Los ciegos y la Gripe A

No seré yo quien no entienda ni defienda la oportunidad de promover las medidas preventivas o informativas que deban ponerse en práctica en pro de minimizar los efectos de la tan traída y llevada Gripe A, o de cuantas otras enfermedades haya.
Pero lo que sí que creo debemos evitar es caer en alarmismos o psicosis.
Hace casi un siglo, curiosidades de la Historia, el mundo se vio asolado por otra gripe que causó millones de muertos pero, qué duda cabe de que las circunstancias y los avances científicos nos deben hacer pensar que aquello no tiene por qué repetirse.
Hablando de lo que, a mi juicio, son excesos casi esperpénticos, os quiero relatar algunas reflexiones sobre cómo nos afectan esas medidas a los ciegos.



Parece que no debemos tocarnos. Tanto tiempo abogando por fomentar el tacto y ahora vamos y… ale: para atrás otra vez. Porque, oigan, que a mí me gusta tocar al natural, eso de ir con guantes… ni para los gatos, ya se sabe: “gato con guantes no caza ratones”. No me gusta tener que pedir permiso a la tal señora Gripe para dar la mano o mejores lances. Bastante es que se la pida a la persona objeto de la caricia.
Parece que no sabíamos lavarnos las manos porque, fíjense: en mi trabajo, donde buena parte de los que en él estamos, somos ciegos, han colocado unos bonitos carteles en el frontal de los lavabos con las instrucciones gráficas oportunas. Me decía una compañera que si ya los había visto. Le dije que no, por supuesto. Que cómo eran, que si íbamos y me los explicaba. Pero claro, ¿en qué aseos hacerlo? ¿En el de ella? Total, no veo… ¿En el mío? No parecía muy oportuno. Y la cuestión es que pensando pensando: ¿no valdrá como lo he hecho durante mis cuarenta veranos largos? Mi abuela me enseñó a hacerlo con su saber de siempre, su agua de la fuente y su jabón Lagarto.
Pues no… hay que abrir el grifo, remojarse bien las manos, cerrar el grifo, darse jabón (nada que ver con el que usaba mi abuela), frotarse bien, sobre todo debajo de las uñas (¿qué pensarán que hay ahí? ¿Y si uno no tiene uñas?), abrir el grifo (otra vez), enjuagarse, secarse con la toallita de papel desechable y cerrar el grifo ayudándose de la mojada toallita para ello.
Y después de esa prolija operación, vamos y a casita que ya son las 15 hs. Pero… resulta que para salir, antes hay que meter el dedito en el aparatejo diabólico que te controla la huella y te da permiso para largarte diciéndote (ojo): “acceso correcto” (¿pero no se trataba de salir?).
Si estornudas, límpiate con la manga, caso de que no tengas un pañuelo a mano. Ah, los moqueros de antaño. A mí siempre me dijeron que era de mala educación limpiarse con la manga y ahora, van y nos lo recomiendan. No hay forma de aclararse.
¿Y abrazarnos y besarnos? Pues que bien vale la pena una gripe por un buen par de besos de la guapa jovencita que te trata de caballero y quiere mostrarte su afecto.
¿Y entonces no voy a poder leer braille? Vaya, este año el braille por todas partes y nada, que cómo va a saber uno si tu lector antecesor se había lavado las manos, según manual gráfico o si había andado jugando con los virus griperos.
En fin… que lo dicho: que huyamos de excesos paranoicos, que sonríamos y que sigamos haciendo vida normal.
Y que se vacune quien haya de hacerlo que yo vacunas, sólo quiero las que me inmunicen contra el desaprensivo, el ingrato o el abusador.
Buena noche… achís. UUUYYYY, si empiezo a moquear ¿o será alguna gotera de mi viejo cerebro que le ha dado por pensar que la nariz es un canalón?
Buena noche perpleja (que rima con……)..