miércoles, 8 de julio de 2009

El detector

Comentábamos esta tarde, tomando un cafecillo con hielo, nuestras cuitas de ciegos al ir por la calle y padecer, de forma inevitable, los rastros que los dueños de perros, cada vez más, nos dejan por no retirar el resultado de las necesidades fisiológicas de estos animales tan queridos.
Como sabéis de mis humoradas, se me ha ocurrido la siguiente que, a la vez, que os haga reír, os mueva a la reflexión. Os lo aseguro, no es nada agradable tener que librarse de algo así. Y encima que los pobres perrillos no tienen ninguna culpa, pero en ese momento uno se acuerda de toda la parentela del simpático animalito y de la de su inefable dueño.



-¡Señor, señor. Compre, cómpreme este maravilloso invento!
Otra vez. Que mira que lo digo: ¡estoy harto de los vendedores de gangas! Ya sé que es su trabajo y su forma de vida, pero a mí me tocan los bóulins tanto mercachifle, tanto encantador de serpientes. En fin…
-Mire, no se va a arrepentir. Éste es un artilugio maravilloso. Es un detector de buena suerte.
-¿Ah sí? ¿Y qué detecta? Si la buena suerte no existe. Si no, que me lo digan a mí. Bah, otra engañufla más de tantas.
- Que no. Que le digo que es fabuloso y por un precio módico. Ande, si además está especialmente pensado para ustedes los… invidentes.
-A ver, póngame algún ejemplo.
-Ah, muy fácil: ¿que se cruza en su camino alguna guapa señorita? Pues el detector se pone a pitar y cuanto más cerca, más pita.
-Ummm, pero eso no es buena suerte. Eso es una pu… Porque mucho pitar, pero poco ver. Ja.
-Bueno, ejem. ¿Que hay un billetazo olvidado en el suelo? Zas, a por él.
-Ya. Y se cree usted que me lo van a estar guardando pa mí, pal cegato. Va listo.
-Con ustedes es imposible. Ande, lléveselo. Que le hago descuento y además le regalo la funda y un cascabel que guardaba para entregárselo a la próxima niña que dejase su garbo garboso por aquícomo adorno para su tobillo.
-Bueno, bueno. Aunque sólo sea por el cascabel (que uno tiene vocación de corderillo lanudo)… Deme, deme. _Otra vez que me he dejado engañar…_
-Ya verá, ejem…, perdón… ya… notará cómo no se va a arrepentir.
-Déjese de chorradas y zalamerías y llamemos al pan, pan; y al ciego, ciego.
No te digo… esta gente, son unos artistas. Serían capaces de venderme el mar, con sus colores y todo. Y eso que yo… colores, colores… los únicos que veo son los de las estrellas cuando me doy el galletazo contra alguna esqquina o lindeza semejante.
Pi pi pi pi pi pi
Qué cuernos. Ya empieza a dar la lata el cacharro éste. ¿Qué habrá localizado? Me pararé. Sigue pitando pi pi pi piiiiiiii Lo que señala está a ras de suelo. Echaremos la mano…
Pero, ¿qué toco? Es blandito, es cilíndrico… eme eme eme. Si huele a…
¡¡Leches, si es un excremento de perro!! A esto se refería con aquello de la buena suerte, ¡¡pues vaya con la buena suerte!! ¿A quién se le ocurriría decir eso de que pisar una caca, no de vaca, pero sí de perro, daba buena suerte. Seguro que era algún gracioso, amigo de los ciegos.
Y es que digo yo, que está mu bien que cada vez haya más perretes, que son los mejores amigos del hombre y todas esas cosas, pero bien que sus dueños, podían dedicarse a no dejar regalitos para que nosotros, los pinchemos con nuestro bastón, como si fuesen banderillas pa los toros o pal aperitivo.
No te digo, menos mal que el artilugio éste las detecta. Al final, habrá merecido la pena y todo.

4 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

JA, ja, ja,ja, Albertito, qué risa me ha dado, y qué razón tienes! Aaayyyy, esos dueños, esos dueños cochinitos!!!!!

Y cómo pi pi pi pi pita el cacharrito, ja, ja, ja!

Un besósculo detectorósculo de buenas noches!! Mua

Alberto dijo...

Buenos días, Merceditas. Pipipipitaaaaa el cacharrito. Se acerca una guapa señorita Mercedonióscula.
Feliz día. Cuídateeeee Pipipipipippipii

Rosa Sánchez dijo...

Ay, Alberto, no te voy a mentir: me he reído porque tienes un arte para escribir y un humor para encantar maravillosos, pero el tema de esta entrada trata de la realidad más cruda.
La verdad es que no sé qué va a pasar con tanto animal suelto, o atado, de quien su dueño se desentiende. Hace poco vi en la tele que a un hombre le habían puesto 200 euros de multa por no recoger la deposición de su perro. Aunque andando por la calle me suelo preguntar: ¿Dónde están los agentes que ponen esta clase de multas? Las aceras se convierten en verdaderas pistas de patinaje.
En fin, Alberto, que has escrito con mucho ingenio y humor lo que es un problema mayúsculo. Me gustaría que mi alcalde pudiera leerlo. Nos iría mejor a todos.
Gracias por compartir con una sonrisa. Eres encantador.
¡Besos y hasta pronto!

Alberto dijo...

Querida Rosa, eso de encantador..... espero que no encante serpientes y sí a gente buena.
Así es. Pretendía poner el acento en ese drama que es el de los perros abandonados o mal cuidados.
Es algo indignante tener que andar sorteando esos regalos y vosotras aún que los veis (y aun así...) con que los que no los vemos...
En fin, ponga una sonrisa en su vida.
Besos cariñosos.
Cuídate y a seguir disfrutando.

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