viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes y su alargada sombra

“Yo nací en Ávila, la vieja ciudad de las murallas y creo que el silencio y el recogimiento casi místico de esta ciudad se me metieron en el alma nada más nacer. No dudo de que, aparte otras varias circunstancias, fue el clima pausado y retraído de esta ciudad, el que determinó, en gran parte, la formación de mi carácter…”


Así comienza el libro de Miguel Delibes, “La sombra del ciprés es alargada”, premio Nadal 1947.
Con esas breves líneas quiero rendirle mi más sentido homenaje.
Allá por el año 1990 tuve la ilusión de escribirle una carta manifestándole mi admiración de paisano _de soriano a vallisoletano_ y lo mucho que me identificaba con sus novelas, por reflejar el ambiente castellano del campo. Conseguí su dirección y, ni corto ni perezoso, lo hice. No mucho después, nunca lo olvidaré, recibí una tarjeta manuscrita de su puño y letra. Aún la conservo con ilusión y añoranza.
Hoy, viernes 12 de marzo, en que nos ha dejado a sus noventa años, no puedo por menos que reiterar mi profunda admiración como lector y porque supo mantenerse con máxima dignidad y ejemplo pese a los avatares de la vida.
La defensa equilibrada de la naturaleza como buen conocedor de ella lo hace también merecedor de todo mi respeto. Demostró que la caza no está reñida con la ecología.
No le fue concedido el premio Nobel de literatura, pero yo, y muchos otros como yo, le otorgamos nuestro pleno respeto.
Descanse en paz. Va por usted, maestro de las letras y de la franqeza castellana.

3 comentarios:

amelche dijo...

Muy bien dicho, sí señor. ¿Qué más se puede decir de un hombre así?

Mercedes Pajarón dijo...

Ejemplo de lo que es ser ESCRITOR, sí, en mayúsculas, de lo que significa entender el oficio, sin aditivos artificiales ni mediáticos.

Aprovecho para desearte un buen fin de semana. Quién sabe si es el momento adecuado para plantearse la relectura de alguna de las obras del maestro.

Un besósculo!

Anónimo dijo...

Me ha gustado que hayas hecho una referencia a una gran persona, un gran escritor y un gran cazador que como tú dices, demostró que la caza no está reñida con la naturaleza y con la ecología. Yo también he sentido y he acompañado su muerte.

En El ULTIMO COTO, quiso mostrar su preocupación por la progresiva degradación de la naturaleza y la desaparición de las especies como así es en general. VAYA POR ÉL. LE RECORDAREMOS.
Saludos y buen domingo.

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