sentirse bien

Ya hos he hablado, en el post anterior, de lo que ha supuesto para mí el hecho de haber votado en braille, por mí mismo.
Ahora quiero haceros un balance más amplio de este fin de semana histórico.
Me sentí bien el viernes cuando en la estación de tren de Atocha RENFE, el servicio de acompañamiento a personas discapacitadas me ayudó a subir al tren que me llevaría a Zaragoza de una forma amable y cálida. Pidieron que abriesen el control de pasajeros para mí solo. Es cierto, siendo coherente, debería protestar por esto y pedir que pasase cuando el resto de viajeros. Pero, qué queréis que os diga, a uno le alegra que seas el primero, que te abran la puerta antes que a los demás.
Me sentí bien cuando disfruté de mi familia, de mis padres, de mis sobrinas y de mi hermano y cuñada. Estar en casa, poder compartir charla y compañía… realmente es muy hermoso.
Me sentí bien cuando hicimos una pequeña excursión al Alto de la Bandera, el punto más elevado de mi pueblo, ubicado a una altitud de 1089 ms. Sentí el vacío, el ulular del viento, el sonido de algunas aves carroñeras. Dicen que desde ahí se divisan numerosos pueblos y las montañas de la Cordillera Ibérica y, con suerte, hasta los Pirineos.
Y me sentí bien votando, siendo el protagonista de una anécdota que fomentó la curiosidad por saber algo más de mí.
Emoción, gratitud y estímulo para seguir avanzando.