Querida amiga:
Con la perspectiva de una nueva primavera plagada de luz y color, además de con el deseo de que tu ánimo siga tan álgido como acostumbra, quiero escribirte otra misiva y así contarte la última excursión en la que he participado.
Fue el pasado sábado a la sierra madrileña, concretamente al paraje entre el Alto de Los Leones y la Panera. .
, una ruta de senderismo que durante cuatro horas la llevamos a cabo, ocho o diez kilómetros. No demasiado porque la marcha no podía acelerarse, ni tampoco lo merecía.
Bien sabes que el hecho de superarme siempre me es muy alentador y eso que, en esta ocasión, la hazaña parecía difícil por la mucha nieve acumulada. Al principio, hasta que llegamos a la pista forestal fuimos campo a través, enterrando las piernas (ya sabes… los pies fríos y la cabeza caliente…) y luego ya por un camino muy plano, aunque siempre con nieve.
La sensación fue bonita. Parecía que pisabas una alfombra de algodón.Todo tenía un color uniforme de blancura incólume y el sol nos acompañó, lo que propició que el ambiente no fuese excesivamente frío.
Me resultó curioso el imaginar cómo debían hacer juego nuestros bastones blancos y el manto de nieve. ¿Se confundirían los pájaros?
Bebimos agua de manantial y pensamos en lo hermosa que estará la naturaleza cuando llegue el deshielo este año.
Las anécdotas, cómo no, me hicieron fantasear: esa señora que fue con una maleta de ruedas al campo(¿qué llevaría dentro?), esa otra que se tumbó en la nieve para dejar su silueta esbozada o aquel otro que propuso hacer una marcha nocturna, se supone que para ver las estrellas y amanecer (pero, oiga; si somos cegatones)… Vaya, vaya qué curiosidades se les ocurren a algunos.
Y el final en un merendero al aire libre, con la compañía del sol. Devoramos los bocadillos que supieron a manjar, aunque no habría sido nada desdeñable un buen plato caliente de sustanciosa comida de cuchara, regada con su buen vino.
Regresamos a media tarde para descansar y disfrutar de una nueva experiencia atesorada.
Cuánto me gustaría que me pudieses acompañar en estas jornadas en la naturaleza, donde el espíritu se vivifica y los sentidos se alimentan de sonidos, olores y silencios.
En cualquier caso, te invito a que practiques este tipo de salidas que tan bien sientan.
En la seguridad de que así lo harás, dejándote envolver por la belleza del entorno, una vez más quiero agradecer el que estés siempre ahí, tan atenta a todo aquello que voy narrándote. De nuevo, gracias.
Cuídate, amiga y hasta cuando quieras, pero que no sea demasiado tarde.
Mis mejores deseos para ti y tu gente.
Un afectuoso saludo lleno de admiración.
Con la perspectiva de una nueva primavera plagada de luz y color, además de con el deseo de que tu ánimo siga tan álgido como acostumbra, quiero escribirte otra misiva y así contarte la última excursión en la que he participado.
Fue el pasado sábado a la sierra madrileña, concretamente al paraje entre el Alto de Los Leones y la Panera. .
, una ruta de senderismo que durante cuatro horas la llevamos a cabo, ocho o diez kilómetros. No demasiado porque la marcha no podía acelerarse, ni tampoco lo merecía.
Bien sabes que el hecho de superarme siempre me es muy alentador y eso que, en esta ocasión, la hazaña parecía difícil por la mucha nieve acumulada. Al principio, hasta que llegamos a la pista forestal fuimos campo a través, enterrando las piernas (ya sabes… los pies fríos y la cabeza caliente…) y luego ya por un camino muy plano, aunque siempre con nieve.
La sensación fue bonita. Parecía que pisabas una alfombra de algodón.Todo tenía un color uniforme de blancura incólume y el sol nos acompañó, lo que propició que el ambiente no fuese excesivamente frío.
Me resultó curioso el imaginar cómo debían hacer juego nuestros bastones blancos y el manto de nieve. ¿Se confundirían los pájaros?
Bebimos agua de manantial y pensamos en lo hermosa que estará la naturaleza cuando llegue el deshielo este año.
Las anécdotas, cómo no, me hicieron fantasear: esa señora que fue con una maleta de ruedas al campo(¿qué llevaría dentro?), esa otra que se tumbó en la nieve para dejar su silueta esbozada o aquel otro que propuso hacer una marcha nocturna, se supone que para ver las estrellas y amanecer (pero, oiga; si somos cegatones)… Vaya, vaya qué curiosidades se les ocurren a algunos.
Y el final en un merendero al aire libre, con la compañía del sol. Devoramos los bocadillos que supieron a manjar, aunque no habría sido nada desdeñable un buen plato caliente de sustanciosa comida de cuchara, regada con su buen vino.
Regresamos a media tarde para descansar y disfrutar de una nueva experiencia atesorada.
Cuánto me gustaría que me pudieses acompañar en estas jornadas en la naturaleza, donde el espíritu se vivifica y los sentidos se alimentan de sonidos, olores y silencios.
En cualquier caso, te invito a que practiques este tipo de salidas que tan bien sientan.
En la seguridad de que así lo harás, dejándote envolver por la belleza del entorno, una vez más quiero agradecer el que estés siempre ahí, tan atenta a todo aquello que voy narrándote. De nuevo, gracias.
Cuídate, amiga y hasta cuando quieras, pero que no sea demasiado tarde.
Mis mejores deseos para ti y tu gente.
Un afectuoso saludo lleno de admiración.
2 comentarios:
Jo, Albertito, me has dado un poco de envidia con una excursión tan chula. Bueno, lo de enterrar los pies en la nieve es otro cantar, pero en fin, espero que a tu regreso pudieses enterrar pies y manos en un lugar acogedor, y entrar así en calor.
Que estés pasando un feliz y largo fin de semana. Besósculos sabadósculos, mua!
PD.-Esa misteriosa maleta rodando por la nieve todavía me tiene intrigada...
¡Siempre me causa admiración que te guste hacer senderismo Alberto! pues me pareciera que a falta de contemplar el panorama...el resto solo sería cansancio, pies fríos, e incomodidades mil. Pero ya veo que estoy equivocada, que hay un sin fin de sonidos ,aromas, momentos, que quizá a mi, con aquello de poder ver físicamente, se me escapan y mira por dónde seguramente sean las cosas más importantes...
Yo éste año en septiembre haré una parte del camino de Santiago, lo haré acompañada de un grupo de amigos y haremos etapas de unos diecisiete Km diarios, según me cuentan...
Mil besitos volados.
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