martes, 31 de marzo de 2009

Los dientes del rey

A ver qué os parece esta fábula. Yo creo que, es muy cierta. No cuesta demasiado decir las cosas de forma amable y positiva. No es cuestión de hipocresía o falsedad, sino de ser elegante. Porque ¿qué me cuesta a mí decir… “gracias, guapa; buen día” cuando alguien me ayuda en vez de decir: “no hace falta, ya lo conozco”.
O yo qué sé.



En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna. El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.-¡Qué desgracia mi señor! -exclamó el sabio-. Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.-¡Qué insolencia! -gritó el Sultán enfurecido-. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: -¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:-¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos con cien monedas de oro.-Recuerda bien amigo mío -respondió el segundo sabio- que todo depende de la forma en que se dicen las cosas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado. No olvides mi querido amigo -continuó el sabio- que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista que sólo recalcará el lado negativo de esa verdad; o la optimista, que sabrá encontrarle siempre el lado positivo a la misma verdad.

4 comentarios:

Liliana dijo...

No cuesta nada si eres positivo, pero si eres de los que vé todo negro..............pa'qué te digo, no?

qué tengas un buen día! ...uf! aunque ya es tarde para tí, yo apenas abrí el ojo!

besitosdesvelados

Alberto dijo...

Liliana, hay que intentar ser positivio, aunque sólo sea por aquello de sumar. Qué duda cabe que hay ocasiones en que el negro se hace patente, pero también hay otras muchas en las que los colores azul, verde, amarillo, rosa, anaranjado... dejan su luminosidad y te invitan a sonreír.
Besos relajantes que te ayuden a dormir.

brujita dijo...

Creo que yo soy un poco el segundo adivino, me paso la vida diciendo verdades como puños (hay ocasiones en que no queda otra opción)Ejem.:La chica de la limpieza tiene un rincón olvidado...y yo le digo con la mejor de las sonrisas: ¡Por cierto corazón con el lío que NOS traemOS NOS estamOS olvidando el rincón X y NOS van a sacar los colores. Ella lo arregla encantada de la vida y no lo vuelve a olvidar .

Besito volado y limpio como una patena.

Alberto dijo...

Pues sí, seguro que estará tu casa como esa patena de la que hablas.
Y no me quedaba ninguna duda de que tú eras de los del segundo sabio, ahora hace falta que el rey te dé la recompensa.
Esa indicación tuya a la chica de la limpieza es muy adecuada, sobre todo por lo irónica. Me encanta. La debes de tener en el bote.
Besito de sabio listo.

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