martes, 31 de mayo de 2011

Ripio

Ya se sabe: “Fulano no pierde ripio”, vamos que no se deja ni una por pequeña o insignificante que sea.
¿Cuál es el origen de ripio?

Una de las definiciones más simples del cuento como género literario es la del cuentista uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937), el autor de “Cuentos de la selva”, quien afirmaba que «un cuento es una novela despojada de ripios». Es claro que en este caso ripio tenía el sentido de 'relleno', 'exceso'.
Según el Diccionario de la Real Academia, ripio significa:
1. Residuo que queda de algo.
2. Cascajo o fragmentos de ladrillo [...] desechados o quebrados.
3. Guijarro.
4. Palabra inútil o superflua que se emplea viciosamente con el solo objeto de completar el verso, o de darle la consonancia o asonancia requerida.
5. En cualquier clase de discursos o escritos, o en la conversación familiar, conjunto de palabras inútiles o con que se expresan cosas vanas o insustanciales.

Quiroga se refería a las acepciones 4 y 5, que constituyen el sentido figurado de ripio, palabra proveniente del latín replum, derivado del verbo replere 'llenar' (repleto,).
Replum dio lugar a la palabra mozárabe rípel 'cascajo', a partir de la cual se formó también el vocablo portugués rebo 'guijarro'.

Espero que, a partir de ahora, no me digáis que en las entradas de Tiflohomero hay muchos ripios, jejejjeje.

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domingo, 29 de mayo de 2011

La misteriosa samaritana

Quiero dedicaros el cuento de hoy a todos cuantos me ayudáis y hacéis que no me sienta solo.
Feliz domingo y mejor semana.

Él, por fin, desde hacía unos días, había recuperado la ilusión de la manera más inesperada.
Él que siempre dejaba transcurrir unos minutos a la hora de la salida de su trabajo para evitar la aglomeración en la puerta y rehuir las prisas de sus compañeros que apenas si se detenían para decir “hasta mañana” o “que tengáis buena tarde”. Total, a él nadie le aguardaba en casa, nadie le esperaba con la mesa preparada para comer acompañado. ¿Qué necesidad tenía de apresurarse?
A él que tanto pavor le produjo, al principio, el Metro, esos trenes misteriosos que circulaban en la oscuridad, que era vencido por la sensación de caer en el vacío de las vías, que tuvo que luchar para dominar el fantasma del miedo a perderse en los laberintos de sus pasillos. Pero que, como en tantas otras pruebas, lo logró.
Él que tuvo que habituarse, con su ceguera y su bastón, a vivir en la gran ciudad, que se adaptó, superó los miedos y encontró el camino.
Ese mismo él, que ya se movía despreocupado entre obstáculos y tropiezos, que había visto cómo algo mejoraba, cómo los andenes de aquel temido Metro eran señalizados, que había aprendido, a base de memoria y práctica, a subir y bajar de los vagones con seguridad.
Él que ahora ya se había instalado en la rutina, sí; había recuperado la expectación ante la promesa de un fugaz, pero tentador encuentro.
La semana anterior, alguien, una mas de las personas que se cruzaban en su deambular cotidiano le había ofrecido su ayuda para subir al primer vagón. Eran las tres y cinco. Aceptó el ofrecimiento, claro. Tenía una voz tan bonita y la percibía como tan simpática que no quiso resistirse, al contrario.
-Muchas gracias, guapa.
Qué curioso, al día siguiente, y al siguiente volvieron a encontrarse y ella volvía a tomar su brazo y ayudarle.
-Soy la de cada día.
-Lo sé. Y bien que me alegro. Por muchas veces. Que tengas buena tarde.
Éstas eran las pocas, pero corteses, palabras que mantenían. Él sabía que la misteriosa samaritana se bajaba dos estaciones después, mientras que su ruta continuaba más allá.
Lo que había comenzado como una ayuda más, ahora para él se había convertido en una intriga. Nada sabía de ella, ni qué físico tendría, ni cómo se llamaría, ni de dónde vendría o adónde iría. Preguntas, preguntas que se fijaban en su mente, que, por qué no, podría ser el germen de una historia. Él, bien lo tenía comprobado: la realidad casi siempre superaba a la más alocada de las ficciones.
¿Y si por una vez, aquélla le dijese: “me agradaría seguir contigo, ¿te importa? Es que me pareces tan valiente.”? ¿Y si…? Se contarían sus mundos y quizá, quizá; comiesen juntos o quedasen para tomar un té o para pasear o para visitar la feria del libro que entonces, como todos los años, se estaba desarrollando. Porque sí, los libros también serían pasión para ella.
Otra semana más era viernes. Ahora él también tenía un motivo para no demorarse. Pensaba en que le desearía feliz finde, que disfrutara de él. Más… ¡ella no estaba allí! Como tampoco lo estuvo al lunes siguiente ni al martes ni al miércoles. ¿Cómo podía ser? ¿Qué hacer? ¿Estaría enferma? ¿Le habrían cambiado el turno de trabajo?
Se dijo: “era demasiado bonito”.
Tendría que seguir tirando para adelante. Como siempre, qué remedio. Le habían dicho de quedar para el sábado. Puso una excusa. No le apetecía salir. ¿Para qué? ¿Para hacer lo mismo de siempre? Se daría una vuelta y se tomaría algo sin más.
-Vaya, ¿qué hace usted por aquí? Soy la del Metro.
-¡Anda! Pues dar un paseo. Y tú, ¿dónde vas? Dime de tú, que no soy tan viejo.
-Bueno, bueno. Es que voy a la feria del libro a dar una vuelta. ¿Te apetece venir? Aunque a ti, a lo mejor, los libros… como no los ves.
-Qué va. Si me encantan. Y más si tú me llevas. Pero, oye, ¿qué te ha pasado esta semana? Vaya, si no te molesta que te lo pregunte. Es que te he echado de menos a la hora de subir al vagón.
-jejejej. Muchas gracias. Mi jefa me mandó a otra oficina que tiene la empresa. ¿Te cojo del brazo o me coges tú a mí?
-Mejor te cojo yo a ti. Por cierto, me llamo… ¿y tú?
-Ah, Maite. Jajajaja.
-¿Me dejarás que te regale un libro?
-¿Me dejarás que te invite a un helado después?
-¿Me contarás cómo eres?
-¿Me dirás cómo te las apañas?
-Te diré.
-Te contaré.
Maite y él se adentran en el paseo, poblado de casetas. Se dejan envolver por el ambiente. Ella le describe lo que ve. Él añade ironía a lo que ella le narra.
La tarde acaba. Se dan dos besos, se intercambian contactos, se despiden hasta… la próxima ocasión en que vuelvan a encontrarse para subir al Metro. Pero ahora ya no será la misteriosa samaritana, será Maite, una buena amiga y quien sabe si… en el futuro algo más.

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viernes, 27 de mayo de 2011

Senderismo en los Alpes


Os pongo a continuación una oferta para disfrutar de la naturaleza por si pudiera interesaros.

La revista de información turística Revista ibérica propone toda una aventura y un placer para los sentidos.
No me importaría poder hacerla. Debe ser todo un lujo.

Entre los estados federales de Baviera, en Alemania, y el Tirol en, Austria, se encuentra el mayor parque natural de los Alpes orientales, el Parque de Karwendel, declarado reserva natural en 1928. Es el parque más antiguo y la mayor área protegida de Austria, en total 800 kilómetros cuadrados de los cuales el 80 % se halla en el Tirol.
Único en su género en Centroeuropa, está limitado en el oeste por la población de Pertisau, puerto de navegación del mayor lago de montaña del Tirol, el lago Achensee, en el sur por el valle del río Inn, con Innsbruck como núcleo urbano, y en el oeste por la cadena alpina de Wetterstein y los valles de Seefeld y Leutasch.
El Parque Natural de Karwendel apenas está poblado, tan solo cuenta con un núcleo de población en Hinterriss, Baviera. Con una gran variedad de belleza paisajística, verdes valles, ríos de aguas cristalinas, espesos bosques, prados que inspiran paz y tranquilidad, impresionantes paredes de escalada y una enorme riqueza de flora y fauna.
En invierno es un espacio natural en estado puro donde sólo gobierna un gran silencio, prácticamente inaccesible por el peligro de avalanchas, sin embargo, en primavera, verano y otoño, es una joya natural que hace las delicias de los senderistas, excursionistas, escaladores y ciclistas.
Esta reserva natural ofrece la posibilidad de hacer distintos tipos de excursiones por la naturaleza. Por ejemplo, se puede hacer un camino de hora y media desde el pueblo fronterizo de Scharnitz hasta la fuente del Isar, río que confluye por Munich, hasta travesías de 3 a 5 días de duración e incluso pura escalada, ya que este área es una de las cunas de la escalada de toda la región.
Durante la primavera, el verano y el otoño el parque es fácilmente accesible por una gran variedad de senderos. Los más de 30 refugios de montaña que se encuentran dentro del parque están abiertos al público entre mayo y octubre. Muchos cuentan con infraestructura hotelera y en su mayoría están gestionados por el Club Alpino de Austria y Alemania.
El acceso es muy cómodo desde Seefeld, en Leutasch, prácticamente la puerta de entrada occidental. Seefeld se encuentra a dos horas en tren de la ciudad de Munich y a solo 20 minutos de Innsbruck
En el corazón del parque, accesible por autocar en verano, se encuentra su mayor atracción, el Ahornboden, un prado con una población de árboles centenarios de arce con los picos y paredes como telón de fondo. En el Eng, una aldea de pastores, se puede visitar una quesería artesanal y dispone de un centro de interpretación del parque.
Como base para nuestra aventura elegimos un hotel de montaña rodeado de bosques y prados en el cercano valle de Leutasch. Este valle, conocido como el edén del senderismo, ofrece grandes atracciones como el paraíso de las casas de pastores en el Gaistal. Su ubicación es idónea al estar en pleno corazón de los Alpes, alejado de los senderos y rutas más recorridas Es un enclave de naturaleza pura, escondido pero accesible y bien conectado con los pueblos y ciudades de alrededor.
Cada día de senderismo será una aventura inolvidable. Visitaremos refugios de montaña emblemáticos como el Rauthutte o Falkenhutte, lagos como el Möserer-See, contemplaremos impresionantes vistas como las del pico alpino Hohe Munde, encantadores y típicos pueblos como el Mittenwald o Mosern, ríos de aguas cristalinas en los que refrescarse como el Isar o Leutascher, senderos para deleitarse como la Vía del Águila. Nos adentraremos en el Parque Natural Karwendel, donde se encuentra el Grosser Ahornboden, un bosque de arces centenarios. Atravesaremos puentes colgantes como los de la Garganta del Espíritu y veremos impresionantes paredes de escalada como Laliderer- Wände. Andaremos por el paraíso de los Alms, los refugios de los pastores, el Almpardies Gaistal y veremos diversa fauna como las águilas que aparecen en la bandera del Tirol. Ya al atardecer tenemos la tranquilidad de volver a nuestro hotel base con la sensación de haber hecho un bello recorrido, visitando cada día un lugar distinto con hermosas atracciones naturales e impresionantes vistas.
Las excursiones de dificultad media/baja que proponemos tienen su atractivo añadido en el andar con placer consciente, que aprenderemos en la clase opcional de introducción al Qi Gong, un método chino que combina suaves movimientos de cuerpo, concentración mental y respiración y con unas sencillas técnicas de andar. Complementamos el senderismo con saunas, baños en los lagos y ríos o en las aguas templadas del cercano Alpenbad Leutasch, un centro de Bienestar, así nuestra aventura será integral y nos equilibraremos tanto a nivel físico como mental.
En el día libre se puede visitar la cercana ciudad de Innsbruck, capital del Tirol, con sus históricas callejuelas repletas de cafés, restaurantes y conciertos al aire libre. Esta histórica urbe rodeada por majestuosos picos alpinos destaca por su bello casco antiguo, el famoso tejado dorado de Maximiliano I, el palacio imperial del siglo XV y también por los numerosos festivales de música que se celebran y que mantienen la ciudad siempre calurosa a pesar de yacer entre altas y nevadas montañas. Se encuentra a tan sólo 35 minutos en tren de la villa turística de Seefeld, un viaje que vale la pena hacer, y que atraviesa las montañas por magníficos túneles y con espectaculares vistas de los picos.
Los más intrépidos pueden alejarse un poco más para visitar los castillos reales de Baviera o la ciudad de Mozart, Salzburgo.
Más información y reservas:
ANDAR CON PLACER organiza viajes de una semana de senderismo por los Alpes Austriacos con un guía de montaña titulado y con amplia experiencia en la zona. Comenzamos en el mes de mayo hasta el mes de octubre. Las excursiones pueden ser en español, francés, alemán o inglés. Destinadas a todos los públicos, sin importar edad o preparación física. Nuestra filosofía es la de disfrutar del contacto directo y puro con la naturaleza y vivir una aventura relajada en compañía de otras personas. En cada uno de nuestros viajes garantizamos exclusividad de grupos reducidos de 12 personas máximo.
Visita nuestro blog http://andarconplacer.blogspot.com/
Para una información más completa contacta con Raquel Lavado
Tel.: (+00 34) 91 8984679 / 661 042768
andarconplacer@gmail.com

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jueves, 26 de mayo de 2011

Un libro muy especial

Quiero hablaros hoy de la presentación, en la sede de la ONCE, de un libro muy especial: “Lágrimas por ti: vivir la discapacidad en familia” del periodista ciego Mariano Fresnillo y editado por la editorial San Pablo CEU de Madrid.

En estos tiempos en los que la familia tradicional está tandenostada, reconocer su apoyo y labor en la vida de cualquier persona discapacitada es todo un lujo y muy de valorar.
Cómo no: yo me he acordado de la mía. Mucho de lo que en él se expresa lo he vivido yo y me he emocionado por ello, por mis padres, por mi hermano, por mi cuñada…
En el libro se recogen los testimonios de 10 discapacitados y de sus familias y cómo han sobrellevado cada situación. Son ejemplos de tenacidad, superación y entrega.
Pero aún más, ponen en valor la esperanza, lo que yo tantas veces trato de decir y reivindicar: que se puede y merece la pena superarse.
El libro es muy recomendable por su emotividad y optimismo vital. Cuando parece que lo único que existe es la derrota, lo vacío y el morbo, este texto habla de victoria, de plenitud y de sentimientos.
Os lo recomiendo muy vivamente. Además, los editores han tenido el gran detalle de rotular el título en braille. Todo un ejemplo a seguir. Qué “casualidad” (entre comillas) que este gesto y el haber querido apostar por un autor ciego, lo haya adoptado una editorial como San Pablo CEU.
Enhorabuena a Mariano y me siento orgulloso de haber estado allí.
Ah, y una anécdota: ha firmado cada ejemplar con palabras muy cariñosas. ¿Que cómo lo ha hecho siendo ciego? Pues ayudándose de dos guapas chicas que, sentadas a su lado, iban escribiendo lo que él les dictaba y poniendo luego la firma. Hasta esto lo ha sabido hacer bien, tan bien acompañado y con tanta simpatía.

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miércoles, 25 de mayo de 2011

Cambios en Tiflohomero

Tiempo hacía que no introducía ningún cambio en este nuestro tiflohomero y bien que me gustaría conocer mejores formas de diseño y disponer de unos ojos que me ayudasen a adornarlo.
Soy consciente de que lo que voy poniendo es seguido y merece vuestra atención, pero precisamente por eso, me gustaría que os resultase agradable visualmente.
Bueno, hoy he puesto algunas fotos nuevas y la funcionalidad de cuáles son las 10 entradas más visitadas.
Ojalá que con ello, contribuya a mejorar su apariencia y sea más agradable para vosotras y vosotros.
Gracias siempre por todo vuestro apoyo y afecto.

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lunes, 23 de mayo de 2011

La verdadera ceguera

Sí, eso si que es ser ciego. Escuchar a nuestros gobernantes que han recibido un varapalo sin paliativos y no ver, no querer ver la causa. ¿Para qué? Es mejor negar el entorno, fabular con echar el muerto a la señora Crisis o a lu que sea.
Qué curioso: unos querríamos ver y no podemos y otros, que pueden, no quieren. ¡Vivir para ver!
Ahora, que una cosa tengo clara, diáfana como la luz que dicen que me rodea: la realidad es muy, pero que muy tozuda y, antes o después, acaba por imponerse. Y si no que me lo digan a mí: que por mucho que quiera saber cómo son las estrellas, como no me dé un buen trompazo… na de na.
Buena noche y cuidadito con las resacas y los despertares.

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domingo, 22 de mayo de 2011

Villa Cassatti

Por un domingo en paz y concordia.
Feliz semana y que estéis bien.

Quienes con tanto empeño cubrieron de manera tan elegante los muebles de la casa al abandonarla, el día que hubieron de marcharse, pasados los años, se vieron en la obligación de regresar.
Habían creído que su morada de niños se conservaría como la dejaron, con sus tesoros, sus recuerdos y su nostalgia y, no obstante, no había sido así.
Nadie se había querido hacer cargo de ella, cuidarla, mantenerla y respetarla. Los dueños se fueron a mejores puertos y el personal de servicio tuvo que buscar, bien a su pesar, otros acomodos _ninguno como el de aquélla_. A nadie le interesó comprarla o alquilarla.
Era una edificación de la que siempre se dijo que tenía vida propia y ahora se la encontraban muerta.
¿Qué solución podían darle?
Habían hablado entre ellos, se habían creído en la obligación de actuar. ¿Qué hacer?
Si ya no había remedio posible para resucitarla pensaron que deberían prepararle el más glorioso de los obituarios.
Escribirían su historia, el relato de cómo aquellas paredes y recovecos fueron cómplices de sus descubrimientos, cofres de mundos mágicos con su pozo en medio del jardín, su castaño, sus jazmines y rosales, su azotea a la que se accedía por la chirriante escalera de madera y su biblioteca; y refugio en sus días de duda o miedos.
Todo lo anotaron, todo lo dispusieron con esmero y minucioso cuidado.
Sí, sintieron asco de sí mismos y de su decisión, pero ya no había marcha atrás. La regaron y empaparon, la contemplaron por última vez. Y, tomados de las manos, Ana (la hija del mayordomo y la cocinera; y Juan, el otrora benjamín de la familia, le desvelaron su secreto: su amor.
y lanzaron la antorcha que la devoraría, ansiosa, después de haber lamido con el fragor de su fuego cada uno de los rincones de aquella casa, Villa Cassatti.
Ana y Juan, hipnotizados, retrocedían con lágrimas en los ojos, pero sabiéndose intensamente fortalecidos por los lazos del corazón.
Las llamas hicieron su tarea y cumplieron con lo esperado. Los rescoldos borraban, inmisericordes, la decrepitud. Pero su amor y el libro escrito, la vivificaban para otorgarle la inmortalidad de la memoria y el respeto. Ya no importaría la pátina del polvo que equivalía al olvido o al abandono. Nadie podría ya menospreciarla porque para eso estaban ellos: para conservarla sobre los cimientos de su pasión, una pasión que era, ellos bien lo sabían, inmortal.
No había duda, el tiempo cabalgaría veloz y, un día, una niña de 15 años leería en un polvoriento volumen el cuento de una mansión que desapareció pero, de la que ella, se sentiría heredera, legítima propietaria. Aunque en su solar hubiese, entonces, construido un bloque de hormigón y cristal frío, sin personalidad.

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viernes, 20 de mayo de 2011

El hombre que leía la Biblia

Con la perspectiva de un fin de semana que ojalá resulte apasionante, os pongo a continuación una anécdota muy ilustrativa en torno a la humildad.
Y es que cuántas veces tenemos que escuchar la petulancia de supuestos lumbreras.

Un señor de unos 70 años, en 1892, viajaba en el tren, teniendo a su lado a un joven universitario que leía su libro de Ciencias. El caballero, a su vez, leía un libro de portada negra. Fue cuando el joven percibió que se trataba de la Biblia y que estaba abierta en el Evangelio de Marcos.
Sin mucha ceremonia, el muchacho interrumpió la lectura del viejo y le preguntó:
- Señor, ¿usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y cuentos?
- Sí, mas no es un libro de cuentos, es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado?
- Pero claro que lo está. Creo que usted señor debería estudiar Historia Universal. Vería que la Revolución Francesa, ocurrida hace más de 100 años, mostró la miopía de la religión.
Solamente personas sin cultura todavía creen que Dios hizo el mundo en 6 días. Usted señor debería conocer un poco más lo que nuestros Científicos dicen de todo eso.
- Y... ¿es eso mismo lo que nuestros científicos dicen sobre la Biblia?
- Bien, como voy a bajar en la próxima estación, no tengo tiempo de explicarle, pero déjeme su tarjeta con su dirección para mandarle material científico por correo con la máxima urgencia.
El anciano entonces, con mucha paciencia, abrió cuidadosamente el bolsillo derecho de su bolso y le dio su tarjeta al muchacho. Cuando éste leyó lo que allí decía, salió cabizbajo, sintiéndose peor que una ameba. En la tarjeta decía:
Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia

'Un poco de Ciencia nos aparta de Dios.
Mucha, nos aproxima'.
Dr. Louis Pasteur

Postdata: El mayor placer de una persona inteligente es aparentar ser idiota delante de un idiota que aparenta ser inteligente.

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martes, 17 de mayo de 2011

Día de Internet

Seguramente muchos lo habréis escuchado: hoy se celebra el Día de Internet.
Quiero, por ello, en este espacio, sumarme a él y reflexionar acerca de lo que la red de redes significa para una persona ciega.

Todo un mundo de posibilidades, una ventana abierta a los ojos de quienes no vemos. Cómo poder imaginar hace años que podríamos leer el periódico en tiempo real, consultar cualquier curiosidad o saciar nuestra sed de conocimientos y darnos a conocer.
Tiflohomero no habría podido ver la luz y no me habríais conocido ni yo habría tenido la suerte de disfrutar de vuestro afecto y apoyo.
Y, sin embargo, también en Internet nos encontramos con barreras, con obstáculos insuperables por el diseño de las páginas y demás.
Da rabia no poder comprar determinados productos o servicios porque no son accesibles las páginas que los gestionan. Da rabia no poder dejar comentarios en blogs porque tienen puesta la verificación visual de caracteres. Y da rabia que se siga diseñando, especialmente, desde organismos oficiales sin tener en cuenta las normas de accesibilidad de la web.
Y si es indudable la revolución que ha supuesto Internet para los ciegos, no por ello debemos caer en la trampa de cegarnos ante su tentador atractivo aislándonos del mundo más próximo a nosotros. Aprovechemos lo bueno de Internet por la autonomía que nos proporciona, pero aferrémonos a lo tangible de una caricia o de una conversación cara a cara en torno a una mesa.
En cualquier caso, felicitémonos por su existencia y por lo que nos aporta.

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domingo, 15 de mayo de 2011

Zacarías

Con mis deseos de que hayáis disfrutado de un excelente fin de semana isidril, vaya aquí mi tontería de este domingo.
Feliz semana y juguemos con las palabras, juguemos.

Zacarías Verías, ciego él de nacimiento, se había visto obligado a cargar con el lastre de un apellido tan poco apropiado a sus características. Su tiempo siempre había sido conjugado en condicional y no sólo por lo que se refiere al sentido visual si no por todo cuanto había intentado en su vida. Cuando se atrevió a soñar con conquistar a la guapa del instituto tuvo que escuchar de sus labios… “Verías, como amiga lo que quieras, pero más, no lo verás”. Cuando quiso arrojarse en paracaídas, lo mismo: “Verías, el curso es fácil pero no veas tú lo que nos supone aceptarte”. Y así siempre. Nunca pudo ser. Siempre la maldita terminación “rías”. Ya le daría, otra vez el maldito condicional, él al que la inventó un buen bastonazo.
Ahora que lo que nunca era condicional sino presente, y muy presente, eran los múltiples obstáculos con los que se tropezaba: cubos de basura, excrementos varios, cartelitos que no le decían nada más allá de un sonoro moratón y más y más.
Hasta que se topó con la más curiosa de las bolsas. A punto estuvo de dar el patinazo sobre ella pero algo lo impidió, ya fueran sus reflejos de artista del paloteo o el sostén _ejem_ de la señora sostenedora de tullidos y descalabrados.
Y el caso fue que se agachó aun a riesgo de inoportunos crujíos de su ya encorvada espalda. Y tocó, y agarró, y abrió. ¿Qué era lo que contenía aquel misterioso hallazgo?
A lo lejos nuestro Verías oyó una voz reclamando:
-¡Mis besos! ¿Quién me ha robado mis besos? He perdido mis besos de fresa, de vainilla, de ciruela, de guinda, de canela.
Y él pensó, qué iba a pensar. Pues que los besos no se roban y mucho menos se pierden., se dan.
Anda _se dijo_. Mete la mano y deja, por un día, que tu mundo se escriba en futuro sin trabas ni condiciones.
¿Qué encontró?
Unas golosinas en forma de labios apretados, de una textura algodonosa y un aroma lleno de estímulos.
Probaré uno. Uuuum, qué dulce.
Me comeré otro. Guaau, qué cosquilleo.
Y otro. ¿No me saciaré?
-¡Oiga, oiga. Que son mis besos!
-Ah, pues yo ya no los suelto. Que no vea (no, si el que no veo soy yo) cómo están.
Y a todo esto, ¿quién era la que así reclamaba?
Quién iba a ser: ¡la guapa del Insti! Aquella que le dejó por el iluminado del Manolo, que tantas luces creyó que tenía y resultó que no pasó de pelar cables y fusibles en la compañía eléctrica. Y tantos peló y tantos cruzó que se electrocutó.
Y ahora, la niña aquélla reclamaba sus besos. Pues, se iba enterar ella de lo que valía un… besaría.
-Anda… Devuélveme la bolsa, que es mía.
-De eso nada, monada. Que ahora soy yo el que te dirá: lo verás pero no lo catarás. Juajuajua.
Y con un molinete de su bastón, dio media vuelta y, antes de partir, se zampó todos los que quedaban, dándose la gran besada de su vida.
Y Zacarías, desde esa tarde, ya no fue Verías, si no Vieras porque… “aquello que pisaras, tuyo lo hicieras”.

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lunes, 9 de mayo de 2011

Mi último viaje:A La Rioja

Hace oy una semana, aprovechando los tres días de fiesta del primero de mayo, estaba de regreso de mi último viaje: una excursión a La Rioja. Aquí van mis breves impresiones del periplo, organizado por la ONCE en esta ocasión.

Ir un grupo grande de ciegos supone que se requiere más tiempo paraconocer los lugares que se visitan por cuanto requerimos más explicaciones, descripciones y, si puede ser, detenernos a tocar aquello que podamos apreciar. Esto hace que, a veces, los horarios previstos no se cumplan.
Por lo demás, el apoyo de los dos monitores que nos acompañaron fue excelente aunque, sí he de ponerles un pero: a la hora de asignarnos las habitaciones _puesto que no estábamos todos en la misma planta_ deberían habernos indicado mejor su localización. Fue un lío encontrarlas porque, claro, eso de que los números estén en braille es una utopía por mucho que el hotel sea de buena categoría. Por lo demás, muy bien.
El hotel, de 4 estrellas, estaba en pleno centro de la capital, muy cómodo y confortable. Las comidas, abundantes y muy bien preparadas (ese bacalao a la riojana, ese potaje de garbanzos o esos fardelejos).
Los enclaves que visitamos fueron: el museo Bivanco del vino, en Briones; Nájera, con su monasterio de Santa María la Real; los cenobios de Yuso y Suso, cuna del castellano; Logroño, con su concatedral, su plaza de La Oca, sus calles Laurel y Portales o sus murallas; y Laguardia, con su carrillón en la plaza y su iglesia porticada a cubierto. .
Me defraudó el museo del vino por percibirlo como algo puramente comercial y orientado al marketin. Cierto es que dispone de algunas informaciones en braille y relieve,pero son insuficientes. Me habría enterado más si hubiese dispuesto de maquetas que con los planos aunque tengan braille.
Me gustó tocar los cantorales en Yuso, aunque hubiera preferido haber podido tener en mis manos los códices auténticos en los que se recogen los primeros textos en castellano, las Glosas. Pero nos dijeron que están en la Real Academia de la Historia, en Madrid. Curiosidades.
Me encantó la sillería del coro de Santa María de Nájera y el mercado medieval que vimos en este pueblo, además del entorno de Laguardia.
Me habría gustado pasear más por Briones y por el propio Logroño (lo poco que pisamos de éste me hace pensar que es una ciudad fácil y agradable).
Y cómo no: las anécdotas que fueron fuente de historias surrealistas en forma de romance entre voces sintéticas de teléfonos móviles y copas de helado compartidas a tercias.
El tiempo, bueno; y la compañía mejor.
Otro periplo más, otros recuerdos que puede sumar este homo viajerus que es uno. ¿Cuál será el próximo?

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domingo, 8 de mayo de 2011

El señor cuentacuentos

Tras el domingo pasado, que pudisteis descansar de mis cuentecillos, aquí va el de hoy.
Que os sea leve.
Feliz semana.

Osvaldo era un profesional del arte de contar cuentos y romances. Con no poco esfuerzo había logrado crearse un método que le permitiese hilar las palabras. Y, pese a todo, siempre que debía actuar, enfrentarse a un nuevo escenario, un sentimiento de tensión se apoderaba de él. Los nervios jugueteaban con su maestría con traviesa soltura haciéndole dudar.
Ante esto se construyó una campana invisible de cristal. Aislarse, resguardarse, cobijarse frente a ellos y al miedo al fracaso. Así iba sorteando cada actuación y, a la vista de cómo se le aplaudía y contrataba, parecía que lo estuviera consiguiendo.
Aquel domingo por la mañana regresaba a su pueblo favorito, aquél en el que, hacía ya demasiados años, debutara siendo un jovenzuelo titiritero, inexperto pero lleno de ganas por alcanzar fama como actor. El tiempo le condujo por el camino de la antigua y popular juglaría y ahí estaba de nuevo.
Era una mañana primaveral, soleada, testigo de una ambientación medieval: las dulzainas y tamboriles, los vendedores de productos ya olvidados por los paladares más exigentes, chisporrotear de fuegos, recios olores, gentes vestidas de época, saltimbanquis y malabaristas.
El tañido de las campanas de la cercana iglesia anunciaba promesas de júbilo y fiesta; y el río, atravesado por puentes que unían pasado y presente, dejaba fluir su agua que era vida.
Ataviado con su capa y sombrero, apoyándose en el nudoso bastón de caminante, se dirigió al escenario dispuesto a declamar los amores de una guapa doncella, la traición del malvado caballero que la raptó y el muchacho que la salvó. Mas, cuando así lo hacía se topó con tres curiosos seres. Una ninfa, un hada y un duende le salieron al paso. Bueno, más bien tropezaron con él, distraídos como andaban entretenidos en chanzas y diabluras entre sonoras carcajadas.
-Oh, vaya pinta que lleva ese humano. Habrá que ayudarle a que tropiece en el charco de ahí delante.
-noooo, que es muy guapo. Vaya galán.
-Bah bah bah. Un figurín. Nada que ver conmigo.
-Ala ala ala. Vos siempre tan humilde. Calla, calla.
Osvaldo no sabía qué hacer. Notaba que sus pies se habían quedado encadenados sin saber por qué. Tenía que apresurarse, el público aguardaba y no podía permitirse fracasar, allí no.
Nurivinda, Ellusia y Alanerto se enconaban en la disputa: “que sí, que no; que no, que sí; tururú tirirí. Osvaldo cada vez se sentía más agobiado ante su imposibilidad de moverse. ¿Qué hacer? El público merodeaba por los distintos puestos y atracciones pero el tiempo volaba en su contra. Tenía que subir al escenario, necesitaría prepararse, alzar su refugio de cristal.
-Vamos, Alanerto. Déjale, que el pobre lo está pasando mal y nosotras no podemos permitirlo. ¿Querrás tú acaso que…?
-Uy, qué miedo. Dos brujas contra mí. Adiós, adiós adiós.
Y dando volteretas se coló por debajo de la raíz del roble que presidía la plaza.
Osvaldo se giró ante el sonido de unos rítmicos toc toc toc. Un grupo de ciegos se acercaba, palos en ristre hacia su encuentro. Si no se apartaba _se dijo_ se lo llevarían por delante, un atropello en toda regla, y eso que era un lugar pequeño, sin tráfico ni semáforos. ¿Cómo pensar que allí podía sucederle semejante percance?
Nurivinda y Ellusia se admiraron de la comparsa que venía. Vieron lo alegres que se mostraban, como si la luz les perteneciese. Era bonito aquello.
-Y el tonto de Alanerto se ha marchado.
-Mejor, porque con lo presumido que es, y lo celoso que se pone, igual les gastaba alguna gracieta de las suyas.
-Hermana, ¿y si les hacemos un regalo? Que vaya si me han caído bien.
-De momento, dejemos que el cómico divierta a los presentes. Ayudémosle a que su actuación sea única. Aunque él no lo sepa, hoy se va a lucir.
-Uy, si los ciegos ya se marchan. Ah, no; parece que tres de ellos se quedan. Anda, si son dos chicas y un chico.
-Esperemos que el chico no sea como nuestro Alanerto.
-Me parece que no. Tiene otra pinta y no me lo imagino dando volteretas. Jijijiji.
Osvaldo nada sabe de este diálogo pero se siente muy bien, más relajado que nunca. Intuye que tiene el éxito asegurado.Aun sin fijarse en tres espectadores concretos, que se an quedado a escuchar, comienza su cuento.
Y la ninfa y el hada, ahora sí, tocan con sus varitas mágicas a esos tres que, antes de afanarse en ir a la taberna, han preferido atreverse a soñar.
-Ey, ¿a vosotras también os está pasando lo que a mí? ¿O sois vosotras las que me estáis haciendo cosquillas?
-No, no. Seguro que eres tú el cosquillero. Que es que se te ocurren unas cosas… Primero quieres que hagamos juegos malabares con unas bolas y una cuchara, luego que pintemos sin colores y ahora..
-Pues si no sois vosotras, ¿quién será el que lo hace.
-Igual es el viento que como nos ha visto simpáticos ha querido dejarnos sus caricias. Porque no negarás que es bien agradable y divertido.
-Desde luego, mejor que irse a beber unos vinos.
Nurivinda y Ellusia están encantadas al notar la perplejidad de los protagonistas, objeto de sus arrumacos. Siguen con ellos y aún más: han soplado en la oreja de él y detrás de la melena de ellas.
¿Y sabéis qué? Que gracias a su idea de no seguir al resto han visto lo que nunca nadie puede ver.
Ha pasado el tiempo y ya, de regreso, entre carcajadas, se van contando una historia que sólo ellos tres comprenden mientras que los demás, seguramente con envidia, critican.
Y lejos de allí, o a lo mejor allí mismo, dos geniecillos diminutos están satisfechos porque saben que han ayudado a que tres seres humanos sean felices por un rato, tres personas, ellas bien lo saben, que lo tienen muy merecido. ¿Y si los demás se hubiesen quedado…?
Ah, y una cosa: cuando introducen la mano en sus bolsillos , encuentran dos curiosas figuritas. ¿A quién creéis que representarán? Buscad, buscad.

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jueves, 5 de mayo de 2011

Volver a la Universidad

Estos días, entre el 3 y el 6 de mayo, se está celebrando la I Semana de las Letras organizada por la madrileña Universidad Complutense. Yo he tenido oportunidad de participar en ella a través de la charla que impartí en torno a “El reto del acceso de las personas ciegas a la información” y leyendo, en braille, un fragmento de una de las obras de Mario Vargas Llosa, “Los cuadernos de don Rigoberto”.
Este hecho es para mí muy ilusionante y como ya tuve ocasión de comentar cuando hablé de mi experiencia en Villamayor de Santiago, creo que debe frecuentarse más el hacerse visible, a la sociedad, a través de testimonios como el que yo pueda aportar.
En la primera de las actividades repasé la evolución de cómo los ciegos hemos ido accediendo a la información y cómo actualmente hemos ganado bastante terreno en ello, aunque aún quede mucho camino por recorrer: la importancia del braille, las nuevas formas de acceso a la información (el sonido digital y el ordenador) y sobre el hecho de avanzar en conceptos como el diseño para todos y la accesibilidad.
En la segunda, junto a otros dos compañeros ciegos, hemosestado presentes en esa lectura multilingüe del autor peruano, último premio Nobel de literatura.
Pero más allá de la parte divulgativa de los temas del braille y la ceguera, me ha resultado emotivo el volver a la universidad, respirar el ambiente del campus, escuchar las voces de jóvenes con sus preocupaciones e ilusiones, trasladarme a cuando yo iba como ellos en busca de unos conocimientos y una titulación, y saber que estaba pisando lugares que han sido escenario de episodios de nuestra Historia.
Llegar a la estación de Metro de Ciudad Universitaria, escuchar a la salida a gentes que ofertaban actividades, notar las prisas de unos chicos y chicas que corren en pos del mundo. No he podido resistir un sentimiento de nostalgia por los años pasados y por pensar que a la edad de quienes se cruzaban en mi camino, yo aún veía y soñaba con un futuro de arqueólogo.
En fin. Lo importante, más allá de alguna mohinez, ha sido el que he estado ahí y que he sido escuchado y quién sabe si hasta admirado.

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