domingo, 1 de marzo de 2009

Mi primera carta

Querida amiga:
Sí, ya sé que quieres saber cómo percibo tantas y tantas cosas como hay que no puedo ver, por estar velados mis ojos.
Quiero contarte, porque sé que merece la pena, que te interesan, que te emocionas conmigo, cuando yo lo hago, tras superar un nuevo reto.
Porque las cartas te llevan un poquito de mí. Este género, ahora casi en desuso, fue siempre muy empleado para dar nuevas, unas veces gratas, unas veces, tristes; pero siempre, sentidas.
Serán cartas, las mías, que te manden un poco de cariño, otro poco de aliento y un mucho de ilusión; ilusión por seguir adelante y esperar.
Te empiezo contando mi entrada en unos grandes almacenes.


Este tipo de establecimientos han sustituido a las pequeñas tiendas tan personales por algo más frío, pero en los que se rentabilidza el tiempo, algo tan preciado en nuestros días.
Hemos dejado al, o a la dependienta, simpáticos, serviciales, que se preocupaban por lo nuestro, que sabían casi de antemano lo que nos íbamos a llevar en pro de la variedad, casi infinita, de la atracción de coger, inducidos por nuestro impulso,.
Pero para mí… ¿cómo saber dónde está lo que necesito? ¿Cómo no tirar los productos alineados en legión? ¿Cómo ubicarme en esos pasillos diáfanos y cambiantes?
Pero sí, lo hago. Me atrevo a entrar y comprar.
Pido ayuda, unas veces con mejor o peor suerte, espero, busco la mejor hora para que me hagan el favor y uso de mi claridad mental, de mi organización en saber qué pediré.
A cambio, ¿cómo podré enterarme de las ofertas? ¿Quién me dirá qué novedades han salido de tal alimento o de cual delicatese?
En fin. Oigo a las parejas que se animan a darse el capricho, a los niños que les piden a sus padres, a los abuelos que no se aclaran, que reclaman la tienda de ultramarinos de antaño. Pero yo ahí estoy.
Hoy me ha acompañado una simpática señorita, venida de lejos. Se nota que no sabe cómo ayudarme, pero que pone su mejor voluntad. Cuando llego a la caja, noto que se libera, que ha superado una difícil prueba. He tratado de ser simpático, comprensivo y colaborar. Alguien diría: encima de que vas a dejarles dinero… Pero qué le vamos a hacer, ahí estoy.
Termino, querida amiga. He hecho la compra, creo que la he hecho bien. Ahora falta que me la lleven a casa, organizarla e ir a la aventura. Claro, no hay braille que me diga de qué sabor son los yogures que he comprado, qué lata de conservas abriré o qué paté untaré en la tostada.
Bueno, si quieres, te seguiré contando más.
Que al recibir esta, mi primera misiva, estés bien y que sonrías ante la lectura de mis andanzas.
Un sincero y cálido abrazo.

3 comentarios:

Carmina dijo...

siempre he sentido curiosidad en como seria el dia a dia si no pudiera depender de mi misma, pero veo que tu lo tienes superado, qeu te marcas retos, que no te amilanas, creo que cuesta poco poner ciertas informaciones en braille, no las ponen ya en algunos medicamentos, hoy una persona de mirada velada no se queda en su casa, sale e intenta valerse por si misma seria un reivindicacion a tener en cuenta al menos una minima informacion para que pudierais ser mas independientes si cabe... ahhhhhhhhh bueno me he estado paseando por ahi, veo que eres un gran lector, compartimos aficcion asi que cuando quieras pasate por mi otro blog, de tinta en vena, alli dejo constancia de mis lecturas... ya mirare si cojo alguno de los libros que recomiendas de momento me quedan diez paginas para terminar uno y me han prestado otro...besos y gracias por tu comentario en mi blog

Mercedes Pajarón dijo...

Hola, Alberto, aquí Mercedes, encantada de devolverte la visita!

He hecho un recorrido por tu interesantísimo blog, y yo, que soy muy charlatana, me he quedado sin palabras! Me gusta todo lo que explicas, de modo que volveré...

También quería decirte que mi sobrina se dedica a la audiodescripción y me ha enseñado alguno de sus trabajos, que intenté no ver, sino simplemente oír... Aquí se podría decir desde luego que "mil palabras valen más que una imagen"!

Bueno, no me enrollo más, ja, ja, ja, te lo prometo! Un abrazo y hasta pronto!!!

PD.- Ahora me acuerdo de que escribí hace tiempo un minicuento sobre un crítico de cine ciego...¿te gustaría leerlo?

brujita dijo...

Hola Alberto, de nuevo contigo tras ese paréntesis carnavalero...Muchas veces me he preguntado como podeís arreglaros,ya lo sabes, y de nuevo me doy cuenta que lo consigues a fuerza de ingenío, buena voluntad, y riesgo a correr...¡te admiro pues lo sencillo para la mayoria es un reto para alguien como tú y tú ganas!

besito volado.

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