lunes, 7 de septiembre de 2009

Oliverto Chalandio y la gota que le mojó

¡Señoras, señores, amigos todos. Tengo el placer de presentar ante ustedes a un amigo! A quien aquí os traigo lo conocí este verano en una de mis andanzas, se ofreció a ayudarme a cruzar una calle de una ciudad cualquiera y, yo siempre cortés, quise darle las gracias invitándole a una cervecilla, pretendí ir más allá de un mero gesto al uso. ¿Por qué?


4 comentarios:

silvia zappia dijo...

Quiero saber por qué!
Me encanta este estilo tuyo, breve y con incógnita.
Aquí espero,

Mil besos!

Alberto dijo...

Creo que las hadas del olivo me quisieron gastar una bromita y se quedaron ellas con la respuesta. Mi intención fue ponerla, pero no revisé la entrada confiando en que, como siempre, estaba completa.
Y tú, querida Rayuela me preguntas.
En fin, las cosas de la confianza y de la falta de vista.
Esta tarde, la tendréis.
Disculpas por el error que se suma a otros que hay por aquí y que más que errores podrían recopilarse en una fe de anécdotas simpáticas.
Bueno, gracias Rayuela por hacerme ver el error y por querer saber más.
Besos cariñosos.

Mercedes Pajarón dijo...

Albertito, nunca te lo había dicho, pero siempre sospeché que había hadas rondando por el arbolito! Simpáticas, lo son un rato largo, pero hoy diles que se estén quietecitas, que queremos conocer al señor Chalandio!

Felizósculo martésculo!! Besos chalandios, muamuamuamuamuamua!!!

Rosa Sánchez dijo...

Porque seguiste los dictámenes de tu corazón. ¿O no?
Un saludo, Alberto.

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