domingo, 6 de enero de 2008

Un dulce para un día mágico


¿Qué sería de la jornada del 6 de enero sin el tradicional Roscón? Es un hecho incuestionable que el Día de Reyes ya no se concibe sin los regalos que traen
Sus Majestades los Magos de Oriente y sin este delicioso postre, que acumula en su haber una tradición de más de 500 años. El secreto del sabor inigualable
del Roscón está en una exquisita mezcla de harina, levadura, azúcar, mantequilla, huevos, ralladura de cítricos, agua de azahar, frutas escarchadas y almendras.
Su origen es, para muchos, incierto. Según Esteban Fernández, de la Asociación Empresarial de Pastelería artesanal de la Comunidad de Madrid, el mayor promotor
de este dulce fue el rey francés Luis XV. Cuenta la historia que el cocinero de la Corte, de origen eslavo, quiso agasajar al Monarca el día de la Epifanía
con un roscón tradicional de su tierra, pero con una sorpresa en su interior: un medallón de diamantes que compró gracias a la colaboración de otros miembros
del servicio.
Mientras que la tradición se perdía en Europa del Este, Luis XV quedó encantado con el invento y se dedicaría a propagarlo, con una moneda en su interior
como sorpresa, entre la aristocracia francesa y europea. Así fue como, a lo largo del siglo XVIII, llegaría a España, donde recibió una excelente acogida.
Pronto la costumbre pasaría de los nobles al pueblo llano, siendo Madrid y Sevilla importantes baluartes de esta obra maestra de la repostería. Poco a
poco, todo el país y sus colonias (sobre todo México) se fueron dejando seducir por su sabor único.
Aunque Luis XV es una personalidad muy nombrada a la hora de hablar del origen del Roscón, no todos los expertos le designan como promotor. Otros estudiosos
creen que fueron los romanos, que celebraban a principios de año una fiesta en honor al dios Jano, en la que se comían pasteles con un premio dentro. La
fiesta de Le Roi de la Fave, una celebración francesa que data del siglo XI, sería una recuperación de la antigua festividad romana.
En este caso, la celebración consistía en introducir un haba dentro de una rosca dulce. Quien encontrase el haba de la suerte sería coronado rey por un
día. Sin embargo, el Roscón de Reyes llegó a España sin la legumbre: la sorpresa consistía exclusivamente en la moneda. Esteban Fernández, representante
de los pasteleros artesanos madrileños, achaca a los reposteros catalanes la reaparición del haba. La judía simboliza la regeneración, el resurgir de la vida, el año nuevo.
Respecto al premio, en Cataluña la moneda se iría sustituyendo por una figurita, una tendencia que se acabó extendiendo a casi toda España. Según la tradición,
la persona que recibe en su pedazo de Roscón la figurita, tendrá suerte durante el año nuevo, ya que los Reyes Magos le conceden protección. Por su parte,
el que recibe el haba tendrá que pagar el postre.
Con o sin relleno
Actualmente, el Roscón constituye un dulce típico de las fiestas navideñas que, con ligeras variantes, se come en distintos países de tradición católica
(México, Portugal, Francia). En España es difícil imaginarse la jornada de la Epifanía sin un pedazo de este bollo tras la comida familiar de Reyes, aunque
la forma de comerlo ha ido adaptándose progresivamente a los gustos del consumidor.
Un ejemplo son los diversos rellenos. En las pastelerías podemos encontrar roscones tradicionales, con la masa de siempre, y roscones rellenos, normalmente
de nata o trufa, o bien de crema pastelera o cabello de ángel, todo depende de los gustos del público. De hecho, como una innovación más, también se comercializan
roscones rellenos de crema de castañas (o marrón glacé).
El relleno de nata se generalizó a partir de los años 50 y 60. Anteriormente, aunque se conocía, no se utilizaba para repostería porque se carecía de los
instrumentos adecuados de conservación. La buena aceptación de esta variedad es un hecho: según datos de la Asociación de pasteleros de la Comunidad de
Madrid, entre un 30% y un 40% de la producción de Roscón se vende relleno.
Los pasteleros, asimismo, advierten de la proliferación de roscones de Reyes falsos, elaborados con masa de suizo, más barata y con menos sabor que la del
Roscón de siempre. Aunque los reposteros madrileños incorporan su sello de calidad como garantía, no hay un modo, a simple vista, de distinguir el roscón
tradicional del plagio hecho con suizo. Sólo se distingue al consumirlo.
foto:margee

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...