domingo, 13 de junio de 2010

La vela

Con mis mejores deseos de que la semana que comienza mañana, sea feliz y llena de acontecimientos interesantes.
Buena noche.

-¿Regalarle una vela a un ciego? ¿No te parece una extravagancia, cariño?
-Que no. Que yo sé que a Evaristo le gustará.
-Pero es que…
-Nada, nada. Que va a ser de lo más original. Toda una sorpresa que no esperará. Además a él le encantan los símbolos y la vela puede ser uno de ellos.
-¿Un símbolo? Bah, creerá que le estamos lanzando indirectas… que si sujetavelas, que si queremos burlarnos de él. Yo qué sé.
-Mira. Una vela evoca cumpleaños, petición de deseos soñados, olores cautivadores…
-Ya. Visto así, tal vez tengas razón. Es que querría que lo que le llevemos le haga verdadera ilusión. SE merece una cosa chula.
-Por eso mismo. Si le regaláramos lo típico, no sería lo mismo. Que colonia, discos o figuras ya tiene muchas. Nada, nada; está decidido. La vela con su jarrita en relieve como soporte. Y en la dedicatoria: “que esta vela sea para ti faro de dulces perfumes”.
-La verdad es que puede quedar bien y Evaristo es de los que no se amilana.
-Ale, termina de arreglarte que nos vamos para su casa. Esperemos que esté porque con lo andarín que está hecho… cualquiera lo pilla.
-Seguro que nos está esperando. Le dije que iríamos a gorronearle un trozo de ese bizcocho de manzana que tan bien sabe hacer.
-¿Ya estáis aquí? Qué alegría que hayáis querido venir a hacer la buena obra del día y alegrarle la tarde al cegatón. Pasad, pasad. Paula, un par de besos. Y a ti, Ramón; trae esa manaza tuya. Qué bien os veo.
-Ya. Y eso que no nos miras con buenos ojos.
-Bueno, dejémonos de chistes fáciles y topicazos. ¿Cómo va todo? Seguro que tienes alguna andanza nueva que contarnos.
-Uy, sí; siempre suceden cosillas. Sin ir más lejos… el otro día, una chica, me dijo que iba a participar en una exposición sobre el amor y la fotografía. Que le gustaría saber cómo enseñar a los ciegos las imágenes. Me callaré lo que pensé y le dije que si punteaba los contornos, podríamos hacernos una idea esquemática de lo que quisiera representar.
-Qué educado eres y qué ocurrencias tenemos a veces los que supuestamente vemos. Como si el amor se pudiese fotografiar.
-Pues, hablando de ocurrencias. Te hemos traído un regalito. A ver si adivinas qué es.
-Trae, trae; Pauli. Estaba seguro de que algo me traeríais aunque bien sabéis que,para mí, el mejor obsequio es el de la buena compañía.
-Toca, toca.
-Uuummmm. Cilíndrico, alargado, puntiagudo, suave al tacto y con un hilillo que cuelga. ¿Qué puede ser? Por la textura parece que es cera. No será una… ¿vela? Qué geniales sois. Jajajajja.¿Qué queréis? ¿Que me socarre los morros al encenderla?
-jajajja. Cómo eres. Que no, que no. Nos pareció algo diferente. Y como tú eres así de innovador, pues pensamos que te vendría al pelo.
-Al pelo, no sé. Pero a la nariz… Venga, vamos a encenderla a ver si me ilumina y huele tan bien como decís. Pauli, trae ese mecherazo que llevas siempre en el bolso.
El suspense se adueña de la sala. ¿Será capaz, Evaristo, de atinar a la primera con la mecha?
-Ah, pues sí que saca buen perfume y el calorcito que da…
-Hooola. Soy yo.
-Qué cuernos. ¿quién es ése que habla?
-Pos quién voy a ser? El genio de la vela.
-Sí, y ahora me dirás que pida un deseo y todas esas mamarrachadas de los cuentos.
-No, no te pensaba decir eso. Te quería invitar a que me toques.
Ya. Y yo voy y me lo creo. Y ale, mis deditos como si fueran chuletillas a la brasa. Me parece que el bizcocho de manzana se lo va a comer el gato de mi vecina porque vosotros… lo tenéis tan claro como oscuro lo tengo yo.
-Chico, que de esto no tenemos ni idea. Yo compré el regalo en la típica tienda de decoración y ya. De lo del genio ése, sabemos lo mismo que tú.
-Bueno, ¿qué? ¿Te decides o no?
-Pero es qué…
-Tú verás. A poco que esperes me esfumo y adiós. Ahora, si me haces caso, te garantizo que no te vas a arrepentir.
-Bueno, bueno.
La cara de Evaristo, al principio temerosa, se transforma en una imagen extasiada.
-Chico, parece que estés flipando.
-Es que, no sabéis el gustazo que me estoy dando. Y eso que he tocado texturas suaves, pero como lo que estoy sintiendo nunca mis yemas lo habían saboreado. Vaya regalazo que me habéis traído.
-Pues ni idea. El caso es que el humo que se ha formado antes de que tocases la llama, ha desaparecido ya.
-ah, ¿entonces el tío ése se ha largao sin despedirse. Bueno, espero que cada vez que prenda la mecha, se deje caer por aquí.
-Seguro que sí; que, aunque sólo sea por ver si te acuerdas de la velita de marras, no dejará de hacerte la visita de rigor.
-Oye, oye. Dejémonos de rollos y venga esa merienda que quiero darme el banquetazo.
-Anda, anda. Que no es para tanto. Total, un humilde bizcochuelo y un cafelón, bueno… o un té, que de eso también tengo. Pero qué grandes sois, regalarme una vela con genio y todo.
-Y de la dedicatoria, ¿qué?
-Ah, también, también. Aunque tengo que reconoceros que mi nariz se me suele rebelar y lo único que le gusta oler es no sé qué aroma con nombre de Magnífica. ¿Se creerá ella que es idem?






3 comentarios:

Rosa Sánchez dijo...

Estimado Alberto: no pasa desapercibido que en esta historia, narrada con la ironía y la frescura narrativa que te caracteriza, reúne todos los elementos imprescindibles para el día a día de las personas ciegas. A lo largo de la narración podemos comprobar cómo los sentidos se acentúan para compensar el de la vista, pero, entre todos, el tacto aquí juega un papel muy importante. Es el mensaje principal que nos recuerda lo que nos perdemos los que hemos olvidado el sentido del tacto. Cuando nos encontramos con alguien y sonreímos, este gesto se advierte con simpatía y se traduce como tal; pero cuando tocamos a alguien, cuando posamos la mano sobre un hombro amigo, o simplemente apretamos una mano… ahí estamos transmitiendo mucho, mucho más.
Bella historia. Enhorabuena, Alberto, por seguir enseñando y transmitiendo. Un abrazo.

Mercedes Pajarón dijo...

Hola, vuelvo a ser el genio de la vela, pero esta vez estoy en la vela de un barco. Me he trasladado aquí y no allí porque pienso que a Evaristo este tipo de vela también le puede gustar por evocar aventuras, viajes, tierras lejanas por explorar y magnífico perfume a mar.
¿Qué dirá Evaristo a todo esto? Ante la duda, yo le mando un humilde besósculo de parte de Mercedes.

Rosa María dijo...

Hola amiguiño Alberto: Después de un tiempo de silencio entre ambos, espero y deseo que estés bien. Por tu blog veo que sigues trabajando en el. Ya me contarás como vas.
Biquiños,
Rosa María

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