martes, 23 de febrero de 2010

Tonga: el lugar donde sale el sol


Tonga es un archipiélago curioso, que presume del raro privilegio de ser el lugar del mundo donde oficialmente sale el sol. Por aquí pasa la Línea Internacional del Tiempo y mientras que es domingo en Tonga, en la cercana isla de Samoa es sábado. Suena raro, pero en algún sitio tiene que empezar teóricamente el día y los convencionalismos internacionales han querido que sea así...


Formalismos aparte, es un país independiente formado por 170 islas, la mayoría deshabitadas y unas 45 pobladas por poco más de cien mil habitantes y agrupadas en cuatro grandes archipiélagos: las remotas Niuas, que mezclan sus formas volcánicas con sus aguas coralinas, Ha'apai con ese mosaico de islas de nombre imposible de recordar, Vava'u con sus decenas de bahías y pequeñas playas y Tongatapu, que tiene el honor de ser la parte más grande y contar con la capital.
Los primeros en avistarlas habían sido los holandeses, seguidos por los ingleses, pero fueron los españoles quienes tomaron posesión de las islas en nombre del Rey de España. Francisco Mourelle de la Rua fue uno de los representantes del marino–científico ilustrado español, al servicio de un imperio ya en declive.
Desde joven, sintió la llamada del mar, pero su escaso patrimonio (era hijo de pescadores) no le permitió ingresar en la Real Compañía de Guardiamarinas y tuvo que conformarse con la Academia de Pilotos del Ferrol. En 1775 partió hacia Trinidad y sólo tres años más tarde fue nombrado primer piloto del puerto de San Blas, en México, del que partían las expediciones hidrográficas españolas para la Alta California. Allí fue donde conoció a otro marino, Juan Francisco Bodega y Cuadra. Junto a él exploró la costa de California con la misión de llegar a la máxima altura posible de las costas de Alaska.
Su intención era llegar a Siberia, pero las tempestades les obligaron a regresar. Y aquí cambió de escenario. Fue destinado a Filipinas y en uno de los viajes de regreso a México, empezó a descubrir nuevas tierras. Primero fueron algunas de las Salomón. Después el grupo de las Vava'u, en Tonga. Debió de ser un impacto extraordinario encontrar a aquellos isleños que veían por primera vez al hombre blanco. En la primera isla no halló refugio y la llamó Amargura. Sin embargo, descubrió un magnífico puerto en Vauva’u al que llamó Puerto del Refugio, como todavía se le conoce.
Llamó al archipiélago Islas de Mayorga, en honor del virrey de Nueva España, Martín de Mayorga, y al grupo de las Ha'apai las llamó Islas Gálvez en honor del entonces ministro de las indias, José de Gálvez. Así se siguen llamando hoy: el grupo Mayorga y el grupo Gálvez. Tubou, el monarca de las islas, entabló una gran amistad con Mourelle e incluso le
ofreció a su propia hija. Nuestro marino la rechazó cortésmente y pidió provisiones de agua y fruta. Al menos, así quedaron en las crónicas...
Sólo un mes permanecieron Mourelle y sus hombres en este lugar paradisíaco sin ningún incidente con los indígenas. Las descripciones sobre su estancia nos hacen recordar tantas películas sobre los Mares del Sur. Mourelle es poco conocido, pero sus expediciones y sus mapas le sitúan a la altura de otros navegantes tan célebres como Cook, Bouganville o Malaspina. Los informes de Mourelle fueron la causa de que la expedición científica de Malaspina se detuviera en estas islas.
A la larga, la posesión española se quedó sobre el papel y Tonga siguió teniendo sus propios reyes. Para los europeos siempre fueron las Islas de la Amistad y hoy, dos siglos después, este pequeño país al noreste de Nueva Zelanda, sigue sufriendo lo que se llama el síndrome del paraíso: la vida se vive tranquilamente, sin estrés ni violencia, y hasta han podido escapar de la moda light que uniformiza al resto de las civilizaciones. Muchos de sus habitantes están inmensamente gordos y no son infelices sino todo lo contrario. La elección de Miss Vava'u refleja como los michelines polinesios, el aceite de coco y las danzas insinuantes tienen aquí otros parámetros.
De Mourelle todavía se guarda algún recuerdo en Tonga: una placa en el centro de Nieafu, capital de las Vauvau, que recuerda el descubrimiento de Mourelle a bordo de su fragata Princesa. De aquel reino de España de cuyo imperio formaron parte algún día, no tienen ni noticias. Ni falta que les hace. ¿Y qué fue de aquel ilustre marino? Pues continuó viajando, visitó China y terminó combatiendo en las guerras napoleónicas, protagonizando varios hechos navales heroicos. Dos décadas más tarde, pasó a tierras americanas a sofocar la rebelión de las posesiones coloniales. Murió en 1820 y hoy sus restos reposan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz).

Fuente: http://www.ocholeguas.com/

1 comentario:

Mercedes Pajarón dijo...

Bueno, bueno, bueno, Albertito. Tu entrada me ha transportado a una de esas playas paradisíacas que tanto me gustan, con arena suave y acogedora, aguas cálidas y cristalinas, y palmeras, muchas palmeras. Quién pudiera estar ahora en una de esas islas, ayy...

Mañana te diré si he soñado con una playa así. Buenas noches y besósculos tongósculos, a la espera de que salga el sol. Mua

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