viernes, 17 de abril de 2009

El menú en braille

El autor de estas cartas, osea, yo; cuenta su almuerzo en un buen restaurante.
Que os aproveche.



Querida amiga:

Una vez más, aquí estoy. Espero que alegres y luminosos rayos de sol inunden tus días, a ti y a tu gente.
Quiero hoy hablarte de la ilusión que me ha hecho ir a un restaurante y que el camarero me ofreciese la carta adaptada en braille. Eso de poder elegir a gusto, sin prisas o sin que te recomienden lo que a ellos se les ocurra es genial. Además de lo bien que he quedado, como un señor con cara de intelectual, todo concentrado estudiando el menú.
Es una pena que sean pocos aún los locales que disponen de esta información y sin embargo, qué quieres, los ciegos somos buenos clientes porque el comer se nos da bastante bien, hasta nos llevamos la cuchara o el tenedor a la boca y no a la oreja. Jejejej.
Entré en ese restaurante porque me lo habían recomendado. Me gustan los sitios tranquilos, no esos en que casi tienes al comensal de al lado metido en tu mesa. En los que se dispone de mantel y servilletas de tela y en los que los camareros son amables pero sin pasarse de lisonjeros.
Además, ya de cocina, nos sacaron emplatados los entrantes, que pedimos para compartir y troceado el solomillo. Todo un lujo.
No me gustan los locales en los que se paga por su nombre, no me gustan los restaurantes en los que la profesionalidad brilla por su ausencia, encima de que has de pagarles.
De verdad, querida amiga, fue todo un placer: buen servicio, excelentes manjares, detalles en la atención y lo mejor: una buena compañía que habría mejorado notablemente con tu presencia.
Y cómo no: un brindis sincero: por la amistad, las buenas atenciones y los detalles pensando en todos.
Ya sé, ya; me dirás que se te ha hecho la boca agua. Espero que así haya sido, pero es que la ocasión lo ha merecido, poder leer por mí mismo la carta. ¡Qué emoción!
Y un buen postre, una tarta de yogurt con frutos rojos acompañada de una bola de helado de pistacho y sus dos barquillos. Toda una obra de Arte.
A tu salud.
Te mando un beso y si lo deseas, como así lo doy por cierto, seguiré contando. Narrando mis pequeños triunfos.
Hasta pronto, amiga. Estoy seguro de que ahí seguirás esperándome.

Tu amigo que no te olvida.

3 comentarios:

Liliana dijo...

Qué gusto Alberto! ojalá hubiera más lugares como ese, verdad? y el postre era como para dos personas, te lo comiste todo?....jejeje

mua!

Alberto dijo...

Qué razón tienes, Liliana. Y sí, el postre me lo comí yo todo, incluso rebañé el plato. Una buena comida sin un buen poste, no es una buena comida.
Besito goloso.

chicadelaesperanza dijo...

Ahhhh!!! Como me gustó esta carta! :) Te cuento que en mi país también hay algunos restaurantes donde te ofrecen el menú en braille pero tampoco hay muchos. Besos!

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