Quiero compartir con vosotros mis impresiones acerca de mi último viaje, en este caso a la ciudad de Toledo.
El viaje en tren de alta velocidad muy cómodo, rápido y bien asistido.
Respecto de la estancia en el parador Conde Orgaz: me parece indignante que un establecimiento de titularidad pública y reciente renovación no disponga de accesibilidad para personas ciegas, en cuanto a rótulos en braille, carta de restaurante en braille o una maqueta del recinto, etc.
No me parece de recibo que a la hora de elegir el menú tenga que decidir en base a dos o tres sugerencias del maitre tras preguntarme “¿qué le apetece?” Claro, oiga yo qué sé. Dígame lo que tiene y yo ya decidiré, no decida usted por mí. Para ello, o me lee la carta completa o me la proporciona en braille.
No niego la buena voluntad del personal, pero a los tiempos en los que estamos y a las características del hotel, ha de exigírsele accesibilidad, no voluntarismo.
Aun así degusté una ensalada d salmón y langostinos y una dorada al horno con angulas y de postre helado de mango y yogurt (para cenar) y para comer entrante de cocretas de setas y jamón ibérico y ciervo a la parrilla, con postre de mazapán.
En cuanto a la visita estuvo bien, aunque deslucida por la lluvia. Tuve ocasión de pasear por la plaza de Zocodover, sus calles empinadas y estrechas, además de entrar en la sinagoga del Tránsito y la decoración de trampantojos y damasquinados. La guía se explicó bien y nos dejó que tomásemos su brazo. Nos contó además alguna de las muchas leyendas de Toledo, como la de la Jornada del foso, de donde viene aquello de “pasar una noche toledana” y que, según se dice los nobles de la ciudad fueron pasados a cuchillo.
Me sorprendió la ingente cantidad de turistas con los que nos encontramos y la existencia de mercadillos varios.
Como anécdota final diré que al levantarme, abro la ventana y escucho sonido de agua, supongo que es el Tajo que corre impetuoso. Cuando voy a desayunar y pregunto si es que acaso mi habitación tiene vistas al río, me llevo la sorpresa de que no, que lo que en realidad he oído es el aguacero que está cayendo en ese momento. En fin… cosas de ciegos.
martes, 9 de diciembre de 2008
Toledo
Publicado por Alberto en 3:01 p. m.
Etiquetas: दे De viajes
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3 comentarios:
Me alegro qué lo pasaras bien en mi ciudad a pesar de todos los inconvenientes qué tuviste.Un besito .
Aqui dejando huella para que sepas que no olvido este rincon tan literario y siempre sorprendiendonos.....que fantastico tu viaje y que pena que los ciegos sean los que pueden ver ..
pues como lo cuentas...es verdad hay personas en puestos estrategicos que no ven mas alla de su nariz y olvidan que en el mundo real..se mueven personas con diferentes incapacidades...se tu un embajador de la idea a las cadenas hoteleras y demas centros turisticos...de la carta en braille ..como asi tambien en las puertas de los gabinetes higienicos...
quedarse callado no ayuda a que exitan cambios....un abrazote!!
tu loca amiga margee.
Bueno, pero Toledo valió la pena. Jamás se me habría ocurrido lo de la carta en braille, pero tienes razón, hay que reivindicarla.
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