domingo, 2 de octubre de 2011

El amargo sabor de la frustración

Que sí, que vale, que uno ya debería estar habituado a frustrarse, a tener que renunciar a ver cómo es la mirada de tus sobrinas, a no saber cómo va envejeciendo el rostro de tus padres, cómo te ves obligado a perderte tu afición por coleccionar sellos, leer tebeos y tantas y tantas cosas que uno no puede ver. Pero, qué queréis que os diga, uno nunca acaba acostumbrándose, resignándose.
¿Que por qué escribo esto hoy aquí, yo que siempre abogo por el optimismo y la sonrisa?
Pues porque hoy he asistido a la fiesta de otoño que organiza la Fundación de Deportes para Discapacitados También y allí he querido montar, por tercera vez, en tándem, en bici adaptada para ciegos y, por tercera vez, he tenido que renunciar a hacerlo porque se ha vuelto a estropear. ¿Qué creéis que he sentido? Rabia, sí; rabia por ver que unos y otros iban satisfaciendo su curiosidad, sus ganas, sus deseos y yo, otra vez mas, tenía que volverme atrás, retroceder a pie. Yo que uso como lema eso de “siempre adelante”.
Y luego encima, tienes que escucharte del monitor, todas esas frases huecas, tópicas, voluntariosas pero hirientes de “has de ser positivo”, “son cosas que pueden pasarle a cualquiera”… Cuando lo que, en realidad, lo que necesitas es comprensión auténtica más allá de esas vacuas palabras.
Que alguien te diga todo eso, tiene narices. ¿O es que se cree que es fácil o agradable tener que pedir un voluntario para que te preste su brazo y sus ojos, tener que pedir ayuda para desplazarte hasta un lugar absolutamente inaccesible, atreverte a ir. Y que luego te vengan con peinadas y boberías.
En fin, que sí, que mis amigas me han pedido que sonriera, que, otra vez más, he tirado de fuerza y he vuelto a ser el de siempre. Mas, ahí ha quedado ese poso amargo de la frustración, por mucho que luego hayamos seguido paseando, charlando y hasta montando en canoa.
Bueno, habrá que echarlo a la espalda, como en tantas otras ocasiones y decir aquello de “vivir para ver” e imaginar que lo que tengo delante es una ermosa mujer con su melena al viento y su mirada insinuante; cuando, lo que en realidad estoy viendo, es una farola. Y es que ya se sabe… “el que con pan sueña… sin dientes se levanta”.
Ale, mañana más.

5 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Qué asco, de verdad. Sí, y luego que te vengan con palabras bonitas políticamente correctas.

Besósculos animósculos.

amelche dijo...

¿Estás mejor ya? Un abrazo.

brujita dijo...

¡Que rabia más grande Alberto...! ¡Pero que rabia! No hay palabras para consolarte de ello que no resulten vacías. Me siento frustrada también por no poder animarte pero ¡te quiero mucho!

Besitos volados frustrados.

Anónimo dijo...

Ala que no va a ser un trasto de bici la que te amargue la existencia! Teniendo razón en todo lo que dices y cuentas,... ya sabes lo mejor es "vivir para ver" y frustraciones que vendrán en adelante... ... pero ahora que viene la feria del Pilar, ya te renovaré el "capote" para torearlas.
Siempre adelante, ya lo sabes. Ahí estamos. Saludos y buen domingo que San Saturio seguro que no nos pone pegas. Un vermute y una tapa no irán mal.

Rosa Sánchez dijo...

Hola Alberto:
Hace unos días te dejé un comentario en esta entrada y no lo has publicado. Espero que no estés molesto conmigo.
Saludos.

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