Algo más de mí, 2

Y aquí os entrego la segunda parte de este hablar un poco más de mi.
Os hablaré de miedos. Dicen que alguien que no pasa miedo, no es humano. El temor es consustancial a unos seres humanos que se saben limitados. Por tanto aquél que dice no tener miedo a nada… creo que termina por caer en la temeridad.
Otra cosa son las fobias. Esto nos convierte en enfermos. El miedo se hace patología.
Pues bien, yo quiero confesaros mis temores. Porque sí, soy moderadamente miedoso, aunque por otra parte un ciego que vive solo y que aspira a llevar una vida integrada no puede tener excesivo miedo, porque sino es incapaz de cumplir su propósito.
Aquí van algunos de los míos:
Cuando voy por un pasillo en medio del vacío a derecha e izquierda temo desviarme y pese al bastón, es inevitable que casi arrastre los pies. Esta situación se produce en las estaciones de Metro que tienen andén central o en los puertos con las dársenas correspondientes.
A que al volver una esquina a alguien se le traben los pies en mi bastón y se caiga. Os aseguro que es una sensación muy fuerte escuchar cómo cae un peso muerto y preguntar qué ha sucedido y que nadie te conteste porque es una persona mayor que ha quedado traspuesta. La impotencia toma cuerpo.
A pisar una placa de hielo cuando ha nevado.
A ser una carga para alguien el día de mañana, a no valerme por mí mismo por haber perdido la capacidad de pensar.
A defraudar a un ser al que quiero, a mi familia o a esos amigos que han estado ahí en todo momento y que yo no sepa darles respuesta cuando me la pidan.
A no poder dormir por el ruido de vecinos que no piensan sino en su libertad de hacer lo que les plazca por estar en su casa.