, somos apasionados bibliófilos y aspirantes a escritores, resulta de lo más emocionante estar allí.
Quiero agradecer su acogida y apoyo, no sólo hoy, sino, desde que Javier de Juan de JdeJ Editores, me pusiera en contacto con ellos.
Un lujo contar con su labor y ya sueño con un nuevo parto con aires viajeros. ¿Será niño o niña? Jejejejjeje.



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domingo, 27 de octubre de 2013

La escalera

Buenas tardes de domingo:
Que estéis bien y que la angustia no os venza nunca. No os rindáis aunque la semilla de la esperanza a veces acabe siendo en lo estéril.
Con cariño y siempre adelante.
Un cálido abrazo de luz.

La escalera

Tengo que subir esa escalera. He de hacerlo, no puedo rendirme, si lo hago moriré o peor aún.
Tengo miedo, mucho miedo. La voluntad no me obedece, ¡no puedo dar el paso!
Ah, si dispusiera de una mano amiga… me aferraría a ella y las cosas serían más fáciles. Tiraría de mí, me transmitiría seguridad y confianza, pero yo solo… ¡yo solo no puedo hacerlo!
No se ve nada, sólo existe el abismo. Las sombras se han adueñado de todo. No veo, no veo.
-Vamos, chico… da un pasito. El corazón retumbante me habla.
Quiero hacerlo, pero no puedo. Si pierdo la referencia del suelo me caeré, ya no volveré a estar de pie nunca más.
¿Cómo fue que llegué a este reino de tinieblas? ¿Cómo salir de él? Tan solo la oscuridad es lo que me rodea y la nada, más allá. El vacío absoluto.
No sé. Me desperté, ¿cuánto hace de esto? Me desperté y sólo había oscuridad
Tanteé arrastrándome, topé con peldaños resquebrajados de una escalera de cuerda despeluchada, extendí las manos, mas… ¡no hay nada más!
Si me muevo un poco, a mi derecha o izquierda o … me hundiré en los abismos.
¡Quiero vivir! ¡Ayúdenme!
Nadie responde. ¿Quién lo habría de hacer si esto es la nada. Estoy solo. Nadie vendrá. ¿Y si me rindo moriré.
Zzzzzzssshshshshshszzzzzzz
¿Qué? ¿Se oye algo reptando? ¡Dios!
Se está colando por la pernera del pantalón. Es pegajoso, como de baba caliente. Sube, sube. Pronto llegará a la pelbis. ¿Me morderá.
Sacudo convulso el cuerpo. Continúa su implacable camino.
Oh, no.
Se me ha pegado la mano a lo que sea esto. Si no subo la escalera antes de que me engulla la baba…
Me pica, duele, quema.
Todo viene de abajo.
¿Y si me dejara caer? ¿Si me zambullera en el abismo? Caer caer caer.
¡La cogí!
Se mueve todo, no la soltaré.
Ya tengo el pie en el primer peldaño de cuerda.
La gran baba viscosa tira de mí hacia abajo, pero no me voy  a rendir.
Ahora ya solo falta subir. Poner el otro pie y el otro y el otro.
¡Nooooooo! No no no.
Caigo caigo caigo. La baba me aprisionó… ¿Dónde está? ¿Dónde están los peldaños de esa odiosa escalera? Nada, no hay nada, sólo nada nada nada naaa…
Maldita escalera, que sembraste en mí semillas de esperanza, y te has disuel…
La len gua se me pe pe pe pe gggggggg.
Nada, silencio, oscuridad, nada nada nada. Muerte, abandono, olvido.  Negrura.






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viernes, 25 de octubre de 2013


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jueves, 24 de octubre de 2013

Mis manos

Buenas tardes:
En este jueves otoñal de lluvia e intimismo comparto mi nuevo esbozo de poema que os dedico a vosotr@s, que dejaís que mis manos se cojan a vuestros brazos para guiarme sin peligro por mis caminos.
Un cálido abrazo agradecido.

Mis manos

Quisiste, amiga mía, que tocase tu cuerpo mojado;
Con mis manos portadoras de luz anhelada.
Manos que me traen vida.
Dejaste que viera tu rostro de limpia alborada;
Con mis dedos de andante cegado.

Me pediste, querida mía, que enterrara en tu melena
Estas manos mías, buscadoras de tesoros.
Manos que me regalan la palabra escondida.
Dijiste que su tacto no era vulgar sentido en ignoto paradero,
Si no galán conquistador en la bravía arena.

Cuida tus manos de explorador, amor mío;
Me susurras al oído, mientras te descubro.
Manos que me enseñan a ver la belleza dormida.
Las cuidaré porque, con ellas te cubro
De pétalos de rosa y urgente desvarío.

Mis manos, siempre hambrientas de suaves tocares;
Exiliadas de pieles y turgentes curvas.
Manos que me acercan a la pasión debida.
Tristes por sentirse vetadas entre malditas dudas;
De quienes las tachan de pecaminosas alambres.

Yemas de seda las visten,
Dedos de regaliz las nutren.
Manos que aferran tu alma perdida.
Nudillos acróbatas las encogen,
Líneas de augurios las envuelven.

Estas manos mías que son vida,
Que me traen la palabra escondida,
Que me enseñan la belleza dormida,
Que me acercan a la pasión debida
Y que aferran tu alma perdida;

Quieren, con sus poros quererte;
Desean, de deseos encenderte;
Buscan, incansables buscadoras,  el punto donde estremecerte;
Anhelan, sedientas anhelantes, de gozo, saciarte;
Siempre, siempre… ¡Acariciándote!




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domingo, 20 de octubre de 2013

Los hombres de blanco

Buena tarde de domingo.
Que estéis bien.
Feliz semana.
Cuidaos y soñad, soñad…

Los hombres de blanco

Los hombres de blanco confiscaron todo lo que tenía. Mi encerado y mis alicates, mis pinturas y mi papel de papiroflexia, mis juguetes y mis peluches.
Me dejaron desnuda, trémula de frío y angustia.
Los hombres de blanco decían que lo hacían por mi bien. ¿Mi bien? Mi bien era seguir en mi celda de cristal.
Lo rompieron todo, con violencia de monstruos. Me resistía, pero cómo habría podido vencerles. ¡Eran tan fuertes! Y yo tan débil, tan poquita cosa.
Se estaba tan bien en la celda… ¿Qué importaba que me ahogara? Más me ahogo fuera de ella, en el sitio donde me han traído ahora. Afirman que es el mejor sanatorio, pero ¡gritan tanto!
Yo era feliz con mi silencio y con mis tesoros.
¿Cómo me llamo? No lo sé, no lo recuerdo.
Dicen que me tome la medicación, pero yo no quiero. Me pinchan a la fuerza, me hacen daño. No quiero, no quiero, no quiero, daño, mucho daño. ¿Por qué? ¿Por qué? Quiero morir, morir, morir, morir.
Cuando vinieron, eso sí lo recuerdo, tarareaba la canción de Mambrú. ¿Quién me la enseñó? ¿Dónde la escuché? Nosotros no teníamos radio. Por tener, no teníamos de nada, ni siquiera, comida.
Mi madre me daba pan duro empapado en vino. ¿Era vino o era vinagre? ¡Era tan agrio! No sé. Luego me dormía, me dormía, me dormía.
¿Y papá? Papá se fue. Nunca más le vi.
¡No gritéeeeis! ¿Por qué gritan tanto?
Mamá también se fue. ¿Iría por vino?
Yo estaba tan bien, tan bien. Nada se oía. ¿Qué tenía en mis manos antes de que vinieran esos malditos señores de blanco?
Dijeron que un cuchillo. Pero si yo tan solo sabía hacer figuritas de papel.
Me chupaba los dedos. Sabían bien. Sabían dulces.
Dijeron que era sangre, ¡la sangre de mi madre! No, era vino, vino dulce. Tantos años dándome vinagre y, por una vez que probaba algo dulce…
Los hombres de blanco vinieron y me apresaron. ¿Dónde están mis juguetes y mi encerado y mi papel de papiroflexia y mis alicates?
-Hija, no cojas el cuchillo.
-Mamita, es mi lápiz para pintar.
-Hija mía. Hija mía. ¿Por qué me haces esto?
-Qué bonita es esta pintura. Roja, qué bonita es.
-Servicio de Urgencias, buenos días. ¿En qué podemos ayudarle?
-¿Vengan deprisa. La Laura ha matado a su madre. Y miren que lo decía yo, que algún día ocurriría una desgracia. Nadie quiso hacerme caso. Ni los del Ayuntamiento ni los del Servicio Social. ¿Y ahora qué? El padre huyó. Qué cojonazos tuvo. Dejar a la pobre doña Encarna con esa loca, por mucho que fuera su hija.
-Laura, ¿necesitas algo? ¿No me conoces? Soy tu padre.
-Déjeme, váyase. No, no, no. Quiero mis peluches y mi papel de papiroflexia.
-Hija, ¿por qué mataste a tu madre?
-Quiero vino dulce. Déme vino dulce.
-Hija mía. No debí marcharme. Pero… ¿me comprendes? Soy tan viejo ya. ¿Por qué tuviste que matar a tu madre?
-Vino dulce, vino dulce, alicates, peluches, pinturas.
-Vamos, señor; ella no le escucha. Déjela.
Y un pobre viejo, vencido por los años y los remordimientos, sale del Centro de Internamiento de Enfermos Mentales. También él quiere morir. Ah, la muerte. La muerte, esa dama esquiva. ¿Por qué no vendrá?




 

 





 

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jueves, 17 de octubre de 2013

El color de tus ojos

Otro jueves más, comparto mi intento de crear poesía. Ah, tus ojos… misterios y promesas, luz y espejo de tu alma.

El color de tus ojos

De qué color son mis ojos, me preguntas, sonriente;
cómo habría de saberlo si no puedo  vértelos, amiga.
DE amistad y cariño, brillan.
De qué color es mi mirada, dices con pícara intriga;
Cómo adivinártelo si tan solo percibo tu voz ardiente.

Imagino tus grandes lunas de enigma y atracción;
Con su plateada luz y mágica presencia.
De promesas incitadoras que, tentadores, titilan
   Imagino tus faros, de marina emergencia;
Con destellos que, entre riscos y acantilados, son salvación.

Sueño con tus carbones de fuego, alentadores:
Que prendan en mi fría alma de vagabundo.
De mensajes, que alegran a quienes, en su camino,  te encuentran.
Sueño con tus ventanas abiertas, de par en par, al mundo
Que, de aire fresco y rocío, empapen mis quereres.

Si ver pudiera tus ojos, ah felicidad;
Con tan solo un instante de tregua.
De sorpresas y acuoso fuego se llenan.
Si ver pudiera el aleteo de tus párpados, refrescante agua;
Que saciara mi luminosa necesidad.

¿Marrones, de tierra preñada de vida?
¿Azules, de cielo donde se albergan la noche y el día?
De  ofrecimientos y misterio, se empapan.
¿Verdes, de musgo y alegría?
¿Negros, de felina atrevida?

¿De qué color son mis ojos, simpático amigo?
  De amistad y cariño que, entregados, brilla;
 De promesas incitadoras que, al mirar, tentadores, titilan;  
 De mensajes, que alegran a quienes, en su camino, te encuentran;
De sorpresas y acuoso fuego, que se llenan;
De ofrecimientos y misterio, que se empapan.
¡Ah, si yo pudiera vértelos! ¡Triste testigo!



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martes, 15 de octubre de 2013

Camino a Santiago, 2013

Buenas noches:
Comparto la crónica de mi nueva llegada a Santiago de Compostela, sintiéndome, otro año más, peregrino.
Gracias de corazón a quienes hacéis posible este privilegio.

Camino a Santiago, 2013

Puede parecer reiterativo, y hasta aburrido, que vuelva a contar impresiones acerca de ese trozo final de Camino de Santiago que conduce a la meta de la Misa de Peregrinos junto a mis herman@s de la Fundación También, que hice el año pasado y que éste no podía dejar de repetir y que, ojalá así sea, durante muchos años lo haga de nuevo porque, como la vida, cada uno es diferente, cada encuentro con ell@s es especial. Y, por eso, y porque se lo prometí a Verónica, aquí estoy para contar un nuevo viaje de la emotividad y la superación.
Yo, sempiterno aspirante a Peregrino, tratando de marchar siempre hacia adelante en pos de nuevas metas,pese a la ceguera me emociono profundamente al compartirlo, al llegar hasta Santiago en compañía de Elena y de Personas (con mayúsculas) que enseñan que es posible llegar, Personas a las que no les importan ni las caídas ni los golpes ni las rozaduras ni el esfuerzo que les suponen sus diversas discapacidades, que pese a todo llegan, llegamos,  y sonríen y te ayudan y te aceptan sin preguntar ni etiquetar, que conjugan la generosidad en su máxima expresión.
Enseguida, Adrián, un muchacho de 19 años, estudiante de Administración y Finanzas, paraplégico, con su silla de ruedas, me ofrece su hombro para que me apoye en él y me conduzca a los aseos en la estación de autobuses de Villalpando, durante la parada y en otros tantos momentos del fin de semana también volverá a hacerlo, estando siempre pendiente de lo que pueda necesitar.
Recibo los besos saludadores de Fátima y su acompañante, Rosa, aquélla, con la que disfruté del piragüismo en Aranjuez, mientras nos asombrábamos de cómo alguien, cual carnicero de pro, partía melones a velocidad de vértigo. Me hace una enorme ilusión volver a encontrarme con ella.
Raquel, que en un principio, sería nuestra guía particular, la de Elena y mía, añadiendo a su labor de coordinación y apoyo general (eficiencia personalizada), se ocupa de que no nos falte de nada, un lujazo disponer de sus atenciones. Pero, pronto habrá más que nos ayuden y todos con la naturalidad, la sencillez  y el cariño de quien sabe hacerlo de corazón.
En el desayuno, tendremos ocasión de saludar a Teresa y agradecerle que, como presidenta, nos acoja con tanto afecto.
Aunque el Camino está previsto para ser recorrido en bicicleta (sea ésta del modelo que sea, en base a las necesidades de cada participante), Elena y yo lo atravesaremos a pie, también lo hará alguien más, Verónica, con la que enseguida me encuentro a gusto. Seremos los andantes (más bien el andante y las andantes, no sé si caballero o no, pero yo siempre cual jeque, bien acompañado).
Como el año pasado, la climatología es espléndida, como también lo son el ánimo y la charla.
Tanto Verónica como Raquel nos van pintando el entorno, con hórreos, pastos, albergues, flores y prados, sin prisa, con detalles, con calidez: luz a mis ojos velados.
A la tarde, ya lo dije el pasado año, el ambiente se torna mágico, robles y eucaliptos, silencio y aromas a leyenda.
Por la mañana, cogemos racimos de uvas, qué importa que no sean moscatel, si están a nuestro alcance. Qué cosas tiene este cieguito: atreverse a coger uvas. Menos mal que Raquel le lleva la mano al rácimo, que sino...
Por la tarde, vuelvo a abrazar el mismo roble, junto a Raquel, del año pasado. Invoco un deseo de paz y energía para quienes allí estamos.
La jornada de Camino ha concluido. La cena la haremos por el centro de Santiago, cada cual a su aire. Al final, formaremos un buen grupito en el que disfrutamos a tope. Carlos y Bruno, recordando peripecias de 2012, Soraya (siempre sonriente, pese a todo), Rosa y Fátima, entre otros. Cómo no: Riveiro, pulpo y bieiras engrandecen mi estómago y paladar. Ah, sí, y una mousse de chocolate y nueces por aquello de que son sanísimas para bajar el colesterol, jejjejeje.
El domingo vendrá cargado de ilusiones y de deseos de fortaleza ante la emotividad, que acabará rindiéndose al final, vencida por la camaradería, el estar allí y las lágrimas de sentimientos encontrados: tristeza por no ver, nostalgia, recuerdos, deseos de paz y bien. La plaza del Obradoiro repleta de peregrinos, música de gaita y banda, fotos, fotos, felicitaciones por haber llegado, cansancio, orgullo.
El regreso se hace pesado por el trayecto en autocar, pero se mitiga con bromas y chanzas de unos y otras.
Si el año pasado, disfruté y me emocioné, éste no fue menos. Tuve regalos increíbles: pude tocar el botafumeiro, volví a abrazar a Santiago, saltándonos la cola, y recibí el aliento necesario para no decaer en mi día a día de oscuridad, hice reír, di color, ¡qué felicidad más grande!.
En el hotel tuvimos un trato excelente, por parte del personal: nos pusieron la marca táctil en la tarjeta de la habitación y nos dijeron lo que contenía el bufet y nos trajeron cuanto quisimos, incluido un soberbio pedazo de tarta de Santiago, tras alguna gestión por parte del camarero (no estaba incluida y nos lo trajo de forma particular, provocando algún que otro comentario). Al fin, en un hotel me informan, de manera completa, de lo que hay en el bufet, no se limitan a preguntarme qué me apetece, sin saber lo que hay.
No olvidaré ni a Juan Antonio ni a Sonia, su madre; ni a Mariajo, Jorge y Jaime, ni a Miguel Ángel y Miguel. No olvidaré las conversaciones con Raquel, Fátima o Verónica.
No olvidaré el texto que leyó Teresa con motivo de que ésta es la décima edición que También organiza, un Camino de la inclusión y la Superación ni tampoco de cómo la homilía hablaba de la gratitud y nos exhortaba a practicarla, con toda razón. Sí, dar gracias. Dar gracias a Dios, a mi familia, a todos quienes me regaláis vuestro tiempo y apoyo, a quienes me permiten sentir que estoy ayudando, aunque siempre crea que es tan poco lo que hago frente a lo mucho que recibo.
Y si todo eso recordaré, cómo no, recordé: recordé de forma sentida y constante a mi familia, a mis amig@ especiales, a esos otros peregrin@s de BBVA que cuentan siempre con Elena y conmigo, ese otro Camino, el de la Libertad.
Qué pasada es todo esto, qué placerazo es vivir experiencias así, vivencias, encuentros, aprendizajes, cariño y naturalidad.
¡Buen Camino, peregrin@! Más alto, más lejos, ultreia et supreia.
¡Siempre adelante! ¿Verdad que sí, Fátima?

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jueves, 10 de octubre de 2013

Descubrimientos



Buenas noches:
Dedico especialmente mi nuevo esbozo de poema a Machulá, esa barcelonesa que alegra, con su presencia, las calles de Valladolid.
Porque uno siempre ambiciona descubrir grandes tesoros, olvidándose quizá de que el mayor de ellos es algo pequeño que tiene al alcance de su mano.
Con cariño.

Descubrimientos

Busqué la luz que iluminara mi ceguera
Y encontré el faro de tus ojos.
Ojos, de inmenso mar sin fin.
Busqué mágicos espejos
Y encontré el nácar de tu figura, llama verdadera.

Perseguí, de colores los sueños
y alcancé tus alas desplegadas.
Alas de ruiseñor y colibrí.
Perseguí, sensual  quimera de bondadosas hadas  
Y alcancé la promesa de nuevos romances alagüeños.

Ansié poseer diamantes, esmeraldas y zafiros
Y me sacio con tus dulces guindas.
Guindas de sabor a miel y adoquín.
Ansié que, llena de tus manjares, la copa me brindas
Para que sacie mi sed de jadeos y suspiros.

Codicié guardar el mundo en mi bolsillo
Y supe que con tener tu pañuelo me bastaba.
Pañuelo de seda, filigrana y pirulí.
Codicié el laurel y la granada,
Para luego conformarme con un gesto, de ti,  sencillo.

Descubrí tus ojos de inmenso mar sin fin,
Tus alas de ruiseñor y colibrí,
Tus guindas de sabor a miel y adoquín,
Tu pañuelo de seda, filigrana y pirulí.

      

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domingo, 6 de octubre de 2013

El fantasma de los prismáticos



Buenas noches de domingo. Que estéis bien.
Ah, y cuidadito con las casas rurales ésas que uno visita tan confiado e ilusionado.
Con cariño.

El fantasma de los prismáticos

-¡Deja ya de mirar, mujer! Se va a quemar la coliflor. Y entonces no habrá quien aguante la peste. Que aún si luego pudiéramos escaparnos… pero como se queme… puaaaaaffff
-Pues apágala tú, que yo estoy en el momento más interesante.
-Pero si no se ve nada. Desde aquí no podemos ya ver nada.
-Eso es lo que tú dices porque no sabes mirar. Nunca quisiste aprender y ahora me reprochas a mí.
-Qué ilusa eres. Te crees que porque veas la vida desde aquí, vas a volver. ¡Resultas patética! Con esos prismáticos de plastilina.
-¡De plastilina, no! Son de polimetacrilato reforzados con lentes de colágeno, idiota. Que bien nítidas muestran las imágenes de los vivientes. Cómo han ido cambiando en fisonomía y atuendos, y qué máquinas más extrañas usan.
-Bah, a nosotros nada nos importa de ellos. Al final acabarán igual que tú y que yo.
-Ja, o no. O inventan algo y encuentran la manera de rehacer lo que ahora se deshace sin remedio.
-¿Ahora? ¿Qué es para ti ahora? Esa palabra ya no cuenta para nosotros.
-Señores cadáveres, vénganse. El Maestro les reclama.
-A Él no podrás replicarle como lo haces conmigo. Con tan poco respeto. Y quítate los prismáticos ésos. Tíralos.
-Anacleto, Gilda. Me dicen que no terminan de adaptarse a las normas de esta Casa. Y eso no me gusta.
-Señoría, que esta mujer me trastoca las mandíbulas y el esqueleto me retuerce. Ella tiene la culpa de todas mis desgracias.
-Déjate de excusas, inadaptado, que eres un inadaptado.
-¿Inadaptado yo? Pues tú, que estás todo el día asomada a la baranda…
Déjense de disputar. Si continúan así, me veré obligado a enviarles a las calderas. Y olvídese, doña Gilda de ese artilugio. No nos gusta aquí que husmee en las vidas de quienes, deben vivir su tiempo antes de integrarse en nuestra comunidad.
-Pues bien que les gusta a sus ayudantes el que yo les relate lo que sucede después de que otro muerto más se lo traigan a este sitio de mierda.
-¡Irreverente! ¿Qué irreverente y qué blasfema!
Así ha sonado el eco de un coro celestial.
-Gilda, tú lo has querido.
El Amo la reviste con una túnica blanca que clava a su descarnado omóplato con una astilla de carcomido ataúd.
-¡Vagarás eternamente por los pasillos y recovecos de la casa de los antepasados de este buen  Anacleto que tanto ha aguantado de ti. Los humanos vivientes se aterrarán ante tus señales, pero tú nada podrás hacer para que se calmen. La casa estará maldita por siempre y así lo será porque tu alma condenada la habitará.
Con un horrísono gong la sentencia se cumple.
-Papá, en la casa del abuelo Anacleto se oyen ruidos extraños y unos anteojos me perseguían.
-Hijo, cuándo dejarás de leer esos libros de terror o ver pelis de fantasmas. Que no te sienta bien.
-Que no, papá, mamita, que… con lo a gusto que siempre he correteado por ella. Pero desde ayer tarde, me da miedo volver.
-Lo que hay que hacer, cariño,  es venderla y nos quitamos de problemas. Pondremos el cartel y ya veréis cómo nos la quitan de las manos. Una casa como ésa, junto al bosque, amplia y tan bien construida. Iría muy bien como casa rural.
-No vendrá nadie, mamita. El fantasma…
-Qué fantasma ni qué niña muerta. Puede que hagamos un buen negocio.
  -¡Vámonos de aquí. Devuélvannos el dinero. Estafadores.
Palabras como éstas, y peores,  fueron las que tuvieron que escucharse los dueños de Casa Anacleto, de parte de los turistas que, al principio, una vez acondicionada, llegaban, deseosos de disfrutar del paraje y pasar días felices de vacaciones. Eso, al comienzo, que luego se exntendió su mala fama y se arruinó.
Siempre achacaban lo mismo como refrendo a tales imprecaciones y enojos: “hay unos anteojos que se mueven y nos persiguen”.

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sábado, 5 de octubre de 2013

El Jardín



Buenas noches:
Comparto, con algo de retraso, mi reiterado intento de crear un nuevo poema para ti.
Tras asistir a otro concierto fantástico, esta vez, con la música de Revólver. Impresionante cómo se coreaban sus éxitos de siempre: “El roce de tu piel”, “No va más”, “El Dorado” o “San Pedro”.
Otro logro de normalidad y complicidad, de sentirse bien y ser ayudado.

El jardín

Busco ese árbol de ramas sombreantes y apetecible corteza
Que cobije mi soledad de ciego solitario.
Amada, de tronco grácil y copas frondosas.
Busco esa fuente de néctar milenario
Que sacie la sed de mi certeza.

Deseo el olor de ese único jazmín
Que inunde de gozo mi triste oscuridad.
Querida, de pétalos de seda y corolas olorosas.
Deseo ese banco donde acunar tu necesidad
Y descansar de mi viaje sin fin.

Recorro el laberinto de tu piel queriendo perderme
Entre los parterres de tilos y rosales.
Anhelada, de enredaderas y mimosas.
Recorro tus rincones de orquídeas y claveles
Para contigo, entre el deseo, perderme.

Adoro la verja de piedra, que tus manos tejen
Entre enjambres de abejas que tu néctar libarán.
Soñada, en mis sueños de colores y sombras.
Adoro el frescor de tus húmedos rocíos, que empaparán
Las yemas de mis dedos mientras la pasión y el amor, a mí me dejen.

¿Mi jardín favorito por el que luchar?
Tu cuerpo, de tronco grácil y copas frondosas;  
Tus pechos, de pétalos de seda y corolas olorosas;
Tu melena, de enredaderas y mimosas;
Tus ojos, de mis sueños, de colores y sombras.

¿Sabré cultivarlo?
Pobre jardinero
Que mis ojos quisieran verlo
Siempre siendo chispa de mi lucero.


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