Buenas noches para todas y todos:
Con la perspectiva de un fin de semana, comparto de nuevo un pequeño cuentecito que, como siempre, tiene vocación de ilusionar y disfrutar.
Con cariño.
Los ojos de una hermosa mujer, la inmensidad del océano, el horizonte; ¿cómo poder describirlos?
Un niño, con su vocecilla de aurora recién despertada, pregunta a su abuelo, señalando con su dedito, al pie del acantilado:
-¿Qué es eso tan bonito, yayo?
-El lugar donde viven las hadas y los gigantes de los cuentos, el océano.
Un adolescente que empieza a descubrir el amor se dice, mirando a la muchacha de trenzas largas y falda corta:
“En sus ojos se encierran todas las estrellas del cielo y cuando me mira, mi alma se llena de luz.”
Un viajero que sueña:
“Allí, al final, la meta, el cielo y la tierra. Mi triunfo, el horizonte.”
Estos dibujos trazados con palabras eran algunos de los contenidos en un libro mágico, el de la ilusión y la fantasía, el de la vida. Le fue regalado a Marcos para que viese la maravilla del mundo.
Había nacido ciego, pero en su corazón siempre hubo resplandores de bondad.
Una tarde de primavera sonrió a una anciana que se ofreció a ayudarle.
No supo cómo, pero en sus manos, enseguida sintió el peso de un objeto, un regalo.
Era un volumen de piel y hojas de pergamino.
-Ábrelo, hijo.
Lo hizo y escuchó voces cantarinas:
“-El color de los ojos de una hermosa mujer…”
jueves, 21 de enero de 2010
El libro de las palabras que pintaban
Publicado por Alberto en 9:33 p. m.
Etiquetas: Relatos
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4 comentarios:
"Un volumen de piel y hojas de pergamino"... menudo regalo, Alberto. Seguro que el niño sabrá apreciarlo, así como los sueños que encierra.
Ha sido corto, pero intenso, imagino que habrá segunda parte, ¿no? Quiero leer más. Me encantan los relatos de fantasía.
Un cordial saludo y feliz fin de semana.
-¿Qué es eso tan bonito, yayo?
-Otra hermosísima obra escrita por la cabeza y el corazón de Albertito, con su personal estilo y con su desbordante sensibilidad.
Feliz fin de semana. Disfruta, que nada nuble tu alegría. Un besósculo, mua.
¡Un tesoro es lo que la viejita le regaló!...abrir las puertas a la imaginación y los sueños ¿habrá mejor tesoro? para la imaginación no hay ceguera, los ojos del alma nunca son ciegos para siempre...es cuestión de aprender a utilizarlos.
Besito volado ¿Te lo imaginas? espero que si...
La textura de esta historia, llena el alma, los sentido y los sentires. Sinceramente me emocionó tanta entrega. ¡Gracias y que sigan las musas...o las hadas...o las viejecitas visitando tu inspiración Alberto! Claudia Shammah.
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