martes, 17 de marzo de 2009

Yo me quejaba porque no podía comprarme zapatos, hasta que conocí a un hombre que no tenía pies”

Así parece que dice un proverbio árabe.
Todos conocemos el cuento de aquél que se quejaba porque sólo tenía para comer habichuelas y un buen día volvió la vista hacia atrás y contempló cómo había otra persona que comía las pieles que él tiraba.



Cierto es, cómo no decirlo, que todos tenemos motivos por los que lamentarnos, pero también creo, y ya lo he dicho más de una vez que hemos de ser capaces de valorar lo que tenemos y darle el valor que merece.
Yo os diría: un hombre se quejaba porque no tenía gafas para ver mejor y un día conoció a un ciego que las llevaba en la mano, consciente de que no le servían de nada. Jejjejeje. Pero ¿y si esas gafas sí le servían? ¿Le servían para dar luz a aquél que se lamentaba?

4 comentarios:

Viperina dijo...

Siempre habrá quien tenga menos que nosotros, o viva en peores condiciones, o pase más miseria y calamidad en su vida. Lo importante es recordarlo cuando nos quejamos como niños caprichosos porque nuestros juguetes no son tan bonitos como los del vecino.
Besos, Alberto.

Mercedes Pajarón dijo...

Un buen ejercicio que se debería practicar siempre es dar gracias al cielo al levantarse, por el nuevo día, y al acostarse, por el día que ya se acabó.

¿...Cuánta gente lo hace???

Y después de ponerme tan trascendental, me voy a fregar los platos, ja, ja, ja!

Un beso!

brujita dijo...

¡Si quieres escalar...mídete con los que están muy arriba, si quiers ser feliz y crecer hazlo con los que vienen detrás!

Besitos volados.

Liliana dijo...

Hola Alberto! pero qué grata sorpresa me he llevado al verte por el manicomio....espero que vayas más seguido, eh?


ah! gracias x firmar!


besitosdechocolate

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