domingo, 17 de octubre de 2010

Buscando setas

Un domingo mas, escribo para desearos feliz semana.
Que os haga sonreír y soñar.
Con mis mejores deseos.


Casi no la vi. Estuvo a punto de pasarnos desapercibida y, sin embargo…
Habíamos salido, mi mujer y yo, aquella mañana de octubre en busca de setas que sirvieran de acompañamiento en sus guisos _todo un placer para mí y para cuantos tuviesen la ocasión de paladearlos_. Y, a qué negarlo, con ganas de oxigenarnos tras la dura semana de trabajo .
Solíamos darnos buena maña en ello. Bien provistos de la cesta donde depositarlas y del atuendo que nos protegiese de la humedad reinante, teníamos claro el paraje al que nos dirigiríamos. Era un lugar poco conocido, pero que a nosotros nos gustaba por estar bastante aislado, prácticamente solitario, lejos de otros más concurridos. ¿La razón de aquello? Posiblemente, que no era fácil descubrirlo, ya que había de atravesarse un roquedal algo inhóspito.
Llegamos temprano. Daríamos una primera batida y haríamos un alto en nuestro rincón preferido: un tronco de roble caído pero, no obstante, eterno, casi fosilizado, donde siempre que íbamos nos gustaba cogernos de la mano sentados sobre él, sintiendo como si su sostén nos impregnase de magia, de fuerza; nos uniese más.
La jornada se desarrollaba bien. Llevábamos ya casi llena la canasta, nutrida con senderillas, nícalos y las de cardo, nuestras preferidas.
 Mi mujer, Mercedes, estaba contenta. Su cabellera castaña era lamida por unos persistentes rayos de sol otoñales y sus ojos refulgían de goce dichoso ante lo hermoso de la mañana. Cómo me gusta verla así.
 Yo pensé que podíamos darnos por satisfechos y pensar en buscar sitio para el almuerzo. Así se lo dije a ella, pero…
-Cariño, mira qué cosa tan bonita.
Yo no veía nada más hermoso que sus manos, pero ella insistía.
-No seas bobo. Te digo que ahí, delante de tus narices, hay una medalla o una moneda o algo así.
Me agaché y efectivamente, era algo bonito aunque ni una medalla ni una moneda. Era una piedra redonda de color rojizo tornasolado con pintas verdes y azules. Sí que era curioso aquello.
Cuando me dispuse a cogerla para hacérsela suya _nadie podría merecer aquello más que ella_ oímos una vocecilla protestar:
-¿Quién osa robar el tejado de mi morada?
¿Quién podía ser la dueña de aquellas enojadas palabras?
-Soy una de cuantos seres diminutos poblamos este bosque. No queremos que nadie nos moleste.
-Bueno, bueno. Pero es que Es tan precioso eso que tú llamas tejado que quise regalárselo a mi querida esposa, ella que tan buena es.
-Vosotros los humanos siempre tan caprichosos.
-Déjalo, cariño. No quiero incomodar a esta simpática niña. Déjala tranquila.
-¿Y no podría… hacerse algo para que nos la dieses?
-Que no, que no. Si te la quedas mi vivienda y mi mundo se inundará y yo, y los míos, moriremos sin remedio. Claro, que tú eres más fuerte que yo y si quisieses…
-Ah, no. No se trata de eso, que nosotros somos muy respetuosos con la naturaleza.
-Bueno, si así fuera podría regalaros, a cambio, otra cosa. Me habéis caído bien. Tomad.
-¿Qué es? ¿De qué se trata?
-Acercamoss nuestras manos, acuclillados hacia la voz de aquel extraño personajillo, y en la palma de Mercedes depositó una especie de lágrima cristalizada de color ambarino.
-Cada vez que vuestros ojos se llenen de tristeza, pasadla por ellos y se iluminarán. Cada vez que vuestra boca se entristezca, besadla y sonreirá. Cada vez que sintáis frío en el corazón, apoyadla en él y el calor de la vida os fortalecerá. Cada vez que os sintáis solos, aferraos a ella y os sentiréis cerca el uno del otro. ¿Os gusta?
-Es genial, ¿verdad, querida?
-La guardaré y la cuidaré. Este día va a ser inolvidable. Menos mal que estuve atenta y vi eso que tú llamas tejado, y qué más podría desear, si tengo el amor de alguien que ve algo bonito y, en lo primero en que piensa, es en regalármelo. ¡Qué afortunada soy!
    
  
  
   

2 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

¡Y qué afortunados somos nosotros, que podemos leer estas maravillas tuyas! Me ha gustado muchísimo, vamos, mucho más que las setas, adónde va a parar...

Feliz semana, Albertito! Mua!

brujita dijo...

¡Hola Albertito! como te prometí aquí estoy,¡y en que buen momento lo he hecho, que lindo tu cuento!con ese regalo insuperable, una lágrima para quitar el llanto y las penas ¡Que afortunada esa pareja!

Como no puedo regalarte esa ambarina lágrima te dejo...¡mi beso volado!

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