lunes, 24 de noviembre de 2008

Mi camino me lleva a Tíbet

Sabriye Tenberken perdió la vista a los doce años. A partir de ahí, su vida se convirtió en una aventura que le llevó al Tíbet para ayudar a los niños que, como ella, se habían quedado ciegos .
Os pongo aquí una entrevista que concedió al diario de la discapacidad Solidaridad Digital y que nos acerca su testimonio:

A los doce años perdiste la vista ¿cómo fue y cómo lo superaste?
Realmente comencé a perder la vista con nueve años y me quedé ciega a los doce, como dices. Al principio, tuve problemas para identificarme con la ceguera.
Fue entonces cuando decidí irme a un internado especial para ciegos y allí conocí a otros niños como yo. Eso me ayudó a entender, a darme cuenta de que se puede ser ciego y sentirse orgulloso de uno mismo, de lo que se sabe hacer, a pesar de la ceguera. Eso me ayudó mucho.
¿Por qué te interesó desde joven todo lo relacionado con el Tíbet?
El primer contacto se produjo cuando visité una exposición sobre el Tíbet. Los organizadores fueron muy amables y, al ver que era ciega, me abrieron las vitrinas donde tenían objetos como instrumentos tradicionales, tazas especiales, etc. Fue el contacto físico y los olores que permanecían en los objetos, lo que me gustó y me hizo pensar en la posibilidad de estudiar tibetología e ir allí.
¿Qué te impulsa a lanzarte a ese proyecto, a esa aventura de ir al Tíbet y adentrarte en su cultura?
Precisamente el hecho de que era una aventura, eso me motivó. Siempre me ha gustado afrontar retos y poder viajar sóla, porque cuando viajo acompañada de una persona vidente, como es mi novio, la gente se dirige a él y le preguntan si yo tengo hambre. Entonces yo les digo: 'sí, ella tiene hambre, pero también sabe hablar, también es una persona, a pesar de ser ciega' (refiriéndose a ella). Cuando estoy sola soy capaz de comunicarme mejor con la gente y me siente más ser humano.
Entonces decides viajar al Tíbet, y el primer viaje es a caballo...
Sí, decidí hacerlo a caballo porque cuando estoy en un todoterreno, entre los paisajes y los olores, se interpone una ventanilla, un cristal. Y a caballo se puede oír, sentir el viento, escuchar el agua, oler... es más directo.
Y en ese "sentir" ¿que es lo que te hace impulsar el proyecto con los niños ciegos del Tíbet?
Bueno, en realidad cuando viajé allí ya había decidido que quería llevar algún tipo de proyecto. Pero me influyó mucho un académico de mi Universidad en Alemania. Él, observó que yo había elaborado un sistema de braille para el tibetano que les permitía leer y escribir. Así que, me animó y decidí poner en marcha el proyecto.
¿Qué es lo que te encuentras allí? Supongo que la vida de estos niños ciegos en el Tíbet no tiene nada que ver con lo que podemos conocer aquí ¿no?
Pues había momentos muy deprimentes porque estos niños son atados a sillas. Había niños que no podían andar con cuatro años por carecer de musculatura, porque en su cultura creen que al ser ciegos no pueden andar. Había algunos niños que estaban encerrados en habitaciones oscuras por el hecho de ser ciegos.
Es el caso de un niño que está con nosotros y que llevaba once años encerrado, y que ni tan siquiera hablaba.
¿Dónde estaban estos niños? ¿En sus casas, en orfanatos?
La mayoría viven con sus familias, pero viven marginados. Esto es una vergüenza. Las familias creen que se trata de un castigo por alguna acción mala de una vida anterior.
¿Cómo aceptan que tú te lleves a los niños a un centro como el que creaste en el Tíbet?
Jamás separaríamos a los niños de sus familias si estas estuvieran en contra. No ha habido gran oposición porque los padres vieron que yo soy ciega, pero monto a caballo, viajo, tengo una educación... Entonces pensaron que sus hijos también podían hacer lo mismo.
¿Has cambiado su tradición?
En cierta medida sí. Si antes creían que esto era un castigo y que sus hijos estaban poseídos, cuando les ven en la escuela, que bailan, que son felices, y que hacen planes para el futuro, se dan cuenta de que esto no puede ser un castigo.
¿Cómo trabajáis en el centro? ¿Qué les enseñáis?
Les enseñamos los distintos métodos de braille para los idiomas tibetano, inglés y chino. Les enseñamos habilidades relacionadas con su movilidad, con el día a día. Algunos son formados y trabajan con ordenadores, otros aprenden oficios como los masajes, que están muy valorados... Pero lo más importante es que aprendan a superar la tristeza inicial por estar ciegos, la vergüenza asociada a ser ciegos, y que sean capaces de hacer frente al mundo y decir:
'si soy ciego, pero puedo hacer muchas cosas'. Un día uno de los alumnos dijo: 'no puedo conducir un taxi, pero podría ser el dueño de la empresa que lleva los taxis'. Lo más importante es la autoestima.
¿Qué es lo que te queda a ti?
Lo que he aprendido es que hay gente que ve, y levanta barreras en su propio camino. Me he dado cuenta de que puedo superar todas las barreras si tengo la confianza suficiente en mí misma. Es muy importante que todos aprendamos nuestros métodos personales de superación. He perdido el miedo, me gusta afrontar los retos. Antes me daba miedo no coger el autobús adecuado, por ejemplo, y ahora se que tengo la suficiente energía para afrontar esa situación si es que ocurre.

Si queréis conocer más en profundidad la trayectoria de esta mujer valiente podéis leer su libro:
MI CAMINO ME LLEVA A TÍBET
SABRIYE TENBERKEN
Editorial Maeva, 2004. 256 páginas.
Sabriye Tenberken se quedó ciega a los doce años. Su gran interés por Tíbet la llevó primero a elaborar ella misma un método para leer el tibetano en braille y, después, a proyectar la construcción de una escuela para niños ciegos en un país donde las circunstancias son especialmente duras para cualquier discapacitado. En Tíbet, gran parte de la población cree que los ciegos están poseídos por demonios, razón por la cual esconden a los niños invidentes, sin darles ninguna educación. Junto a una joven tibetana, Sabriye visita las regiones más remotas del país viajando a caballo y comprueba en qué pésimas condiciones viven los niños invidentes de Tíbet. Decidida a llevar a cabo su proyecto cueste lo que cueste, Sabriye tiene que luchar en diversos frentes. Debe superar las numerosas trabas burocráticas que dificultan su labor y enfrentarse a la desconfianza, tanto la de la organización alemana que gestiona la construcción del centro, como de la población local. Pero a pesar de todos estos problemas, a pesar también de su propia minusvalía, Sabriye, con el apoyo de su compañero Paul y de la profesora tibetana Nordon, sigue luchando para llevar a buen puerto su proyecto.

3 comentarios:

amelche dijo...

Tiene pinta de ser un libro muy interesante.

brujita dijo...

Me admiro ante la capacidad de superación, y la valentia de ésta mujer toda fuerza...

un beso

albita dijo...

me encanto tu libro espero que seas toda la vida asi de valiente y de decidida un besazo wapa!!! =)

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