viernes, 15 de febrero de 2008

Origen de algunas frases hechas

Por si alguna vez os habéis preguntado acerca del origen de estas expresiones que, quien más quien menos, todos las hemos usado alguna vez.


Estar sin blanca:
La expresión popular "estoy sin blanca" que se utiliza en el lenguaje coloquial para expresar que no se lleva dinero encima o se anda escaso
del mismo, procede de una moneda llamada Blanca del Agnus Dei acuñada en el año 1386 durante el reinado de Juan di de Castilla y León con motivo de las
guerras contra el Duque de Lancaster. La moneda era de plata y cobre aunque de aspecto blanquecino. Con el tiempo, la moneda fue devaluándose acuñándose
toda de cobre, siendo muy poco su valor.

Es peor el remedio que la enfermedad:
Luisa de Orleáns, esposa de Carlos II el Hechizado que fue el último monarca de la casa de los Austrias en España, sufrió una
aparatosa caída de caballo en febrero de 1689. Al día siguiente su estado empeoró y los principales médicos del reino intentaron poner remedio a su dolencia,
para lo cual, según la ciencia médica de la época, se le aplicó en el vientre "rebanadas de molletes (panecillos) empapadas en vinagre de Lucena". La reina
murió a los pocos días.

A buenas horas mangas verdes:
En el siglo XIII, en Castilla existía una institución para defender el orden público: la Santa Hermandad, que alcanzó su apogeo
durante el reinado de los Reyes Católicos. Éstos vestían un chaleco de piel que dejaba al descubierto las mangas de la camisa, que eran de color verde.
Por eso se llamaban, además de cuadrilleros (iban de cuatro en cuatro), mangas verdes. Parece que este cuerpo fue eficaz en sus primeras épocas, pero que
luego fue perdiendo efectividad y que nunca llegaba a tiempo al lugar donde había un crimen. De ahí provenía la expresión : ¡A buenas horas, mangas verdes!.

Costar un ojo de la cara:
¿Cuántas veces hemos usado la expresión "un ojo de la cara"? La primera persona que la utilizó, el conquistador Diego de Almagro, al perder
un ojo en el asedio a una fortaleza inca. Al presentarse ante Carlos I se lamentó que "El negocio de defender los intereses de la corona le había costado
un ojo de la cara". Tanto insistió en este hecho que pronto esta frase se difundió entre los soldados en referencia a algo peligroso o complejo, llegando
así hasta nuestros días.

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