domingo, 22 de junio de 2014

Fuego y luz



Paz y bien, Feliz domingo.
La luz y el fuego son estos días protagonistas. El solsticio de verano y la noche de San Juan convocan a la renovación y a la efervescencia de la vida en plenitud.
Ritos y símbolos de purificación y renovación. Fiestas por doquier, terrazas, agua en fuentes y piscinas, sonidos distintos en el pisar, más ligeros, lo mismo que los vestidos, más livianos, más cortos.
Y entonces, alguien que es ciego, ¿qué ha de hacer si ni ve la luz ni el fuego?
Bueno… algo sí puede hacer.
Se siente el calor, se escucha el fragor, se imagina el brillo. Fantasear, soñar, recordar.
George Eliot dijo: “El mejor fuego no es el que se enciende rápidamente”. Es verdad, lo lento, se saborea más, dura más. La yesca seca arde rauda, pero se apaga rauda. Los fuegos artificiales son fulgurantes, pero… A cambio, el fuego creado a partir de una madera recia, de una combustión pausada, se dilata. ¿Hablo acaso de fuego? ¿O será del placer de lo que hablo? Ummm.
Ah, el fuego. Ese poder robado a los dioses, esa revolución del ser humano, esa conquista del hombre a los dioses y a la naturaleza. El fuego que nos protege de las fieras y transforma la materia prima en arte culinario. El fuego. La llamita que arde en el fondo de los ojos del que está enamorado.
¿Y la luz?
Bueno, la luz se enciende al pulsar el interruptor de la sonrisa. ¿Puede ser?
La luz para mí es la ilusión de querer superarme, de disfrutar de buenos momentos en compañía.
Víctor Hugo dijo: “En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.” Ja, pero para quienes no podemos, ni de jóvenes ni de viejos, decir que en nuestros ojos haya algo que arda o brille, puede sonar a sarcasmo semejante frase. Y, sin embargo, si cambiamos ojos por corazón, la cosa vale también. O, quizá, no. Hay jóvenes a los que nada les arde y viejos a los que el brillo se torna en opacidad.
Sea como sea, en los ojos o en el corazón, en el alma o en las manos, hagamos que la luz y el fuego no se apaguen nunca. Que no se apaguen en nosotros, porque con nuestro fuego y nuestra luz protegemos, caldeamos y alumbramos a quienes pasan  a nuestro lado,.
Es verdad, la luz y el fuego están en el mundo, pero la verdadera luz y el fuego auténtico está en las personas. Esa luz y ese fuego que hacen que la vida triunfe frente a la oscuridad de la muerte.
Un abrazo.  
     

2 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Ritos, símbolos y fiestas... lo mejor de todo: tu cariño, tu amistad y maestría. Un abrazo de luz.

Alberto dijo...

Figura misteriosa, un abrazo de fuego y luz también para ti. Sí, amistad, cariño y entrega. Cuídate. Besos.

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