sábado, 13 de septiembre de 2008

El arriero

Arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Así reza aún uno de los dichos del refranero castellano.
Mi abuelo paterno lo fue y muchos otros de mi pueblo también lo fueron. Para ellos va mi recuerdo. Aún hoy mi padre me cuenta anécdotas de aquellos tiempos como aquel que se encomendó a la Virgen del Pilar en medio de una granizada cuando iba con el carro y como ésta le salvara, pintó el toldo con su imagen o aquellos que al no cantar el gallo a la hora acostumbrada, en una posada, lo raptaron y lo llevaron a “arreglar” en un buen guiso de pepitoria.
En fin…

El arriero fue, durante siglos, el alma de los caminos. Su oficio consistía en conducir bestias de carga, bien para llevar mercancías de un lugar a otro o para comerciar con los géneros que transportaba. Digamos que era un poco como el camionero actual y, sin él, los géneros no hubieran llegado a parte alguna.
En ocasiones, llevaba reatas de caballeríasa ferias y mercados para su venta, o simplemente porque había que transportarlas de un lugar a otro.
El arriero ajustaba su paga y allá que iba por esos mundos de Dios.
Tenían fama de ser bebedores y de pararse en todas las posadas. Quizás las largas jornadas, solos, en compañía de los animales, despertaban en ellos la necesidad del contacto humano que podían encontrar en tabernas y fondas, además de ser aficionados a tentar a las mozas que atendían estos establecimientos que, en un mundo de hombres, ya estaban curadas de espanto. Sabido es que en estos lugares, y en esas épocas, el vino corría en abundancia porque era la única bebida conocida que estaba al alcance de todos. Consecuencia lógica de catar el vino generosamente, es que la lengua se les soltaba y tenían también fama de echar votos y reniegos. Si ya es difícil entenderse con los humanos en su mismo idioma, qué no sería hacerlo con bestias de carga y andar trajinando con ellas el día entero.
Al que le gustaba correr mundo y aventuras, el oficio le venía que ni pintado, aunque era duro, con frío o calor, con lluvia o nieve, andar transitando por caminos que distaban mucho de ser seguros y cómodos. Entonces, el tiempo no tenía el valor que ahora le damos, y es de suponer que se tomasen el viaje con calma, siempre que no llevasen mercancías perecederas o tuvieran que llegar a una feria en un día concreto.
Los arrieros empezaron a desaparecer cuando evolucionaron los medios de transporte y las caballerías se fueron acabando con la llegada de los vehículos de motor y se produjo el éxodo rural a las ciudades, con el consiguiente despoblamiento de los pueblos. Hoy, las mercancías, los animales racionales e irracionales, nos desplazamos en coche, camión, ferrocarril o avión. Con las prisas de nuestra sociedad, no hay posibilidad de hacerlo de otra forma. Pero con el arriero, además de un oficio, desapareció toda una forma de vida.

4 comentarios:

brujita dijo...

¡Bien venido Alberto!...
¿Que buenos recuerdos me traen tus palabras, de niña pasaba las vacaciones en una finca, y cuando pasaba el "buhonero" nos solía llevar un rato con él (a una amiguita y a mi) y que curiosas historias nos contaba... él me enseñó el "Gaudeamus igitur" y cada vez que lo pienso me parece más raro, puede que la mejor de las historias sea la que no nos contó...¡La propia!
Un abrazo

amelche dijo...

Recuerdo que en un cursillo aprendí que algunos arrieros de los que nombras iban de las montañas a la costa de Alicante de noche cargando hielo de los pozos de nieve de las montañas. Al llegar a la costa lo vendían a los hospitales (para bajar la fiebre), a los heladeros (así surgió la industria heladera de mi tierra) y a los pescadores. Como llegaban al amanecer, compraban pescado o lo cambiaban por el hielo, y volvían a la montaña para aprovechar el viaje y hacer negocio otra vez.

Alberto dijo...

Me encanta el que compartáis estos recuerdos vuestros que enriqecen notablemente lo que yo pueda aportar.
Besos para las dos y buena semana.

Anónimo dijo...

Un buen recuerdo para los arrieros como alguno de nuestros abuelos. También se relaciona con dicho vocablo el tema culinario y a nadie se le puede escapar poqué es...así en Argentina la Arepa de arriero, cocido maragato, en Brasil el Arroz carreteiro o en
España el Bacalao al ajoarriero y en Covaleda o en toda la tierra de pinares soriana en general el "ajo carretero" o popularmente "soparra" que algunos cercanos cocinan y me hacen degustar algún que otro verano en nuestro pueblo.

Saludos.

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