Que os haga reflexionar.
¿Qué podía importarle a aquel último polvorón que se encontrase en una bonita caja de madera con un dibujo de filigranas? ¿Qué más le daba que su envoltorio fuese de papel de seda y que en éste hubiese una frase que rezaba: “lo verdaderamente bueno está en mi interior”?
No se sabía cuál había sido la razón de que nadie se hubiese decidido por él cuando todos los invitados fueron aceptando el obsequio de la anfitriona hasta que…
La señora de la casa se dispone a reponer más provisiones a base de alfajores, roscos de vino, bolitas de coco y turroncitos. No se ha dado cuenta de que en esa caja aún queda algo. La retira y sacan otra nueva, más grande, aunque no tan bonita, con más variedad pero sin polvorones almendrados.
Doña Laura está satisfecha, un año más han alabado su buen gusto y generosidad.
El día de Reyes ha terminado. Es momento de sacar las basuras. Tirar tanto. Botellas vacías, cajas, envoltorios…, restos de tanta ilusión y alegría.
Al día siguiente, unos pillastres se pelean por afanar lo que pueda encontrarse en los montones de un estercolero. Para ellos no ha habido Navidad ni fiestas ni regalos.
El Celes, un mocoso harapiento, olvidado de todos, raquítico, miserable, pero vivo como el águila encuentra algo. Nadie se ha dado cuenta, sus compinches habían quedado deslumbrados por otras sirenas. Ha descubierto una caja.
Es verdad, algo sucia, con los bordes romos, pero…
Me servirá para guardar mis tesoros _se dice_. Un remache de vía, un cromo, un muñeco doblado. Sus míseras posesiones.
La abre y…..
-¡Guuuaaaauuuu! Un polvorón. Y está entero.
Para ese niño, sí; ese año va a haber fiesta. Su Navidad será esa última y abandonada golosina.
lunes, 21 de diciembre de 2009
El último polvorón
Publicado por Alberto en 8:10 p. m.
Etiquetas: Relatos
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1 comentario:
"Exquisito" relato que nos acerca a esa triste realidad de aquellos que viven de lo que otros tiran. Actualmente emiten imágenes en televisión del mal tiempo que hace, del frío, la nieve, las carreteras heladas y, una vez más, indigentes que dependen de la buena voluntad de otras personas más afortunadas. Los albergues están llenos, muchos duermen al raso, y, como el niño del cuento, también encuentran "regalos".
Que esta entrada nos haga reflexionar y nos ayude a ser más solidarios, mejores personas, durante todo el año.
Saludos, Alberto.
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