lunes, 18 de mayo de 2009

Accesibilidad universal a los museos

Como, seguramente conoceréis, hoy es el Día Internacional de los Museos. Pues bien, quiero sumarme a su celebración, compartiendo un pequeño, pero interesante artículo, para llamar la atención sobre la necesidad de pensar en la accesibilidad universal a essos espacios y cómo su adaptación no supone mayores costes.
A mí me gusta ir a los museos, pero claro… a los que pueda disfrutar de sus contenidos y no a los que mi visita vaya a ser una mera pérdida de tiempo.
Su autor es profesor ayudante del departamento de Arqueología de la universidad de Alicante.



En los últimos veinte años se ha desarrollado la “Nueva Museología”, una corriente que busca la democratización de los valores y de los productos culturales.
Los museos han cambiado su centro de interés del objeto al visitante: se han multiplicado las exposiciones temporales, los eventos culturales, la tecnología audiovisual ha invadido espacios donde antes reinaban frías vitrinas repletas de antigüedades... A pesar de sus logros, uno de los principales fracasos de esta corriente ha sido la falta de integración del público con discapacidades. El interés pasó del objeto al visitante, pero no a todos los visitantes.
La mayoría de las enormes inversiones que se están haciendo en museos no contemplan la accesibilidad integral como prioridad. Estos nuevos montajes difícilmente se adaptarán, una vez orgullosamente inaugurados, al público discapacitado. Es urgente, pues, identificar las causas de problema y posibles estrategias para concienciar a políticos, arquitectos y técnicos responsables de estas instituciones. En mi opinión, algunos tópicos entorpecen este necesario proceso.

El primer tópico es que no merece la pena adaptar para una minoría que, además, acude poco a estos lugares, pero se trata de una abrumadora minoría (más del 10% de la sociedad), y el envejecimiento progresivo de la población está contribuyendo a aumentarla. El público mayoritario a los museos serán, a medio plazo, unos mayores que han tenido gran acceso a la educación y que desean acceder a la cultura, así que no es mala idea adaptar nuestras instalaciones a quienes serán nuestros principales clientes. Con los años todos tendremos alguna discapacidad: hacer museos accesibles es como invertir en un plan de pensiones para todos. Por otra parte, el hecho de que los discapacitados vayan poco a los museos se debe a que esos espacios y sus contenidos les ofrecen con demasiada frecuencia serias dificultades de acceso físico e intelectual, de modo que es comprensible un cierto desánimo. De ahí la importancia de publicar guías actualizadas para visitantes con discapacidades.
El segundo tópico es que beneficiando a esta “minoría” estamos perjudicando a la mayoría. Pero si contamos también a quienes, de forma temporal o permanente, no poseen las mismas capacidades físicas que la media de los adultos —niños, embarazadas, personas accidentadas, de baja estatura y mayores— la minoría ya no lo es. Además, los equipamientos accesibles favorecen a todo el público, porque son cómodos, se adaptan a una gran variedad de visitantes, no perjudican al resto del público: le benefician. Lo que es bueno para los discapacitados es todavía mejor para quienes no lo son, incluyendo a los que, simplemente, están cansados.
El tercer tópico se refiere al coste de la accesibilidad. Y aquí hay que afirmar rotundamente que, en fase de diseño, la accesibilidad no es más cara (cuesta lo mismo una vitrina accesible que una que no lo es). Una vez entregada la obra, las reformas para adaptarla, de aceptarse por la institución titular —algo muy difícil a corto o medio plazo—, sí pueden suponer un coste adicional importante.
En cuarto lugar, la mayoría de la población —incluidos los técnicos y los arquitectos— reduce la cuestión a la presencia de rampas y ascensores, pero accesibilidad no es sólo ausencia de barreras arquitectónicas. Mientras los primeros museos intentaban asemejarse a templos clásicos, con alto podio y escalinatas, ahora las barreras se suelen evitar por norma legal, pero no sólo se trata de acceder al propio museo, sino también —en la medida de lo posible— a sus contenidos (vitrinas, textos, objetos, imágenes, maquetas) y a su entorno: comunicaciones urbanas, aparcamientos...
Por último, existe una tendencia a solucionar la cuestión con equipamientos especiales: algunos museos crean para los visitantes ciegos salas aparte (los “gabinetes tiflológicos”) que, a pesar de su buena intención, suponen un trato especial, que también es discriminación. Es mejor integrar. Una maqueta tocable no sólo la disfrutarán los ciegos: también el resto del público.
En este punto, vamos a proponer cinco estrategias que, creemos, podrían ayudar a desarrollar definitivamente la museografía accesible —incluyendo museos del territorio, como parques, rutas e itinerarios culturales—. La primera estrategia tiene que ver con la educación y la concienciación. La realización de cursos para técnicos, arquitectos e ingenieros (como los que cada año realiza la Generalitat Valenciana en universidades) contribuye a implantar en las nuevas generaciones de diseñadores de nuestros futuros equipamientos la concienciación necesaria para que, cuando se enfrenten a un nuevo proyecto, les resulte algo natural la búsqueda de la mayor accesibilidad.
La segunda estrategia consistiría en dar suficiente publicidad de los productos accesibles. Guías de turismo, páginas web y folletos deben ayudar al visitante con discapacidad a seleccionar sus visitas. Aquí hay que apelar a la acción de las Administraciones públicas, y a la constante actualización de estos recursos.
La tercera estrategia es premiar la excelencia. España es un país de pocos premios. Sería conveniente crear cuantos más reconocimientos públicos mejor a
Los proyectos y acciones de accesibilidad. Al fin y al cabo, el mundo de la cultura se mueve mucho por imitación o deseo de lo que otros han hecho o conseguido.
La cuarta estrategia consiste en seguir los principios del diseño universal. Este concepto, creado en 1985 por el arquitecto Ronald L. Mace supone “el diseño de productos y entornos de manera que puedan ser utilizados por el mayor número de personas, sin necesidad de adaptación o diseño especializado”. Su objetivo “es simplificar la vida de todos, haciendo que entornos, productos
y comunicaciones sean más útiles para un mayor número de personas con un coste adicional bajo o nulo”. Sus principios (diseño útil a cualquier tipo de usuario, que se adapte a las capacidades, que transmite de forma clara la información, cómodo y de bajo esfuerzo físico, y la posibilidad de acercamiento, alcance, manipulación y uso del dispositivo independientemente de la talla, postura o movilidad del usuario) son la clave para la realización de un auténtico producto cultural accesible. En el Museo de Villajoyosa todas las maquetas son tocables, hemos rebajado de 160 cm (la habitual en museografía) a 135 cm la altura media de los textos (siempre en macrotipo) y hemos creado un modelo de vitrina accesible en colaboración con la empresa Riobe, S.L. La voluntad y el respaldo políticos han marcado, desde hace años, una línea a favor de la accesibilidad en los museos municipales, como la casa de la Barbera o el proyecto de nuevo museo arqueológico.
No es necesario ser un museo grande para ofrecer un producto accesible, no es una cuestión de dinero.
Por último, se trata de que la persona con discapacidad pueda aproximarse lo más posible (la total accesibilidad es casi una utopía) a los valores culturales del patrimonio que el museo oferta, aunque necesite ayuda. Una fórmula aceptable sería que existieran recursos a su alcance físico e intelectual para un tiempo de visita equivalente al de una persona no discapacitada (no menos de una hora). Vitrinas y mobiliario adaptados, maquetas tocables, láminas Fuser, algunos originales o reproducciones tocables, audiovisuales subtitulados y audiodescritos, etc. pueden ayudar a conseguir este objetivo. No olvidemos consultar siempre durante la fase de diseño a especialistas o representantes de cada colectivo o a organismos y asociaciones especializados. Con no mucho esfuerzo, utilizando los medios adecuados, podemos entre todos contribuir a crear una auténtica museografía accesible.

Antonio Espinosa Ruiz

6 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Vaya, Albertito, leyendo tu interesante entrada, me preguntaba cómo estaba la situación en otros países...¿es en todas partes igual, o hay algún país más sensibilizado? ¿Realmente es una problemática universal?

Besósculos nocturnos desde los Apalaches! Muamua!!

Carmina dijo...

un muy buen articulo... la verdad es que deberian adaptar más las cosas, pero yo pienso en otro colectivo que me toca muy de cerca, el de los sordos... las adaptaciones de audio no les sirven de mucho, y muchas veces ver un museo sin un guia que te explique un poco su contenido no tiene sentido... tenemos que avanzar mucho Alberto para llegar a la plena integracion de los discapacitados, pero lo bueno es que con gente como tu, dispuesta a luchar por lo que cree justo, os haceis oir y haceis que las cosas se muevan y evolucion... seguid reivindicando lo que necesitais... si no podeis tocar el original, una maqueta identica... no es complicado...besos

Alberto dijo...

Tienes razón, carmina. Hay mucho camino que recorrer aún y lo tristre es que lo que se hace nuevo no se haga ya accesible, es lamentable porque lo ya hecho hay que adaptarlo y eso cuesta tiempo y dinero, pero lo nuevo...
Otra cosa es que a veces se adaptan las cosas en plan teórico, para cumplir la norma y ya está. Luego resulta que esas adaptaciones no valen porque han sido hechas sin conocer las reales necesidades de los afectados.
Y por último, cuando se habla de accesibilidad no sólo es cuestión, que también, de hacer una rampa. Son muchas más cosas.
Ahí estamos.
Feliz día.
Besos cariñosos.

Alberto dijo...

Merceditas, no se me había olvidado contestarte, no creas.
He indagado algo para responder bien.
Se están haciendo cosas poco a poco.
El museo Omero de Ancona en Italia está totalmente adaptado. En el Rodin de París se permiten tocar algunas esculturas que seleccionan. En Suecia se está produciendo mucha documentación accesible. En Nueva York la Education Art for the Blind está editando una historia del Arte para ciegos con láminas en relieve e información en braille.
Una curiosidad: parece que en el British permiten tocar esculturas pero poniéndote guantes. No sé yo como será eso por aquello de que gato con guantes no caza ratones o mejor... ciego con guantes no ve ni flores. jjajajajajajaj
Las audioguías suelen estar bien, pero si vas solo a ver cómo sabes qué número has de pulsar en cada caso. Mira que si pulsas el número 18 y te cuenta la Venus de Milo y resulta que tienes delante al David de Miguel Ángel. Ya sé que al ciego le da igual, pero no parece muy..... ummm...
Bueno, algo de esto te puedo contar.
Lo dicho: queda mucho por hacer.

Mercedes Pajarón dijo...

Gracias, gracias, Albertito, por una información tan completa! Vaya, algo hay, sí, poca cosa, pero algo... Oye, lo de los guantes del British... en fin, sin comentarios. ¿No podrían permitir que los ciegos tocaran sin guantes, como una excepción más que lógica y justificada?

Sin embargo, me parece genial una historia del arte con láminas en relieve! Bueno, genial no es la palabra, sino justo y necesario!

La cosa va lenta, ¿verdad? Bueno, veamos el lado bueno, todo lo que hasta ahora se ha logrado!

Un besósculo!

PD.-Ah, en Barcelona existe el museo del chocolate, y allí lo que importa es...oler y degustar!

Alberto dijo...

Guauuuu, rico museo. ¿Me llevas?
Igual hay maquetas de chocolate y todo.
Cuídate.

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