viernes, 19 de diciembre de 2008

Tres discapacitados viajarán al Polo sur

Una tarde de hace dos años mientras preparaba la cena, a Jesús Noriega se le iluminó la mente cuando escuchó en las noticias que se buscaba a discapacitados para participar en una expedición al Continente Helado: “siempre he querido hacer algo extraordinario y aquella era la oportunidad”.
Así que hizo todo lo que pudo para participar en la expedición Polo sur sin límites, del Programa de Medio Ambiente e Integración de la Obra Social La Caixa.
A Jesús le falta la mano derecha de nacimiento. “Hice pruebas físicas y test psicotécnicos, y finalmente fui elegido junto a mis compañeros de aventura”,
_afirma.
Sus colegas sobre el suelo helado de la Antártida, donde deberán llegar al mismo Polo Sur tras recorrer a pie 250 kilómetros arrastrando su voluminoso y pesado equipaje sobre un trineo con más de 60 kilos, son Eric Villalón y Xavier Valbuena. El primero tiene sólo una visión del 5%, mientras que Xavier perdió una pierna en un accidente de moto.
“Es increíble como nuestro colectivo supera las dificultades de la minusvalía”, _dice Noriega. Cuenta que, pese a ser casi ciego, Xavier demostró una habilidad inverosímil con aguja e hilo, cuando hace un par de meses se entrenaban en Groenlandia: cosió la cremallera de la tienda, rota por el vendaval del exterior.
Xavier está en posesión de ocho medallas de oro en natación en los Juegos Paralímpicos.
En cuanto a Xavier, relata cómo es capaz de no quedarse atrás en las duras marchas sobre el hielo, aunque está obligado a recolocarse de tiempo en tiempo la prótesis para seguir tirando del trineo y terminar la etapa. Jesús Noriega no se considera un aventurero, pero cree que a sus 37 años debe superar el reto que se ha puesto por delante.
“Quiero demostrar que una discapacidad no impide realizar acciones positivas. Quiero que los niños vean que no somos distintos”, _asegura, mientras recuerda los muchos momentos crueles que vivió en su infancia cuando otros chavales bromeaban durante el recreo con la falta de su mano derecha.
“La vida no se acaba por estas dificultades. Puedes tener una vida normal y hacer cosas extraordinarias... incluso enviar un mensaje a los niños para que no sean tan crueles”, _asegura.
Más normal que la vida que lleva Jesús, no es posible. Realizó todos sus estudios como cualquiera y se licenció en la Escuela Superior de Gestión Comercial y Marketing. Años después se casó y ha visto nacer a sus tres hijos, de cuatro, tres y dos años.
Es más, antes de tener 18 años, ya sabía conducir el 2CV de su madre, que tenía la palanca de cambio en el salpicadero y había que empujarla con fuerza y habilidad. Cuando cumplió la edad se examinó del carnet de conducir y le obligaron a hacerlo en un coche con modificaciones.
Aquello no les gustó y un año después pidió un nuevo examen con un coche normal. Tuvo que reunir al profesor de la autoescuela, al examinador y a un médico, y demostrarles dentro del circuito de los exámenes que no necesitaba nada adicional para manejar un automóvil. Se lo concedieron.
También intentó lo mismo con el carnet de moto. Pero no le dejaron. No obstante, Jesús ha llegado a la entrevista en moto normal. “Me podrían sancionar”, _asegura.
Su aventura antártica comenzará el mismo día 1, cuando volará hasta Punta Arenas, Chile. De ahí otro avión les trasladará a Patriot Hills, cerca del Polo Sur, aunque a 250 kilómetros. No irán solos. Por detrás de ellos les acompañarán dos guías de gran experiencia polar: Ramón Larramendi e Ignacio Oficialdegui.
Y aún más detrás irá Montse Gracia, directora de la expedición. Juntos deberán llegar a la base estadounidense Admunsen-Scott, situada en el Polo Sur.
Para dar contenido científico a la expedición, durante el recorrido irán recogiendo muestras del hielo cada día. Las conservarán hasta su llegada a Punta Arenas, donde Josep María Gili, profesor de Investigación del CSIC e investigador antártico, analizará los testigos de hielo a la búsqueda de algún rastro de la contaminación dispersa por el resto del planeta. Los resultados se darán a conocer posteriormente.
Con el arrojo y voluntad que imprime Noriega a esta aventura, espera superar algunos momentos más amargos de su vida. recuerda aquel día que fue a una entrevista de trabajo concertada por un amigo suyo, al que el entrevistador le dijo horas después: “¿Cómo se te ocurre mandarme a un inválido?”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se me pone la carne de gallina cuando leo historias como estas. Es lo único que me llega realmente al corazon.
Como personas que tienen alguna dificultad añadida tiran paralante, y otras sin dificultades, no tengan ganas de vivir.
Pero por llegar a conclusiones, quizás estas segundas tengan la dificultad en la mente. Y por no estar a la vista,... no se considera "discapacidad". Y yo si que creo que es una discapacidad, y la mayoria de las veces mas incapacitante que una que sea fisica.
Nuria.

brujita dijo...

Se demuestra una y otra vez que la discapacidad está más en el espiritu que en el cuerpo...el afán de superación hace valientes.

besos.

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