jueves, 12 de febrero de 2009

El legado de Darwin

Hoy se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Darwin. Quiero, cómo no, sumarme a su recuerdo con este artículo acerca de su memoria.
Ah, y por cierto, ahora me doy cuenta de por qué me gusta tanto el queso. Mira que tener los mismos genes que los ratones…



Con su Teoría de la Evolución, Charles Darwin estableció las bases para la biología moderna. Hoy día, expertos en genética, ciencia molecular y biología celular toman a Darwin como el padre de su actual vocación.


Charles Darwin observaba la naturaleza. Y así, llegó a la revolucionaria conclusión de que todos los seres vivos provienen de una misma especie. En aquéllos tiempos, una suposición así era un atrevimiento, pero Darwin tenía razón. El mejor ejemplo de ello son sus famosas aves darwinianas, todas ellas con diferentes picos: algunos cortos y gruesos, para cascar nueces y semillas, otros finos para penetrar profundamente en las flores, otros curvados o puntiagudos. La evolución les ayuda a adaptarse al medio ambiente.
La genética moderna confirma que Darwin estaba en lo cierto. “Para mí, Charles Darwin es la persona más importante que jamás ha existido” afirma sin dudar el célebre investigador y descubridor de la estructura de Doble Hélice del ADN, James Watson.
Metas en una carrera de fondo
En 1953, James Watson y Francis Crick realizaron un descubrimiento que confirmaba la mayoría de las teorías evolucionistas de Darwin. Encontraron la muestra química gracias a la cual cada ser vivo posee el programa para su propio desarrollo en sus células: el código del ADN, compuesto de cuatro ‘letras’ o bases nitrogenadas, el portador de la información genética. Por este hallazgo, ambos científicos recibieron en 1962 el Premio Nobel de Medicina.
Edward Osborn Wilson, el biólogo evolucionista más conocido actualmente, afirma que “cada época tiene su punto cumbre, y en el caso de la biología moderna, el primer punto cumbre de los últimos 200 años sucedió, para mí, en 1859, cuando se publicó el libro de Darwin sobre el origen de las especies. Y el segundo, en 1953, cuando Watson y Crick dieron a conocer públicamente la estructura del ADN.”
En realidad, entre Darwin y Wilson/Crick hubo otra persona clave que definió de forma definitiva el mundo de la biología moderna: el fraile agustino Gregor Mendel. Vivió en los tiempos de Darwin, y le enviaba los descubrimientos que obtenía mediante una línea diferente de experimentación en guisantes, cruzando plantas de diferentes tipos para observar los resultados. Mendel llamó a las características externas de los guisantes "caracteres", aunque hoy día, los "caracteres" son lo que conocemos como "genes".
Gracias a Gregor Mendel y Watson/Crick, los investigadores han sido capaces de resolver el misterio de las aves darwinianas. En su ADN se puede comprobar no sólo la existencia del proceso evolutivo, sino también los cambios en los seres vivos y sus apariencias exteriores: si se activa un gen, produce una proteína concreta en la célula. Si se activa, por ejemplo, un gen para la proteína BMP4, el pico del ave será corto y grueso. Si se activa el gen para la proteína calmodulina, el pico será fino y prolongado.
Además, los científicos saben hoy que la evolución no se produce mediante cambios en los genes, sino por medio de diferentes activaciones de genes. Este principio de la "genética de activación" explica también que no existe un gen específico para los seres humanos.
Las personas poseemos aproximadamente 21.000 genes, exactamente los mismos que un ratón. Y la mayoría de ellos son iguales que los del ratón. Por tanto, no se precisa de nuevos genes para la creación de una nueva especie, sino que se trata de combinarlos de forma diferente y activar determinadas unidades.
La bióloga de desarrollo Christiane Nüsslein-Volhard investiga área de la ciencia. Recibió en 1995 el Premio Nobel de Medicina, y avisa de posibles intervenciones técnico-genéticas en la evolución: “El error se encuentra en el hecho de que la gente cree que sólo por conocer algo, se puede cambiar. Cuando se descubre un gen poseedor de una característica específica, no significa que pueda cambiarse o manipularse. Un organismo es demasiado complejo. Es prácticamente imposible modificar un gen sin que se cause con ello efectos secundarios.”
Otros investigadores genéticos lo ven de otra manera, como por ejemplo, Ian Wilmut, conocido como el padre de la primera oveja clonada, Dolly. A pesar de ello, ha admitido que ni él ni su compañero Keith Campbell lograron triunfar en el experimento.
Otro científico de esta corriente es el bioquímico Craig Venter, el ‘Señor de los Genes’. Con su compañía privada Celera Genomics, secuenció en poco tiempo el genoma del homre y creó el Proyecto de Genoma Humano, un proyecto de investigación internacional financiando por medios públicos, con gran popularidad.
Su visión de la evolución es frecuentemente aventurera: “Quizás pertenezca todavía a la ciencia ficción, pero el diseño y la selección genética sustituirán a la evolución de Darwin.”
Atrevidos comentarios, acerca de los cuales Darwin, probablemente, sonreiría tristemente, puesto que él siempre fue perseguido por la crítica desde la publicación de su revolucionario libro hace 150 años, a pesar del interés que pronto despertó.
En cualquier caso, la conclusión que se desprende de ello es que Charles Darwin fue una de las influencias más importantes de la historia para los científicos.

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