jueves, 14 de octubre de 2010

Chen Guangcheng

Cómo no hablar de este personaje, luchador en defensa de la vida pese a su ceguera.


Apodado el «abogado en alpargatas» por sus orígenes humildes, Chen, de 39 años, fue condenado por criticar una masiva campaña de abortos y esterilizaciones en los pueblos de su provincia natal de Shandong, al este de China. Sus denuncias, profusamente documentadas, pusieron el dedo en la llaga de la política del «hijo único» impuesta por el Gobierno a finales de los 70 y destapó las irregularidades en su cumplimiento por parte de las autoridades locales, que a menudo recurrían a la violencia para intimidar a los campesinos para cumplir los cupos de nacimientos.
Aunque Chen se quedó ciego durante la infancia, con tesón estudió leyes de forma autodidacta y pronto empezó a interesarse por los abusos que sufrían sus vecinos, especialmente los disminuidos, a los que asesoraba gratis desde 1996. Tras desvelar la campaña de esterilizaciones y abortos, las autoridades de Linyi acosaron a Chen y a su esposa, la también abogada Yuan Weijing, hasta el punto de impedir sus movimientos y comunicaciones.
Mientras su mujer lleva desde 2005 constantemente vigilada y, en ocasiones, es confinada bajo arresto domiciliario, él fue sentenciado en 2006 después de que tres de sus abogados fueran detenidos la noche antes del juicio, otro más recusado por el tribunal y el quinto sufriera una paliza. Dentro de las irregularidades del proceso, sus partidarios aseguran que las pruebas contra Chen por instigar un ataque contra las oficinas del Gobierno y dirigir a un grupo de manifestantes para cortar el tráfico estaban amañadas.
Al cabo de cuatro años entre rejas, la Policía llevó al abogado a su casa, en el pueblo de Dongshigu, el jueves, día 9 de septiembre,  al amanecer, justo cuando sus familiares se disponían a ir a recogerlo a la prisión. No se trataba de una cortesía del régimen, sino del modo de asegurarse de que Chen pasaba de su celda en la cárcel a su confinamiento domiciliario sin armar demasiado alboroto y, lo más importante, sin hablar ante la Prensa extranjera.
Desde varios días antes de su liberación, la Policía ha estrechado el cerco sobre su esposa, a la que incluso ha seguido en sus compras al mercado, y ha colocado agentes junto a su casa y en la entrada a Dongshigu, donde ha instalado varias cámaras de seguridad. Los periodistas que han intentado acercarse para entrevistar a Chen, con un equipo de la agencia AP, han sido interceptados de inmediato en estos controles de carretera.
Además, su teléfono y el de su esposa permanecen bloqueados y nadie puede ponerse en contacto por ellos. A través de sus familiares, Chen Guangcheng ha asegurado que su estancia en la cárcel no le ha cambiado, pero su salud ha empeorado desde julio de 2008 y padece diarreas crónicas por las frecuentes intoxicaciones que sufrió en prisión sin recibir el tratamiento médico adecuado. Mientras cumplía condena, también denunció que otro interno le había dado una paliza.
Desde Hong Kong, la ONG Defensores Chinos de los Derechos Humanos ha apelado a la ONU y al Gobierno chino para acabar con los abusos que sufre Chen Guangcheng.

Diario ABC, 11 de septiembre

2 comentarios:

amelche dijo...

A ver si le dejan tranquilo, como al premio nobel.

Susi DelaTorre dijo...

Otra impactante vida, luchando por enseñar sensatez en un mundo de insensateces.

(A veces, uno no termina de creer ciertas vidas... dan ganas de preguntar: pero... porqué? eso no había pasado antes? no se solucionara?nadie puso remedio?)

Sin palabras,¡ pero con un enorme saludo para tí, Alberto!

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