domingo, 6 de julio de 2014

Conversaciones de madrugada con la Vieja Dama



Buena noche de domingo. Feliz semana.
Aquí mi nuevo cuento desde las sombras.
Un abrazo y que estés bien.

Conversaciones de madrugada con la Vieja Dama

-Tíííííaaaaa, va, porfa porfa porfa. Oséa, date una vuelta y déjame que tengo cita con la manicura a las 11 y no estaría bien que te me lleves con estas pintas. No estoy maquillada ni me han hecho los rizos. Va, tía, tía tía, joooo. No te me lleves aún. Es que, oséa, me pillas mal. Mañana, después de que termine la fiesta de Pilarín y Cuquito puedes hacer conmigo lo que quieras. Bueno, tía tía tía, no. No me cortes con esa guadaña tan fea y tan roñosa que usas. Si quieres yo mañana compro un estilete de diamantes de la marca Puñalín y lo hacemos bien. Es que, tía tía tía, mi cuellecito es muy delicado. Bueno, es que, no te lo tomes a mal, pero mira que vistes mal, ¿eh? No vas a la moda, tía. Tienes que venir conmigo de compras, tía.
La Vieja Dama sin hacer comentario alguno, parca como suele, da un certero tajo en el pijo cuello de Chavelí. La ha despachado sin más, eso sí, empachada de tanto tía tía tía y con sus ojos gélidos, cuando la aurora asoma por el horizonte en determinada céntrica calle a la que da la discoteca fashion de la que salía a eso de las 5 de la madrugada una elegante muñequita de porcelana rayana los cuarenta años.
Los amigos y familiares de la pija se lamentan de cómo han encontrado el cuerpo, mellado sin cuidado alguno por unos dientes herrumbrosos de guadaña. Si al menos hubiera tenido compasión de ella… con lo fina y cul que siempre fue la pobre Chavelí y acabar así.

-Disculpe, hermosa doncella. Yo creo que a usted la haría feliz un hombre como yo, conquistador de amores, galante como nadie, todo un caballero. Ya sé que a usted ningún hombre la ha conquistado. Pero es que yo, si me da una oportunidad, la haría la reina del amor. Que no ha nacido hembra que se le resista al Manolo. Déjeme que le diga que tiene unos ojos como la noche sin luna, llenos de misterio y enigmas, que su boca es como una tarta de fresa, su cuerpo como el sarmiento de la viña de uvas moscatel. Vamos, mujer, que mis brazos son la fábrica del placer y no te digo nada si  pruebas mi estaca.
La Vieja Dama, incólume a galanteos y zalamerías no lo duda. Clava su guadaña en el corazón de aquel fantoche. Engreído donjuán. Lo hace con saña y brutalidad. Por todas las mujeres a las que él rompió el corazón.
Cuando pocas horas después, a eso de media mañana, lo encuentren, más de uno se dirá que ha tenido su merecido. Aquellos que tanto le envidiaban en vida, ahora son los que más critican su egoísta talante mujeriego, sordo siempre a las heridas que producía en las almas de tantas como cayeron en las trampas de sus trucos de seductor.

-Vamos, no lo dudes. Llévame contigo. Estoy muy cansado. Me duele mucho. Nada hay que me ate a la vida. Este cáncer implacable, la soledad del abandono, los años. Mi vida está cumplida. Es tu hora, la madrugada siempre lo ha sido. Sé que estás en la cabecera de esta cama. No lo dudes, actúa conforme tu deber. Lo sé, sé que muchas veces te reté, me burlé de ti y te desprecié. Lo sé, pero ahora te imploro que tengas piedad de mí y acabes con mi calvario.
Esta vez sí, la Vieja Dama sonríe malévola, expulsa su fétido aliento sobre aquél que tanto le implora y… pasa de largo.
Cuando le visiten las enfermeras y el médico de turno para verificar sus constantes vitales tan precarias, se volverán a sorprender. Cómo es posible que aún viva aquel hombre al que dieron por desahuciado hace tanto tiempo. Es increíble. Saben que sufre, que por mucho que las drogas hagan su efecto sigue sufriendo. Deberían aplicarle la muerte paliativa, pero no pueden hacerlo. Tal vez mañana… después de otro amanecer…

-Señora, perdóneme. Mis hermanitos y yo necesitamos a mis padres. Mis padres son muy buenos, ¿sabe? Bueno, algún día nos regañan, pero sé que nos quieren. No se los lleve aún. Son muyh jóvenes y muy buenos, por favor, señora. Yo le prometo que me voy a portar bien y… no sé. Si quiere le doy mi álbum de cromos y mis coches de juguete. Son mi tesoro, pero se los podría dar a cambio de que deje que mis papás vivan.
Mientras toñito, en sueños, habla así, entre lágrimas, a una vieja señora fea en el quirófano del hospital están operando simultáneamente a una pareja a la que acaba de traer la ambulancia, tras un brutal accidente. Ellos se dirigían a casa, después de haber dejado a sus cuatro hijos al cuidado de los abuelos para que pasaran el verano y un conductor suicida, un loco que conducía en dirección contraria les haya envestido sin que ni siquiera se detuviera a comprobar el daño que su loca imprudencia ha ocasionado.
-Por favor, señora _Toñito continúa hablando en sueños_ no se los lleve aún. Aunque se queden paralíticos, deje que vivan. Yo les cuidaré.
¿Será capaz la Vieja Dama de compadecerse de ese mocoso? No.
Una llamada de teléfono despierta a los abuelos a las 7 de una mañana de julio en el pueblecito malagueño donde residen. Ellos aún no saben lo que sí conoce el bueno de Toñito. La Muerte no le ha escuchado. ¿Olvidará alguna vez aquel sueño que de niño tuvo? ¿Creerá, acaso con el tiempo que simplemente fue una pesadilla?

-No es verdad que yo sólo actúe de madrugada. Es cierto que es ésa una buena hora para mí. Hace fresquito, el día nuevo despierta las ilusiones del mundo y a mí ya me va bien. Pero mi trabajo no tiene hora, en realidad. Los humanos se empeñan, muchas veces, en ponérmelo fácil, en hacerme ir a destajo. Recuerdo, cómo olvidarlo, aquel campo grande en la polaca católica. Aüswitz, creo que se llamaba. Y tantos otros sitios en los que no disponía ni de un instante para limpiar la sangre de la guadaña. Algún día escribiré acerca de mis sentimientos. Algo hizo, digo al hablar de mí, aquella novela de título “La ladrona de libros”. Está muy bien, como ejemplo, pero ¿y todas las veces en que se han burlado de mí y luego me han pedido ayuda? ¿Y cuando me han tachado de falta de sentimientos? Con la tal Chavelí no fui capaz de perdonarla, semejante lenguaje tan empalagoso y semejante falta de seso a sus años; con el fantoche donjuán es con quien menos tuve dudas, lo merecía y más aún habría tenido que ensañarme con sus despojos; con el petulante viejo avaro, me pareció que debía aguardar turno; y con los padres de aquel niño que tanto me suplicaba, lo hice por ellos, habrían sufrido mucho viéndose inútiles meros objetos que respiraban, ése  iba a ser su futuro, lo hice por ellos aunque Toñito no lo comprendiera. Hay tanta gente que no me comprende…










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