martes, 8 de septiembre de 2009

Hoy sí: Oliverto Chalandio y la gota que le cayó

Despué´s de la metedura de pata olivácea de ayer, aquí volvemos para enmendarla.
Lo importante, que os haga sonreír y disfrutar.


¿Por qué quise continuar con aquel señor?
Pues porque su voz me agradó, su simpatía me ganó y sus chanzas, bien que no exentas de tintes de realidad, me cautivaron.Le invité a la caña en la primera terraza que encontramos, me invitó él a otra y entre cañas y cañas, entre tapas y tapas, fuimos charlando, contando y conociéndonos.Le dije que sino tenía inconveniente, narraría en mi blog sus agudas reflexiones. A lo que él me respondió que no tenía idea bendita o maldita de qué era eso de un blog. Aceptó con la condición de que no las privase de donaire. Su mayor gloria _dijo_ era hacer sonreír. Y como a mí me lo hizo, yo os lo comparto.¿Su nombre? Oliverto Chalandio.No le creí. Me juró que ése, y no otro, era su apelativo.Era un tipo harto curioso. Me dijo que iba vestido de verde. oliva.Que se apoyaba en una vara de. olivoQue su piel la protegía con el aceite de. oliva.Y yo me dije que su tono de voz se teñía de cierta untuosidad. oleaginosa.Y yo le pregunté. "¿cuál es, entonces, su color preferido?" A lo que él, diligente, me respondió. "El verde". Y yo. "¿El de la esperanza?" Y él. "no, el de la aceituna".El caso es que entre sus bromas y dichos rayanos en las chaladuras chalandias y las indudables propiedades de su asociación oleosa, no dudé en hacerlo mi confidente y tirarle de la lengua, ¿sería también verde olivácea? ¿O rosita fresita?¿Y cómo inauguraré su puesta de largo. olivácea?-Pues mire (uuyy, perdón) ¿se ha fijado, amigo Alberto, Albertáceo, la poca gracia que hace el que cuando va uno por la calle, sienta sobre su cogote o sobre su recién planchada camisa el que le caigan gotas? Y uno piensa: ¿de dónde probendrán? ¿A quién pertenecerán? Y te dices:¿Serán las gotas del colirio que se pone el loro de la vecina, casi ciego ya de tanto mirarla, ávido de picar picar?¿Será el dulce riego de alguno de esos animalejos que tanto van abundando en nuestros alrededores, palomitas y gatitos incluidos?¿Serán los restos mingitorios que ha dejado ese rico bebé que tanto se parece a mamá o papá (según quien lo diga, claro)? Tercié yo, benevolente, aunque sin apenas reprimir la carcajada:¿Vamos, vamos; sin quitarle la razón, yo más bien creo que son las plantas, al ser regadas, que adornan los balcones, y que son alimentadas con ese precioso líquido las que nos regalan su néctar.¿Será _siguió incólume_ esa gotita rebelde que cae y cae de la manguera desgastada por tanto haberla usado?Jejejejejej. Por de pronto, amigo Chalandio, tomémonos no unas gotas de rubio licor, sino toda una catarata.Eso, eso y entrechocando nuestras copas exclamamos:¡¡Y que nos quiten lo mojao!!Hasta la próxima.

4 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Alberto: no es que el tal Oliverto Chalandio fuera gracioso, es que el narrador de esta historia es excelente. ¡Caramba, Alberto, no te pongo un diez porque estamos a principio de curso que si no...!
Me ha encantado. Un saludo cordial.

Mercedes Pajarón dijo...

Albertito, tienes que volver a encontrar a este señor tan encantador para que te siga hablando de otros temas o, al menos, para que te cuente un chiste, que será, cómo no, verde, ja, ja, ja!!

Ah, y me uno a Rosa en cuanto a lo del narrador!!

Besósculos chalandiósculos!!

Alberto dijo...

Gracias, estimada Rosa. No hacen falta dieces, hacen falta más sonrisas.
Espero que a través de este personaje tan peculiar con el que mi imaginación se ha encontrado, sea capaz de traéroslas.
Feliz día.

Alberto dijo...

Merceditas, espero que pueda seguir contándoos más chanzas a cuenta de este buen señor. Ahora que chistes, ch istes...
De todas formas, a veces el más divertido de ellos se encuentra a nuestro lado, sólo es cuestión de saber verle la gracia.
Ya le daré saludos de tu parte.
Cuídate.

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