jueves, 30 de julio de 2009

Definición de viajar: hacer más que ver

Pudiera parecer que es una perogrullada el hecho de que un ciego se refiera a la definición de un viaje o de cualquier otra cosa como aquello que consiste en la primacía del hacer sobre el ver.
Claro, es evidente. Y sin embargo, no lo es tanto como nos creemos. Porque con frecuencia sacrificamos el disfrutar de las cosas en pro de coleccionarlas, acumularlas y dejarlas en la superficie.
Esto suele suceder especialmente en relación con los viajes, pero no solamente.



¿En cuántas ocasiones no hemos planteado un viaje basado en acumular imágenes, capturar fotografías, ir de un lado a otro, pretender abarcarlo todo? No nos damos cuenta de que al final lo que verdaderamente es esencial será lo que hayamos aprehendido, el recuerdo que nos quede. Y esto suele asentarse en torno a las vivencias, las anécdotas, lo que hayamos aprendido callejeando… más allá de otros aspectos que podríamos fácilmente conseguirlos en las guías de viaje, los catálogos de exposiciones y museos, etc.
Me gustaría invitaros a que os planteéis esta forma de disfrutar el viaje.
Pienso que es preferible dejar de acumular objetos de recuerdo, imágenes, visitas… en pro de vivencias, escuchas, cotidianeidad.
En cualquier caso, lo interesante es el instruirse mediante el contraste de otras culturas, otras costumbres que complementen a las que ya son nuestra rutina.
Que al final, os quede ese poso que alimente el bagaje de una personalidad más rica, más completa.
Feliz periplo, feliz regreso y feliz compartir.

Leer más

jueves, 23 de julio de 2009

A los chimpancés les interesa el rostro


¿Qué queréis que os diga? Por aquello de que el que no se consuela es porque no quiere, aunque preferiría que me miraseis a la cara vosotras, e incluso, me guiñaseis un ojillo, el caso es que si me miran los chimpancés… pues tampoco me va mal.
Ahí queda eso. O a lo mejor es que son unos caras nuestros primos, ¿quién sabe? ¿qué sé yo?



Los chimpancés se interesan más por las caras que por los plátanos. Ésta es la conclusión a la que han llegado unos científicos japoneses que estudian el comportamiento de estos primates. El estudio aparece publicado en la revista científica Frontiers in Zoology.
En los humanos, los rostros suponen un estímulo visual especial que se procesa de una forma distinta a otros estímulos. "Las caras captan nuestra atención.
Hemos demostrado que los chimpancés comparten esta tendencia a fijarse en las caras más que en otros objetos", explica Masaki Tomonaga, de la Universidad de Kyoto (Japón).
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores organizaron un juego cuya recompensa eran unos bocados de sabrosa comida. Los chimpancés tenían la opción de acercarse a una pantalla de ordenador en la que aparecía una imagen seguida de una diana. Si el chimpancé presionaba la diana, recibía un premio.
En una primera serie de experimentos, la imagen aparecía en una parte de la pantalla, seguida de la diana, que podía estar en ese mismo lado o en el opuesto.
Según los científicos, los tiempos de reacción de los animales mejoraron cuando la diana apareció justo detrás de la imagen.
A continuación, las imágenes aparecían una junto a otra, y una de ellas era la cara de un chimpancé. Cuando la diana aparecía detrás de la cara, los tiempos de reacción eran mejores que cuando aparecía detrás de otro objeto. Esto mostró que la atención se dirigía claramente hacia el lado de la pantalla en el que aparecía el rostro.
Durante el experimento, los chimpancés mostraron más interés por las caras de sus congéneres que por los plátanos, las flores, las casas o los trenes. Este efecto se redujo cuando los rostros aparecieron invertidos, lo que sugiere que es la posición específicamente correcta de la cara lo que capta la atención.
"Este interés se observó también con rostros humanos, por lo que el efecto no está limitado a caras de su misma especie", añade Tomonaga.

Leer más

miércoles, 22 de julio de 2009

Las cartas al rey Melchor

Tal vez os hayáis preguntado alguna vez qué significa verdaderamente el braille para una persona ciega.
Pues bien, el relato que os pongo a continuación ppodría ser una buena manera de definirlo.
Ha sido escrito por Helena Ríos Utrilla, de Almería, y ha resultado seleccionado para representar a España en la fase europea del III concurso europeo de redacción en braille.
Estoy seguro de que os va a emocionar.



QUERIDO REY MELCHOR.Agazapados en un rincón de mi memoria aún perviven los recuerdos de mis ocho años. El largo tiempo transcurrido desde entonces ha desvaído muchos de los detalles, pero no ha conseguido borrar esa sensación de pesadumbre e impotencia que sentía al mirar los libros y comprobar que sus letras parecían difuminarse, hasta no ser mas que leves sombras grises que emborronaban las páginas. Constaté entonces con profunda tristeza, que a causa del glaucoma mi mundo había cambiado para siempre. Mis juegos habían cambiado, mis amigos habían cambiado y mi colegio también había cambiado. Pasé un curso entero peleándome con esos extraños bultitos del papel, a los que llamaban Braille. Al principio, cuando pasaba mis dedos por la hoja, me parecieron puntos dispersos perdidos en su pequeño universo. Me recordaban a las estrellas del cielo de agosto, las cuales, ya no podía distinguir. Luego esas agrupaciones extrañas de puntitos, me parecían más bien un código secreto del que solo podía descifrar pequeños fragmentos. Al final del curso por fin mis dedos, acariciando el papel, reconocían lo escrito. Así poco a poco, pude correr aventuras junto a Los Cinco, me reí con las travesuras de un chico llamado Tom Sawyer y lloré con la muerte de Beth, la pequeña de Mujercitas.En la Navidad del siguiente curso, al volver a casa por vacaciones, todo me pareció distinto, más alegre. Había obtenido unas notas excelentes y los primos de Madrid pasarían las fiestas en casa. La abuela y mis primas mayores, quitaron las viejas fotografías del aparador del salón, para colocar en su lugar las pequeñas figuritas de un nacimiento; un niño Jesús rollizo y sonrosado, una Virgen muy hermosa, un San José barbudo y enjuto, la mula, el buey, el ángel, los Reyes Magos con sus camellos y muchos pastorcillos. A mí no me dejaron ayudar por si rompía alguna figurita. La abuela me dijo que mientras podía adornar la bandeja de los mantecados con espumillón dorado. Todo estaba al fin dispuesto, solo faltaba escribir la carta a los Reyes Magos. Según la tradición, cada niño debía escribir una carta dirigida a sus Majestades de Oriente, pidiéndole los regalos que se deseaban. Al llegar la noche del cinco de enero los Reyes visitarían en secreto, las habitaciones de todos los niños, para dejar sus regalos a los que habían sido buenos y un trozo de carbón a los que habían sido malos. Todos mis primos andaban ocupados escribiendo sus cartas a los Reyes. Nadie tenía tiempo de escribirme la carta. Entonces busqué la ayuda de mi abuela. Ella me acarició el pelo y me dijo con dulzura.- Tu misma puedes escribir la carta.- Abuela, ya sabes que no veo escribir. - Murmuré con tristeza.- Eso no es cierto. Puedes escribirla en Braille.- Pero no podrán leerla.- Claro que sí, princesita.- ¿Estás segura? - Pregunté incrédula.- Voy a contarte una vieja, una viejísima historia que pocos conocen. Pero antes debes decirme los nombres de los tres Reyes Magos.- Melchor, Gaspar y Baltasar. - Respondí mecánicamente.- ¿Sabes cual de los tres Reyes es el más anciano?- Melchor, el de la barba blanca ¿No?- En efecto es el más viejo y el más sabio de los tres. Pero es tan, tan viejo que sus ojos cansados no pueden leer las cartas de los niños. Eso le ponía muy triste hasta que un joven ciego francés, que era profesor y se llamaba Louis, inventó un sistema de lectura para los invidentes enseñándoselo al Rey Melchor. Desde Ese momento Melchor se encarga de leer todas las cartas de los niños ciegos. Por eso debes dirigirle tu carta solo a él.Desde esa Navidad, todos los años comienzo mi carta con "Querido Rey Melchor". Mis primeras cartas fueron para contarle que había sido buena, que había sacado buenas notas y para pedirle regalos. Desde entonces sigo la misma costumbre; coloco en casa los adornos navideños, saboreo un trocito de turrón de chocolate y saco del escritorio papel, regleta y punzón. Sé que hoy en día ya casi nadie escribe Braille a mano, pero en mi caso ya forma parte del ritual navideño. Y no estoy dispuesta a cambiarlo. No me parece que la industrial precisión de la impresora Braille le guste al Rey Melchor, un Rey merece algo especial que requiera cierto esmero y dedicación.Por supuesto hace muchos años que cuando escribo al Rey Melchor no le pido regalos, ni espero recibirlos. Pero se trata de un amigo entrañable al que escribo para contarle como me ha ido el año y al que expongo mis deseos para el año nuevo, tal vez, con la secreta esperanza, con el infantil anhelo de que puedan hacerse realidad.Hace cinco años que en mis cartas vuelvo a pedir muñecas, peluches y cuentos al Rey Melchor. Ahora cuando escribo no estoy sola. Una graciosa niñita, que según dicen, se parece mucho a mí, me acompaña. Me observa con curiosidad y cuando acabo y se la leo me dice:- ¿Me dejas que vea la carta?- Toma, ten cuidado con ella. - Le digo mientras le alargo el papel.- Mami, no se si el Rey la va a entender. - Su vocecita denotaba preocupación. - Seguro que si la escribes en el ordenador se entiende mejor. - Añadió convencida.- Deja que te cuente un secreto del Rey Melchor. - Le dije en susurros.- Vale mami. -Dijo muy bajito acercándose mucho a mí.- El Rey Melchor es muy, muy anciano y por eso ya no ve leer las cartas de los niños. Estaba muy triste por que no podía hacer su trabajo. Hasta que un buen día un joven profesor ciego que vivió en Francia hace muchos, muchos años, y que se llamaba Louis, inventó una forma especial de escribir para los ciegos.- Ya sé, se llama Baile.- No, se llama Braille. - Dije aguantando la risa.- Quiero que siempre me escribas la carta para el Rey.- Cuando aprendas a escribir bien, lo harás tu misma.- Pero en mi cole no enseñan eso. Tú escribes la carta y yo le dibujo muchas estrellitas de colorines.- Bueno, pero no aplastes los puntitos.Desde entonces esos entrañables bultitos comparten el papel con estrellas, flores y toda una suerte de coloridas filigranas. Confío en que tales adornos no desagraden a mi querido Rey Melchor. Ahora, además, como mi hija ha divulgado el secreto, he de escribir también las cartas de mis sobrinos y algún que otro amiguito, lo cual espero seguir haciendo durante mucho, mucho tiempo.

Leer más

martes, 21 de julio de 2009

¿Dónde mirar?


Querría, con este cuentecillo, haceros reflexionar acerca de lo que puede suponer el proceso de adaptación de nuestra rutina familiar hacia otro mundo, seguramente, un mundo mejor, pero al que siempre resulta arduo acostumbrarse.
¿La conclusión? Vosotras la pondréis, pero para mí se basa en que siempre hemos de saber dónde encontrar lo verdaderamente hermoso.



Lucas había sido un niño muy buscado por sus padres. Era la última esperanza de engendrar un varón en la familia Peña Roca, tras cuatro niñas.
Cuando se confirmó que sería aquél que tanto habían deseado, pusieron todas las ilusiones en él.
Pero algo indicó que ese niño, Lucas, por la luz, era diferente, le debía suceder algo. No fijaba la mirada cuando le hacían pitos con los dedos y, a veces, cuando tenía cosas en sus manitas se le caían y no las recogía. ¿qué sería lo que le podía ocurrir a aquel pimpollo?
Sí, por fin se descubrió. Era ciego, no veía.
¿qué hacer, entonces?
Sus padres iniciaron toda una peregrinación médica, lo habitual en esos casos, según les dijeron.
No cabía otra cosa que esperar sino a enseñarle a vivir en un mundo de tinieblas.
El chico enseguida se demostró despierto, de viva inteligencia y aprendió deprisa.
La tristeza de sus progenitores se tornó en orgullo por aquel vástago tan alabado: distinguía a los pájaros por sus trinos, conocía cada andar, se las pintaba solo para inventar historias y el orden era su máxima.
Pasaron los años y a sus oídos llegó la noticia de que se había descubierto el tratamiento que podría curarle.
Inmediatamente, le exhortaron a que se sometiese a él y fuese, por fin, lo que ellos habían confiado que sería.
Pero Lucas albergaba dudas. Tenía miedo de que el nuevo mundo en que debería moverse le resultase hostil, que todos sus hábitos, sus trucos, sus habilidades no le sirviesen. No quería aprender a dejar de ser diferente. Pero, al fin lo hizo; en parte por satisfacer el anhelo de sus bien amados padres, y en parte, porqué no, para experimentar qué se sentía viendo.
Le practicaron la intervención prescrita. Fue bien. Le aplicaron el tratamiento posterior necesario. Fue adecuado y correcto. Y llegó el día en que le levantarían la venda de los ojos. ¿Y qué sintió?
Vio una luz cegadora, blanca, tendría que ir acostumbrándose poco a poco. Todo le parecía extraño, se sentía perdido. Los colores, las facciones físicas, los objetos no eran como siempre los había dibujado su imaginación para percibirlos. Nada era como él creía.
Fueron transcurriendo los días. Aprendió a acostumbrarse a mirar, a perder sus otrora familiares pistas. Sus anteriores referencias, basadas en sonidos y olores, dejaron paso a las visuales: una señal, un cartel, un color de pelo, una expresión…
De siempre le había gustado el mar, su olor a aventura, el sonido de las olas como murmullos de sirenas, la suavidad de la arena. Quiso ahora volver a él y verlo. Lo que siempre había sido suyo, se le mostraría con otra perspectiva, otro sentido.
Pero, qué dilema. ¿Dónde mirar?
En su derredor se extendían multitud de objetos: pelotas multicolores, sombrillas a rayas, niños jugando a constructores de castillos, veleros, cuerpos de mujer, la inmensidad, el horizonte donde mar y cielo se unían. No sabía con qué quedarse, casi sintió vértigo, como una borrachera de imágenes. Y de pronto la vio…
Contempló una estrella, supuso que de mar aunque quién sabía… Estaba aislada en medio de la blancura de la arena y labios de espuma lamían sus puntas. Era de color anaranjado, algo pequeño, casi nada, comparado con toda la panoplia de tonalidades que le asaltaba y sin embargo se quedó prendado de ella.
Sintió, incluso, que le sonreía, que se dirigía a él y que le comprendía.
Vio claro. Supo, sin dudarlo, que no necesitaba mirar más. Que había encontrado, en aquel ser diminuto, discreto, la verdadera belleza.

Leer más

lunes, 20 de julio de 2009

Gracias participantes IV Concurso Veinte Blogs

Sí, una vez más… ¡¡GRACIAS EMOCIONADAS”.
Nuevamente lo repito aquí, esta vez para reconocer los votos y atenciones que pueda recibir a través del IV Concurso Veinte Minutos de Blogs.



Me gustaría poder responder a los comentarios que en él puedan hacerse sobre Tiflohomero y dejar, a mi vez, los míos en otros blogs pero, de nuevo, los capches (la verificación de imágenes) me lo impiden. La falta de accesibilidad de la página para el revisor de pantalla que me ayuda a la utilización de Internet, pese a mi ceguera, es de nuevo el obstáculo insalvable. Así que lo hago desde aquí.
Se trata, como siempre digo, de demostrar que, una persona discapacitada, tiene muchas capacidades, eso sí, con la ayuda de su tenacidad, fuerza de voluntad y reivindicación de las ayudas necesarias.
Estoy convencido, y así me lo hacéis ver, con vuestras huellas, que el esfuerzo que llevo a cabo en este espacio no es baldío, que algo quedará.
Y a partir de ahí, el ingenio, la ironía, el cariño con que se hace y el espíritu de aprendizaje. Todo esto nos conducirá a esa meta de contribuir a que este mundo sea un verdadero hogar. Yo sólo aspiro a poner un granito, mejor un puntito (por aquello del braille) de arena.
Ansío con todas mis fuerzas que el tiempo que me dedicáis verdaderamente os merezca la pena.
Un abrazo para todas y todos. Feliz verano.

Leer más

Helen Lieberman

La edición de El País de 21 de septiembre de 2008 llevaba como uno de sus reportajes una entrevista con Dominique Lapierre a cuenta de la publicación de su último trabajo, “Un arco iris en la noche”.
Se recogía el testimonio de Helen Lieberman, cuya experiencia querría compartir por aquí, como uno más de esos ejemplos callados, pero heroicos, que hacen de este mundo un hogar más cálido.
Estoy seguro de que, si no lo conocéis, os resultará atractivo.
El libro es muy interesante y entretenido. Nos cuenta, en forma novelada, la historia de Sudáfrica desde su fundación.



Es una mujer blanca de 44 años, muy guapa, con el rostro resplandeciente cubierto de pecas. Se llama Helen Lieberman. Es la mujer de uno de los abogados más famosos del mundo empresarial de Ciudad del Cabo. Durante veinticinco años, poniendo en peligro su vida, ha desafiado las prohibiciones de la dictadura racista de los blancos y los miedos de los negros para aliviar el sufrimiento de los habitantes de un distrito negro próximo a los barrios más elegantes de Ciudad del Cabo. Su heroica aventura empieza una tarde, cuando se da cuenta de la desaparición, en el hospital donde trabaja como logopeda, de un joven negro operado llamado Jeremy. Supone que la dirección se ha librado de él antes de su total recuperación debido al color de su piel. Persuadida de que el desgraciado morirá si no recibe atención médica, Helen se lanza a buscarle. Descubre que vive en un distrito cerca de Ciudad del Cabo. El lugar se llama Langa. Es una zona peligrosa en la que ningún blanco jamás se atrevería a entrar.
¿Qué importa? Helen se dirige en su pequeño Ford Anglia con las luces apagadas hacia el bullicio humano que se apelotona detrás de la alambrada de espinos.
Pregunta a las mujeres, enloquecidas al ver a una blanca. "¿Dónde está el pequeño Jeremy?", grita de callejuela en callejuela, inconsciente del peligro que corre. De pronto, alguien la empuja al interior de una sórdida cabaña donde unas mujeres preparan la cena en medio de un sofocante olor a madera quemada.
El niño está allí, en brazos de una anciana sentada en cuclillas sobre la tierra. Helen cree que ha llegado demasiado tarde. Se pone de rodillas y coge al pequeño en sus brazos. Milagro: Jeremy se mueve, no está muerto. Puede que si lo lleva al hospital sobreviva. Pero ¿cómo una blanca podría hacer comprender a las mujeres negras visiblemente aterrorizadas que la situación era urgente? Se da cuenta, con estupor, de que el apartheid había suprimido cualquier posibilidad de comunicación entre las comunidades. Entonces, de entre la penumbra, aparece la madre del pequeño Jeremy. Las dos mujeres se reconocen. Haciendo frente a los gritos hostiles, Helen consigue subir a la mamá y al niño al coche. Jeremy se salvaría in extremis. Pero cuando aquella noche regresa a su casa, Helen Lieberman rompe en sollozos en los brazos de su marido. "¡Michael, quiero que nos vayamos de este país! Después de lo que he vivido esta tarde no podré nunca más amar a Suráfrica. Me da vergüenza ser blanca; vergüenza de formar parte de un sistema que comete tales crímenes contra las personas; vergüenza de trabajar en un hospital que devuelve a un niño a su chabola sólo porque es negro... Michael, te lo suplico, vayámonos de Suráfrica".
Helen Lieberman nunca se marchó. Su encuentro con el pequeño Jeremy y su primera incursión en el universo siniestro de un distrito negro cambiaron por completo su vida. Ninguna amenaza, proviniera de los blancos o de los negros, iba a impedir a su corazón actuar. Volvería a Langa para construir colegios, abrir ambulatorios, organizar la distribución de leche a los niños raquíticos, instalar fuentes de agua potable, lanzar programas de vacunación. Cada día, su coche aparece en el distrito cargado hasta arriba de alimentos caducados que recoge en los supermercados de Ciudad del Cabo para alimentar los estómagos hambrientos de los parias de un país que se siente orgulloso de haber conseguido el diamante más grande del mundo y de tener más oro que en todo el oeste americano. En numerosas ocasiones ha escapado de milagro a una muerte atroz. Un día es una bomba colocada por la policía blanca en una sala donde atiende a cientos de sus seguidores que explota milagrosamente con diez minutos de retraso, cuando la sala ya está vacía. Otro, son los tres mil jóvenes negros que, furiosos, rodean su coche. Helen está segura de que la van a sacar de su asiento y la van a matar en nombre de todos los crímenes que los blancos han cometido. Pero, en ese instante fatal, un joven negro con vaqueros salta sobre el capó del coche con los brazos abiertos para detener a la multitud.
"¡Esta mujer es mi madre", grita en xhosa, "no le hagáis daño! Cuando mis padres murieron asesinados por los blancos, venía cada día y nos dejaba la comida delante de nuestra cabaña". Los manifestantes reconocen a Víctor, el jefe de la banda más importante del barrio. Enseguida retroceden.
Veinte años más tarde, _prosigue Lapierre_ Helen Lieberman me lleva al campo de batalla de sus proezas. No me siento tranquilo. Diez años después del fin del apartheid, pocos blancos se aventuran a entrar en el laberinto de este barrio donde cada año se cometen cientos de asesinatos. Pero el coche de Helen es tal talismán que mi aprensión desaparece rápidamente gracias a los saludos que la gente lanza a su benefactora. Helen Lieberman es hoy día el icono de Langa. Es el alma de Ikamva Labantu (El Futuro de Nuestra Nación), la organización privada de ayuda humanitaria más importante de Suráfrica, que fundó en 1962. Entre sus innumerables programas cuenta con más de mil guarderías infantiles, trescientas escuelas de primaria, centros artísticos y deportivos, talleres de rehabilitación, residencias para ancianos, para invidentes, para indigentes, para víctimas del sida... En total, más de un millón de personas desfavorecidas se benefician de la obra creada por quien ha redimido un poco la conciencia de los blancos al rebelarse contra los opresores del apartheid. El presidente Mandela vino en 1998 para rendirle personalmente el homenaje de un país que se ha convertido en "la nación del arco iris".

Leer más

viernes, 17 de julio de 2009

Mi primer día en Madrid

Tal vez, hoy recordéis cómo hace cuarenta años, las imágenes de aquellos tres astronautas poniendo el pie en la luna, dando ese gran paso para la humanidad y pequeño para el hombre, daban la vuelta al mundo.
Sin embargo, yo quiero recordar lo qe para mí fue un 17 de julio, casi ya hoy, de hace 9 años…



Pues sí, el 17 de julio de 2000 me disponía, acompañado de mi madre, a coger el tren que salía de Zaragoza con destino a Madrid a las 7 de la mañana. Sería el comienzo de una nueva etapa laboral y el inicio de todo un reto: el desenvolverme solo en una gran ciudad sin ver.
Iba a desempeñar el puesto de jefe de la Biblioteca Central de la ONCE, viendo así cumplido uno de mis sueños y por el que estaba dispuesto a asumir las dificultades de adaptación al cambiar de un espacio familiar y acogedor como el de Teruel y pasar a otro con compañeros desconocidos, calles nuevas, amplias avenidas y el Metro como medio de transporte (con la carga de leyenda peligrosa y negativa que había arraigado en mí tras ver la película “La larga noche de los bastones blancos”).
Una conocida me había recomendado una pensión que caía cerca del trabajo y allá que llegamos con algo de equipaje.
Aquel primer día estaba flotando, muy nervioso, tanto por el debut laboral como por desconocer dónde viviría después de haber dejado la residencia de monjas, el Seminario, donde tanto me habían cuidado los años anteriores.
Mis futuros subordinados, como es lógico, estaban a la espectativa: ¿cómo sería el nuevo jefe? ¿qué manías tendría? ¿Qué ideas traería? Y yo, a mi vez, intrigado por conocer cuáles serían las funciones que podrría hacer, muy distintas a las anteriores, y con qué gente las podría acometer. Eso sí, traía muchos proyectos e iniciativas relacionadas con el fomento de la lectura para los ciegos de toda España.
La mañana se me pasó en un soplo, además se celebraba la despedida de una trabajadora por pasar a la situación de jubilada. Fue una buena ocasión para presentar al nuevo.
Mi antecesor me explicó algunas cosas y me dio documentación para que me la estudiase.
Comimos en el bar de la esquina y, tras un rato de siesta reparadora, fuimos a reconocer la zona. Al fin y a la postre no dejaban de ser calles.
Pedí ayuda en la ONCE para que me enseñasen movilidad por los lugares esenciales y, sobre todo, a moverme en el Metro.
Sin embargo, sería mi madre la que haría esa primera labor, tan esencial, de reconocimiento. Alguna compañera aún la recuerda hoy: cómo se desvivía por buscar referencias que me guiasen hacia los sitios más habituales: el banco, el supermercado, la peluquería… Cómo ella, con la firme voluntad de madre, se desvivió por dejarme en un alojamiento adecuado y digno, cómo se tuvo que escuchar algunas inconveniencias de patronas (decían que yo les iba a manchar su pensión) y decepciones. Hasta que encontró un edificio de alquiler de estudios y apartamentos muy cerca de mi trabajo y muy acogedor para un tiempo corto. Aguanté en aquel estudio casi cinco años, fue, muchas veces, agobiante ppor hacer todo (comer, descansar, dormir( en el mismo espacio, pero hizo su función y nunca lo olvidaré como tampoco aquella pensión de los primeros días. Cómo tenía que venir, cada primavera y otoño, con la maleta para cambiarme la ropa de temporada, ya que no cabía toda en el exiguo armario del estudio.
Recuerdo cómo al final del día, por fin descansé, casi por derribo, cómo se me abrían dudas e incertidumbres: ¿habría acertado al aceptar el nombramiento? ¿Sería capaz de adaptarme?
Pues sí, amigas, lo hice. Perdí el miedo al Metro, conocí las calles y establecimientos de la zona,consolidé mi situación laboral y, en fin, me puse Madrid por montera (no por la calle de marras) sino por la firme voluntad de tirar para adelante y aquí estoy. Con la satisfacción de considerarme ya casi un madrileño más y con el orgullo de escuchar cómo hay personas que me dicen:
“Para llevar tan poco tiempo en Madrid y siendo ciego, parece mentira lo bien que te orientas y cómo te conoces calles, lugares de interés y demás templos gastronómicos.”
Y es que la respuesta es “bien sencilla”: patear, bueno mejor palotear, preguntar y buscar gente con la que compartir momentos.
Os lo aseguro: no fue nada fácil: soledad, dudas, miedos, tropiezos. Pero mereció la pena.
Y no lo habría conseguido sin los desvelos de mi familia y la aceptación generosa de algunos comapleros, hoy amigos.

Leer más

jueves, 16 de julio de 2009

¿Qué le dice…?


Con estos calores veraniegos (no dirá lo mismo la querida Rayuela) ¿a quién no le apetece un teçito bien frío?
Que lo paladeéis bien a gusto y si estáis bien acompañados, pues qué mmás puede pedirse.
Agradable compañía, buen refresco, ricos dulces, buen entorno.



¿Qué le dice un cubito de hielo a un té hirviendo?
No, no; apártate de mí. No quiero que me roces, que tu fuego me devore.
¿Qué le dice un té a un cubito de hielo?
Vamos, sí, sí; deja que me derrame sobre ti, que note tu frescor.
¿qué le dice la tetera al té?
Mientras las manos expertas no te saquen de mí, haré que te sientas a gusto. Nota la comodidad de mi diseño. Soy una casa de fina elegancia, creada para ser contemplada con la belleza del gusto único del príncipe enamorado.
¿Qué le dice el té a la tetera?
Aquí quiero reposar, ganar en esencia, tomar cuerpo. Crecer.
¿Qué le dice la señora a su amado?
Quiero ofrecerte este néctar delicioso, cariño. Quiero brindar con él por evocar su origen exótico, símbolo de tantas cosas.
¿qué le dice su amado a la señora?
Lo acepto. Acepto tu genialidad y tu originalidad. Inventemos nuestro futuro como inventaste que el té maridase con el hielo y que ello no significase destrucción sino simbiosis entre el frescor tonificante y el cálido sabor a bosque misterioso.
¿qué le dice la cucharilla al azúcar?
¿quieres formar parte de esa unión? ¿Quieres endulzarles su fusión?
¿qué le dice el azúcar a la cucharilla?
Querer, querría; mas temo que me haga impertinente. Sus dueños llevan ya la dulzura en su boca.
Una mujer de rasgos profundos y un hombre de apostura gallarda toman el té. Parece que el mundo se ha hecho para los dos. Un emparrado junto al río les cobija. Los trinos de pájaros que quieren ser sus testigos, les acunan. Y a lo lejos el rumor del agua que fluye hacia un mañana lleno de promesas.
Una pareja se ha cogido la mano, mientras en la otra, libre, sostienen sendas tazas de porcelana azul con borde de oro. Se miran. Beben. Sueñan.

Leer más

miércoles, 15 de julio de 2009

Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres dedos te apuntan a ti.

Éste es un proverbio, una de esas sentencias que tanto encierran en su interior.
¿Os habíais dado cuenta de esta obviedad? Yo he tenido que hacer la prueba y es verdad.
Y por cierto, hablando de apuntar…



Si alguna vez un ciego os pregunta: “por dónde se va a tal sitio?”, por favor no le respondáis indicando con ese dedo que apunta ni le digáis: “por allí”.
Yo no entiendo de esos gestos informativos. Sí, en cambio, de: “a la derecha, de frente…”
Buena noche.

Leer más

martes, 14 de julio de 2009

Cuestión de palabras

Buscaba hoy una fábula para compartir con vosotras y mi amiga Nuria me ha hecho llegar una que me parece muy apropiada y oportuna.
Espero que os haga reflexionar y os ayude, si alguna vez lo necesitáis.
Buena noche.



Había un hombre sentado en la esquina de una calle, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera que, escrito con tiza blanca, decía:
"Por favor, ayúdame, soy ciego".
Un creativo de publicidad que iba de camino al trabajo se detuvo frente a él, leyó el letrero y se quedó pensativo. El ejecutivo observó que sólo habíaunas cuantas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso, cogió el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otra frase en la parte de detrás. Acontinuación volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego, y se marchó sin decir una palabra.
Por la tarde, el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna. Su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconoció sus pasos yle preguntó si había sido él quien había cogido su cartel y había garabateado en él. "¿Qué es lo que usted ha escrito o pintado en mi tabla?", le preguntócon curiosidad el invidente.
El publicista le contestó:
"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, aunque está expresado con otras palabras". El publicista sonrió y continuó su camino.
El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel rezaba:
"Hoy es primavera, y no puedo verla".

La moraleja de esta historia nos dice: hay que cambiar de estrategia cuando no nos sale algo bien. Da una vuelta a tu pensamiento y obtendrás un resultadomejor.

Leer más

lunes, 13 de julio de 2009

Crónica de un descubrimiento

Hoy me ha dado por evocar esos cuentos que, al amor de las noches de invierno o junto a las hogueras que caldean el frío del desierto en medio de las estrellas nocturnas, se han ido transmitiendo de generación en generación como vehículo de oralidad.
Que os guste y os haga, también a vosotros, soñar.



Cuentan que cuentan que uno de aquellos días en que el abuelo Ramón había ido a buscar a su nieta Isabel, que ya auguraba la primavera, a la salida del colegio, le narró una historia. Uno de esos relatos que a los niños les quedan grabados para siempre y cuando son mayores, ellos también los transmiten a otros nietos.
Cuentan que cuentan que Ramón le habló de que había descubierto una nueva flor. Era una flor que hasta entonces nadie había sabido ver porque se escondía bajo otras plantas de mayor fama y apariencia.
Cuentan que cuentan que fue el primero que se fijó en ella y que desde entonces la había venerado en secreto pues no quería que nadie que no supiese mirarla con los ojos del corazón se acercara a ella y pudiese truncarla, mancillarla. Que su color era un rojo pálido, que sus pétalos eran lobulados y que su tallo era esbelto, de joven núbil. Que se escondía para no ser robada por manos traidoras.
Y cuentan que cuentan que cuando el abuelo Ramón la vio se prendó de ella porque ella era la imagen de su amada. Que cada día iba a mirarla para no sentirse solo porque Susana, la joven de rizos de oro y ojos de luna llena estaba lejos aquel verano.
Que al cabo de los días de fieles visitas se encontró junto a la flor con una joven de etérea belleza que le miró y le habló:
-Sé que quieres tener contigo esta flor que es la imagen de tu amada. Que la has cuidado con el corazón limpio y que, con ella, podrás ganarte el tesoro de su pasión. Quiero que la cojas con tus manos de príncipe, que la acunes y la portes hasta la morada de la que te ha robado los sueños. Si lo haces como yo te indico Susana será tuya.
Y que Isabel, la nieta, cuando le escuchó agrandó sus ojos y so´ñó. Soñó porque su pecho también palpitaba por las caricias de otro joven pero que lo hacía en secreto.
Y que quiso saber dónde había hallado su abuelo aquella flor simpar.
Y que el abuelo, no supo negarle nada a su lucero y que le indicó el lugar, allá en el Paseo de los Castaños.
Isabel aguardó al sábado siguiente. No vivía contando los días que faltaban para su búsqueda. Estaba segura, confiaba.
Y que recorrió la vereda hacia el manantial y que allí vio, no a una flor, sino a un joven galán, a un doncel de gallarda figura.
Y que se acercó a él y al mirarle supo que aquél no le era desconocido, era su prenda, su faro.
¿Y qué vio Isabel que el joven Santiago tenía en sus manos? Sí, aquella flor que tanto se parecía a la que el bueno de Ramón le había descrito.
Y que la recibió, lo mismo que recibió las caricias y el beso de amor eterno. Los pétalos se hicieron promesas y el perfume supo a vida para siempre.
Han pasado ya largos lustros, el tiempo cubrió con su velo al abuelo y Isabel y Santiago tuvieron otra hija, Adela, y que ésta supo de cómo sus padres se unieron. Y que cuidó la planta de la que nacía la flor. Que quiso cultivarla, guardar su memoria y enseñar a quienes la quisieran escuchar que el amor, para que fructifique en lo más bello, ha de basarse en la entrega del símbolo que lo aúne, en algo pequeño pero hermoso, en un regalo que sea la garantía del más hermoso de los milagros.

Leer más

domingo, 12 de julio de 2009

Los faros que me guían

Sabido es que el faro de Alejandría, era considerado como una de las siete maravillas de la antigüedad.
Conocemos la función que aún, hoy día, siguen desempeñando los faros pese a los sistemas automáticos de navegación marítima.
Y todos tenemos claro que un automóvil, al menos, por la noche, debe llevarlos dados para evitar colisiones y accidentes.
Pero, ¿para una persona ciega que no puede percibir esos puntos lumínicos, cuáles podrían ser? ¿Qué naturaleza tendrían? ¿cómo podría decirse que los necesita si no los ve?



Pues sí, para mí los faros también son necesarios, imprescindibles, para no verme perdido, para creerme seguro y dirigirme hacia puerto, a la meta, que no es otra que el fin de una vida digna.
¿Cuáles son, entonces, éstos?
El núcleo familiar que hará la función de ayuda, de compañía en los momentos más trágicos y recibirá las primeras noticias. Te acompañará en cada etapa del viaje.
El amigo/a que se mantendrá cómplice ahí al lado, siempre contigo pase el tiempo que pase y te ofrecerá su mano. A cada instante sabrás que su luz permanece encendida.
Todo aquello que te enseña, que te da ejemplos para crecer, aprender pequeñas cosas nuevas cada día. En sus manos se deposita la antorcha de la libertad.
La persona que, padeciendo una peor condición personal que tú, achacable a la discapacidad u otras circunstancias, te hará ver que si ella es capaz de superarse y afrontar retos, tú también debes hacerlo. Su brillo podrás verlo en medio de la noche más oscura.
El ser anónimo que, sin pedírselo, te ofrece su ayuda con su mejor voluntad y su sonrisa. Son destellos de luz.
Y el niño que aún no ha aprendido a callar y pregunta: “¿Mamá, ¿por qué lleva ese señor un palo blanco?” Se despeja la bruma en medio de la noche.
Gracias a vosotras y vosotros por ser mis faros. Que nunca se apague vuestra luz ni nadie os robe la fuente de energía que la alimenta.

Leer más

sábado, 11 de julio de 2009

Coleccionista de canciones

Con mis mejores deseos de que disfrutéis de una excelente tarde de sábado veraniego y tengáis planes interesantes para la noche, os pongo un poco de música.
Que os guste y, como siempre, para reproducir la música pinchad en el título de la entrada.
Se admiten descripciones del vídeo.
Besos cariñosos y abrazos.



Tú, coleccionista de canciones,
dame razones, para vivir.Tú la dueña de mis sueñosquédate en ellos y hazme sentir.Y así en tu misterio poder descubrir el sentimiento eterno.Tú con la luna en la cabezael lugar en donde empieza el motivo y la ilusión de mi existir.Tan solo tú, solamente quiero que seas tú mi locura mi tranquilidad y mi delirio mi compás y mi camino solo tú, sólamente quiero que seas tú pongo en tus manos mi destino porque vivopara estar siempre (siempre) siempre siempre contigo amorTú, coleccionista de canciones mil emociones son para ti tú, lo que soñé: mi vida entera quédate en ella y hazme sentir y así ir transformando la magia de ti en un respiro del almaTú con la luna en la cabeza el lugar en donde empiezael motivo y la ilusión de mi existirTan solo tú, solamente quiero que seas túmi locura mi tranquilidad y mi deliriomi compás y mi caminosólo tú, solamente quiero que seas túpongo en tus manos mi destino porque vivopara estar siempre contigoYa no queda mas espacio en mi interior has llenado con tu luz cada rincón es por ti que con el tiempo mi alma siente diferenteSólo tú, solamente quiero que seas tú mi locura mi tranquilidad y mi delirio mi compás y mi camino sólo tú, solamente quiero que seas tú pongo en tus manos mi destino porque vivo para estar siempre (siempre) siempre siempre contigo amor.

Leer más

Lo que nos sobra

Dicen que el ser humano es lo mas perfecto de la creación, aunque siempre hay alguna cosa que falta... y otras que sobran... Hasta en nuestro cuerpo... Y si no te lo crees... lee atentamente. Son 20 partes del cuerpo humano que no necesitamos, y que están vaya uno a saber por que. Algunas son realmente molestas, otras pasan desapercibidas, pero todas ellas coinciden en algo: sobran en nuestro organismo.
Espero que además de aprender algo, os arranque una sonrisa de sábado mañanero.
A disfrutar.



Muelas del juicio: Ya no son necesarias para el tipo de alimentos que ingerimos. a no ser que te guste andar mascando ramas por ahi. Solo el 5% de la población cuenta con un juego sano de estos terceros molares.
A mí me falta, por eso debe ser que tengo tan poco juicio.

Músculos extrínsecos del pabellón auricular: Son los músculos que le permiten a algunas personas mover sus orejas, No tienen ninguna otra utilidad que la de parecer raro cuando lo haces.
¿Extrin qué? Vaya, a eso le llaman mover las orejas. Pues yo que lo hago cuando oigo voces femeninósculas.

Organo Vomeronasal (o de Jacobson): Un diminuto hoyo a cada lado del tabique nasal que se considera ligado a los quimiorreceptores no funcionales. Podrían ser todo lo que queda de nuestra otrora gran habilidad para detectar feromonas.

Ah, las feronomonas… huele huele. ¿Será un nuevo perfume o….?

Costillas del cuello: Un conjunto de costillas cervicales, posiblemente restos de la edad de los reptiles, aún aparece en menos del 1% de la población. A menudo provocan problemas nerviosos y arteriales.
Osea que me podéis llamar lagarto, lagarto. Yo pensaba que sólo se decía cuando equivale a aquello de tocar madera. Lagarto lagarto….

Tercer párpado: Un ancestro común a las aves y los mamíferos podía haber contado con una membrana para proteger el ojo y barrer los residuos hacia el exterior. De él, los humanos conservan solo un pequeño pliegue en la esquina interior del ojo.
A parpadear se ha dicho. Veas o no veas, quién sabe a quién le guiñarás ese parpadillo.Punto de Darwin (o tubérculo): Un pequeño punto de piel plegada hacia la

parte superior de cada oreja aparece ocasionalmente en los humanos modernos. Podría tratarse de un remanente de una formación más grande que ayudaba a centrarse en los sonidos distantes.
Ah, ¿pero eso no era la antena del marciano?

· Músculo subclavio: Este pequeño músculo situado bajo el hombro, que va desde la primera costilla hasta la clavícula, podría ser útil si los humanos aún caminasen a cuatro patas. Algunas personas tienen uno, otras no tienen ninguno, y unos pocos tienen dos.

¿Y si tienes tres? A lo mejor te arrastras cual langosta a la cazuela.

Músculo palmar: Este músculo largo y estrecho recorre el codo hasta la muñeca y está ausente en el 11% de los humanos modernos. Una vez pudo ser importante para colgarse y escalar. Los cirujanos lo aprovechan para emplearlo en cirugía reconstructiva.
Bueno, de algo sirve haber andado de rama en rama.

Pezones masculinos: Los conductos lactíferos se forman antes de que la testosterona provoque la diferenciación de sexos en el feto. Los hombres tienen tejido mamario que puede ser estimulado para producir leche.
Ummmm… pedazo de biberón.

Músculo erector del pelo: Ciertos haces de fibras musculares lisas permiten a los animales erizar su pelaje para mejorar su capacidad de aislamiento o para intimidar a otros animales. Los humanos conservan esta habilidad (la famosa piel de gallina) aunque obviamente han perdido la mayor parte de su pelaje.
Pues ya se podía haber quedado el musculito ése en mi calva a vivir.

Apéndice: Este estrecho tubo muscular unido al intestino grueso, servía como área especial para digerir la celulosa cuando la dieta de los humanos consistía más en proteínas vegetales que en animales. También produce algunos glóbulos blancos.
¿Celulosa? Habrá que pensar en dulce de papel en forma de caramelo o papel a las finas hierbas.

Vello corporal: Las cejas, evitan que el sudor caiga a los ojos, y el vello facial masculino podría jugar algún papel en la selección sexual, pero aparentemente, la mayor parte del pelo restante en el cuerpo humano no tiene ninguna función.
Pues para no tener ninguna función, vaya lata que dan los dichosos pelitos orejeros y nariceros, por citar algunos.

Músculo plantar: A menudo confundido con un nervio por los estudiantes novatos de medicina, este músculo fue util para otros primates, que lo usaban para agarrar objetos con los pies. Ya ha desaparecido en el 9% de la población humana.
Plantar ¿qué? Bastante difícil es coger las cosas con la mano, como para cogerlas con el pie. Anda que no eran listos nuestros abuelos.

Decimotercera costilla: Nuestros parientes más cercanos, los chimpancés y gorilas, cuentan con un juego extra de costillas. La mayoría de nosotros tenemos 12, pero el 8% de los adultos cuentan con un par de más.
La mía, la flotante, creo que la asaron a la brasa y se la comió alguien. No dejó ni el hueso.

Útero masculino: Los restos de un órgano sexual femenino no desarrollado cuelgan del órgano de la próstata masculina.
Anda, si podría ser padre y forrarme yendo de televisión en televisión. Me lo pensaré.

Dedos del pie (menos el dedo gordo): El humano utiliza el dedo gordo para equilibrarse. El resto solo sirve para sufrir cuando se los choca contra las patas de alguna silla o alguna esquina.
Vaya, y los juanetes y los dedos de martillo, tócate los debecitos.

Vaso deferente femenino: Lo que podría haberse convertido en conductos seminales en los machos, se convierten en paraovarios en las hembras, un grupo de tubos que acaban en vía muerta próximos a los ovarios.
Y yo que pensaba que sólo los trenes acababan en vía muerta…

Músculo piramidal: Más del 20% de nosotros carecemos de este diminuto músculo triangular similar a un marsupio que se une al hueso púbico. Podría tratarse de una reliquia de la bolsa de los marsupiales.
Ya decía yo que me gustaban los canguros…

Coxis (o coccis): Estas vértebras fusionadas son todo lo que queda del rabo que la mayoría de los mamíferos aún emplean para mantener el equilibrio y para la comunicación. Nuestros ancestros homínidos perdieron la necesidad del rabo cuando comenzaron a caminar erguidos. Sólo sirve para hacernos gritar de dolor cuando nos caemos de culo.
Ja, y para saber quién es el demonio.

Senos paranasales: Los senos nasales de nuestros primeros ancestros podrían haber estado ligados a los receptores de olor, que les aportaban un elevado sentido del olfato que les ayudaba a sobrevivir. Nadie sabe por qué retenemos estas cavidades asociadas a la mucosidad, salvo quizás para aligerar el peso de la cabeza y calentar y humedecer el aire que respiramos.
¿Senos? Yo que pensaba que éstos estaban en otro lugar más…. Vaya, que hablo de ángulos y angulosidades.

Leer más

jueves, 9 de julio de 2009

Hitos de la Astronomía


Como sabéis, estamos inmersos en la celebración del Año Internacional de la Astronomía, así que bien valdrá recordar a una pareja de científicos que aportaron notables avances a la materia.
Que os resulte de interés



Hijo de un comerciante de sedas y paños, William Huggins nació en Cornhill en 1824. Muy interesado por la Astronomía y viviendo con gran holgura económica, Huggins decidió, a los 30 años de edad, vender el negocio familiar para construirse un observatorio privado en Tulse Hill, unos 8 kilómetros al sur de Londres.
A los 51 años de edad, Huggins se casó con la joven Margaret Lindsay Murray (Lady Huggins) y juntos pasaron más de 30 años realizando observaciones espectroscópicas, llegando a publicar, también conjuntamente, una obra capital, el Atlas de espectros estelares representativos, en 1899. A los 84 años de edad, Huggins se vio obligado a suspender sus observaciones porque ya no veía bien y, poco después, los Huggins debieron asistir apenados al desmantelamiento de su telescopio, un objeto precioso para ellos. William murió en 1910, a los 86 años de edad y, aunque 24 años más joven, lady Huggins tan sólo le sobrevivió durante 5 años.
En su observatorio, Huggins había instalado un excelente telescopio refractor de 20 centímetros de apertura construido por el americano Adam Clark, uno de los mejores constructores de instrumentos de la época. Huggins también estaba al tanto de los trabajos de Fraunhofer (apoyados en la interpretación ofrecida por Bunsen y Kirchhoff) que habían permitido el análisis espectral de la luz solar, y tenía la intención de aplicar esta misma técnica a las estrellas y nebulosas, de forma que se equipó con un buen espectrógrafo que instaló en su telescopio.
Simultáneamente, junto con William Miller, profesor de química del King's College de Londres, Huggins pasó mucho tiempo realizando espectroscopía de los elementos terrestres en el laboratorio, lo que le permitiría reconocer después la presencia de estos elementos en los astros. Las primeras observaciones de Huggins publicadas en 1863 demostraron que las estrellas estaban hechas de los mismos elementos que existían en la Tierra y en el Sol. Pero fue en 1864 cuando obtuvo los primeros datos que le permitieron clasificar las nebulosas en dos tipos principales: unas (como el 'Ojo de gato' en Dragón y el 'Anillo' en Lira) estaban hechas de gas, mientras que otras (como la de Andrómeda) estaban constituidas por enormes agregados de estrellas. Se distinguió así, por vez primera, entre las nebulosas gaseosas y las galaxias.
Huggins aplicaba su espectrógrafo a todo astro posible. Analizó la luz de los cometas donde descubrió líneas de hidrocarburos y también descubrió hidrógeno en una nova. En algunas nebulosas descubrió unas líneas muy brillantes que no tenían contrapartida en ninguno de los espectros obtenidos en los laboratorios terrestres. Pensó que estas líneas se debían a un elemento que no existía en la Tierra: el 'Nebulio'. Hubo que esperar al siglo XX para que el astrónomo norteamericano Ira Bowen (1898-1973) demostrase que estas líneas eran debidas a transiciones "prohibidas" (muy poco probables) entre estados del oxígeno y nitrógeno ionizados.
El denominado efecto Doppler, que había sido descrito en la década de los 1840 independientemente por el austriaco Christian Doppler (1803-1853) y el francés Armand Fizeau (1819-1896), consiste en el desplazamiento hacia frecuencias más altas (hacia el azul) de las ondas luminosas cuando el emisor de luz se acerca al observador. Recíprocamente, cuando el emisor se aleja del observador tiene lugar una disminución de la frecuencia (desplazamiento hacia el rojo).
Este desplazamiento en frecuencias resulta ser proporcional a la velocidad relativa entre el emisor y el observador. Así pues, midiendo el desplazamiento en frecuencias se puede obtener la velocidad del emisor. Pero tales desplazamientos eran muy pequeños, lo que hacía que fuesen extremadamente difíciles de medir.
En 1868, Huggins decidió emplear su espectroscopio para intentar medir el sutil efecto Doppler en algunas estrellas y... ¡lo consiguió!. Por ejemplo, cuando observó Sirio, detectó un significativo desplazamiento hacia el rojo que implicaba que esta estrella se estaba alejando de nosotros con una velocidad de unos 47 kilómetros por segundo, un valor un poco más elevado que el real, pero notablemente preciso si consideramos que se trata de una medida pionera.
Lady Huggins no fue una mera asistente en los trabajos de su esposo, sino que fue una gran astrónoma por méritos propios. Ella analizó la luz de la nebulosa de Orión, donde detectó la presencia de oxígeno. Además, los intereses de Lady Huggins no se restringían a la Astronomía, sino que era una intelectual muy polifacética: tenía profundos conocimientos musicales y estaba interesada por todas las artes.
* En 1867, el astrónomo italiano Angelo Secchi (1818-1878) agrupó los espectros estelares en cuatro clases principales argumentando que cada una de estas clases correspondía a un grupo de estrellas con características físicas diferenciadas. De sus trabajos también se dedujo de manera natural que el Sol era una estrella como tantas otras.
* Gracias a la medida del efecto Doppler de las galaxias, el astrónomo estadounidense Edwin Hubble (1889-1953) demostraría en el siglo XX la expansión del universo, uno de los pilares observacionales de la teoría del Big Bang.
Huggins fue nombrado Sir en 1897 y ejerció como presidente de la Royal Society entre 1900 y 1905. Hay un cráter en la Luna y otro en Marte que llevan su nombre. También el asteroide 2635 fue bautizado “Huggins”.

Leer más

miércoles, 8 de julio de 2009

El detector

Comentábamos esta tarde, tomando un cafecillo con hielo, nuestras cuitas de ciegos al ir por la calle y padecer, de forma inevitable, los rastros que los dueños de perros, cada vez más, nos dejan por no retirar el resultado de las necesidades fisiológicas de estos animales tan queridos.
Como sabéis de mis humoradas, se me ha ocurrido la siguiente que, a la vez, que os haga reír, os mueva a la reflexión. Os lo aseguro, no es nada agradable tener que librarse de algo así. Y encima que los pobres perrillos no tienen ninguna culpa, pero en ese momento uno se acuerda de toda la parentela del simpático animalito y de la de su inefable dueño.



-¡Señor, señor. Compre, cómpreme este maravilloso invento!
Otra vez. Que mira que lo digo: ¡estoy harto de los vendedores de gangas! Ya sé que es su trabajo y su forma de vida, pero a mí me tocan los bóulins tanto mercachifle, tanto encantador de serpientes. En fin…
-Mire, no se va a arrepentir. Éste es un artilugio maravilloso. Es un detector de buena suerte.
-¿Ah sí? ¿Y qué detecta? Si la buena suerte no existe. Si no, que me lo digan a mí. Bah, otra engañufla más de tantas.
- Que no. Que le digo que es fabuloso y por un precio módico. Ande, si además está especialmente pensado para ustedes los… invidentes.
-A ver, póngame algún ejemplo.
-Ah, muy fácil: ¿que se cruza en su camino alguna guapa señorita? Pues el detector se pone a pitar y cuanto más cerca, más pita.
-Ummm, pero eso no es buena suerte. Eso es una pu… Porque mucho pitar, pero poco ver. Ja.
-Bueno, ejem. ¿Que hay un billetazo olvidado en el suelo? Zas, a por él.
-Ya. Y se cree usted que me lo van a estar guardando pa mí, pal cegato. Va listo.
-Con ustedes es imposible. Ande, lléveselo. Que le hago descuento y además le regalo la funda y un cascabel que guardaba para entregárselo a la próxima niña que dejase su garbo garboso por aquícomo adorno para su tobillo.
-Bueno, bueno. Aunque sólo sea por el cascabel (que uno tiene vocación de corderillo lanudo)… Deme, deme. _Otra vez que me he dejado engañar…_
-Ya verá, ejem…, perdón… ya… notará cómo no se va a arrepentir.
-Déjese de chorradas y zalamerías y llamemos al pan, pan; y al ciego, ciego.
No te digo… esta gente, son unos artistas. Serían capaces de venderme el mar, con sus colores y todo. Y eso que yo… colores, colores… los únicos que veo son los de las estrellas cuando me doy el galletazo contra alguna esqquina o lindeza semejante.
Pi pi pi pi pi pi
Qué cuernos. Ya empieza a dar la lata el cacharro éste. ¿Qué habrá localizado? Me pararé. Sigue pitando pi pi pi piiiiiiii Lo que señala está a ras de suelo. Echaremos la mano…
Pero, ¿qué toco? Es blandito, es cilíndrico… eme eme eme. Si huele a…
¡¡Leches, si es un excremento de perro!! A esto se refería con aquello de la buena suerte, ¡¡pues vaya con la buena suerte!! ¿A quién se le ocurriría decir eso de que pisar una caca, no de vaca, pero sí de perro, daba buena suerte. Seguro que era algún gracioso, amigo de los ciegos.
Y es que digo yo, que está mu bien que cada vez haya más perretes, que son los mejores amigos del hombre y todas esas cosas, pero bien que sus dueños, podían dedicarse a no dejar regalitos para que nosotros, los pinchemos con nuestro bastón, como si fuesen banderillas pa los toros o pal aperitivo.
No te digo, menos mal que el artilugio éste las detecta. Al final, habrá merecido la pena y todo.

Leer más

lunes, 6 de julio de 2009

De abanicos y rebajas

Querida amiga:

Ya metidos de lleno en pleno verano, pretendo una vez más escribirte, darte nuevas mías y desearte que este período, tan pródigo en luz, tiempo de descanso y salidas, te sea todo lo propicio que mereces.
Es verdad, hacía ya demasiado que no te contaba de mis andanzas, pero el tiempo pasa raudo y la rutina nos roba instantes de compartir experiencias. No me gustaría que esto excediera los límites de lo razonable y por eso aquí estoy de nuevo.
Mi actividad cotidiana ha descendido al terminar las clases del taller de lectura pero, no por eso, he dejado de aprovechar el tiempo. Quiero, no obstante, referirte dos hechos curiosos para hacerme más cercano, sabiendo el afecto con que me lees.


El otro día volvía a casa, al final de mi jornada de trabajo para comer. En una de las paradas de Metro, subió alguien e inmediatamente comenzó a abanicarse con una destreza llena de gracia, de donaire (pensé que muy bien podrías ser tú). Dejé de escuchar mi audiolibro y me pregunté: ¿quién sería la que así lo hacía? ¿Sería joven o mayor, guapa o no? No sabía cómo manifestarle mi admiración sin que sonase a descortesía o molestia y, de paso, sentir su voz, recibir pistas. Pero no pude por menos y…
-Qué bien lo hace. Vaya arte que tiene con el abanico.
-Es que hace mucho calor, casi no llego al Metro.
Era la voz de una señora de edad madura, de hablar reposado. Al menos vi satisfecha mi curiosidad. Pero ponte en mi lugar: si hubiese visto, no habría podido jugar a imaginar, aunque por otro lado… habría podido ver a la que con tanta destreza manejaba el abanico, ese artilugio de tantas resonancias románticas y con el que tantas cosas pueden decirse.

El otro acontecimiento es el tema de las rebajas, en cuya época estamos inmersos.
Te diré que a mí me gusta vestir de forma sencilla, con ropa normal, que combine entre sí. Me gusta llevar ropa discreta, los fines de semana vaqueros y entre semana tergal. Y calcetines siempre negros, que hay que evitar riesgos de salir a la calle con un pie de cada color. Vaya cantazo, uf, quita quita.
Los zapatos sí considero que deben ser de la mayor calidad posible porque los pies han de ser cuidados y darles sí, a ellos, el mejor trato. A veces los sacrificamos en pro de la estética y la imagen, sin darnos cuenta de lo que ello supone en perjuicio de nuestra espalda y demás estructura ósea.
No soy de ir de rebajas. Es verdad, pueden resultar atractivas por los precios, pero siempre que no compremos algo que no necesitemos, con lo que nos llevaría a aquel axioma que dice: nada que no necesitemos es barato por poco precio que paguemos por él.
Y eso de ponerte a rebuscar entre montones de ropa, en busca de la ganga… nada nada, que es un lío para mí. Fíjate: yo revolviendo mano a mano sin saber lo que cojo ¿y si elijo la camiseta de una jovencita en vez de mi xxl? No está uno para ir marcando, por ahí, estilo.
Así que nada, que disfrutes de esas rebajas, si es que te pasas por ellas y te acuerdes de mí, cuando ojees perchas, canastas, mostradores…
Y a la hora de entrar en el probador, cuidadiito con los ciegos que dicen que no ven.

Con la esperanza de que te haya hecho sonreír un poquito y dándote las más sinceras gracias por estar ahí, me despido hasta pronto con ese afectuoso abrazo de cada una de estas misivas mías, humoradas de ciego chalado.
Siempre adelante con una sonrisa.

Leer más

domingo, 5 de julio de 2009

Organizar viajes sin ver


Sí, se puede. Se puede conseguir que un grupo de ciegos organicemos un viaje y disfrutemos de él sin necesidad de una organización que esté detrás.
Para explicaros cómo, os voy a hablar del último que he realizado. Se trató de ir, ayer sábado, a la localidad de Manzanares el Real.
Mi amiga Elena, ya muy conocida de quienes me visitáis, se encargó de ello con sus habituales dotes de maestría.



Conocer el medio de transporte público que nos llevaría, hablar con turismo y localizar el teléfono de reservas guiadas al castillo, saber de un restaurante apropiado para comer y terminar la tarde veraniega con un paseo en torno a su pantano y refrescarnos degustando una horchata o un granizado de yogurt o similares exquisiteces.
Esa es la clave: la planificación previa y avisar de nuestras características para que, en la medida de lo posible, puedan adecuarse a nuestras limitaciones.
Pues bien, aun sabiendo eso, como en cualquier excursión que se precie, siempre surgirá el imprevisto que dé sabor a la experiencia.
En este caso, el esperar al autobús más de media hora ya que los fines de semana no salía a las medias horas, sino a las horas en punto y que la visita al castillo nos saliese gratis (por aquello de nuestra discapacidad), además de que encima fuese teatralizada, con malabarista incluido. Ahora que un malabarista para ciegos… ¿cómo saber qué hace? Pues muy sencillo: haciendo que vuele la imaginación. Yo me habría prestado para soplar fuego, pero parece que no se dio la ocasión.
He de resaltar cómo se agobiaron los de la organización. Claro, que un grupo de siete ciegos, con perro incluido, se atrevan a subir por escaleras de caracol y asomarse a las almenas, no es para menos. No, al final no nos despeñamos ninguno.
El restaurante y lo que en él degustamos, fue espléndido tanto por su ubicación (junto al río, en un emparrado con higueras que desprendían un olor que llamaba a los sentidos) y lo sabroso, y abundante de sus viandas.
En fin, que ha sido otra experiencia más, de ésas que tanto me gusta compartir por aquí.

Leer más

Algo de sana envidia

Quien esta belleza ha creado es una persona ciega de nacimiento, admirada por mí. Se trata de Antonio Martín Figueroa y está tomada de su último poemario ¿Poemas de pauta y punzón”. Es toda una elegía del braille y la ceguera.
Espero que os haga soñar y recordar al tiempo que valorar la capacidad humana de un discapacitado visual para पिंटर, con पलाब्रस, auténticas obras de Arte.



Cuando abro el bolsero que guardas con celo en tu cuarto,
y que portas, cogido del asa de cuero a la escuela.
Yo me abismo en fragancias de tinta y fina madera,
y con un leve poso de envidia, a esto mío comparo.
Abro luego el plumier alargado, con broche en la tapa.
Y, extrayendo las doce pinturas tan largas y nuevas,
las remuevo en la mano, y escucho cómo claquetean.
Y las vuelvo al plumier, una a una, tan bien alineadas.
Tan dispuestas, semejan las cuerdas de un dulce laudín.
¡Qué carnosa se muestra al tocarla y turgente la goma
de borrar! Es como el chocolate, tan presto a la boca.
¡Qué perfectas aristas; qué lisas sus caras así!
Cuando hojeo despacio las páginas de tu enciclopedia,
de la suave fragancia y frescor de la tinta impregnadas,
me recreo en el leve rasgueo que suena plegándolas.
Vanamente, intento leer en tan pródiga letra.
Cuando trazo la senda intrincada sobre tu cuaderno,
por las hojas rugosas, gastadas de tanto escribir,
rescatando minúsculos relieves, quisiera exprimir
cada línea de su contenido marcando mis dedos.
¡Oh tus tizas y tus pizarrines, sobre la pizarra,
fraseando inocentes la fábula, disfraz de la vida!
Tal la falda en sus pliegues rozando la zarza encendida.
¡Oh tu regla y tu sacapuntas que el lápiz desgarra!
Si registro el bolsero, que llevas garbosa a la escuela,
yo andaría por tu caminito hasta tu aula. A tu mesa.


Leer más

jueves, 2 de julio de 2009

La ciudadela de adobe

Quiero hablaros de una majestuosa ciudad de barro, de adobe. Debe ser impresionante tanto por su ubicación como por la forma en que fue construida.
Si pincháis en el título de la entrada, veréis un vídeo ilustrativo como complemento a la información.
Ale, que disfrutéis de sus vistas y a viajar, esa costumbre tan fantástica que tanto aporta.



Chan Chan, ubicada a sólo 4.5 kilómetros de la ciudad de Trujillo, capital del departamento de La Libertad, es una majestuosa ciudadela de adobe construida hace cientos de años por las manos hábiles y diestras de cientos de hombres.La antigua capital del reino Chimú, una importante cultura preincaica que se estableció en el valle de Moche entre los siglos XII y XV, albergó hasta 60 mil habitantes, extendiéndose sobre un área de 20 kilómetros cuadrados, desde las proximidades del puerto de Huanchaco hasta el Cerro Campana.Actualmente las ruinas de la ciudadela, que comprenden plazas, viviendas, depósitos, talleres, laberintos, murallas, caminos y templos piramidales, ocupan un área de siete kilómetros cuadrados en el valle de Moche y Santa Catalina, antiguamente denominado Chimor o Chimú.En cada paso que se da en Chan Chan se siente la mística de los Chimú, ese pueblo dedicado a la orfebrería, la agricultura, el textil y la arquitectura.La ciudad es impresionante, con magníficos muros decorados con figuras geométricas en relieve, estilizaciones zoomorfas y seres mitológicos. La inteligencia de los arquitectos Chimú permitió desarrollar un vasto sistema de acequias y acueductos subterráneos, capaces de transportar agua a lo largo de enormes distancias.Por estas características numerosos expertos han comparado Chan Chan con Teotihuacán, en México, y las antiguas ciudades de Egipto, Mesopotamia y China.El arqueólogo Francisco Iriarte Brener, quien integró el Comité Restaurador de Chan Chan, sostiene que en esta ciudadela, que podía albergar hasta 100 mil habitantes, vivieron exclusivamente funcionarios, administradores y sacerdotes, los cuales estaban en el segundo orden dentro de la escala social.La organización social de los Chimú estaba basada en la presencia de grupos familiares totémicos. Es decir, existían determinados sectores en los que habitaban quienes se consideraban descendientes del puma, la luna u otros dioses andinos.Durante tres siglos, Chan Chan, la capital Chimú, pareció inconquistable, pero en 1460 las poderosas huestes incaicas invadieron la ciudad. Hoy, la ciudadela parece revivir cuando cientos de personas la visitan y quedan maravilladas por sus encantos y sus misterios.

Leer más

Recomendaciones narrativas de junio

Un mes más, más tarde de lo que habría deseado, aquí os traigo las recomendaciones narrativas del mes.
Espero que ahora que se dispone de más tiempo os animéis a paladear, al tiempo que un refrescante helado o una horchata rica rica, alguna buena lectura. Os lo aseguro, es muy conveniente para la salud y su única contraindicación es que puede resultar adictiva.
Que os gusten.



EL CASO NERUDA
Roberto Ampuero
Ed. La otra orilla, 2009. 336 págs.
Novela de intriga
Un Pablo Neruda anciano y enfermo acaba de regresar a Chile después de dejar su cargo como embajador del gobierno de Salvador Allende en París. De su vida llena de éxitos, le queda sólo un misterio por desvelar. Una duda profunda que lo atormenta cuando percibe el final de su existencia. En ese invierno de 1973, conoce al cubano Cayetano Brulé, a quien involucra en una investigación que cambiará su vida para siempre. A partir de lo que descubre en un viaje inicial a México, Brulé debe seguir el rastro de Beatriz de Bracamonte, la única clave para ayudar al poeta. Pero Beatriz resula ser una misteriosa mujer de muchas identidades y paradero desconocido. Por eso Brulé sigue sus huellas por México, Cuba, Alemania Oriental y Bolivia. Mientras tanto, en Chile, el poeta espera impaciente la llegada de noticias en medio de un ambiente cada vez más tenso por la inminencia de un golpe militar contra el Gobierno. Una vibrante historia del personaje más entrañable de Roberto Ampuero, del poeta más influyente y popular de Chile, y de una época única, emotiva y dramática. Una novela en la que se conjugan la intriga, la poesía, las pasiones amorosas y el fin de una era.

LA CIUDAD DE LA REINA
Shiah Shu Ching
Ed. El tercer nombre, 2009. 360 págs.
Novela realista
Tras ser secuestrada en su aldea de la China rural, Huang Deyun es trasladada a Hong Kong y vendida como prostituta. Sin embargo, gracias a las decisiones que adopta, acertadas en ocasiones, tortuosas en otras, sumado a varios golpes de suerte, consigue superar sus sinuosos comienzos y termina cosechando el éxito como una acaudalada terrateniente. Lo que sigue no es más que la historia épica de la familia de Huang bajo la sombra del colonialismo. Adam Smith, un oficial británico, vive una lucha encarnecida entre la seducción que emana de la belleza de Huang Deyun y el respeto por la decencia británica; Qu Yabing desprecia todo lo chino, a pesar de lo cual, se convierte en amante de Huang Deyun; la nuera de Huang Deyun, una devota cristiana, intenta redimir los pecados que cree que cometió Huang Deyun; y su nieta, la quintaesencia de la juventud de Hong Kong, le da la espalda a la tradición para dejarse seducir por los placeres de la metrópolis. En este relato que rompe con lo convencional, la aclamada autora taiwanesa, Shih Shu-ching captura en esta novela profusa en detalles, las tensiones sin precedentes que vivió un Hong Kong sumergido en una vertiginosa evolución.

EL HOMBRE MOJADO NO TEME LA LLUVIA: VOCES DE ORIENTE MEDIO
Olga Rodríguez
Ed. Debate, 2009. 344 págs.
Literatura de testimonio
Las imágenes de Oriente Medio que llenan a diario nuestros televisores muestran una tierra cruel y sangrienta, repleta de hombres y mujeres dispuestos a morir y matar, movidos por oscuras razones que nos resultan en el fondo incomprensibles. Sin embargo, a lo largo de sus numerosos viajes por Israel, Palestina, Líbano, Siria, Irak, Irán, Arabia Saudí y Jordania, Olga Rodríguez ha llegado a conocer a muchos habitantes de esas tierras, y ha podido asomarse a la realidad que no muestran los flashes informativos de treinta segundos. Su trabajo se ha caracterizado por mostrar el lado más humano de una población maltratada. Con una sencillez limpia de prejuicios y una humanidad poco habitual, la autora nos acerca a esta conflictiva región a través de sus habitantes, hombres y mujeres aparentemente comunes cuyas vidas conforman sin quererlo la Historia con mayúsculas. Este libro es un recorrido por Irak, Israel, Territorios Ocupados palestinos, Líbano, Siria, Egipto y Afganistán con nombres y apellidos, dando voz a los protagonistas de la triste historia de la región, hombres y mujeres cuyas biografías y opiniones explican y determinan la situación en el lugar más conflictivo del planeta. Leer este libro es conocer a Yamila y Minal, que fueron torturadas en el Irak ocupado; acercarse a los Elhanan, una familia judía de Jerusalén que perdió a su hija en un atentado suicida; escuchar a Ibrahim, que vio morir a sus amigos en ejecuciones extrajudiciales israelíes y vivió el encierro en la iglesia de la Natividad de Belén; entrar en la tienda de campaña de un refugiado afgano, exiliado en su propio país; o sudar con el esfuerzo de Kareem, un sindicalista pluriempleado egipcio que no renuncia a soñar mientras trabaja todas las horas del reloj.

HOUDINI Y EL ASESINO DE LA FERIA
Daniel Stashower
Ed. La factoría de ideas, 2009. 256 págs.
Novela de intriga
En 1897, la ciudad de Nueva York bulle con estafadores y nuevos ricos, artistas refinados timadores, criminales e inmigrantes. Entre ellos se en-cuentra el hijo de un rabino que se hace llamar Houdini. Lucha por abrirse camino en el negocio del espectáculo cuando se ve requerido por la policía para enfrentarse a la mayor proeza de su joven carrera: resolver el misterio de un magnate asesinado en su elegante mansión de la Quinta Avenida. Es un reto que Harry, nunca falto de confianza en sí mismo, está más que dispuesto a asumir. Ahora, el maestro de los magos, con la reacia ayuda de su hermano, Dash Hardeen, deberá descubrir el móvil del asesinato y seguir la pista al asesino hasta su oculta guarida. Su experiencia como mago profesional, su buen hacer al documentar sus textos, su estilo llano y evocador y su amor por el misterio bien constru-ido hacen de Daniel Stashower un digno heredero de Conan Doyle y Poe, manifestado tanto en obras de ficción, como en ensayos.

LLUEVEN RANAS EN LA MANCHA
Juana Samper
Ed. Espasa Calpe, 2009. 224 págs.
Literatura de humor
Cuando la periodista y escritora Juana Samper Ospina pisó por primera vez Utande, un pequeño pueblo de Castilla-La Mancha, estaba convencida de que las aceitunas negras y las verdes procedían de árboles distintos. Era una joven citadina y extranjera que llegaba con su familia a un rudimentario antiguo molino de aceite. El rechazo inicial fue cediendo a medida que conoció a Cipriano, el dueño de la huerta vecina; a Manolo, el cabrero; a Ezequiela, la mujer que sabía todo lo que sucedía en los alrededores; a Baldomero, el donjuán septuagenario; y a los demás habitantes de aquel paraje perdido en el valle del río Badiel. Entre historias salpimentadas de humor, aderezadas con descubrimientos y rociadas de ternura, Llueven ranas en la Mancha cuenta detalles del encuentro de la autora con un estilo de vida de otros tiempos. Narra sus padecimientos con los lentos martillazos de la obra que emprendió para reformar la almazara, los resbalones sufridos en el conocimiento del carácter de los castellanos y las ocurrencias de sus hijos. El lector saboreará cada página como si la degustase con aceite de oliva prensado en el molino que ha sido testigo de las aventuras y desventuras de esta forastera enamorada del campo español.

POR DONDE UNA VEZ CAMINAMOS
Kjell Westö
Miscelánea editorial, 2009. 608 págs.
Novela realista
Ésta es una novela coral (en la cual se entretejen una variedad de historias de diferentes personajes), que se unifica por tener como escenario la ciudad de Helsinki en el período de entreguerras. Entre la Europa occidental y la Europa del Este, la ciudad nos sorprende con sus contrastes. Los personajes de Westo son de diferentes condiciones y estratos sociales y cada uno vive como puede sus sueños y sus ilusiones. Debido a retratar un momento clave en la historia, la novela es una pieza típica de la gran narrativa europea. “La maestría de Westö, como la de todo gran escritor, es que revela la universalidad de los actos más particulares, de los hechos más cotidianos, de lo sentimientos más íntimos. Transmite inquietudes, valores, emociones universales a partir de un rico abanico de historias locales y llega de manera individual al lector a partir de una pluralidad de voces narrativas.”

EL ROJO DE LAS FLORES
Anita Amirrezvani
Ed. Salamandra, 2009. 384 págs.
Novela histórica
Ventana abierta a un mundo tan lejano como desconocido, rica en fascinantes detalles sobre la vida cotidiana en la Persia del siglo XVII, esta novela cuenta la historia de una joven audaz y perseverante que logra transformar su vida gracias a su extraordinario don para confeccionar alfombras. A los catorce años, tras la prematura muerte de su padre, la protagonista ve cómo sus posibilidades de matrimonio se desvanecen, lo que la obliga a marcharse del pueblo con su madre y trasladarse a la capital, Isfahán, donde un pariente lejano las acoge como sirvientas. Sin dote y condenada a depender de la caridad ajena, la joven huérfana no tendrá más remedio que aceptar un sigué, un contrato de matrimonio temporal, pero gracias a la ayuda de su tío, diseñador de alfombras en la corte del sah, tendrá ocasión de descubrir los secretos de este antiguo arte, su tradición, el significado de sus dibujos y el origen vegetal de sus vibrantes colores. Se narra una hermosa historia de aprendizaje y pérdida de la inocencia en un mundo evocado con meticulosidad, desde la vida de los ricos y los pobres a la suntuosidad de la arquitectura, desde el bullicio de los bazares a la confección de las alfombras, cuya belleza incomparable mantiene viva hasta hoy la fama de Isfahán.

LA TÍA MARQUESA
Simonetta Agnello Hornbi
Ed. Tusquets, 2006. 456 págs.
Novela histórica
Cuando la baronesa Caterina Safamita dio a luz a Contanza, al ver que era niña y o varón, y además pelirroja, no quiso ni tocarla. Costanza, dócil y reservada, se crió entre las mujeres del servicio. No obstante, fue ella, y no sus hermanos, quien heredó las riquezas y el deber de preservar el buen nombre de la familia. Al menos eso cuenta Amalia Cuffaro, su nodrizaz, quien poco a poco desgrana episodios de la intensa vida de Costanza, "la tía marquesa": su abandono de la vida de provincias por la bulliciosa Palermo, su atormentado matrimonio con el marqué Pietro Sabbiamena, y su sensación de no peretenecer a ninguno de los mundos que la rodean. El retrato de esta mujer es escepcional, iinconformista y contradictoria, se recorta no sólo sobre el trasfondo de una saga familiar rebosante de pasiones, crueldad y abusos de poder, sino sobre una época crucial de la Sicilia decimonónica: el din del reinado borbónico y la llegada de los Saboya, el ascebso del poder mafioso en el campo y la decadencia de la aristocracia, símbolo de un universo ya perdido.

EL VENDEDOR DE PASADOS
José Eduardo Agualusa
Ed. Destino, 2009. 164 págs.
Félix Ventura es un personaje peculiar: además de ser albino, ha escogido un extraño oficio, es vendedor de pasados falsos. Después de años de guerra, sus clientes, prósperos empresarios, políticos, generales y la emergente burguesía angoleña tienen un futuro prometedor. Así que sólo les falta un pasado presentable. Félix les fabrica una genealogía de lujo. Una noche, llega un misteriosos extranjero en busca de un pasado, de una identidad angoleña y de pronto el pasado irrumpe en el presente y empiezan a ocurrir hechos imposibles. Una sátira feroz, divertidísima pero también esperanzada. Una novela que es también una reflexión sobre la construcción de la memoria y sus equívocos, contada desde el punto de vista de ¡un camaleón!

EL VIEJO EXPRESO DE LA PATAGONIA
Paul Theroux
Ed. Punto de lectura, 2009. 640 págs.
Literatura de viajes
Un magnífico relato del viaje en tren de Paul Theroux por América en la década de 1970. De Boston a la Patagonia, el autor hace gala de un fino sentido del humor y de sus grandes dotes de observador para que ningún paisaje, ciudad o personaje interesante pase desapercibido. El contraste entre las dictaduras latinoamericanas y el modo de vida estadounidense, un casi ciego Jorge Luis Borges, los impresionantes paisajes de Brasil, Chile, Bolivia y Venezuela, el retrato de unas gentes acogedoras... se ofrecen aquí para comprender el mundo y aprender a habitarlo mejor.

Leer más

miércoles, 1 de julio de 2009

Cuando bordeamos un abismo ...

El escritor Armando Palacio Valdés, (1853-1938) pronunció esta frase que os pongo más abajo.
A mi entender habla de confianza. Al hilo de ella quiero haceros ver la que un ciego ha
de tener en la persona que le guía.



Ya nos contaba Laura, en su primera vez, que me había llevado por un terreno escabroso en La Pedriza, y que lo había hecho dejando que la tomase de su mochila o de su brazo. Era la primera vez que estaba con ella y me dejé llevar sabiendo que lo haría bien.
Ya os puse cómo había recordado mis tiempos de ciclista yendo en tándem. Cómo me sentí extraño de pedalear sin ver.
Cuando voy con alguien de mi “confianza” no manejo el bastón, me dejo guiar, confío.
Si una persona ciega no confía, no se deja conducir, está perdida. Es imprescindible creer en que la persona que te va a ayudar lo hará con su mejor hacer, con su mejor ahinco.
Y si no, ¿a qué vendría esa expresión de “tengo confianza ciega en…”?
Aquí va la frase de marras. A ver qué os sugiere a vosotras.

"Cuando bordeamos un abismo y la noche es tenebrosa, el jinete sabio suelta las riendas y se entrega al instinto del caballo".

Leer más
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...