He hablado antes de los sonidos. Ahora quiero hacerlo sobre la otra parte: de las orejas que los oyen y el sentido que los escuchan.
Para una persona ciega, el sonido es básico: ¿cuántas cosas podemos ver a través del sonido? Aunque, no creáis, a veces, uno se lleva sorpresas. Te crees que es de una manera y…. la realidad demuestra que lo idílico se convierte en…
Pero, como dice la fábula: escuchemos a ese mundo de fantasía e ilusión. No tapemos los oídos a la magia.
Un día, en el Expreso Soria Monteverde, vi subir a un hombre con una oreja verde.Ya joven no era, sino maduro parecía, salvo, la oreja que verde seguía.Me cambié de sitio para estar a su lado y observar el fenómeno bien mirado.Le dije:
-Señor, Usted, tiene ya cierta edad, dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?Me contestó amablemente:
-yo ya soy persona vieja, pues de joven sólo tengo esta oreja.Es una oreja de niño, que me sirve para oír cosas que los adultos nunca se paran a sentir:Oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan, las piedras, los ríos y las nubes que pasan, oigo también a los niños, cuando cuentan cosas que a una oreja madura, parecerían misteriosas.Así habló el Señor de la oreja verde aquel día, en el Expreso Soria Monteverde.
Gianni rodari
lunes, 20 de abril de 2009
La oreja verde
Publicado por Alberto en 4:32 p. m.
Etiquetas: Fábulas
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6 comentarios:
Qué bonito ejemplo, Alberto!
En realidad, creo que deberíamos tener siempre verdes todos nuestros sentidos posibles, ¿a que sí? Pero cuidado, que si hablamos de "tacto verde", podemos pensar mal, ja, ja, ja! Y ya no te digo si hacemos referencia a otro sentido, como es el del humor, y hablamos de chistes verdes! (vaya, se va a notar que he preparado judías verdes para cenar, ja, ja, ja)
Venga, lo dejo ya, que a estas horas suelo desvariar! es que una es madrugadora y diurna, y por la noche no sirve pa ná...
Buenas noches!!! Que duermas bien!
Alberto, otra más de tus preciosas historias....me ha encantado. Gracias.
Un abrazo.
Enrique.
Mercedes, me apunto al verde que huele a naturaleza y a vida.
Están buenas las judías verdes salteadas con jamón, muy buena cena, sí señor.
Besito... ¿verde también?
Muac.
Gracias, Enrique como siempre por dejarme tu sensibilidad y estima, hecha poesía.
Suponía que te iba a gustar la fábula.
Un abrazo.
Admirable lo tuyo Alberto! A esa oreja verde es a la que le contamos cuentos, aquí en Buenos Aires. Esa oreja no solo escucha, pues puede traducir al alma todas las cosas que las palabras traen...si se abre a recibirlas.
¡Un abrazo y un cuento a tu oreja verde!
A vosotros, narradores; que sigáis narrando y dejando vuestras historias o mejor vuestras huellas por aquí.
Gracias por vuestra visita y siempre es un placer recibiros. Viva la hospitalidad y más si lo que se reciben son buenas historias.
Un abrazo.
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