sábado, 25 de abril de 2009

La cita

Iba a ser una tarde de sábado más. La rutina del paseo, tomar algo con los amigos de turno y dejarse llevar. Iba a ser otro de esos días en que no pasa nada, pero…
Sonó el teléfono.



-¿A que no sabes quién soy?
Leches, ya empezamos con las adivinanzas y mira que me joroban estos jueguecitos. ¿Cuelgo o le mando a la mierda?
-Oye, oye. No me cuelgues, que soy Esther. ¿Recuerdas? Me diste tu número de teléfono y te ofreciste a hacerme de cicerone por los madriles. Así que te he tomado la palabra y aquí estoy.
¡Anda, si ya no me acordaba!
-¡genial, Esther! No pensé que te atreverías a venir. ¿Y si luego resulta todo un chasco?
-bueno, pues si así es, al menos me habré dado una vuelta por la capi.
-Vale, vale. ¿Nos vemos entonces de aquí a media hora en la esquina de Mayor, en una pastelería que se llama La Mallorquina?
-ah, es buen sitio, con lo que me gustan a mí las ensaimadas. Seguro que no me voy a arrepentir.
-claro, tú sabrás cómo me identificas. Porque como tenga que ser yo quien te vea… mal vamos.
-jeje. No te preocupes. Aún te recuerdo y además tu bastón y tus fotos de algo valdrán
-Un besito y hasta luego. Que me alegro mucho de que hayas venido.
Bueno, bueno. ¡Qué ilusión! quedar con esta chica después de tanto tiempo. ¿Qué voz tendrá?
Y para allá que me fui. Pensé en dónde llevarla, en contarle cosas curiosas y luego invitarla a comer.
Pero resultó que ella ya conocía Madrid, que en realidad a lo que había venido era a estar conmigo. A mí. Esto casi me dio miedo. ¿Me habría traicionado mi intuición de cegato? Es que ya me lo dice todo el mundo… “ten cuidado con quién vas…”
Hablamos, compartimos recuerdos y confidencias.
Evocamos el día en que nos encontramos en aquella tienda de suvenirs. Yo queriendo comprar una maqueta de la catedral para hacerme una idea de cómo era y ella buscando un regalo para llevar a su novio, también ciego. Me preguntó mi opinión de qué podría gustarle más y empezamos a hablar. Nos intercambiamos direcciones de correo y números de móvil. Cómo pasados unos días, recibí en mi bandeja de entrada un mensaje suyo diciéndome lo bien que había quedado con la figura que le recomendé, la escultura de una mujer vestida con el traje típico de la ciudad y la música que la acompañaba.
El tiempo había pasado, habíamos seguido dándonos noticias y compartiendo, hasta llegar a alcanzar una sólida amistad y ahora volvíamos a reencontrarnos después de aquel fugaz instante.
Nos sentamos en una agradable cafetería. Hicimos el pedido y, por fin, ella me dijo:
-Bueno, la cuestión es que necesitaba tu consejo y lo necesitaba recibir de viva voz, cara a cara. Viendo tu mirada. Luis, aquél que entonces era su novio y con el que ahora mantenía relación estable de pareja, ha diseñado un invento revolucionario, pero para ello necesita alguien dispuesto a ratificar su efectividad. Sabiendo de tus ganas de aprender y tu interés le dije que, yo podría conocer, a un voluntario de lo mejor dispuesto y como él ha puesto tantas energías, pues aquí que me he venido. Tú sabes lo que siento por él, lo mucho que admiro vuestra determinación, vuestro afán por ir más allá.
-Vaya, vaya, Esther: Sí que es un detalle por tu parte pensar en mí, Pero, a lo mejor no soy yo la persona indicada. ¿De qué se trata?
-Él lo ha llamado Simulador de realidad. No sé cómo se lo ha montado, pero lo cierto es que enchufas el invento a cualquier objeto y éste parece cobrar vida, se calienta y según de lo que se trate, puedes olerlo, escucharlo, yo qué sé. A mí me parece una pasada, claro qué no voy a pensar con lo que le quiero.
-Guau, parece muy interesante. ¡Genial!
De su bolso sacó los artilugios, retiró tazas y platos y se dispuso a hacerme la prueba.
-Mira, chico. Esto consiste en poner el objeto, en este caso, una flor artificial, sobre esta placa y darle al botón.
Se oye como un zumbido.
-Está cargando la memoria... Ya está.
Me quedé alucinado. El objeto, antes inanimado, ahora parecía haber tomado vida. Me lo acerqué y pude, con gran sorpresa, percibir una fragancia dulce, cálida. Me recordó a una rosa que me habían regalado cierto Día del Libro. Era increíble.
-¡Pero, Esther, esto puede ser maravilloso!
-Sí, mi Luis dice que para vosotros sería una buena solución y a lo mejor podría tener un mayor desarrollo para otras aplicaciones.
-bueno, pues por mi parte dale el diez. Gracias por haberme ofrecido el privilegio de ser el primero en probarlo, ojala que tenga el reconocimiento que merece, esperemos que encuentre quien pueda financiarlo. Ummm, ahora que me acuerdo. Yo conozco a la directora de marketing de una empresa con la que podríamos quedar.
-Entonces… _casi sin atreverse- ¿crees que puede servir?
-vamos. ¿Servir? Es lo que, al menos yo, he soñado tener desde que algún duende travieso se llevó mi vista, supongo que para jugar con ella. Lo que hará falta es que nos dejen utilizarlo, porque si ahora hay pegas para que toquemos, a lo mejor luego piensan las mentes lúcidas que nos queremos llevar lo que pongamos en el simulador. Y luego habrá que pelear contra la superstición y la ignorancia de muchos. Pero… no dejará de ser la misma historia de siempre.
Esther mira el reloj.
-Dios mío, si el tren me sale de aquí a media hora. Como no nos demos prisa lo pierdo.
Me resultó curioso esto. Media hora para quedar, media hora para despedirnos. Acaso, ¿el destino nos tendría preparada alguna otra coincidencia?
Lo cierto es que, al final, no fue un sábado más como me había temido. Nos despedimos al pie de la rampa transportadora. La próxima vez iría yo a visitarles.

9 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

La de coincidencias que nos tiene preparadas el destino, Albertito...!

Me ha gustado tu historia por bonita y optimista! Después de leerla, seguro que tengo felices sueños! (bueno, eso si una bebida refrescante que he tomado esta tarde, y cuyo nombre empieza por coca y acaba por cola, me deja dormir!!)

Hasta mañana, muamuamua!!!!

Alberto dijo...

AAhh, Merceditas si te sirvió de somnífero mi chaladura bien está.
Imagínate que pongo tu foto en el cacharrito y se transformase en tridimensional... De todas formas, siempre será mejor ver al natural. Pero, ya se sabes: las ciencias avanzan que es una barbaridad. Adónde vamos a llegar.
Que tuvieses una buena noche de fiebre de sábado.Mmuuaaccsss

Liliana dijo...

Alberto entonces es de verdad lo que cuentas o es un cuento???.....jajajajaja ??????

estoy lista pa'internarme en un curso intensivo en el manicomio, así que si ando media desaparecida, ya sabes la razón!!!

unbesito

Alberto dijo...

Liliana, m nos de Merceds..."y os cntos, untos on" uqe o erfue un ueño.
Que te aproveche ese urso. Seguro que prendes ucho.
Ciberkises.

Mercedes Pajarón dijo...

Pues mira, Albertito, ayer estaba tan reventada que conseguí dormir!!Ni cocacolas ni nada!

Oye, ese cacharrito sería fantástico si además se le añadiera un programa de esos que retocan fotos y te disimulan los defectos tridimensionales, ja, ja, ja!

Y si algo bueno tiene el avance de la ciencia, es que gracias a ella, nos hemos conocido y nos estamos comunicando! Qué cosas, verdad? (es que yo, como señora de letras que soy, estas cosas me impresionan)

Un beso de placentera tarde de domingo! requetemuá!

brujita dijo...

¡Que penita que solo fuera un sueño!...pero puede que alguién esté ya trabajando en ello y dentro de poco se encuentre en las manos de quién como tu lo necesitan...a veces los sueños se hacen realidad.

Besitos volados.

Alberto dijo...

Querida Brujita, tienes razón: a veces los sueños se hacen realidad y por eso confío en que algún día cercano pueda tener el lujo de tomar un café contigo y conocernos.
Besito volado y sentido.

brujita dijo...

¡Seguro que nos conoceremos Alberto! o mejor dicho nos reconoceremos, puesto que nos falta solo la presencia física de manera que algún día nos tomaremos ese cafetito...¡sin duda alguna!

Besito volado.

Alberto dijo...

Que así sea, Brujita. Un café, una agradable charla y una amistad sincera.
Que tengas un feliz día.
Y me voy a preparar el café.
Las pastas o los bombones los pongo yo.
Besito volado y sentido.

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