Sí, eso si que es ser ciego. Escuchar a nuestros gobernantes que han recibido un varapalo sin paliativos y no ver, no querer ver la causa. ¿Para qué? Es mejor negar el entorno, fabular con echar el muerto a la señora Crisis o a lu que sea.
Qué curioso: unos querríamos ver y no podemos y otros, que pueden, no quieren. ¡Vivir para ver!
Ahora, que una cosa tengo clara, diáfana como la luz que dicen que me rodea: la realidad es muy, pero que muy tozuda y, antes o después, acaba por imponerse. Y si no que me lo digan a mí: que por mucho que quiera saber cómo son las estrellas, como no me dé un buen trompazo… na de na.
Buena noche y cuidadito con las resacas y los despertares.
lunes, 23 de mayo de 2011
La verdadera ceguera
Publicado por Alberto en 9:36 p. m.
Etiquetas: Reflexiones
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2 comentarios:
¡Cuánta razón te asiste, amigo Alberto!
¡Un abrazo!
Ahí, ahí, has dado en la diana.
Besósculos razonósculos. Mua!
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