sábado, 9 de mayo de 2009

El ciruelo del ruiseñor

Recuerdo hoy aquel banquetazo que me di a base de ciruelas cogidas del árbol de uno de los huertos de mi pueblo. Estaban ricas, eran dulces, de las claudias, pura miel. Tan buenas estaban que comí una y otra y otra…
Al cabo, ya en casa ¿qué pasó? Pues un épico dolor de barriga y una riada de… ¿color ciruela?
En fin, el caso es que me siguen gustando.
Y al hilo de las ciruelas otra cosa: “es como aquél maestro Ciruela que sin saber leer montó una escuela”. Toma castaña.
Bueno, ahí os va una leyenda sobre este árbol.
Feliz noche de sábado primaveral. A disfrutar de ella.


Un ciruelo de los jardines imperiales murió, y el emperador sintió vivamente esta pérdida que destruía la armonía de su parque. Ordenó pues, que fuese sustituído por otro árbol igual. Pero ¡ay! todas las indagaciones fueron vanas, y ya se habían agotado todas las posibilidades, cuando en la residencia de un noble caballero se descubrió un ciruelo de forma y tamaño semejantes al que había sido necesario arrancar.Los dignatarios de la corte se dispusieron a ir en su busca para transportarlo a los jardines del palacio. Pero antes de que el árbol fuese arrancado de su sitio, una niña se acercó a él y colgó de una de sus ramas una hojita de papel.Cuando el ciruelo fué transplantado, el emperador lo contempló con vivo placer; todas las reglas severas de la jardinería quedaban respetadas, pues el árbol no era ni demasiado alto ni demasiado espeso, sino perfecto.Habiendo advertido el papel colgando de una rama, mandólo traer. Era una de esas tiritas en las cuales los poetas, con diestro pincel, trazan a gusto de su inspiración las estrofas que le sugiere la vista de un vuelo de pájaros en el cielo gris o los frágiles pétalos del cerezo cuando caen como nieve olorosa.Y he aquí la poesía que leyó el emperador:"Muy augusta es la voluntad imperial pero si el ruiseñor viene a reclamar su habitáculo ¿qué podré yo contestarle?"Intrigado, el soberano mandó preguntar quién había escrito aquellas líneas. Supo así que el ciruelo había sido descubierto en la residencia de un poeta celebérrimo, el ilustre Ki-no-Surayuki (siglo VIII) y que el autor de la poesía era la hija de éste.

8 comentarios:

Claudia dijo...

Hermoso regalo esta leyenda Alberto. Ojalá cada vez que se quita un árbol, apareciera un detalle que lleve a quien lo quita a reflexionar sobre la vida.¡ Feliz sábado!

brujita dijo...

Preciosa lección de protesta y delicadeza... muy apropiada para éste nuestro mundo de hoy de gritos airados y malas maneras Como tantas veces las enseñanzas orientales con su sencillez nos saben llegar.

Besito volado entre cerezos en flor

Alberto dijo...

Gracias, narradores por dejaros ver por acá. Es verdad que la imagen es de postal, de biombo de laca.
Un abrazo y hasta pronto.

Mercedes Pajarón dijo...

Perdón por no haber pasado ayer de visita, Albertito, pero tuve un día complicadito... Bueno, ya estoy aquí, no para saborear esas ciruelas traidoras, sino para degustar tu escrito. Y es delicioso!

Besósculos frutales y feliz domingo!!!

Liliana dijo...

UY Alberto ! salió dominguera en sábado!!!! bueno pero hoy que la leo es "DORMINGO"!!!! gracias muy tierna....=)

beso

Alberto dijo...

Querida Brujita. Tienes razón, qué mejor forma de decir las cosas que con esa delicadeza, esa ironía que nos muestra la leyenda. Sí que es un gusto y debería frecuentarse muucho más a menudo, es más: debería ser la tónica general.
Y eso, eso: que los cerezos tengan mucha flor que a alumbren muchos frutos de los que el cerezo nos regala: es una de mis drogas.
Besito volado y sentido también para ti.

Alberto dijo...

Merceditas, Merceditas quedas disculpada, cómo no: lo importante es que te pasaste por aquí y si encima te diste el gustazo de un suculento paladeo, pues... miel sobrehojuelas, o mejor miel sobre ciruelas.
Besósculos luneros de lunes.

Alberto dijo...

Gracias Liliana, me alegro que te hayas atrevido a degustar estas ciruelas en medio de la confusión de sábado-domingo, domingo-sábado.
Besitos

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