Me apetece compartir, después de un fin de semana familiar y de ausencia, con vosotros una pequeña reflexión en forma de carta. Sé que la váis a comprender y os invito a que la trasladéis a quien pueda hacer algo, quién sabe…
Yo siempre pidiendo… jejejej
Querida amiga:
Una vez más te escribo deseando, ante todo, que te encuentres feliz y con la tranquilidad de saber que tienes cosas que atesorar en el transcurrir de tus días.
Desde mi anterior misiva todo ha transcurrido dentro de la rutina habitual, sin grandes sobresaltos, pero no faltándome proyectos en los que volcar mi ansia por crecer.
Quiero contarte que este fin de semana he tenido la fortuna de compartir cumpleaños de seres queridos, con el mejor regalo que alguien pueda desear: compartir en torno a una mesa buenos momentos de conversación.
Pero además de esto, ayer pude asistir a una jornada en la que se conmemoraban los derechos de los consumidores. Concretamente, tuvo lugar en una céntrica calle zaragozana. El ambiente era festivo: buen clima atmosférico, actividades lúdicas para niños, casetas informativas.
Con gran satisfacción comprobé que uno de los responsables del evento, con quien compartí residencia allá por los años 1993 y 1994 se acordase aún de mí y me manifestase su estima.
Me pareció bien que se hagan jornadas de este tipo, pero con el deseo de que no queden en un mero acto voluntarista lúdico.
E gustó también que una asociación de discapacitados dispusiese de un circuito por la integración, en el que los niños podían experimentar por sí mismos, al menos durante unos instantes, cómo puede moverse una persona que vaya en silla de ruedas o utilice el bastón para sus desplazamientos.
Todo esto está muy bien, pero no puedo por menos que decirte mi frustración por lo mucho que queda por recorrer en el camino de los supuestos derechos de los consumidores, que se ven vulnerados repetidamente y han de enfrentarse, para su reconocimiento, a un proceso de lucha en sectores tan comunes como las telecomunicaciones, electricidad o temas financieros. Y si esto es así, cuanto más si somos los discapacitados quienes necesitamos del reconocimiento de unos derechos muy mejorables en la práctica.
Ya recordarás cómo te contaba de mis aventuras a la hora de hacer la compra diaria. Pues eso y más. Los electrodomésticos no son accesibles, los teléfonos móviles cada vez tienen el teclado más difícil de manejar, los formularios y contratos no se nos facilitan en braille, etc. Etc.
Por eso te lo quería contar, quería expresar mi reflexión ante la jornada de ayer y esperar, desear a que esos derechos se plasmen en la realidad y lo hagan para todos y se extiendan cada día un poco más.
Gracias amiga, como siempre, por estar ahí, por escucharme con tanto interés.
Un cariñoso saludo y hasta pronto.
lunes, 16 de marzo de 2009
Consumo para todos
Publicado por Alberto en 9:26 p. m.
Etiquetas: मिस कार्तास्मिस cartas
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3 comentarios:
Ayy, Alberto, tienes más razón que un santo! ¿Sabes qué pasa? Que los consumidores seguimos consumiendo, aunque se vulneren nuestros derechos. Nadie nos tiene en cuenta porque somos dóciles compradores compulsivos. Nos hemos olvidado de exigir y de quejarnos de la manera más dolorosa para quienes se enriquecen con nosotros: no consumiendo.
En fin, te dejo, que debo ir a comprarme un móvil nuevo, un microondas, dos lavadoras y cuatro neveras, ja, ja, ja!! Es broma. Feliz martes!
Un beso.
Realmente el consumidor es una vaca a ordeñar...pocas veces reclamamos algo de manera oficial...En mi caso, si me timan en algo sin mayor importancia, la respuesta que doy es no volver a llevar el articulo implicado y todo lo más. hacerles una publicidad nefasta a todo aquél que me escucha... He tenido la suerte de bo encontrarme con mayores problemas como consumidor...
Besitos volados.
Bueno... No se tomó Zamora en una hora... Poco a poco.
Me voy a Málaga el puente, que lo pases bien.
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