Otro domingo más, quiero auguraros una semana espléndida con mis cuentecillos. Que, como siempre os digo, os hagan soñar y sonreír.
Con mis mejores deseos.
Ésta es la historia de una mariposa que estaba harta de ser testigo de frases típicas: “que si el estómago de la enamorada de turno estaba plagado de mariposas”, “que si los dedos de fulanito querían ser alas de mariposa sobre la piel de…”, “que si a tal o a cual le gustaba mariposear”… ¡Ya estaba bien de traerla y llevarla siempre de boca en boca! Mucha poesía y muchas zarandajas por el estilo para al final, tener la posibilidad de acabar clavada con un alfiler a una pared. Y eso, claro está, cuando eran bonitas por su colorido. Que si no, ni eso.
A nuestro sencillo y humilde lepidóptero, le aguardaba la certeza amenazante de un triste destino. Era pequeña, de un color amarillo paliducho. Casi vulgar, diríase.
Una calurosa tarde de verano, revoloteaba entre mieses agostadas en busca de un mísero charco de agua. Que esperar un arroyo o riachuelo impetuoso, habría sido creer en milagros en aquel lugar.
Contempló, en medio del páramo, que por aquel camino venía una pareja. El chico caminaba un paso por detrás de su acompañante tomado de su brazo. Le parecieron simpáticos pero notó que algo les afligía, especialmente a él que, tocado de un sombrero de paja algo raído, tenía cierta expresión mohina, gris. La mariposa conocía bien ese rictus porque ella misma lo había observado al reflejarse en los charcos. Siempre tan sola, despreciada por todos.
Los dos humanos no percibieron su presencia. Algo normal _pensó_. total, nadie se fija nunca en mí…
Les fue siguiendo. Tampoco tenía otra cosa mejor que hacer.
Se sentaron al pie de un viejo chopo y pudo ver cómo ella, la mujer, secaba los ojos de él. ¿A qué se debería semejante llanto? Cómo le habría gustado poder entender qué decían, qué ocurría. Y de repente…
-Vamos, chico. Anímate. Sabes que mucha gente te quiere y apoya. Que yo soy la primera de ellos porque Selene quiso que así lo fuera y que, quién sabe: tal vez la decisión de Clara no sea definitiva.
-Ya. Si yo la entiendo, pero es que han sido tantos años de compartir momentos, tuve tanta ilusión, que me cuesta aceptar que ha llegado este instante. Y el caso es que sé que no estoy solo.
La mariposa se acercó. Chasqueó sus alas. Quería aplaudirle, sumarse a los ánimos de la amiga.
-¿Qué es eso que se escucha?
-Ah, no sé. Ahora que lo dices, como no sea una mariposa que está posada a tu lado…
-¿Sí? ¿Y cómo es? Descríbemela, debe ser chula. Alguna recuerdo de cuando veía.
¿Qué decía aquel hombre de que se la describiese? ¿De cuando veía? ¿Es que ahora no veía?
-Pues… es chiquita, de tono clarito, tan suave como cuando lees mi rostro con tu mano, tan cálida como el sol de tu mirada, tan atenta como cuando escuchas el murmullo del viento. Huy, si ahora está en tu hombro. ¿La notas?
La mariposa no había podido resistir acercarse más. Volvió a batir sus alas, a rozarlas con las mejillas del que, lo sabía, era su alma gemela.
Y ya no le importó todo lo que decían de su género porque, por fin, se sintió protagonista. El señor,qué más da cómo se llamara, la cogió entre sus manos con una ternura increíble y, tras darle un beso, la lanzó hacia lo alto.
En ese beso y en ese gesto él le transmitió un secreto. ¿querríais saber qué es lo que le dijo? Si escucháis a vuestro corazón cuando os quiera hablar de magia e ilusión, entonces, entonces lo sabréis.
Con mis mejores deseos.
Ésta es la historia de una mariposa que estaba harta de ser testigo de frases típicas: “que si el estómago de la enamorada de turno estaba plagado de mariposas”, “que si los dedos de fulanito querían ser alas de mariposa sobre la piel de…”, “que si a tal o a cual le gustaba mariposear”… ¡Ya estaba bien de traerla y llevarla siempre de boca en boca! Mucha poesía y muchas zarandajas por el estilo para al final, tener la posibilidad de acabar clavada con un alfiler a una pared. Y eso, claro está, cuando eran bonitas por su colorido. Que si no, ni eso.
A nuestro sencillo y humilde lepidóptero, le aguardaba la certeza amenazante de un triste destino. Era pequeña, de un color amarillo paliducho. Casi vulgar, diríase.
Una calurosa tarde de verano, revoloteaba entre mieses agostadas en busca de un mísero charco de agua. Que esperar un arroyo o riachuelo impetuoso, habría sido creer en milagros en aquel lugar.
Contempló, en medio del páramo, que por aquel camino venía una pareja. El chico caminaba un paso por detrás de su acompañante tomado de su brazo. Le parecieron simpáticos pero notó que algo les afligía, especialmente a él que, tocado de un sombrero de paja algo raído, tenía cierta expresión mohina, gris. La mariposa conocía bien ese rictus porque ella misma lo había observado al reflejarse en los charcos. Siempre tan sola, despreciada por todos.
Los dos humanos no percibieron su presencia. Algo normal _pensó_. total, nadie se fija nunca en mí…
Les fue siguiendo. Tampoco tenía otra cosa mejor que hacer.
Se sentaron al pie de un viejo chopo y pudo ver cómo ella, la mujer, secaba los ojos de él. ¿A qué se debería semejante llanto? Cómo le habría gustado poder entender qué decían, qué ocurría. Y de repente…
-Vamos, chico. Anímate. Sabes que mucha gente te quiere y apoya. Que yo soy la primera de ellos porque Selene quiso que así lo fuera y que, quién sabe: tal vez la decisión de Clara no sea definitiva.
-Ya. Si yo la entiendo, pero es que han sido tantos años de compartir momentos, tuve tanta ilusión, que me cuesta aceptar que ha llegado este instante. Y el caso es que sé que no estoy solo.
La mariposa se acercó. Chasqueó sus alas. Quería aplaudirle, sumarse a los ánimos de la amiga.
-¿Qué es eso que se escucha?
-Ah, no sé. Ahora que lo dices, como no sea una mariposa que está posada a tu lado…
-¿Sí? ¿Y cómo es? Descríbemela, debe ser chula. Alguna recuerdo de cuando veía.
¿Qué decía aquel hombre de que se la describiese? ¿De cuando veía? ¿Es que ahora no veía?
-Pues… es chiquita, de tono clarito, tan suave como cuando lees mi rostro con tu mano, tan cálida como el sol de tu mirada, tan atenta como cuando escuchas el murmullo del viento. Huy, si ahora está en tu hombro. ¿La notas?
La mariposa no había podido resistir acercarse más. Volvió a batir sus alas, a rozarlas con las mejillas del que, lo sabía, era su alma gemela.
Y ya no le importó todo lo que decían de su género porque, por fin, se sintió protagonista. El señor,qué más da cómo se llamara, la cogió entre sus manos con una ternura increíble y, tras darle un beso, la lanzó hacia lo alto.
En ese beso y en ese gesto él le transmitió un secreto. ¿querríais saber qué es lo que le dijo? Si escucháis a vuestro corazón cuando os quiera hablar de magia e ilusión, entonces, entonces lo sabréis.
2 comentarios:
¡Que dulzura de cuento Alberto! esa mariposa portadora de secretos se me llevó con ella, en su vuelo impulsado por un tierno beso inesperado...seguro que iba tan feliz que resultaría aún más ingrávida de lo que ya , de por sí, era.
Escucharé muy atentamente a mi corazón cuando me hable de esa magia e ilusión, "Y colorín colorado éste cuento se ha acabado...y si no levantas el c... se te quedará pegado" Je,je.
Besitos volados con magia.
Una mariposa deliciosa creada por una mente mágica...
Un besósculo admiradósculo! Mua!
PD.-Es una mariposa muy buena... muy buena...
Publicar un comentario