Os sigo contando de mi viaje a París de este fin de semana.
Y va otra paradoja muestra de mi carácter: un ciego que visita la ciudad de la luz… jejejej. Curiosidades.
Os pongo ahora el resumen general de un evento cuyo motivo ya se ha detallado en la entrada anterior.
Fuimos un grupo de 45 personas y 4 monitores además de los guías, que estuvieron pendientes de nosotros en todo momento, cosa que se agradece pese a que, quién más quién menos íbamos acompañados de gente que veía, siempre viene bien.
El proceso del aeropuerto aunque pesado resultó bien. Yo pasé el control a la primera, se ve que me vieron cara de bueno.
El hotel aun teniendo la consideración de dos estrellas era cómodo, limpio y con baño en la habitación (que es lo que uno pide en este tipo de establecimientos).
Las comidas nada que ver con las de aquí, aunque para tres días… pero la verdad es que se echa de menos nuestra dieta a base de ensaladas (quién lo habría dicho de mí hace años), verduras y pescado, además de fruta. A cambio mucha pasta, patatas y dulces.
La organización perfecta, tanto en cuanto a coordinación, aprovechamiento del tiempo y atenciones.
De París me traje las sensaciones de un tiempo expléndido, primaveral, que hizo que las calles estuviesen muy concurridas con terrazas y paseantes.
Los bolardos de los que ya hablé, resulta que no sólo es que no hubiese, sino que además de abundar como la plaga, es que encima eran más grandes que los de aquí.
La emoción de estar pisando los Campos elíseos, escuchar las fuentes en el Louvre o en la Concordia y el rumor del río al tiempo que atendía a las explicaciones del típico Bateau Mousse.
Y curiosidades como la etimología de bulevar: Luis XIV plantó árboles en las calles del París de su época. Eran castaños de Indias que tiran, como es sabido, sus frutos envueltos en unas bolas verdes con pinchos: boules verts y de ahí… bulevares.
La amplitud de sus espacios abiertos y avenidas que dan perspectiva de grandiosidad a sus monumentos frente a la exigüidad de los espacios interiores como bares o viviendas. Me parecieron muy complicados para moverme por sus calles por ser espacios diáfanos, sin referencias.
En resumen, una ciudad que vale la pena ser vista, que me hubiese gustado patear más para sentirla más próxima y que merece la pena, en este caso, sobremanera por haber cumplido un sueño.
Eso sí, sentí emoción, nos reímos mucho sacando punta a las cosas y a los sucedidos (ya sabéis de ese humor negro mío) y orgullo por haber podido estar y más aún con la compañía de amigos y amigas que hicieron, en fin, de este puente del día del padre uno de esos momentos que permanecen vivos en el recuerdo, de forma imborrable.
Y va otra paradoja muestra de mi carácter: un ciego que visita la ciudad de la luz… jejejej. Curiosidades.
Os pongo ahora el resumen general de un evento cuyo motivo ya se ha detallado en la entrada anterior.
Fuimos un grupo de 45 personas y 4 monitores además de los guías, que estuvieron pendientes de nosotros en todo momento, cosa que se agradece pese a que, quién más quién menos íbamos acompañados de gente que veía, siempre viene bien.
El proceso del aeropuerto aunque pesado resultó bien. Yo pasé el control a la primera, se ve que me vieron cara de bueno.
El hotel aun teniendo la consideración de dos estrellas era cómodo, limpio y con baño en la habitación (que es lo que uno pide en este tipo de establecimientos).
Las comidas nada que ver con las de aquí, aunque para tres días… pero la verdad es que se echa de menos nuestra dieta a base de ensaladas (quién lo habría dicho de mí hace años), verduras y pescado, además de fruta. A cambio mucha pasta, patatas y dulces.
La organización perfecta, tanto en cuanto a coordinación, aprovechamiento del tiempo y atenciones.
De París me traje las sensaciones de un tiempo expléndido, primaveral, que hizo que las calles estuviesen muy concurridas con terrazas y paseantes.
Los bolardos de los que ya hablé, resulta que no sólo es que no hubiese, sino que además de abundar como la plaga, es que encima eran más grandes que los de aquí.
La emoción de estar pisando los Campos elíseos, escuchar las fuentes en el Louvre o en la Concordia y el rumor del río al tiempo que atendía a las explicaciones del típico Bateau Mousse.
Y curiosidades como la etimología de bulevar: Luis XIV plantó árboles en las calles del París de su época. Eran castaños de Indias que tiran, como es sabido, sus frutos envueltos en unas bolas verdes con pinchos: boules verts y de ahí… bulevares.
La amplitud de sus espacios abiertos y avenidas que dan perspectiva de grandiosidad a sus monumentos frente a la exigüidad de los espacios interiores como bares o viviendas. Me parecieron muy complicados para moverme por sus calles por ser espacios diáfanos, sin referencias.
En resumen, una ciudad que vale la pena ser vista, que me hubiese gustado patear más para sentirla más próxima y que merece la pena, en este caso, sobremanera por haber cumplido un sueño.
Eso sí, sentí emoción, nos reímos mucho sacando punta a las cosas y a los sucedidos (ya sabéis de ese humor negro mío) y orgullo por haber podido estar y más aún con la compañía de amigos y amigas que hicieron, en fin, de este puente del día del padre uno de esos momentos que permanecen vivos en el recuerdo, de forma imborrable.
5 comentarios:
¿Era la primera vez que visitabas París? Si es así, tienes excusa para volver, porque te quedará sin duda mucha ciudad por patear (es mi verbo favorito cuando me convierto en turista, y veo que también lo usas tú!).
Eso sí, en cuanto a comidas... como la nuestra no hay nada, ja, ja, ja!
Venga, ahora sí me voy a dormir! Me ha gustado mucho leer las impresiones de tu viaje, y me alegro de que te lo hayas pasado bien!
Besos y feliz semana!
De modo que patear es andar de turista? yo me imaginé otra cosa, pero gracias a MerC creo que ya entendí! jajajajajaja
Lindo viaje Alberto, qué bueno que lo disfrutaste!
besitosluneros
Qué bien, has puesto fotos!!!!! Y qué "homenaje" tan bonito a Braille, visitar su casa y su tumba!
Muchas gracias por compartirlo!
Un beso!
Espero que los guias os hicieran llegar la emoción de caminar por los boulevares , por cierto desconocía de dónde venía el nombre, yo no he podido reprimir las lágrimas cada vez que he pisado esa belleza ... La pena suele ser que París esté tan llena de parisinos...tan antipáticos y mal educados, bueno no todos pero sí muchos de ellos...¡Muchíiiisiiimos!
besito volado.
Hola mi querido amigo...que gusto me da leer tu viaje...sin lugar a dudas una experiencia enriquecedora..y que envidia !!!!de la buena..con lo que amo viajar!!!
las fotos estan divinas!! y tu luces todo un caballero!gracias por compartir un momento maravilloso en tu vida.
Un fuerte abrazo desde Miami.
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