Los dos próximos artículos o bosquejos, como diría mi querida Margee, los dedicaré a hablaros un poquito más de mí. Y es que llego con ellos al centenar de entradas, algo increíble cuando comencé esta aventura virtual que dio a luz a este niño que, gracias a vuestro estímulo, va creciendo.
Os contaré aquí cosas que recuerdo de cuando veía y cómo fue el darme cuenta que algo pasaba porque las imágenes se me hacían borrosas.
Hace de esto algo más de veinte años y no he olvidado aquella sensación aunque sí empiezan a desaparecer de mi memoria las cosas que hasta entonces veía. Pero bueno, algo queda.
Eran las navidades de 1987, me encontraba cursando 3º de Geografía e Historia. Entre otros deberes para las vacaciones me había caído la elaboración de un trabajo sobre Estados Unidos. Para su realización había sacado varios libros de la biblioteca. Me di cuenta que las letras estaban borrosas, que no distinguía lo que ponía. Pensé que sería cosa del mal estado de los ejemplares. A la vuelta al cole quise cambiar aquellos libros, pero no, tuve que asumir que no era cuestión del estado de su letra, sino del estado de mis ojos.
¿Y qué recuerdos me quedan de haber visto?
Cuando sueño percibo con nitidez colores: el cielo azul, el ocre de los barrancos o el plumaje de los pájaros.
Recuerdo a mis padres cuando caían rendidos al calor del brasero, después de cenar, cansados del duro trabajo del campo.
Las mieses de cereales ya maduras y prestas a ser cosechadas, amarillas y tostadas.
La melena de una chica que le llegaba hasta la cintura. Era rizada, abundante y de color cobrizo.
La figura de mi abuela Susana sentada en una silla baja con su delantal de cuadros negros y blancos cosiendo al atardecer, y cómo yo le llevaba la leche en una cantarilla de color verde, después de haber ido por ella.
Aquel barco anclado en el puerto de Barcelona que pertenecía a la flota norteamericana, algo gigantesco del que salían marineros negros. Era tremendo, ocupaba toda una parte del muelle.
Los libros que contemplaba a través del escaparate de las librerías y que me tentaban con sus cubiertas llenas de colorido y de promesas.
El mapamundi que nos ponía el maestro en la escuela, también repleto de colores.
Cómo no, el mar. Tan azul a ratos y en ocasiones verdoso.
El declinar del sol, al atardecer. Unas veces rojo y otras amarillo
El desfile de las fuerzas Armadas al que me llevó mi padre y mi tío, en Zaragoza. Los uniformes, la música, los tanques…
Y ya al final, los fuegos artificiales que brillaban en medio de la noche: violetas, anaranjados, verdes, amarillos.
Ya nada queda de todo eso. Ahora es el oído, el olfato y las manos los que han sustituido a aquellos recuerdos.
No quiero entristeceros, al menos lo viví y pude aprender que siempre puede disfrutarse de la belleza de las pequeñas cosas que nos rodean, si sabemos mirarla, no importa cómo, el caso es que nos detengamos a ello.
lunes, 4 de febrero de 2008
Algo más de mí, 1
Publicado por Alberto en 9:08 p. m.
Etiquetas: अ Así soy
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4 comentarios:
Qué bonitas palabras pusiste en mi blog ,muchas gracias Alberto .Buenas noches para ti tambien ,me alegra que mis humides letras os gusten .
Hay cosas que nos pasan en la vida que son difíciles de aceptar. Los recuerdos regresan.
Cuando algo sucede en nuestras vidas que encontramos difícil de aceptar, tenemos que decidir si hay algo que podamos hacer para cambiar las cosas. Si lo hay, debemos hacer lo que podamos para que todo esté de nuevo bien.
Pero si hemos hecho todo lo posible, y en nuestro corazón sabemos que ahora no hay nada más que hacer, ... dejemos que se vaya... ...
Después de haber repasado los "qué hubiera pasado si" y los "por qué", quizás aprendamos una lección valiosa.
Aprender a dejar pasar las cosas, en vez de preocuparnos por lo que pudo haber sido, con el tiempo podría ser más valioso que aquello que hemos dejado de hacer.
Hay momentos en que la vida cambia en un instante, nunca olvides que aún habrá momentos en que lo imposible se tornará un sueño hecho realidad.
Nunca dejes de soñar, porque soñar es el principio de un sueño hecho realidad.
Sólo quien cree en la realidad de los sueños está realmente vivo. Siempre adelante.
Todo esta en nuestro cerebro.El truco es saber ver la luz, y permitir que te deje brillar...que verás... ... como el que más.
No olvides:
1.- Cada día sale el Sol en nuestra vida!!
2.- Ser realista es la mejor de las opciones para afrontar el futuro esperanzador.
Gracias a ti, ser anónimo que me has dejado estas muy ciertas palabras. Te aseguro que soy consciente de ellas, pero no por eso a veces me invade la nostalgia. Decir lo contrario, por muy asumido que tenga eso de ser cegato, es inevitable que haya momentos en que los recuerdos ganen terreno al futuro.
Pues que la nostalgia no te invada nada más que lo justo, sé realista y piensa en el presente y en el futuro ESPERANZADOR.
Un saludo y gracias por tu blog que es toda una lección para muchos de nosotros.
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