martes, 20 de octubre de 2009

Una tarde de lectura

Por aquello de que este tiempo ya otoñal invita a la lectura reposada, os pongo mi último cuentecito.
Que disfrutéis con él, como siempre.

Aurora y Ruperto se habían conocido en unas circunstancias curiosas: la visita de aquélla a la residencia en la que éste se alojaba para intervenir en una lectura dramatizada con motivo de las fiestas de primavera.Ella era la narradora y a nuestro protagonista, reacio, en un principio a asistir al evento, enseguida le conmovió su voz, modulada al ritmo de la historia. Tanto disfrutó que apenas si se enteró de la trama, embriagado por la música, hecha palabra, que interpretaba la invitada.Terminado el acto, se sirvió una merienda a base de té, pastas, pequeños bocadillos y refrescos. A los ilustres huéspedes de El Plácido Descanso no les convenía otro tipo de delicias más sustanciosas, otrora degustadas con tanta fruición.Los corrillos pronto se constituyeron, como siempre era habitual en tales jolgorios pero Ruperto siempre hacía lo mismo: se aislaba y en cuanto podía se retiraba a su cuarto.Y es que él siempre había sido tímido, retraído, no se relacionaba pese a los vanos intentos del personal. No quería, no podía porque aquellas paredes con aspiraciones de hogar se le hacían opresivas, claustrofóbicas. Anhelaba con toda su alma los horizontes abiertos de su pueblo, la sierra, los prados, el río siempre fluyendo.¿qué hizo que aquel día cambiase de costumnbres?El personal de guardia, incluso, se extrañó de su actitud. Su mirada había cobrado brillo y del rincón de siempre había pasado a la primera fila, a querer hacerse visible.-Don Ruperto, qué alegría de verle hoy tan animado.-Hija, es que la señora que nos ha leído lo ha hecho mu bien _habló con emoción mal disimulada_.La enfermera sonrió, contenta de verle así. Porque le tenía aprecio. Nunca molestaba, siempre aceptaba todo con sobria resignación. Le habían cogido cariño pese a todo.-Disculpe, señora, ¿puedo pedirle..?-Claro, déjeme que le ponga unas palabras. Es esto lo que quiere, ¿verdad?-Pues. mire, no. Yo no soy como ellos que se conforman con cuatro letras suyas. Querría…
-Ah.Aurora se había quedado perpleja, acostumbrada a que siempre le pidiesen lo mismo: una dedicatoria escrita. Y es que a ella, sempiterna aspirante a actriz, le gustaba asistir a ese tipo de sesiones en colegios, plazas de pueblos y residencias. Pero este anciano, ya marcado por un tiempo que tocaba a su fin, le llamó la atención. No supo por qué. Tal vez por la sequedad quebradiza de su súplica o por el porte digno.-¿Y entonces?-¿Que si me podría regalar lo que nos ha leído? Lo cuidaré como si fuese el corderillo recién parido, como a las flores hijas del rocío de la mañana. Mire usted. Me siento muy solo aquí, y no diré que me traten mal, pero. Su libro me haría compañía, me recordaría a esta tarde tan feliz que he pasado escuchándola. a lo mejor será la última.A Aurora quiso asomarle una lágrima. La emoción se había adueñado de ella.-A cambio podría darle este reloj que perteneció a mi padre. Es bueno, de lo que ahora ya no se hace.-No, no. No se moleste. Ya me ha pagado. Tenga. Y ¡dos besos por todo!Aquella noche, cada uno ya en sus respectivas rutinas supieron que la vida aún seguía mereciendo la pena.

4 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Ah, qué bien! Cómo me gustan estas historias tuyas!! "Una tarde de lectura" que rima con... ternura.

Que tengas un feliz miercósculo! (hoy sí, hoy creo que he acertado, ¿verdad? Ja, ja, ja, ya era hora! O...¿sonó la flauta por casualidad?).

Besósculos mil, mua!

Alberto dijo...

Sí, hoy sí acertaste, Merceditas.
Que tengas tú también un feliz día aunque sea otoñal.
Me alegro de que te gustase mi historieta.
Besósculos agradecidósculos.

brujita dijo...

De la seca y triste, "sala de espera del final", una voz rescata a Ruperto para que vuelva a sentir sus verdes campos y a respirar el aire puro... de donde nunca debieron sacarlo, añado yo Alberto,pero esa tarde su juventud regresó y con ella todo cambió.

Besito volado

Alberto dijo...

Buen añadido, Brujita y más que una voz debería ser una mano amiga o mejor aún amante.
Besitos volados y sentidos también para ti.
Cuídate.

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