miércoles, 6 de enero de 2010

Los sonidos de mi Navidad

Sí, ya acaba la Navidad. Para algunos, aquéllos que tanto lo deseaban, ya está, ya pasó. Para quienes la esperaron con anhelo, también.
Es el momento de recoger los adornos navideños, guardar el árbol y las figuritas del belén para el año próximo. Hasta yo, por primera vez, gracias a Jaime y a Mercedes, esta vez también tendré que hacerlo. Retiraré el Papá Noel del pomo de la puerta, el espumillón y las bolas del salón y las campanitas.
Como colofón, quiero hablaros de mis sonidos navideños. Para acompañarlo, pinchad el título y escucharéis…



Comenzaron esos sonidos con el chinchín de cuatro copas con cava en mi casa. Era un 5 de diciembre por la noche. Se trataba del inicio de la Navidad y la constatación del principio de una nueva amistad mágica.
El día 24 Isabel, mi sobrina pequeña gritó de emoción ante la llegada de regalos traídos por alguien especial. Música de papel que se rasga para desenvolverlos.
Otros sonidos con distintas melodías: las de todas y todos que me deseaban felicidad y alegría.
El pi pi anunciador de mensajes al teléfono móvil cargados de aliento e ilusión.
El día 26 escuché las notas arrancadas a un piano que hablaba de buen hacer y mucho mucho entrenamiento. Sonaban como la música de los ángeles. Era el que tocaba mi sobrina mayor, Susana. Estoy seguro que algún día la escucharé formando parte de un público que la admirará por su virtuosismo. Y luego una guitarra que quiso emularlas, tocada por Isabel, que pocos meses hace que ha empezado y ya sabe pulsar las cuerdas con ritmo.
El tintineo de campanitas, el sonido de villancicos y el placentero chasquido del turrón al mordisquearlo fueron otros sonidos que serían captados por mi fino oído.
Percibí también alegría en voces de niños, ilusión en adolescentes que preparaban sus cenas de Nochevieja y voces de amigos que volvía a escuchar después de mucho tiempo.
Para finalizar, la música de los niños cantores de Kiev. Me hicieron pensar que estaba en Viena, ante el concierto de año nuevo. Fue fantástico, tanto su maestría al interpretar los valses y polcas, como al cantar ese otro Ave María y al invitar al público a acompañarles con la Marcha Radetzky. Fue otro regalo de mi amiga Elena.
Ojalá que durante 2010 pueda continuar sintiendo nuevos sonidos, nuevas melodías, nuevas palabras. Que no sea sólo cuestión de oírlas, sino de ser capaz de comprenderlas, de escucharlas y asimilarlas, haciéndolas mías.

4 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Ayyy, ese papá Noel tan atento y solícito, siempre abriendo las puertas de un hogar cálido y acogedor, como su propietario! La nostalgia me invade...

Como siempre, Albertito, nos emocionas con tu sensibilidad, con tus experiencias, con tus sensaciones. Gracias por plasmarlas aquí.

Besósculos con brindósculo incluido!

silvia zappia dijo...

Qué maravilla! Escribir desde el sonido!
Es que somos música! Hagamos música con las palabras aprehendidas!


mil besos, y un buen año, amigo Albertósculo!

Rosa Sánchez dijo...

La vida se compone de bellos recuerdos, divertidas anécdotas, felices encuentros, amables comentarios...
Alberto, que dentro de un año podamos hacer recuento de aquellas cosas que nos haya ido sucediendo con alegría, paz y armonía en nuestro corazón.
Ahora toca vivir, comenzar de nuevo, sin prisas pero sin pausas, una nueva etapa en nuestras vidas.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

se acabó !!! sí!!!

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